
La rutina de Alfredo Heredia Lazarín es la misma que la de cualquier universitario: cada mañana acude a su facultad, toma clases y convive con sus compañeros, con la única diferencia de que este joven de 23 años requiere de una silla de ruedas para moverse, pues padece parálisis cerebral infantil.
“Freddy”, como mejor lo conocen en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, es uno de los cientos de alumnos de la UANL que han decidido romper los mitos sobre la discapacidad y luchar contra la exclusión que la misma sociedad les ha impuesto.
“Mi discapacidad siempre la he manejado como una forma diferente de ver la vida”, mencionó Heredia Lazarín, “no me limita, simplemente me hace ver las cosas de otra manera, me hace ver que hay necesidades, que no todos somos iguales, que todos podemos batallar con una cosa o con otra”.
Son jóvenes que contra todo pronóstico social acuden a las aulas universitarias en busca de una formación académica que les permita integrarse al mercado laboral en el futuro.
De acuerdo al más reciente conteo de la Máxima Casa de Estudios, en el primer semestre de 2012 existían cerca de 307 alumnos con algún tipo de discapacidad en la universidad, una cifra sin precedentes que se ha venido incrementando desde hace tres años, gracias al cambio paulatino de la cultura regiomontana.
“Sí nos hemos dado cuenta que ahora se ha incrementado el número de estudiantes, Antes sí había cierto temor al rechazo, pero ahorita ya todo se está superando porque vemos cómo los estudiantes y sus padres buscan que sus hijos sean aceptados en las universidades”, dijo Luz Amparo Silva Morín, directora de la Universidad para Mayores que lleva a cabo también el programa de Inclusión de Estudiantes con Discapacidad.
Y es que cada vez son más los jóvenes que desarrollan una carrera universitaria, sin importar su debilidad motora, visual, auditiva, de lenguaje o intelectual.
En la facultad de Ciencias de la Comunicación, ubicada en el campus Mederos, existen claros ejemplos de que la discapacidad no es una limitante cuando se tiene la intención de sobresalir.
Unicado en una zona montañosa la institución alberga a cuatro estudiantes con debilidad motora: Alfredo Heredia Lazarín “Freddy”, Israel Leal Rodríguez, Brenda Osnaya Álvarez y Rodolfo Villarreal Cárdenas, quienes diariamente sortean el gran número de escalones y pendientes que conectan los edificios del centro estudiantil, sin que esto rompa su deseo de seguir.
El secreto de estos jóvenes es no victimizarse y aceptar su condición.
“Siempre ha habido esa fortaleza porque nunca ha sido un impedimento la discapacidad. Hay casos en los que las personas con discapacidad que ven muy oscuro su camino, pero en mí nunca he tenido ese sentimiento de víctima, siempre he sido muy seguro conmigo mismo y me ido adaptando a la situación”, comentó Israel Leal.
“FREDDY” HEREDIA: PIONERO
Desde que tiene uso de razón, “Freddy” ha tenido que depender de otras personas para moverse, pues nació con parálisis cerebral infantil y para facilitar sus traslados utiliza una silla de ruedas; sin embargo, su condición nunca ha sido impedimento para estudiar, ni siquiera cuando cursaba la primaria.
“Cuando estaba en la primaria”, comentó Heredia Lazarín, “tenía clases en un segundo piso y mis maestros y compañeritos me ayudaban a subir y yo lo veía como una aventura, me divertía mucho”.
Al crecer, durante su pubertad el joven se integró a la asociación Unidos Somos Iguales, en donde convivió con otras personas con discapacidad, quienes le enseñaron que podía enfrentar cualquier reto sin límites.
Dentro de este mismo grupo descubrió su gusto por la comunicación y la necesidad de transmitir un mensaje de inclusión a la sociedad sobre las personas con discapacidad, especialmente cuando en preparatoria comenzó a sufrir discriminación.
“El hecho de querer salir en los medios, de poder dar mi mensaje a alguien más me hizo terminar la preparatoria”, dijo el joven de 23 años.
Fue así como el joven decidió ingresar a la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC) y convertirse en el primer alumno con discapacidad de los cuatro que actualmente estudian.
“Conocí gente que ya había estudiado aquí, ellos me dijeron que se me iba a hacer muy complicado porque tenía muchas escaleras y no había casi rampas, pero yo no lo vi de esa manera, yo lo vi muy fácil”, indicó.
Y aunque desde el primer día “Freddy” aprendió a enfrentar el relieve de la facultad, apoyado por sus compañeros de carrera, se planteó un objetivo claro: convertirse en agente de cambio en pro de las personas con discapacidad.
