
“El reportero es hombre de la calle”, nos dijo un día en clase, allá por 1983 el maestro de Periodismo José Luis Esquivel. Sarcástico, un compañero le preguntó –¿Y las mujeres, maestro?
“Las mujeres son chicas reporter”, respondió sonriente el catedrártico.
Y en efecto, andando entre las calles de ardiente asfalto de San Nicolás de los Garza recordamos aquella máxima del maestro Esquivel al divisar una pequeña bolería.
De seguro, pensé, este pequeño negocio encierra una historia. Además, cada vez son menos los boleros por toda la ciudad.
El local está forrado por una lona en color amarillo con letras en rojo y negro. ‘Boleros El Milagro’, anuncia el negocio. Está en un espacio contiguo a una casa del primer cuadro nicolaíta.
El área es de unos cuatro metros y medio de ancho por apenas 1.80 metros de fondo; tiene una pared de concreto en la parte frontal, que en realidad era la barda del patio de la casa contigua, una puerta de barrotes metálicos y una estructura también de metal.
En medio de la bolería está inserto un naranjo agrio, cuyo tronco no abarca mucho espacio, mientras que el follaje sale por un orificio del techo de lona plástica del local. El árbol da una buena sombra que atempera el inclemente sol veraniego.
El changarro está en la calle Terán, entre Porfirio Díaz y Juárez, a espaldas del banco Santander de San Nicolás.
Allí está sentado, solo, en una silla negra tipo oficina Don Andrés Sánchez Quiroga, sacándole lustre a unas botas vaqueras.
Le rompo su monotonía, saludándolo y pidiéndole al momento una entrevista.
Don Andrés accede gustoso y de buen ánimo. “Nomás me dice dónde voy a salir, para decirle a la familia”.
INICIÓ A LOS 10 AÑOS
La historia de Don Andrés, como llaman a este lustrador de calzado en el barrio donde labora, se remonta en la boleada unos 53 años atrás.
Este hombre de tez morena y pelo lacio canoso cumplió 63 años el pasado 11 de agosto.
Cuenta que allá por 1970, a sus 10 años inició en el oficio de la lustración de calzado como bolero “callejero”, es decir entre las calles de las colonias por donde vivía.
Oriundo de Saltillo, Coahuila, Andrés Sánchez Quiroga vino a dar a San Nicolás de los Garza de niño, en una de aquellas vueltas que tuvo su padre José Adolfo Sánchez a la región, pues trabajaba en las pizcas de algodón en los campos de Coahuila y Tamaulipas.
“Yo era un niño de unos dos, tres años, me contaban mis padres, cuando la familia llega a San Nicolás, después de andar allá por Reynosa, y aquí nos quedamos a vivir”.
Durante la niñez y la juventud Don Andrés vivió en colonias de San Nicolás como la Francisco Villa, la Benito Juárez y la Santa María, entre otras, por donde a los 10 años de edad se hizo de un cajón de bolear y se lanzó a las calles.
“A veces el hambre calaba y había que ayudar a la familia, para sacar la papa, por eso empecé desde muy chavo en esto”, platica.
Luego, allá por el año 1972, su padre don José Adolfo Sánchez decidió instalarse como bolero en la Plaza Principal de San Nicolás de los Garza, frente a la Presidencia Municipal.
Por aquella época, hace unos 51 años, Don José Adolfo Sánchez, QEPD, era de los poco boleros en la plaza principal nicolaíta, y pronto se hizo acompañar de su hijo mayor Óscar Javier, mientras que Andrés, que era un adolescente, comenzó también a enrolarse en la actividad.
Don José Adolfo llegó a tener hasta cuatro sillas para bolear bien adaptadas, en las que solía contar con uno o dos ayudantes, y sus dos hijos.
ANDUVIERON PEREGRINANDO
Hacia el año 1980 la Plaza Municipal de San Nicolás es sometida a algunas modificaciones y Don José Adolfo tuvo que reubicarse, primero por los alrededores de la calle Hidalgo, cerca de la Plaza.
