Anette tiene 35 años y desde su infancia fue “gordita”. Conforme pasó el tiempo, siguió aumentado de peso y a partir de la adolescencia, ha probado infinidad de dietas para disminuir los niveles de grasa corporal. Sin embargo, no ha logrado el cometido e, incluso, estuvo a punto de quitarse la vida.
“Ha sido un sube y baja, he sido delgada, pero he vuelto a aumentar exageradamente de peso. Hoy no me doy por vencida, pero encontré una manera distinta de enfrentar mi problema, sin necesidad de matarme de hambre. Tras altas y bajas, ahora entiendo que todo tiene una razón de ser”, expresó Anette.
Ser “gorda”, agregó, no se deriva de comer mucho, sino por qué y cómo lo haces. Por ello, se remontó a su infancia para definir una de las posibles causas que la han llevado a ser una persona con sobrepeso, así como de las experiencias emocionales la orillaron a ingerir alimentos sin control.
“Todo viene de nuestras casas. Yo crecí en una familia disfuncional y aunque en su momento no sabía lo que hacía para aliviar ese vacío en mi interior, me refugié en la comida. Eso fue lo que tuve a mi alcance, pues mi padre comía casi todo el día; yo lo imitaba”, manifestó.
Anette comentó que si su padre hubiera sido bebedor o drogadicto, quizás hubiera recurrido a ese tipo de comportamiento para sobrellevar la situación familiar por la que atravesaban. Pero no fue así, y la comida se convirtió en un aliciente para ella.
Aunque su padre era medido en la comida, ingería alimentos de manera compulsiva. “Él comía desde las 11 de la mañana, comenzaba con la botana, el plato fuerte y el postre; su comida duraba casi dos horas y yo aprendí eso”, detalló. “Después de muchos años veo con claridad las cosas… era un juego entre mi papá y yo. No es que te atiborres de comida, el asunto es el tiempo que realmente duraba la ingesta, aunado a que lo hacíamos por la ausencia de mi madre. Comíamos todo el día, desde algo saludable, hasta panecillos y demás; no dejábamos descansar el estómago”, especificó.
El problema, reiteró, “va más allá”. “No es fácil dejar de comer… es como decirle a un drogadicto, drógate poquito y resulta complejo. No es imposible, pero tampoco pasa de la noche a la mañana, por eso, conforme fui creciendo, comencé a jugar con las dietas”, dijo Anette.
“A los 14 años yo pesaba 70 kilos… mucho para mi edad. Hice mi primera dieta pero batallé. Luego conocí la bulimia y me pareció a todo dar porque me podía empaquetar de comida y vomitar. Así estuve un tiempo pero me salí de eso, ya que era muy asquerosa, pero sobre todo, porque no me causaba satisfacción echar la comida”, mencionó.
Posteriormente probó otras dietas, bajaba unos cuantos kilos pero luego los rebotaba. Hasta hace tres años, finalmente, consiguió el peso deseado: 60 kilos. Sin embargo, el objetivo alcanzado se perdió cuando por una cuestión emocional, le arrebató su esbelta figura y subió hasta poco más de 100 kilos.
“ME QUISE MORIR”
Anette no quiso revelar qué acontecimiento la llevó a sentirse mal emocionalmente, lo que sí manifestó, fue el deseo que tuvo de quitarse la vida por el repentino incremento de masa corporal.
“No pude controlar mis sentimientos por el peso que subí. Estaba muy delgada, era un palo, y de pronto estaba bien gorda; no podía ser. Me quería morir, sólo pensaba en inyectarme ácido muriático”, expresó.
Su esposo, añadió, siempre estaba en alerta ante cualquier actitud extraña que manifestara. No podía permitir que se hiciera más daño. A raíz de eso, ella se sometió a un tratamiento psiquiátrico, nutricional, y poco a poco, además del apoyo de familia, salió adelante.
