No importa cuántos días tengan que esperar en la frontera mientras que resuelvan su situación migratoria, aprovechar los días importantes y productivos de su vida fue lo que hicieron Yonneydy y Cleiber, al contraer matrimonio en la la Cuarta Oficialía del Registro Civil de esta ciudad.
En un emotivo acto ceremonial, atípico en la ciudad, una pareja de jóvenes venezolanos se casaron en esta frontera ya que encontraron la felicidad en Reynosa después de un Vía crucis en su andar.
Y aunque no lució el tradicional vestido de novia elegante, fue un acto con mucho significado que en sus rostros reflejaba esa felicidad.
Yonneydy Torres, explica que ella y su esposo Cleiber Rodríguez, tomaron la decisión de formalizar su matrimonio en esta ciudad, como una muestra de agradecimiento por la hospitalidad y el aprecio de las personas.
“Lo importante es que aquí tenemos un refugio que se encuentra cerca de la frontera de Hidalgo (Texas) aquí en Reynosa, Tamaulipas; además, porque siempre me ha gustado la diferencia y porque no me puedo llevar lo peor de México, sino también tiene cosas buenas”, expresó la migrante.
EL VÍA CRUCIS DETRÁS
DE LA FELICIDAD
Como todo migrante, el sueño de querer salir adelante y buscar nuevas oportunidades para tener una mejor calidad de vida los obligó a tomar el camino rumbo al norte del Continente.
Alistaron lo necesario: ropa, documentos importantes, sus ahorros y agua para el camino, entonces se despidieron de sus seres queridos.
Su primer desafío fue la selva del Darién, una ruta que ha sido mudo testigo de millones de personas que tienen las intenciones de llegar a los Estados Unidos, este emblemático ecosistema se ubica entre Colombia y Panamá.
“El motivo de emigrar de mi país fue con la ilusión de lograr el sueño americano, muchos lo traemos pero la realidad es otra, me pasé por la selva del Darién, pero lo peor es México, la selva no es nada con lo que se vive aquí en México”, narró Yonneydy para Hora Cero.
Luego de varios días de recorrido, llegó a este país por la frontera de Chiapas, radicando después en la Ciudad de México (CDMX), y posteriormente se dirigieron a la frontera tamaulipeca, ya que tenían su cita para tramitar su asilo político ante el gobierno de Joe Biden.
Yonneydy, de apenas 21 de edad, en compañía de su esposo, llegaron a esta ciudad el pasado 2 de mayo de este año, descendieron de un autobús de pasajeros en la Central Camionera de Reynosa.
Afuera del inmueble, comenzaron a escucharse voces ofertando el servicio de “taxi, “taxi”, con la mano al viento invitaban a los jóvenes venezolanos a abordar uno de ellos.
“Nos recogieron en la terminal de pasajeros Estrella Blanca, y nos llevaron a una construcción que está en el Centro, que es grande, que está por la vía del tren, al museo que está en construcción en el centro de Reynosa, supuestamente para darnos uno papeles para seguir avanzando y después nos montaron a un taxi que nos iba a llevar a la terminal, pero nos llevaron a otro lado; llegamos a una casa de dos pisos, en el primero estaban cuatro personas esperando y en el segundo piso había dos personas más, tres habitaciones, una para mujeres y otra para los hombres y el otro para ellos”, precisa en su narración la joven venezolana.
Solo eran cuatro los sujetos que estaban en esa casa, dos vigilantes y otro encargado de hacer las llamadas telefónicas a los familiares. Por su retención la pareja perdió su cita con personal de migración.
“Fue un proceso muy largo, muy duro para mí, mi esposo y mi familia; fue mucha tristeza, mucho dolor, abuso psicológico mental y físicamente, pero gracias a Dios, nos encontramos con vida”, añadió.
Después de una semana, Yonneydy fue liberada y fue socorrida en la casa del migrante Senda de Vida, el 11 de mayo. Su esposo quedó en manos de sus secuestradores.
Pasaron dos semanas y justo el 21 de mayo, el día de su cumpleaños, Cleiber fue liberado por los delincuentes y alrededor de las 9:49 horas ingresó al refugio.
“Tuve fe en Dios, y el 21 de mayo, el día de su cumpleaños, yo le pedí mucho a Dios de que ese fuera su mejor regalo, bueno, fue como un regalo, una nueva oportunidad. Hemos pasado los procesos más grandes que se pueden pasar en la vida, lo más duro que puede pasar una pareja, lo hemos pasado y lo hemos sobrevivido y siempre ha sido en unión y en apoyo”, agregó.
CON FE SE PUEDE SALIR ADELANTE
Uno de los mensajes que trasmitió la venezolana fue para las mujeres que en su mayoría caen se secuestro al transitar buscando un futuro para sus familias, ya que durante su cautiverio sufrió abuso sexual por parte de los delincuentes, confesando que le contagiaron de VIH y otras infecciones, siendo un proceso muy duro, pero tuvo mucha fe en Dios para curarse, por lo que al practicarse una segunda prueba, ésta salió negativa a la enfermedad.
“Me declaro sana y sabes que Dios me cubrió; para mí, que yo le sirvo a Dios, los milagros existen, existe su amor, es eterno. Lo que nos entendamos, lo vamos a entender. Pero entendí que ese proceso me iba a llevar algo, a otro nivel, entonces, ahora si puedo sentir que soy una mujer totalmente diferente de la que salió de Venezuela”.
Agradeció a los pastores Marilú y a su esposo, Héctor Silva de Luna, quienes dirigen el albergue Senda de Vida, en donde también cohabitan más de 800 personas en busca de llegar a los Estados Unidos.
Yonneydy está convencida que todo lo que ha vivido ha sido siempre el propósito de Dios.
“De verdad sentí el amor de Dios y decidí someterme bajo su voluntad”.
Ahora, después de que se casaron en Reynosa, siguen esperando el día de su segunda cita ya por Reynosa, para calificar en el proceso del asilo político.