
Hablar de San Pedro Garza García durante la pandemia de Covid-19 es imaginar sus avenidas, parques y lujosos centros comerciales completamente vacíos.
Pensar en la cuarentena en este municipio evoca a los sampetrinos resguardados en sus grandes residencias, disfrutando de la contingencia en sus albercas, tomado el café de la mañana en la mesita de jardín… no por nada es considerado el municipio más rico de América Latina.
Sin embargo, el panorama es diferente al otro lado del Río Santa Catarina. Una pequeña parte de la cuidad, compuesta de unas cuantas colonias al noreste de la cabecera, sobreviven con menos lujo, pero aun así pertenecen al municipio que aporta más ingreso per cápita en México, de acuerdo a la calificadora Fitch Ratings.
Si bien la infraestructura urbana no está del todo abandonada, sí es un poco más humilde. Los autos estacionados están lejos de ser último modelo, las banquetas lucen invadidas por macetas improvisadas con llantas ya que la gente no tiene espacio en su casa para las flores o plantas, y se pueden encontrar algunas bardas graffiteadas por pandilleros.
Este municipio presentó el primer caso de Covid-19 en Nuevo León. Y aunque la entidad ya supera los mil contagios, en San Pedro no llegan a 70.
Apenas se lanzó la alerta de quedarse en casa, los habitantes de las zonas privilegiadas atendieron la recomendación, logrando controlar el número de brotes.
Sin embargo, los habitantes de colonias como San Pedro 400, Vista Montaña, Revolución, El Obispo y Echeverría continúan con su vida normal. Aquí todos saben que el Estado se encuentra en contingencia, pero explican que tienen salir a la calle para comprar víveres y barrer el pedazo de calle que le corresponde.
En las avenidas principales pueden verse personas corriendo para alcanzar el transporte público e ir a sus trabajos, o al padre de familia que aprovecha para componer las fallas de su carro y ahorrarse el pago al mecánico.
Algunas calles se encuentran solas, y en otras se ve una que otra persona, como Cruz Hernández, de 86 años, quien con su cubrebocas y a paso lento se dirige a la tienda por tortillas. Aunque afirma sentirse bien de salud, dice que está preocupada por los efectos que ha tenido la cuarentena entre sus vecinos.
“Yo me siento bien gracias a Dios, claro que estamos preocupados porque no podemos salir a gusto porque podemos enfermarnos”, comentó.
El sustento económico de la señora Cruz es el apoyo que recibe por parte del gobierno federal, la despensa que le entrega el municipio y los ingresos de su hija.
Al igual que ella, Isidra Hernández Tovar, de 67 años, recibió una despensa por parte de municipio. Reconoce que la intención de la autoridad municipal es que no salgan a la calle, pero eso es algo imposible, ya que los víveres se le terminaron y tienen que salir a comprar más.
Para esta mujer la pandemia no ha sido tan desagradable, gracias al apoyo gubernamental.
“Aquí todo está tranquilo, en este sector vivimos por lo general personas grandes, el gobierno municipal nos ha ayudado con una despensa, pero no alcanza y tenemos que salir a la tiendita a comprar, que si el frijol o las tortillas”, comentó.
A lado de la avenida Morones Prieto, José García Velázquez, de 70 años de edad, viene empujando el diablito que él mismo adaptó para cargar cartón y botellas PET que le regalan en su trabajo para que pueda venderlas y hacerse de un ingreso extra.
Explicó que los gastos de renta, recibos y comida siguen creciendo y por eso él, junto con su hijo adoptivo de 22 años, tienen que buscar la forma de cubrir los pagos.
“Hago limpieza en una empresa, trabajo dos horas al día, llegó a mi casa y ya no salgo para cuidarme porque nos dicen en el trabajo que nos cuidemos, afuera de mi hogar tengo un trapo con pinol para limpiar mis zapatos antes de entrar a mi casa.
“Tengo 70 años, pero no me puedo quedar en la casa porque me voy a deprimir, aquí empujo el carrito y hago ejercicio o hago limpieza en mi casa y junto las hojas, pero es por mi salud”, agregó.
Aunque todas estas personas pertenecen al grupo de la población de mayor riesgo, todos aclaran que no pueden resguardarse en su totalidad, debido a que viven con sus hijos, quienes salen a trabajar para mantener a la familia.