El escritor texano Ted Estrada siempre se sintió atraído por la historia de México, en especial por el periodo de la Conquista, protagonizada por Hernán Cortés como villano. Pero en “El Oro Mexica”, el autor lo muestra como cualquier mortal con defectos y virtudes, que estuvo en el lugar y el momento que el destino le tenía reservado y con el tiempo lo convirtió en el personaje clave de la llegada a los españoles al Nuevo Mundo hace 500 años.
Estrada investigó el tema por 20 años cuando publicó “Mexica Gold” en el 2013, que fue su primera novela histórica. A finales del 2018 se hizo la edición en español y se publicó en enero de este año, pero debido a la pandemia no se ha podido hacer la presentación en público.
“Yo nací en Texas, y en la secundaria no había materias sobre la historia de México, mi papá era mexicano y mi madre texana y hasta que fui a la Universidad de Texas, el segundo año vinieron de invitados del Instituto Nacional de Antropología e Historia un grupo de antropólogos, arqueólogos; fui sin permiso de nadie y cursé varias materias y ahí empezó mi interés en la historia de México.
“Más que nada mi interés se enfocaba en la Conquista, porque dije: ¿cómo puede ser que un Imperio Mexica, que se fundó en 1325 en los cinco lagos de México, fue conquistado en dos años por Hernán Cortés de 34 años, que no tenía ninguna experiencia como militar?”, manifestó en entrevista telefónica desde Los Ángeles, California, donde reside actualmente.
Señaló que la meta de Cortés y sus hombres era el oro, porque había pobreza en España y al llegar a territorio Mexica querían hacer fortuna, pero desataron caos y guerra porque quemaban las aldeas y torturaban a los indígenas en busca del preciado metal.
“Yo quise darle un giro diferente porque hay libros sobre Cortés, de Carlos Pereyra y otros, y ellos hablan más bien sobre la carrera que tuvo él en el Nuevo Mundo, yo realmente lo veía como un oportunista que se aprovechó de Moctezuma, quien creía que los españoles eran los dioses habían vuelto porque el mito decía que Quetzalcóatl se había ido al mar y un día iba a regresar.
“El error que cometió Moctezuma es que le enseñó a Cortés un cuarto lleno de oro y ahí empezó la fiebre del conquistador por los tesoros.
“El sitio final para tomar México, Tenochtitlán duró ochenta días. La lucha continuó sin cuartel desde ambos bandos. Cientos de sus hombres y miles de sus aliados nativos cayeron en batalla. Decenas de miles de mexicas murieron también. A muchos de sus hombres y aliados heridos los capturaron los mexicas y los sacrificaron de forma salvaje en la cúspide del Templo Mayor. Los gritos de los hombres a los que les arrancaban el corazón se escuchaban más allá del estruendo de la batalla.
“Ésa fue la noche de la última batalla, que había sido encarnizada durante todo el día. A pesar de la armadura que llevaba, Cortés tenía graves heridas en los brazos y las piernas, y sus ojos estaban llenos de sangre debido a un corte que tenía en la frente. Sin embargo, seguía luchando, mientras su gran espada de acero de Toledo despachaba a muchos enemigos. Parecía que entre más mexicas caían, más seguían llegando. Sintió el corazón golpeándole el pecho, no por miedo, sino por la alegría que sentía al estar cerca de su objetivo: la conquista de la gran nación mexica, que le traería la gloria, la fama y la riqueza que buscaba desde el momento en que navegó por primera vez a esta tierra desconocida y legendaria”, narra Estrada a lo largo del primer capítulo.
“El libro lo escribí en inglés, porque mi español no se presta para hacerlo, entonces yo le quise dar un giro diferente, pues no tiene mapas, bibliografías, ni índice, porque no quería distraer a los lectores, y usé el realismo mágico, es una novela histórica.
“Lo que yo veía es que Cortés se volvía loco, si no encontraba el oro que buscaba, su interés era sacar mucho oro, regresar a España, vivir como los de la nobleza, pero no lo logró y cuando regresó a los 60 años, murió abandonado en un monasterio, así que todos los que vinieron después de él se aprovecharon, porque hasta cierto punto había domado la hostilidad de los indígenas del Nuevo Mundo”, apuntó.
Debido a que estudió Administración de Negocios y Finanzas, Ted Estrada fue director de Hospitales en México, Brasil y Costa Rica, actividad que realizó por 40 años, pero durante ese tiempo también hacía sus investigaciones sobre la Conquista y conseguía libros relacionados al tema hasta que se hizo de un acervo importante.
“Nunca dejé de estudiar. Fui a México varias veces al INAH, al Templo Mayor, y tenía amistad con el profesor Wigberto Jiménez Moreno, gran historiador y con la doctora Beatriz Braniff Cornejo, quienes eran autoridades en materia de antropología en México”, destacó.
Recordó que una vez en Hermosillo, Sonora, un amigo le comentó que quería leer su libro, pero no sabía inglés, fue cuando el grupo editorial Penguin Random House, editó la novela en español, pero aún están almacenados en una bodega para poder distribuirlos.
EL SALDO DE LA CONQUISTA
Con relación a las disculpas que exige el presidente Andrés Manuel López Obrador a la Monarquía Española y a la Iglesia Católica por las atrocidades y el saqueo cometido durante la Conquista a los Pueblos Indígenas, considera que lo ocurrido fue producto de esa época.
Beatriz Gutiérrez Müller viajó recientemente a Ciudad del Vaticano para entregarle al Papa Francisco una carta en la que López Obrador solicita “códices, objetos y documentos, para exponerlos en nuestro país el próximo año con motivo los 700 años de la fundación México-Tenochtitlán, los 500 años de la invasión colonial española y el Bicentenario de nuestra Independencia“.
“Ahora hay un movimiento en el que quieren que la Iglesia Católica y España se disculpen, pero yo opino ¿para qué hacer eso? es lo mismo que la Inquisición, perseguían a los judíos porque habían crucificado a Cristo.
Sobre el Penacho de Moctezuma dijo que no lo van a recuperar, ni los códices que se encuentran en la Universidad de Oxford.
“Eso no lo van a devolver. El códice Mendoza que está en la Universidad de Oxford tiene ahí 450 años, el Rey Antonio de Mendoza lo mandó a España, pero los piratas franceses, tomaron el barco en el que se transportaba y se lo llevaron a París.
“Y el Penacho de Moctezuma que se lo mandaron al Rey Carlos y cómo era también rey de Austria, fue a dar al Museo Etnológico de Viena y ahí ha estado todos estos años”, puntualizó Ted Estrada.