En octubre de 2020 se viralizó en Facebook la noticia sobre el cierre de uno de los sitios más emblemáticos del Barrio Antiguo de Monterrey: el Antrópolis, que por más de 10 años congregó a miles de regiomontanos amantes de la música alternativa.
Para algunos la noticia pasó desapercibida, pero para otros como Rosalba Reyes Sánchez y Nathan Rodríguez Loera la publicación, y posterior confirmación, fue un duro golpe al baúl de sus recuerdos, pues en ese lugar no solo se conocieron, también se hicieron novios, se comprometieron y hasta se casaron.
Por increíble que suene, la historia de amor de estos vecinos del municipio de San Nicolás tiene como principal escenario el club nocturno, reconocido en la ciudad por ofrecer variedad de villeras, reggae, colombianas, rock, ska y otros géneros.
EL FLECHAZO
Lo que sería una simple salida al Antrópolis entre conocidos resultó, sin saberlo, en la primera “cita” de los nicolaítas, quienes semanas atrás habían coincidido en un grupo de Facebook en el que se hablaba precisamente sobre la reinauguración del lugar y sobre quiénes asistirán.
Corría mayo de 2014 y la euforia por volver a disfrutar del antro ubicado en Diego de Montemayor 839 llevó a varios de los integrantes del grupo a trasladarse a WhatsApp para formalizar una salida, entre ellos, Rox y Frank, como mejor son conocidos.
Aquella noche, ambos llegar puntuales al templo de la música villera, rock, ska, entre otros, en donde apenas pudieron conversar un par de minutos, pero que fueron suficientes para que él buscara un segundo encuentro.
“Volvimos a coincidir en el Antrópolis y en esa segunda ocasión ya hablamos mucho más y fue cuando me dijo que le llamaba la atención. Ese día hicimos clic.
“Después de la segunda vez nos volvimos a ver como dos o tres veces más en el antro y luego ya empezaron las salidas bien”, aseveró la joven de 30 años.
Tras salir por ocho semanas, Frank decidió invitar nuevamente a Rox al famoso Antrópolis y durante la noche, el sonido del lugar reprodujo la canción de “Seamos más que amigos” de la agrupación Melodycans, cuya letra hablaba sobre una pareja de amigos, que ya “se miran con otros ojos”.
“Esa noche el DJ, por pura casualidad, puso una canción que habla precisamente de eso y después de que pusieron esa canción me pidió que fuera su novia”, expresó Rox.
Como si se tratara de una señal, el joven de entonces 19 años preguntó a su compañera si quería formalizar la relación, recibiendo un “sí” por respuesta el 10 de junio de 2014.
La relación entre Rox y Frank fluyó rápidamente, al poco tiempo ya eran inseparables y conocían a sus familias y amigos.
Y aunque en un principio había dudas por la forma en que se habían conocido, el tiempo solo reforzó el amor entre esta pareja regiomontana.
“Siempre hablamos de la forma en la que nos conocimos porque, por lo general, a las relaciones que salen de un antro la gente no les tiene mucha confianza porque creen que es algo que no va durar para siempre, pero ahorita ya llevamos 7 años juntos y la relación es muy padre y nos entendemos muy bien”, comentó la nicolaíta.
UN PASO AL ALTAR
Habían pasado solo dos meses desde que la joven dio el sí al noviazgo, cuando una nueva pregunta surgió en la pareja en pleno Barrio Antiguo, para ser exactos, al exterior de su ya lugar favorito.
El 5 de diciembre de 2014, teniendo nuevamente al Antrópolis como escenario, Frank pidió a Rox dar un nuevo paso juntos y consolidar su relación en el altar. La respuesta, evidentemente, fue un sí.
“Como ya era tarde no alcanzamos a llegar al antro, pero me lo pidió afuera”, mencionó la entrevistada.
Aunque se habían conocido apenas cuatro meses atrás, la conexión que generaron fue tal, que a pesar de los normales altibajos de las relaciones, no había dudas que querían forjan un futuro juntos.