Posteriormente hacia los años 90 el negocio fue instalado en la calle Aldama, entre Juárez y Bravo; luego se mudaron al cruce cercano de Porfirio Díaz y Terán, afuera de lo que en un tiempo fue la Lavandería Lavamática 2000, hoy Banco Afirme, y por otros puntos del centro, hasta que hace tres años se instaló en el local que ocupa actualmente.
Andrés Sánchez recuerda que mientras estudió la secundaria y en el Conalep, técnico siderúrgico, se daba tiempo para trabajar en el puesto de boleo algunos días, hasta que un día, ya egresado de la carrera técnica decide probar surte en algunas fábricas por lo que se abocó más al trabajo formal que al oficio de bolero.
“Yo quería trabajar de lo que había estudiado, entonces unos dos tres años ya no puedo bolear, porque ando en lo mío, pero luego regresé a trabajar con mi hermano Óscar Javier para tener otro ingreso”, comenta.
Pero posteriormente a partir de 1997 Andrés Sánchez Quiroga vuelve de lleno a la boleada y se instala con su hermano, para entre ambos continuar en el oficio que les enseñó su padre.
Enrolados en la boleada desde los años 70, los Sánchez son muy conocidos en San Nicolás y algunos municipios vecinos como Escobedo y Apodaca. Dice Don Andrés que han boleado a unas cuatro generaciones.
“Sí mire, aquí entre mi papá mi hermano y yo hemos atendido a señores que hoy andan por ahí de los 80 años y más; a sus hijos, a sus nietos y hasta a sus bisnietos, pues de aquí de San Nicolás y otras partes hay clientes que nos traen zapatos de niños chicos que van al kínder y a la primaria”.
CLIENTELA DELA FARÁNDULA
Don Andrés recuerda que entre los clientes de antaño de la hoy Bolería El Milagro los visitaban para que les bolearan botas cantantes norteños como Juan Montoya, Mundo Miranda, Chuy Rodríguez y Cándido Alvarado, ya finados, así como a los integrantes del grupo Límite, Don Chayo, de Los Cardenales de NL y sus compañeros y muchos músicos más.
“Sí, los de Límite, Don Chayo, Los Tigrillos, sobre todo más antes nos mandaban sus botas y aquí se las dejábamos al 100; todavía algunos de ellos nos mandan botas, cintos y aquí les seguimos haciendo sus trabajos”, cuenta Andrés Sánchez Quiroga.
Pero además de cantantes, músicos y gente de la farándula, la bolería de Don Andrés tiene clientes de San Nicolás y de la región como vecinos, trabajadores de bancos y comercios, jóvenes que también le llevan botas o tenis, y niños cuyos padres le llevan sus zapatos para que vayan bien boleados a la escuela.
Los Sánchez, recuerda Don Andrés, comenzaron cobrando 1 peso, 1.50, pesos, 2.50 la boleada. Actualmente la tarifa es de 50 pesos por para de calzado, con la garantía que el trabajo es de primera.
“Fíjese que no me quejo, tengo, bueno…, tenemos desde la época de mi papá y de mi hermano muy buena clientela, ya son poco más de 50 años boleando, entonces mucha gente ya nos conoce y pues de varias generaciones nos visitan.
“Y Mire usted, le puedo decir que como el 80 por ciento de trabajos, son encargos; la gente me trae el calzado, lo deja, y ya sea más tarde o al otro día ya pasen por él”.
Y en efecto, si bien en la bolería de Don Andrés se ven algunos clientes que acuden a bolearse principalmente botas, mucho cliente llega a bordo de sus autos o camionetas y le dejan uno o varios pares de calzado para que los limpie y les saque brillo.
Alfredo Ayala es un cliente desde hace más de 20 años de Don Andrés, y dice que lo sigue desde que estaba en la calle Aldama, porque le gusta como asea y lustra el calzado.
El experimentado bolero dice que en su negocio además de lustrar calzado limpia zapatos de dama, bolsas, mochilas, cintos piteados, monturas para caballo bordadas, incluso con plata, piteadas, chamarras, mochiles, maletines en piel o vaqueta.
