
El llamado “sueño americano” pareciera que nunca se acabará luego que desde que hace meses sigue llegando a México una migratoria hacia Estados Unidos, que durante el mes de julio registró la cifra más alta en 20 años con 212 mil 672 indocumentados.
Los migrantes que salen de países como Honduras, El Salvador y Nicaragua, han abandonado su patria por problemas económicos, de seguridad y desastres naturales que les han arrebatado su patrimonio.
Cabe mencionar que desde que inicio la administración del presidente Joe Biden, miles de personas decidieron migrar, provocando lo que el congresista texano Henry Cuéllar llame una “emergencia humanitaria de seguridad pública”.
A diferencia de los adultos solteros, cuando son detenidas por las autoridades de Migración, las familias son llevadas a las estaciones migratorias del Valle de Texas, además de que el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (DHS) reanudó los vuelos de remoción acelerada para quienes no pueden ser expulsados bajo el llamado título 42, emitida por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
De acuerdo a las autoridades norteamericanas, estas “cárceles de familias”, cuentan con los servicios médicos básicos, y servicio de alimentación; además, en cada módulo se encuentran entre 10 y 15 personas, sin embargo, la mayoría tiene que dormir en el piso porque las colchonetas no son suficientes.
LA PANDEMIA, OTRO RIESGO DE LOS MIGRANTES
Además de la travesía de recorrer México para poder llegar a la frontera con Estados Unidos, otro de los problemas a lo que se enfrentan las familias migrantes es a ser víctimas del Covid-19.
Aunque, todo indocumentado detenido es sometido a una revisión sanitaria periódicamente por autoridades de salud estadounidenses, en ocasiones esto no es suficiente.
El juez del Condado de Hidalgo, Richard F. Cortez, aseguró que la creciente amenaza de Covid-19 que se hace presente en el estado y que puede incrementar por los migrantes.
Es por ello que muchos de los que son detenidos son expulsados de inmediato y así es como llegan a Nuevo León.
De acuerdo al Instituto Nacional de Migración, la entidad registró el mayor número de extranjeros asistidos con 391.
Del 13 al 19 de agosto La Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración (INM), informaron que fueron auxiliadas mil 657 migrantes de al menos 21 nacionalidades.
Según las cifras 637 eran de Honduras; 325 de Guatemala; 194 de Haití; 151 de Nicaragua; 142 de El Salvador; 57 de Cuba; 17 de Venezuela; 16 de Chile; 14 de Ecuador; 12 de Bangladesh; 10 de la India y nueve de Brasil.
Los migrantes fueron trasladados a las instalaciones del INM en cada entidad federativa, donde se les proporcionó agua y alimentos mientras se realizaban las gestiones correspondientes para que recibieran asistencia consular y, en su caso, se les otorgara el retorno asistido a sus lugares de origen.
Quienes viajaban en condiciones de hacinamiento acompañadas por menores de edad, se les brindó una atención especial canalizándolos con su núcleo familiar al Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en cada entidad federativa para su atención.
EL “SUEÑO” DE UN NICARAGÜENSE
México, por su localización geográfica y frontera con Estados Unidos, se ha convertido en un país donde se combinan varios flujos migratorios.
Cientos de estas personas se ven obligadas a abandonar sus hogares debido a conflictos políticos, económicos y sociales, además de desastres climáticos o naturales.
Tal es el caso de Wilmar Antonio Martínez, quien dejó su país, Nicaragua, tras quedarse sin su patrimonio a causa del huracán Eta que hizo que se creciera el río Jordán.
“Con el paso de Eta en noviembre perdí todo, yo vivía a la orilla del río Jordán y solo pude sacar a mi familia que son mis niños y esposa.
“Decidí venirme, aquí hay amigos de nosotros que nos aconsejaron que viniéramos para acá, para buscar el sueño americano”, enfatizó.
La estadía de Wilmar por tierras regias fue de solo una semana, ya que por seguridad él prefiere juntar dinero, la mayoría de las veces pidiendo dinero en los cruceros y así tener lo suficiente para irse a otro lugar que quede más cerca de la frontera.
Se quejó de la poca empatía de la gente que es grosera con él y su familia, otros de los problemas al que se enfrenta es a la inseguridad, ya que ha sido víctima de asaltos y perseguido por elementos de migración.
“Pero mi visión es primero lograr cruzar a Estados Unidos, establecerme para poder apoyar económicamente a mi familia que se quedó en mi país”, dijo.
Para Wilmar retornar a su país no es una opción y aunque sabe que está batallando para conseguir unas monedas para comer, aseguró que estaba mejor que en su país.
“Hay que echarle para delante, lo que pasó allá yo entiendo que fue algo de la naturaleza, pero la vida continúa.
“Mi único consejo para los que somos migrantes es que no se rindan, que luchen por sus sueños, yo sé que no es fácil, pero sí se pueden lograr”, finalizó.