
Cada vez son más frecuentes las noticias sobre adolescentes que se suicidan. Las razones por las que algunos jóvenes deciden terminar con su vida pueden ser incomprensibles para muchos, como por ejemplo que no le dejaron escuchar la música del cantante de moda o porque sus padres los castigaron quitándoles el celular.
Y así como estos, hay otros ejemplos que impactan a la sociedad por el contexto en que ocurren estos lamentables hechos. En el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se conmemora cada 10 de septiembre, se busca crear conciencia sobre la importancia de eliminar el estigma hacia la salud mental y trabajar para que las personas pidan apoyo ante una situación emocional compleja que lo lleve a la intención de quitarse la vida.
De acuerdo con el artículo “Conducta Suicida en México: Análisis Comparativo entre la Población Adolescente y Adulta”, en México, como en otros países del mundo, se registran las autolesiones sin distinguir si existe o no la intencionalidad suicida.
Datos de 2022 arrojan que se atendieron a 9 mil 847 personas por autolesión, de las cuales 58 por ciento fueron mujeres de las cuales el 41.7 por ciento tenía entre 10 y 19 años; seguido de 20 a 29 años con 27.47 por ciento.
En el 2021 se registraron un total 8 mil 447 suicidios consumados en México, lo que representó una tasa de 6.2 por cada 100 mil habitantes y con una incidencia más alta en jóvenes de 18 a 29 años con mayor prevalencia en varones, de acuerdo con información del INEGI.
El doctor en Psicología, Everardo Castro, señaló que detrás de los suicidios de jovencitos por cuestiones superficiales, hay razones más poderosas que llevaron a los menores de edad a poner fin a su días.
“No creo que el hecho de que no lo dejaron escuchar cierta música o que le hayan quitado el celular sea el motivo principal porque se suicidaron, lo que se debe revisar es cuáles son todos los eventos que llevan a que alguien se suicide.
“Seguramente en el caso de muchos de todos estos jóvenes hay toda una serie de problemas, a nivel familiar, personal, incluso social, que se van acumulando como frustraciones, enojos y violencia de diferentes tipos, que culminan en un suicidio, pero difícilmente -al menos lo que he visto en la práctica clínica- un muchacho se va a suicidar porque no lo dejen escuchar a tal cantante o que haya sido castigado por sus padres”, señaló el especialista.
Explicó que el hecho al que se le atribuye el suicidio en realidad es un detonante, de muchos problemas que el adolescente ha tenido en la escuela, o con sus padres o de manera individual.
Dijo que en la Ciudad de México son muy comunes los casos de gente que se arroja a las vías del Metro, pero otros suicidas se avientan de un edificio, toman pastillas o se cortan las venas.
También existe el ahorcamiento o la estrangulación, disparo o envenenamiento por disolventes y plaguicidas.
En relación a las alertas o banderas rojas que los posibles suicidas puedan mostrar en su círculo familiar, mencionó que muchas veces la gente que los rodeaba no dieron cuenta de las tendencias suicidas de su familiar , amigo o compañero de trabajo, sin embargo hay quienes sí van dando señales de que ya no tienen ganas de vivir.
“Sí hay personas que se quieren quitar la vida y lo logran, y hay otras que no lo manifiestan ; lo que tienen en común es que su desesperanza es muy fuerte, están viviendo una realidad que no les gusta, que es muy dura, muy dolorosa y y la idea detrás de todo esto es que no va a cambiar.
“Y eso no significa es que tengan una fascinación sobre la muerte, lo que quieren es dejar de sentir el dolor que están sintiendo y creen que esta situación no vaya a cambiar”, aseveró el psicólogo clínico.
Los signos de alerta para tomar en cuenta son: Aislarse de la sociedad, querer estar solo; Sentirse atrapado o sin esperanzas a causa de cualquier situación; Aumentar el consumo de drogas o bebidas alcohólicas; Despedirse de los seres queridos como si no se les fuera a ver nuevamente; Hablar de querer morirse, sentir mucha culpa o vergüenza y/o ser una carga para los demás y realizar actividades o tener comportamientos muy arriesgados, por ejemplo, manejar auto o moto a una velocidad demasiado extrema.
HERIDAS EMOCIONALES
Everardo Castro apuntó que cuando una persona, sea hombre o mujer, joven o adulta, empieza a pensar en el suicidio, es porque vivió una tragedia, padece una enfermedad terminal, lo corrieron de su trabajo, o sufrió la pérdida de su pareja, por mencionar algunos ejemplos.
“Hay factores desencadenantes como la pérdida del trabajo, o la pérdida de la pareja, un ser querido que se muere, una enfermedad crónica, a veces el haber sido abusado sexualmente o físicamente, y también el ‘bullying’ que sufren en su entorno escolar, laboral o familiar.
“Y no es que todos los que pierden su trabajo o una pareja se van a suicidar, pero si tú tienes previamente heridas emocionales, y si a esto le sumas un evento traumático o un evento muy doloroso, te puede llevar a un intento o a un suicidio consumado”.
En cuanto a las campañas para prevención del suicidio, consideró que sí son útiles, pero que para reforzar el apoyo, se debe recurrir a profesionales para llevar un óptimo tratamiento.
“Creo que las campañas sí ayudan, el hecho de que haya números que la gente puede hablar en caso de tener una crisis, no está mal, pero creo que lo que sí ayuda mucho es sensibilizar un poco más a la familia en la manera en cómo se trabaja o se interviene en un intento de suicidio no solamente es ‘échale ganas’, porque las personas se han intentado suicidar, necesitan algo más que eso, como un proceso terapéutico a nivel individual o familiar”, puntualizó.