Por tal razón, en el transcurso de la carrera, el joven se unió a la Mesa Directiva y comenzó a hacer un movimiento en redes sociales en donde solicitaba acceso para las personas con debilidad motora, mismo que fue ganando adeptos y logró que la escuela pusiera manos a la obra en la adecuación de sus instalaciones.
Actualmente “Freddy” es el vicepresidente de la Mesa Directiva de la FCC y ha sido gestor de diversas modificaciones estructurales en la institución, que incluyen rampas, baños especiales y más cajones de estacionamiento.
“Crearon una rampa en el CPA (Centro de Producción Audiovisual), modificaron la rampa del edificio C, en el estacionamiento del A hay cajones azules para estacionarse, en el edificio A hay una rampa nueva muy bien hecha, en el mismo edificio hay un baño especial para personas con discapacidad, y el proyecto se supone que va a continuar en los demás edificios, pero es un proceso lento”, mencionó.
Heredia Lazarín cursa el séptimo semestre, y aunque le resta poco para graduarse tiene la intención de seguir contribuyendo en las mejorías de la facultad para que la infraestructura no sea la limitante de ninguna persona con discapacidad.
ISRAEL LEAL: NADIE ES VÍCTIMA
Espina Bífida es el nombre del mal congénito que padece Israel Leal Rodríguez, estudiante de la carrera de Información de la FCC, que si bien no puede caminar a causa de la enfermedad, no ha visto frustrar sus ánimos de obtener un título universitario.
El regiomontano asegura que la discapacidad no es un impedimento para cursar una carrera profesional, pues el mayor reto no está en la infraestructura educativa, sino en la actitud que tome la persona.
En un inicio Israel usó aparatos ortopédicos, pero cuando tuvo que cambiar a la silla de ruedas su situación se complicó un poco, pues ahora dependía de otros para trasladarse con mayor velocidad; sin embargo rápidamente comenzó a recibir la ayuda de sus compañeros.
“Empecé a usar la silla de ruedas y ya tenía que fijarme en quién me iba a ayudar a subir o bajar, pero realmente nunca ha sido un problema tampoco porque siempre he contado con amigos que me echen la mano. Los tres años de prepa me tuvieron que ayudar mis compañeros. Era divertido y en automático ellos ya me echaban la mano”, mencionó.
Esa misma filosofía es la que Israel ha usado en la universidad, pues sus compañeros le ayudan a moverse por los pasillos y plazas de la facultad, pero su mayor deseo es no depender de nadie para transitar, por lo que pide mejorar los accesos públicos de la institución.
“Tener un poco más de visión humana para las personas que tenemos más complicación para movernos, que aunque uno tenga amigos que le echen la mano, deben de estar las cosas para que todo mundo pueda trasladarse por si mismo. Llegar a ese punto en el que no tengamos que depender de nadie porque como quiera uno es pesado”, expresó.
Hoy, Israel no sólo piensa con graduarse, también con laborar en un medio de comunicación, pero además busca que otras personas con discapacidad sigan su ejemplo y no decaigan en su lucha por incluirse en la sociedad.
“Que le echen ganas, se va a oír muy poético, pero siempre hay una luz al final del camino, siempre va a haber alguien que te va a echar la mano, siempre hay que dar una cara positiva, no ponerse en una posición de víctimas, porque no lo somos, así nacimos y así hay que afrontar a la vida”, puntualizó.
BRENDA OSNAYA: ESTA SOY YO
Hace dos años la vida de Brenda Osnaya cambió por completo cuando un accidente automovilístico le provocó una lesión medular y perdió movilidad en sus piernas. Desde aquel entonces, una silla de ruedas ha sido la fiel compañera de esta joven, quien nunca ha perdido su sueño de finalizar una carrera universitaria, a pesar de los retos que ésta implica.
“El primer día ya me quería cambiar de carrera”, dijo la estudiante de 19 años, “los horarios estaban mal acomodados y me tocaban clases en segundos pisos. Mi primer semestre fue complicado, pero ya está todo bien”.
Con la ayuda de sus padres, Brenda acude cada día a la FCC de la UANL, en donde se traslada por sí sola la mayoría de las ocasiones o con ayuda de compañeros en espacios públicos más complicados.
“Gracias a Dios estoy muy fuerte del tronco, las manos las puedo mover, en estos dos años he adquirido habilidades con las sillas de ruedas y yo creo que eso me ha ayudado a ser muy independiente”, señaló la estudiante de segundo semestre.
