La violencia de los padres hacia los hijos es un problema no ajeno a la realidad, situación que actualmente va cambiado de rol y ahora son los padres las víctimas de sus hijos.
Los trastornos del comportamiento en los menores cada vez son más frecuentes; hijos que agreden a sus padres verbal o físicamente son problemáticas que con el paso del tiempo crecen, en muchos de ellos el diagnóstico es el síndrome del emperador, padecimiento que se caracteriza por la agresión hacia los progenitores y conductas desafiantes o provocadoras de ira hacia los mismos.
Según especialistas en este fenómeno, las situaciones que conllevan al hijo a tomar esas actitudes en contra de los padre se deriva a raíz del abandono de las funciones familiares, la sobreprotección y sobre exigencia simultáneas, los hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, la ausencia de autoridad, la permisividad y, sobre todo, la falta de elementos afectivos, como la calidez en la relación con los hijos.
CITLALI, “UNA NIÑA PROBLEMA”
La historia de Martha es común a la de muchas madres de familia; tiene tres hijos, esposo y un empleo estable, su vida parece ser normal aunque la realidad es diferente.
Enfermera de profesión, Martha es un testigo de lo que es vivir con una hija a la que llamaba “niña problema”. Tiempo más tarde y tras varios estudios realizados a la menor, el dictamen de los especialistas arrojó: síndrome del emperador.
Fue desde temprana edad cuando Citlali comenzó a enfrentarse a su madre; a los seis años, la pequeña mostraba conductas desafiantes, no atacaba órdenes y decirle un no era motivo suficiente para provocar su alteración.
“Empezó desde los seis años presentando reacciones que son anormales, reacciones que no deben de hacer las niñas de su edad: me estiraba el cabello, se ensuciaba, se tiraba en el piso, le dabas una orden y ella nunca la atacaba con el hecho de hacerme enojar, ella no sabía obedecer órdenes, había entrado en una etapa en el plan de que no hago nada y no hace nada”, recordó Martha.
Visitas con psicólogos, constantes pláticas con Citlali y hasta pedir ayuda a familiares para tratar de controlar las actitudes que la niña mostraba era lo que Martha hacía día a día con el único objetivo de ayudar a la menor.
“Desde pequeña busqué ayuda, ella siempre ha estado con psicólogo pero lo que me decían es que era por conducta, incluso me dijeron que la tuviera ocupada en otras cosas para que ella tuviera algo que le llamara la atención y con eso poderla convencer de que se tranquilizara un poco”, expresó.
Martha comenta que a su corta edad, Citlali no medía el peligro de sus acciones, situaciones que la orillaban a vivir en una constante angustia al tener que salir a trabajar, regresar y encontrar a su hija totalmente transformada.
“Aventaba todo, pero como ella estaba chiquita todavía no se notaba mucho la fuerza que tenía como para hacer daño, quebrar las cosas, los vidrios, las televisiones, pero al paso del tiempo sus corajes se hicieron más fuertes y ya no puede controlarse”, mencionó la madre.
EL PROBLEMA
A Citlali nunca se le negó nada, creció en un ambiente en donde todo lo que pedía se le proporcionaba, el cariño de su madre lo tenía, pero la falta de su padre biológico generaba en ella un sentimiento de represión en contra de su progenitora, atención que Martha lograba atraer cumpliendo sus caprichos.
Los expertos señalan que el permitir cualquier agresión física o verbal, hacer caso a lo que el niño indique y acceder a sus chantajes, son los primero indicios para que el síndrome del emperador comience a desarrollarse en los menores.
La pequeña crecía y el grado de violencia iba en incremento. Fue a raíz del diagnóstico del psiquiatra que Martha decidió prestar más atención a su hija, quien actualmente tiene 14 años.
“Yo desconocía todo esto, me puse a investigar cuando el psiquiatra me dijo que mi hija tenía el síndrome del emperador, por qué, porque al principio a la niña no se le negaba nada, todo se le compraba, mi hija nunca había conocido lo que era un regaño, un castigo”, señaló la progenitora.
Cristales rotos, televisores dañados, arrojar cualquier objeto que se encontrara a su paso, son destrozos que Citlali hace cada vez que recibe una negativa ante lo que solicita, reacciones que los psiquiatras llaman normales ante el padecimiento que presenta.
La llamada de emergencia apareció, el 24 de diciembre Citlali intentó quitarse la vida ingiriendo medicamentos; el motivo: no comprarle un celular que pedía.
“Cuando comenzó a hacerse daño ella misma, es ahí cuando yo reaccioné, la llevé que la checaran al hospital, que le hicieran un lavado gástrico por los medicamentos que ella había ingerido al intentar morirse y ahí me dijeron que tenían que atenderla en la clínica de salud mental”, dijo.
Los modos de reaccionar de cada menor son diferentes, mismos que con el paso del tiempo van en incremento, actitudes que no controlan y que los lleva en diversas ocasiones al suicidio.
“ES DIFÍCIL ACEPTAR QUE MI HIJA NECESITA AYUDA”
Para los padres de familia reconocer los comportamientos agresivos de sus hijos no es tarea fácil.
El caso de Citlali es un claro ejemplo de los daños que el síndrome del emperador puede causar en un menor cuando no recibe la atención necesaria, misma que en la mayoría de las veces puede perjudicar a terceras personas.
“A mí me fue muy difícil asimilar el problema de mi hija porque sientes que fallaste como mamá y uno trabaja, camina y anda por sus hijos, nunca te imaginas que tu hija reaccione de esa manera.
“El psiquiatra me dice que tengo que tener precaución con los niños porque en sus mismos arranques los puede dañar porque ella siempre va querer lastimare a mí, que yo sienta dolor”, puntualizó la madre.
Seguir en tratamiento y terapias familiares es lo que sigue para Citlali y su madre, quienes buscan una solución para erradicar este problema.
EN LA LUCHA DIARIA POR AYUDAR A CITLALI
Citlali ha intentado en dos ocasiones quitarse la vida y aunque la angustia de su madre continúa, ella no pierde la esperanza que, con el tratamiento que recibe su pequeña pueda salir de esta situación.
“Jamás me imaginé pasar por estas cosas que vivo e incluso veo a otras niñas y digo: por qué mi hija se me altera así, ves a otras niñas que no tienen lo que mi hija tiene y me pregunto: por qué esta niña no es así si yo a mi hija le di todo, precisamente ahí está mi problema, que yo siempre le di todo y cuando lo quise arreglar ya era demasiado tarde”, agregó Martha.
Martha hace un atento llamado a los padres de familia a poner más atención en sus hijos y aprender a educarlos para que eviten la problemática que ella vive.
“Que le llamen la atención a sus hijos cuando se les debe hacer, no consentirlos, aunque uno trabaje ponerles reglas y que sepan lo que es un no, porque eso es lo que yo me arrepiento de mi hija de haber hecho con ella, porque fue muy consentida y ahorita ya lo estoy cosechando”, afirmó.
Para Citlali no ha sido fácil enfrentar su problema, su ira no la puede controlar cuando se molesta y recae contra su madre, quien se mantiene en la espera de que su hija sea una niña “normal”.