“De todo limpiamos y boleamos; le digo así porque a veces, así como yo le ayudaba a mi papá, un hijo también me apoya, sobre todo por ahí de noviembre y diciembre, cerca del fin de año, que hay más trabajo.
“También limpiamos mochilas, de esas de rueditas de los niños, y también damos mucho servicio a jóvenes que traen sus tenis de cuero; aquí se los dejamos como nuevos”.
DE SANTA A SAN NICO
Cosa rara, uno pensaría que Don Andrés sigue viviendo en San Nicolás, pero no, nos cuenta que vive en Santa Catarina, en la colonia Balcones, porque por allá le tocó el crédito de Vivienda.
Sin embargo, como su clientela esta por el rumbo de San Nicolás, diariamente va y viene en camión y metro de Santa Catarina a este municipio, empleando para ello una hora y media de venida y una hora y media de regreso, pero eso dice, no le afecta.
A sus 63 recién cumplidos Don Andrés Sánchez Quiroga dice sentirse bien, salvo los efectos de la “bola” (de años), como él mismo lo llama. Dolores en la columna vertebral y de vez en cuando acidez o gastritis.
“Pero fuera de eso, no tomó ninguna pastilla, solo cuando hay acidez”.
Y es que, como cuenta esta lustrado de calzado, con las cepilladas que da al día, las ‘franeleadas’ y todo el movimiento de brazos y manos, se ejercita todos los días.
A Don Andrés el oficio de lustrador de calzado le ha dado para sacar adelante a su familia integrada por tres hijos y su esposa. Actualmente tiene un nieto que acaba de entrar a primero de kínder.
“Mire, como le digo, ya tengo 63, pero me siento de 20 o 30 años. Yo siempre estoy listo para atender con gusto a tanta clientela que me sigue, que no me abandona, y pienso darle hasta que el cuerpo aguante, o hasta que Dios quiera”.
HASTA MUEBLES
Don Andrés Sánchez Quiroga dice que en su largo camino en el aseo de calzado además de botas, zapatos, tenis, bolsas, monturas, maletines y mochilas ha hecho trabajos de limpieza en muebles de piel y vinil.
“He tratado y seguimos tratando infinidad de pieles exóticas en botas y zapatos como piel de cocodrilo, elefante, anaconda, león, armadillo, iguana, nobuxk, ante, gamuza, oso hormiguero, axila de avestruz, víbora, cocodrilo americano, cuello de toro, panza de menudo, iguana, lizardo, mantarraya, panza de avestruz, lomo de avestruz, pata de avestruz, piel de venado, piel de cerdo, de vacuno y de cabra.
De tenis, dice, le entran a la mayor parte en el aseo, sobre todo de pieles en tenis de marca.
Personajes que fueron boleros…
Entre algunos personajes que se dedicaron a la boleada destacan en México el ex presidente de México, Ernesto Zedillo, quién en varias ocasiones, sobre todo en campaña, contó que entre la niñez y la juventud ejerció el oficio.
Otros políticos sudamericanos que refirieron haber sacado lustre a zapatos fueron Luiz Inácio Lula da Silva, Presidente de Brasil y Alejandro Toledo, ex presdiente de Perú.
El cantante ranchero ícono de la música vernácula mexicana Vicente Fernández también fue bolero.
Sin embargo en el mundo, muchas celebridades también se dedicaron por algún tiempo a lustrar botas o zapatos.
Entre la lista destacan Edson Arantes do Nascimento “Pelé”, el astro futbolista brasileño; Ozzy Osbourne, cantante británico de Heavy metal, James Brown, cantante estadounidense conocido como “El padrino del Soul”.
Sin embargo en el mundo existieron muchos personajes que trascendieron en el canto, la música, la actuación, la locución, el deporte, las empresas incluso en el activismo, quienes comenzaron con boleros.
En México, incluso, el cómico Cantinflas hace un homenaje a los lustradores en su película El Bolero de Raquel.