A pesar del terreno hondulante de la institución, el miedo de sufrir un accidente ya no existe, gracias a que la facultad ha venido haciendo adecuaciones a sus instalaciones para apoyar a personas con discapacidad, además de que cuenta con el apoyo de sus compañeros y profesores.
“No creo tener limitaciones porque siento que mis maestros y mis compañeros me ven igual que ellos. No siento discriminación, creo que eso ya se está acabando”, aseveró.
Y para comprobar que nada es imposible cuando se tienen las ganas, Brenda presume de ser una excelente estudiante y de cursa una segunda carrera universitaria, además se da el lujo de integrarse a actividades deportivas extra curriculares como la natación.
Su meta profesional está bien definida, en lo escolar espera finalizar la carrera y después iniciar su maestría y doctorado, mientras que en lo deportivo su mirada está puesta en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro.
Y es que su pensamiento siempre ha sido: “no tienes que ver lo que no tienes, tienes que aprovechar lo que tienes y decir: ‘esta soy yo’ y no importa lo demás”.
DISCAPACIDAD AUDITIVA
La discapacidad motora no es la única que se presenta en los jóvenes universitarios. De acuerdo al análisis de la UANL, la segunda debilidad más frecuente, detrás de la visual, es la auditiva.
Armando Durán Baker es estudiante de la FIME y tiene un implante coclear que le permite escuchar, pues padece sordera profunda de nacimiento.
A pesar de su discapacidad, el joven de 20 años lleva una vida normal. Desde los seis meses y hasta los 12 años de edad estuvo acudiendo a terapias de lenguaje oral y así fue como aprendió a hablar.
Sus padres lo inscribieron a colegios particulares y no a escuelas especiales con el fin de que se acoplara a otros compañeros; sin embargo no se escapó de las burlas de sus compañeros durante la infancia.
Aún así, Armando no frenó su intención de destacar y dejando atrás los miedos ingresó a FIME, en donde se ha desarrollado una vida universitaria normal, sólo con algunos inconvenientes menores.
“Algunas clases se me complican”, mencionó Durán Baker, quien agregó: Como la universidad es muy grande y hay muchas personas sí me siento un poco alejado de ellos, de entender lo que me dicen, lo que me piden de trabajos, de tareas o en conferencias de ingenierías.
Para contrarrestar esa mínima problemática Armando desearía que “el apoyo de sus profesores fuera un poco más personal, en un ambiente más reducido, con unas 30 personas, que el maestro me avise que tengo una tarea para poder tener buenos resultados y en las conferencias estar un poco más adelante”, asentó.
Melisa González Beltrán es otra estudiante que recorre los pasillos de Ciudad Universitaria sin que alguien se percate de su debilidad auditiva. Al igual que Armando, lleva un implante coclear que le permite escuchar y llevar una vida normal.
La alumna de quinto semestre de la Facultad de Físico Matemáticas nunca se ha sentido limitada por su condición, aún cuando en la secundaria fue víctima de burlas. Por el contrario, siempre le gustó “hacer de todo”, incluso integrarse a un coro.
Al entrar a la universidad enfrentó su primer reto: lograr entender a algunos de sus maestros, por lo que tuvo que sentarse al frente del salón y leerles los labios. Aunado a ello, también tuvo que sortear el rechazo de algunos docentes.
“Hay algunos maestros que no nos quieren apoyar porque piensan que no vamos a sobresalir. Se siente en ocasiones el rechazo, pero son pocos”, expresó Melisa.
Sin embargo, es una situación que ya superó y ahora combina las enseñanzas de su Facultad con otros métodos de aprendizaje.
“Cuando me empiezan a explicar sobre un tema, si no lo entiendo busco un libro o consulto en Internet más información que me pueda ayudar a comprenderlo”, mencionó.
Actualmente, Melisa es muestra de perseverancia que busca apoyar a sus demás compañeros con y sin discapacidad, a través de los talleres de “Lengua de Señas Mexicanas” que imparte.
UNIDEA
Hace tres años, los pasillos de la UANL vieron nacer el concepto de UNIDEA, una asociación estudiantil que busca la inclusión de personas con discapacidad a la vida universitaria, en un ambiente de equidad.
Claudia Patricia Martínez Lozano, Alejandro Martínez, Víctor Becerra, Samuel Álvarez y Andrés González son los nombres de aquellos amigos, que en una plática informal formularon la agrupación que hoy en día cuenta con más de mil 400 miembros, con y sin discapacidad.
