Quienes tuvieron la oportunidad de conocer a Debanhi la recuerdan como “una niña alegre” que aspiraba a convertirse o en una modelo famosa, o una abogada litigante.
Aún con el dolor provocado por la pérdida de esta joven de largo cabello oscuro y grandes ojos negros, amigos y familiares de la joven, cuyos restos aparecieron el pasado 21 de abril en el Motel Nueva Castilla del municipio de Escobedo, recordaron algunos detalles que convirtió a Debanhi en una persona muy especial para sus vidas.
Algunos de sus compañeros de la carrera de Licenciatura en Leyes de la UANL, donde la joven cursaba el tercer semestre, relataron que la chica les comentó en muchas ocasiones que tenía “muchos sueños por cumplir”.
Uno de ellos era modelar ropa, un hobbie que desarrollaba tomándose fotos para su cuenta de Instagram y que la llevó a quedarse a un paso de inscribirse en una academia de modelaje en San Nicolás.
Su belleza física no venía solamente de su juventud, pues durante varios años practicó la gimnasia que le representó múltiples beneficios para su salud.
Pero esta disciplina no era la única pasión deportiva de la joven, ya que durante unos meses formó parte de un equipo de “tochito” o “futbol americano bandera” donde destacó como una buena jugadora.
Sin embargo, relató su padre Mario Escobar, al final los deseos por convertirse en abogada vencieron y es por ello que decidió inscribirse en la Facultad de Derecho y Criminología de la UANL.
Escobar aseguró que su hija siempre fue muy unida con ellos. De hecho su paseo favorito era subir al auto y recorrer los 200 kilómetros que separan San Nicolas del municipio de Galeana, del cual es originaria la familia y es allá donde descansan los restos de la joven.
Estos viajes siempre se hacían más llevaderos gracias a la actitud divertida, amable y cariñosa que Debanhi mostraba hacia sus padres y amigos.
Hoy que la ausencia de la joven ahoga los corazones de sus padres, se vuelve necesario abrazar a Bombona, la perrita que adoptó atendiendo su enorme amor por los animales.
En el domicilio familiar queda la colección de figuras de Dragon Ball que coleccionaba debido a que era su serie favorita, misma que podía pasar horas viendo.
UNA NIÑA EMPÁTICA
Flore Eloísa, quien conoció a Debanhi cuando ambas cursaban sus estudios en la Preparatoria Número 2 ubicada en la colonia Obispado, recordó que aunque en algunas ocasiones su amiga podía parecer una niña, siempre mostró una enorme empatía a los problemas de los demás.
“Siempre buscaba la forma de ayudar a los demás, era muy empática, si veía que alguien necesitaba ayuda ella ayudaba sin importar si conocía o no a la persona” relató.
Hoy que su amiga se ha ido del plano físico, no puede evitar llorar al saber que no volverá a tener esas conversaciones nocturnas que se habían vuelto una costumbre cuando ambas terminaban su jornada diaria, ya que al terminar la prepa cada una tomó diferentes caminos.
De hecho, recordó Flore, su amiga siempre le informaba de las fiestas a las que era invitada, con excepción de la última, que fue a la que asistió la madrugada en que perdió la vida.
Para la joven resulta irónico que una de las principales cualidades de su amiga, su buen corazón y confianza hacia los demás, pudo haber sido un factor en su muerte.
“A veces sí confiaba mucho en las personas, ella pensaba que como ella era buena persona las demás también lo serían”, comentó Flor.
Incluso hoy que Debanhi partió del plano físico, su amiga se atrevió a compartir un detalle que muy pocos conocían: el pretendiente al que rechazó pues su deseo era concluir sus estudios.
“Hay un amigo de la secundaria que siempre quiso tener una relación con ella, sin embargo no se interesaba tener un noviazgo, pues siempre prefirió mantener su amistad”, explicó.
Alejandra Luna, compañera de Debanhi en la Faculta de Derecho, la recordó como una persona buena, sensible y alegre.
Con la llegada de la pandemia las clases presenciales tuvieron que cancelarse por lo que la joven, al igual que sus compañeros, tuvieron que asistir a clases en el esquema en línea.
Esto fue un reto para Debanhi, recordó su compañero de clase Gerardo Luna, quien no terminaba de acostumbrarse al sistema pero, aún así, supo salir adelante.
“Debanhi era de las personas que sabía reconocer sus errores y trabajaba para mejorarlos”, señaló.
Para estos familiares y amigos, Debanhi es mucho más que un símbolo del problema de las desapariciones y feminicidios en México: es una chica alegre y buena que van a extrañar por el resto de sus días.