El 17 de septiembre de 2015, a menos de un año de haberse conocido, Rox y Frank unieron sus vidas por el civil, en una ceremonia que se desarrolló en el mismo lugar donde se conocieron, se hicieron novios y se comprometieron: el Antrópolis.
“Estábamos viendo lo de la ceremonia civil y yo no quería que fuera en lugar que te prestan los salones de la recepción. Nosotros queríamos que fuera algo más despreocupado, que estuvieran amigos que frecuentábamos y que fuera algo divertido.
“Entonces, tomamos la decisión de casarnos en el Antrópolis aunque fuera solo la ceremonia civil. Pedimos ayuda a un contacto, él habló con el dueño del antro y nos dijo que sí. Le teníamos tanto cariño a ese lugar porque casi toda la relación nos la pasamos ahí, nos sentíamos incluso agradecidos con el lugar”, mencionó la nicolaíta.
Aunque para algunos familiares, la sede del enlace nupcial fue un tanto inesperada, el valor sentimental que la pareja tenía por el lugar esfumó toda sorpresa.
“El lugar estaba muy estigmatizado por algunos, pero nosotros quisimos hacer parte de nuestra historia y fue cuando decidimos casarnos ahí. La mayoría de nuestros familiares reaccionaron bien y estuvo muy bonito”, dijo la entrevistada.
Rox y Frank fueron declarados “marido y mujer” cerca de las 20:00 horas y un día después ofrecieron en otro salón una recepción para sus invitados.
Y aunque una vez casados, la frecuencia con la que acudían a su lugar favorito se redujo, el Antrópolis siempre representó parte de su historia de amor.
La última vez que pisaron el lugar fue en septiembre de 2016, más por ocupaciones que por deseos, por ende, cuando se enteraron de su cierre definitivo, la nostalgia invadió a esta pareja nicolaita.
“Cuando nos enteramos nos dio mucha tristeza, sabíamos que el lugar ya no era tan sostenible mucho antes de la pandemia porque la gente ya no iba, incluyéndonos a nosotros, pero nos dio tristeza el fin que tuvo el Antrópolis porque ya no se le va a dar continuidad como antro, ahora serán oficinas.
“Saber que ya no estará más el lugar donde nos conocimos y donde nos divertimos por muchas noches nos dio mucha tristeza y nostalgia. Queremos regresar aunque sea por fuera y tal vez, algún día, enseñárselo a nuestra hija.
Hoy, la pareja tiene 6 años de casados y el fruto de ese amor lleva por nombre Paula Rodríguez Reyes, una pequeña de 2 años de edad.
Ambos comprobaron la certera de esa frase que dice: el amor llega cuando menos de lo esperas y donde menos te lo esperas.
AMOR MÁS ALLÁ DE COLORES
La relación entre Rox y Frank no solo tiene como peculiaridad el sitio donde se conocieron, también su “rivalidad” de colores.
Y es que, por más amor que se profesen, hay algo en lo que nunca van a coincidir: cuál es el mejor equipo de fútbol de la ciudad.
Rox es Rayada y Frank es Tigre y aunque intentan que su pasión por el balompié no traspase la cancha, a veces es difícil contenerlo cuando en el ADN se tiene “un gen” que rechaza al acérrimo rival.
Si no lo creen, pregúntenle al joven felino, quien tuvo que “ocultar” su identidad auriazul para poder ser parte de una de las familias más Rayadas de la ciudad.
“A mí me daba algo de miedo con mis papás porque mi familia es súper futbolera, súper Rayada. Las primeras salidas antes de agarrar fiesta íbamos al Estadio Tecnológico, después salíamos y nos íbamos al antro.
“Cuando estábamos en el Estadio del Tec los Rayados metían gol y él no festejaba. Ahí fue cuando les tuve que decir que llevaba a un Tigre a la casa.
“Mi papá nada más me dijo: habiendo tanto Rayado te tuviste que fijar en un Tigre”, aseguró Rox.
Sin embargo, “los reclamos” de la familia no quedaron más que en risas y hoy la pareja sobrelleva muy bien la diferencia de colores.
Y aunque “el bullying” no puede faltar en ocasiones, la pareja ambos bajaron su intensidad de fanatismo por el bien de la familia.