Con un particular sentido del humor, pero con la intención de recrear las costumbres y las leyendas de los habitantes del norte de México, surge “Nuevos Reinos”, la segunda novela de David Meraz.
“El asado de carne de res fue el verdadero problema. Un problema serio que cobró su peso a la hora de que fue declarada la extinción de las vacas. Como la mayoría de los fenómenos que surgen para marcar un antes y un después en el curso de la historia, el origen de la calamidad no es preciso. Dos circunstancias se toman como punto de partida antes de la debacle del ganado.
“La primera fue una rara epidemia de fiebre aftosa, precisamente en la región sur del Gran Empalme, en su colindancia con las tierras del centro. Proliferación de úlceras en la mucosa bucal de los animales, decaimiento anímico y disminución de la producción de leche; lesiones podales y un escenario de reses famélicas atribuladas por la cojera y la gripe”, relata el autor en el capítulo “Carne seca de bruya”.
Partiendo de un escenario en el que cualquiera que se precie de ser norteño se puede identificar, Meraz brinda al lector una novela espejo, en la que puede reflejarse, pero al mismo tiempo, reflexionar sobre este comportamiento que se transmite de generación en generación.
“Con el tiempo, cada persona suele construir una versión personal de un concepto que podemos compartir y conocer todos, y aunque tenga diferentes peculiaridades, depende de los ojos de quien lo mira.
“El Gran Empalme al principio era una mezcla de distintos lugares que conforman esta idea del norte, de lo norteño; un universo que es muy diverso, que es muy extenso y que es difícil de definir en pocas palabras”, manifestó el autor.
La presentación virtual de “Nuevos Reinos” se realizó el pasado 10 de febrero a través de la página de Conarte, y fue conducida por Alejandro Rodríguez Rodríguez, director de Desarrollo y Patrimonio Cultural de Conarte, acompañado por Gildardo González, coordinador de Programas y Proyectos de Literatura en Conarte, y enriquecida con comentarios de los escritores Eduardo Antonio Parra y Marionn Zavala.
El también artista plástico refirió que la novela mezcla lo sobrenatural y lo real que impera en las historias del campo y los límites citadinos.
“Cuando la ciudad no había crecido tanto, uno podía imaginarse cerca esa colindancia con los páramos, con estos paisajes solitarios donde se solía pensar que ciertas presencias sobrenaturales acechaban a la gente”, señaló el ganador del Premio Nuevo León de Literatura 2015 categoría por “Rey Vengala. Una historia de artistas “.
Y en un fragmento del capítulo “La Emboscada”, Meraz describe: – “Cuando la lechuza se deja ver en manada es con dos fines, fiesta de soltera o uno que nadie le gustaría presenciar, menú de cachorros. Ambas acaban en un nido de aleteos y picos sangrantes batiéndose órganos tibios y vísceras. Las reuniones, ineluctablemente, culminan en una carnicería.
“En días laborales la abominación anda sola, casi siempre en forma de lechuza parda. Es difícil descubrirla, aunque si se pone atención, se puede escuchar su chasquido. Emite un sonido que cohíbe a las mentes supersticiosas; un zumbar de aspiradora con un conducto obstruido, combinado con una serie de ruidos que se reporten en forma de golpecitos de madera o piedras adentro de un contenedor plástico”.
Mencionó dos novelas que de alguna manera influyeron para escribir “Nuevos Reinos”: “Días de nadie” de Hugo Valdés y “El Reino en Celo” de Mario Anteo.
“Hay dos novelas que fueron muy importantes a la hora de trazar una guía y siguiendo esta mezcla entre lo sobrenatural y lo real; una es ` Días de Nadie ´de Hugo Valdés, que ha sido una guía a la hora de trabajar estos temas de las brujas, de lo monstruoso que puede haber en las personas, el mal.
“Y la aparición de fantasmas en la carretera, la misma narrativa de Hugo, el mismo trabajo de escritura que hace con un vocabulario muy extenso, muy rico; un regreso al uso correcto de palabras, al uso certero de términos que a veces pueden estar un poco olvidados.
“La otra novela es ` El Reino en Celo´ de Mario Anteo, una novela de carácter histórico, que también tiene esa mezcla, esa aparición de brujas en el sentido que también conocen la herbolaria y tienen una relación con fenómenos de la naturaleza”, explicó.
Eduardo Antonio Parra manifestó por su parte: “Me llamó mucho la atención cómo la novela se centra en el ritual de la carne asada, que es completamente regio, y me gustó esta situación que sirve para detonar todas las acciones, el hecho de que haya desparecido la carne de res.
“Sobre todo las leyendas acerca de las brujas, que lo había escuchado mucho en los pueblos de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila y en literatura solo lo había visto en una novela de Roberto Anaya y en algún cuento de Gabriela Riveros”.
Marionn Zavala consideró que muy pocas veces se incluyen en los textos literarios de Nuevo León, rasgos y situaciones de identidad, pues casi siempre leemos algo más alejado a nosotros.
“Al leer este libro que tiene representaciones de identidades y ahí vemos a nuestra familia, entonces, ese rescate de las frases y expresiones que se utilizan mucho en nuestros municipios.
“Y para quienes venimos de ahí, es algo que se aplaudo y se agradece “, puntualizó Zavala.