Ella cree que más allá de ese desacuerdo con su físico, sus hijos le hicieron ver las cosas de otra manera. Pensó que no podía dejarlos tan pequeños, sólo por un arranque de enojo e ira por su condición.
“ERA ADICTA A LOS CHOCOLATES Y HARINAS”
Anette se levantaba desnuda de su cama a verse en el espejo y aunque no le gustaba su aspecto, se arreglaba, desayunaba con sus hijos, los llevaba a la escuela y en cuanto llegaba a la oficina “se echaba un pase; me tomaba mi refresco y los chocolates para tener energía”, dijo.
“Mientras hacía eso, no me daba cuenta del daño que me hacía pero ahora tengo la capacidad de ver que necesitaba sustancias adicionales- azúcares y harinas- para andar activa todo el día, lo cual me hizo engordar”, señaló.
En la mañana se tomaba el refresco y la dosis de dopamina que contienen los dulces oscuros, pero durante la tarde, no era extraño ver en su escritorio unas papitas o varios Mamuts.
“Me los tragaba como aspirinas, así detecté que era adicta a los chocolates y a las harinas. Le eché sal a la herida y todos los días por más de 10 años, pero este calvario ya terminó porque acabo de renunciar a mi trabajo hace un mes. Ya no siento estrés y eso me ayuda a controlar mi adicción”, manifestó.
Quién hubiera pensado, agregó, que el exceso de trabajo le producía la ansiedad por comer y mucho menos que lo dejara para tener un vida más libre en lo personal y emocional.
“Claro que necesito el trabajo y a lo mejor no es la mejor solución a mi necesidad de comer, pero sí es parte de lo que ahora me ayuda a estar mejor. Es un hecho que necesito el dinero, pero por fortuna a mi esposo no le va tan mal y él corre con los gastos de la casa”, aclaró.
El trabajo de ama de casa es quizás aún más demandante. Sin embargo, hace las actividades a su tiempo, sin prisa ni exigencias. Atiende a sus hijos con calidad, así como a su marido y se da la oportunidad de consentirse.
UNA NUEVA ETAPA…
Actualmente Anette sigue su camino y hace frente al sobrepeso. Desde hace tres años, poco después de haber pensado en quitarse la vida, ante un incremento exagerado de kilos, ingresó al grupo de autoayuda “Comedores Compulsivos”.
“Ahorita, irónicamente estoy muy gorda, tengo bastante sobrepeso, como 30 kilos de más, pero gracias al programa me acepto, porque en otras circunstancias sabe qué fuera de mí”, expresó.
No quiere hablar de cuántos kilos pesa aunque reconoce que su aspecto físico no es el más adecuado por cuestiones de salud, más que por estética y siente que ya tranquilizó esa obsesión por la figura.
Detalló que a través de las sesiones semanales donde comparten experiencias de cómo viven el sobrepeso u obesidad, o manera de comer, entre otros desórdenes alimenticios. El propósito principal, añadió, es transmitir el mensaje de abstinencia por comer compulsivamente para que se recuperen quienes lo sufren.
Desde su perspectiva, Anette dice que con el tiempo se ha dado cuenta que el sobrepeso y la obesidad son una enfermedad emocional al argumentar que la mayoría de las veces uno come por emociones y estado de ánimo.
“Comes por alegría en los cumpleaños, por dolor si algo malo te sucede, por estrés si tienes mucho trabajo, entre otras situaciones; se come por todo menos por hambre y causa daño cuando se consume carbohidratos en exceso”, refirió.
Señaló que generalmente cualquiera de esa manifestación de sentimientos, se recurre a comer carbohidratos: pasteles, panes, dulces, más que una comida saludable, que de pronto, se vuelven indispensables en la vida de las personas.
“Es como una droga, te hace sentir bien y por eso cada que sucede algún evento emocional, los ingieres. Se vuelven una adicción, y por dentro, te causa estragos en el páncreas, hígado, o en el organismo en general”, dijo.
