Fernando Herrera es un joven originario de Michoacán quien hace una década llegó a Roma, Italia, donde comenzó a construir una vida a lado de una antropóloga con la que tiene una hija de cuatro años.
Con el paso de los años se fue enamorando de esta ciudad y su gente, pues con todo y el desquiciado tráfico en las horas pico y el aparente mal humor de los romanos, quienes en su vertiginoso ritmo de vida en ocasiones no se detienen ni para saludar; la capital italiana le ha permitido hacer una vida satisfactoria.
Su pasión es pedalear su bicicleta por las calles de Roma y por ello se siente afortunado de poder trabajar en la empresa de mensajería de un amigo donde la bicicleta es el medio de transporte.
Antes de la fatídica llegada del COVID-19, que le ha costado la vida a miles de italianos, el negocio iba muy bien. La empresa contaba con 40 repartidores quienes llevaban paquetes y documentos importantes a despachos legales, embajadas, oficinas públicas y otros negocios.
Sin embargo estalló la pandemia e Italia se vió obligada a someterse a una forzada cuarentena que ha condenado a miles de personas a permanecer dentro de sus casas, sin posibilidades de poder salir a la calle para comprar los productos más básicos para sobrevivir.
Fue entonces cuando este mexicano decidió hacer algo al respecto.
Pidió vacaciones en su empleo -no se sentía cómodo cobrando un sueldo cuando no había trabajo- y elaboró a mano un montón de panfletos en los que ofrecía sus servicios gratuitos como mensajero; si alguien necesitaba comida o medicamento, sólo tendría que llamarlo y él se encargaría de hacer la compra y llevarla al domicilio de la persona que no pude salir.
Distribuyó los flyers en los edificios de sus vecinos quienes, por su parte, comenzaron a informar a sus conocidos sobre la existencia de un joven que podría llevarles a sus casas lo que necesitaban.
Así empezó una labor que ya tiene dos semanas, en las que Fernando recorre a toda velocidad las desoladas calles romanas, adquiriendo los alimentos y medicinas que le piden sus vecinos.
Originalmente su idea era brindar este servicio en su barrio, limítrofe con los muros de la Ciudad del Vaticano, pero poco a poco han sido más las personas que lo llaman para solicitarle su ayuda. Hoy su radio de acción es de alrededor de seis kilómetros.
Fernando no cobra ni un centavo por hacer estas entregas, acepta gustoso si alguien decide darle alguna propina aunque para él un gracias es mucho más satisfactorio.
De hecho, reflexiona, estos momentos de crisis han provocado algo en la mentalidad de los romanos quienes no serán los mismos una vez que la emergencia concluya.
Explicó que poco a poco ha notado cómo la gente de su ciudad sonríe un poco más, saluda a los extraños, se muestra más amable y solidario con el vecino.
Esto es lo que lo impulsa a seguir adelante, a desafiar un virus que ha reclamado la vida de miles de personas alrededor del mundo, porque sabe que si no fuera por él, habría una familia o un anciano que no podría obtener las cosas que necesita para salir adelante.
De todas formas no es suicida, después de todo tiene una esposa y una hija por las que debe de preocuparse.
Por ello no sale de su casa sin un kit básico que higiene que incluye guantes, gel antibacterial, láminas de jabón con las que puede lavarse las manos en las muchas fuentes que hay en la ciudad y hasta un cubrebocas que le elaboró una vecina costurera.
Además, la conciencia que forzosamente han adoptado los romanos, quienes rehuyen a estar a un metro y medio de cualquier otra persona, le ayuda a sentirse un poco más seguro mientras realiza su labor.
Es por eso que cada vez que llega a un departamento o casa, desde dentro el dueño le pide que deje el paquete en la puerta, donde ya lo espera el dinero para cubrir el costo de la entrega y, algunas veces, alguna propina.
Para Fernando, la pandemia que se está viviendo a nivel mundial es algo serio y por eso consideró fundamental que los mexicanos no cometan el mismo error que los italianos de pensar que el coronavirus no los iba a afectar.
Recordó que cuando la crisis iniciaba, compartió en un grupo de Facebook las primeras cifras de los contagios en territorio italiano; de pronto un integrante del chat pidió a todos que no le hicieran caso a Fernando, “está exagerando”, acusó.
Esta misma actitud la ha percibido entre algunas personas en México, donde parece que no quieren creer que se está frente a un virus altamente contagioso que puede afectar a muchísimas personas sin que se den cuenta.
Es por ello que pidió a sus compatriotas suspender las salidas, evitar los viajes innecesarios y creer que estos tiempos, que en no hay clases se trata de vacaciones.
“Ya habrá tiempo para hacer todo eso”, aseguró.
Y aunque cualquiera diría que Fernando es un héroe, el joven niega considerarse como tal pues, dijo, “los únicos que conoce son los que usan capa y vuelan… pero eso no existen”.
Explicó que solo se trata de alguien que tiene una enorme pasión por ayudar a sus vecinos y va a hacer lo que esté en sus manos para devolverle a Roma un poco de lo mucho que le ha dado en la última década.