DE TODO UN POCO…
Con dieta en mano, ejercicio por las tardes y la asistencia continúa a las sesiones de “Comedores Compulsivos”, Anette tiene una vida de calidad. Reconoce que tiene mucho por qué seguir trabajando, respecto a su aspecto físico pero ya no es tan extrema como antes.
“Tengo un asesor para practicar la caminata y correr, llevo una dieta balanceada bajo asesoría médica y con las terapias del grupo, atiendo los tres aspectos elementales de nuestro ser como los son el espíritu, el físico y las emociones”, explicó.
El cuerpo, dijo, es un laboratorio químico, no sabe lo que es bueno o malo y al fin de cuentas, uno decide qué hacer para eliminar lo negativo porque de no hacerlo, vienen los problemas en todos los aspectos.
“Hago ejercicio, como moderadamente y vivo mis emociones porque si las reprimo recaigo en la comida”.
Anette camina o corre cinco kilómetros diarios. Se abandona en Dios, no falta a las sesiones de “Comedores Compulsivos”, lleva una alimentación saludable y vive al día. Orienta a su familia sobre cómo comer y disfruta de su compañía.
Vive un estira y afloja, porque de pronto, expresó: “me despierta la obsesión por la figura o la comida y debo estar alerta de no volver a caer”.
PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA: SSA
El peso de la obesidad no sólo recae en las personas sino también en las instituciones públicas y gubernamentales. El asunto es una prioridad, ya que de acuerdo a estudios realizados en los últimos años en Nuevo León, el sobrepeso y la obesidad son el principal problema de salud.
“Es un tema preocupante en la entidad, ya que en la primera Encuesta Nacional de Salud 2011, las estadísticas señalan que el 71 por ciento de la población adulta tiene sobrepeso u obesidad; el 38 por ciento de los jóvenes ya se ve envuelto en esa situación, y de 25 a 33 por ciento de los niños de preescolar, rondan el mismo perfil”, expresó el doctor Jesús Zacarías Villarreal, secretario de salud.
El Estado se encuentra arriba de la media nacional en niveles altos de obesidad, en el norte del país, y en ese sentido, dijo el secretario de salud, se trabaja en la implementación de programas para aminorar la problemática en la que se ven inmersos, niños, jóvenes y adultos.
“Sabemos que es fácil decirle a la gente deja de comer o que ingiera alimentos saludables pero también depende de la actitud de las personas”, señaló.
VIBRA NUEVO LEÓN
La obesidad, señaló el médico, es la causa abierta del 70 por ciento de las enfermedades y en base a la encuesta de 2011, se detectó que la población de la entidad es sedentaria.
“El 70 por ciento de los niños y jóvenes no realizan actividad física y vigorosa. De ahí que junto con la orientación nutricional y promoción de alimentos saludables, estamos intensificando la campaña para la activación física”, expresó Zacarías Villarreal.
Por lo tanto, dentro del programa Pasos se han reforzado una serie de estrategias para incrementar la realización de rutinas de ejercicio entre los neoloneses, con el inicio, hace una semana, del proyecto “Vibra Nuevo León”.
“La meta es que cada año incrementemos en un 2 por ciento la población involucrada para que en 10 años logremos incrementarla al 20 por ciento, entre otras medidas para reducir los índices de sobrepeso y obesidad”, comentó.
EL PESO DE LA LEY…
Aunado a las acciones médicas y deportivas, la creación de una legislación para prevenir la obesidad sería otra de las opciones para abatir el problema de salud que afecta a Nuevo León.
“Estamos revisando las leyes y preparando una nueva para que exista un componente de salud importante, pero también a ver propuesta de modificación en aquellas que nos puedan favorecer a promover la actividad física”, adelantó.
Es un tema permanente que atacarán durante la actual administración estatal, con la certeza que la legislación que creen incida en las actividades sociales que de manera indirecta tienen que ver con el sedentarismo.