“UNIDEA se trata de la equidad”, señaló la presidenta de la asociación, Patricia Lozano, “no se trata solamente de las personas con discapacidad en búsqueda de un lugar, sino que tú quieras dárnoslo, nosotros no le vamos a quitar tu lugar, ni tú nos vas a quitar a nosotros, simplemente como prójimo se van a apoyar uno al otro y de manera equitativa a estudiar, aprender, trabajar, etcétera. Eso es lo que busca UNIDEA”.
Y aunque la idea se tuvo en septiembre de 2009, oficialmente vio la luz en febrero de 2012 y a casi un año de su creación los alcances “han sido bastantes”.
“La UANL se ha acercado, el gobierno y las empresas para dar talleres que tiene como sensibilización, de señas, del diseño universal, entre otros”, señaló Martínez Lozano.
Lo que se busca es que la cultura no sea una limitante para las personas con discapacidad, por lo que uno de los mayores avances de la agrupación es darle auge a la bolsa de trabajo que la universidad maneja para las personas con alguna debilidad.
La inclusión es sin duda el principal objetivo de la asociación, por lo que sus integrantes constantemente realizan actividades para unificar a la comunidad estudiantil a través de diferentes talleres como el de sensibilización y el de señas mexicanas. Armando Durán Baker, coordinador académico y de seguimiento de voluntarios de la agrupación, es el encargado de realizar estas y otras actividades que buscan crear conciencia.
“Mi trabajo es integrar a las personas con o sin discapacidad a las actividades de simulación para que vivan la experiencia”, dijo el estudiante de FIME.
“Nuestro modus operandi es: escuchen sobre nuestro taller de sensibilización, que es el primer paso que sean sensibles, que sean empáticos sobre la situación. Mi trabajo también es crear células de UNIDEA en las facultades y preparatorias para empezar a crecer”.
Actualmente, el grupo cuenta con voluntarios de la Universidad Regiomontana (UR), la Universidad de Monterrey (UDEM) y la del Valle de México (UVM), que dedican su tiempo a apoyar las actividades de la asociación.
“Somos incluyentes, no limitamos a que solo tengan discapacidad. El nombre (UNIDEA)es para demostrar que las personas con discapacidad estamos en activos, en acción, para que no esperen para cambiar esa imagen que se tenía en el pasado, que la discapacidad es una persona pobrecita, que no va a pasar nada en su vida, que no se va a poder desarrollar, que hay que darle dinero y no, simplemente buscamos -una mano- equitativa como cualquiera la puede necesitar”, señaló Patricia Lozano.
UNIDEA tiene además la intención de acercarse a los jóvenes con discapacidad desde la preparatoria para estimulares a que sigan con una carrera universitaria, sin importar su condición.
“Nuestra misión y visión es esa, darle cobijo desde el inicio, y queremos recibirlos desde prepa, que si quieren entrar, conseguirles becas, y una vez adentro darles seguimiento de cómo van y conseguirles asesores de todo”, expresó Patricia Lozano.
“Tengo entendido que existen chavos que quieren venir a estudiar a la universidad, entonces en UNIDEA estamos trabajando para los alumnos futuros que quieran entrar, darle la bienvenida y que la universidad le pueda dar oportunidad de estudiar”, aseveró Armando Durán Baker.
UNIVERSIDAD INCLUYENTE
La Universidad Autónoma de Nuevo León es una institución líder a nivel nacional por la implementación de programas y adecuaciones estructurales a favor de las personas con discapacidad, ya sean estudiantes o docentes.
Una prueba de ello es la Preparatoria 3, en donde 30 alumnos con debilidad física o intelectual cursan sus estudios de media superior, gracias al sistema abierto que maneja.
Otro ejemplo es el “Programa de Inclusión de Estudiantes con Discapacidad”, que por iniciativa del rector Jesús Áncer Rodríguez, se implemento en la Máxima Casa de Estudios en febrero y con el que la UANL fue acreedora de un reconocimiento por ser la primera universidad pública de México en implementar un programa de este tipo.
El proyecto certificó durante el 2012 a personal de preparatorias y facultades para crear programas que fomenten el respeto a la comunidad estudiantil con discapacidad y crear protocolos de inclusión.
De igual manera, tras la llegada de Áncer Rodríguez a la cabeza de la UANL, se inició un proceso de reestructuración de las facultades y preparatorias para crear mayores accesos a espacios físicos, que van desde construcción de rampas, hasta la modificación de los Tigrebús para que estudiantes en sillas de ruedas puedan acceder a éstos.
“Sabemos perfectamente que todas las construcciones que ya tienen muchos años dentro de la universidad, no tienen todas las adecuaciones necesarias”, mencionó Luz Amparo Silva Morín, directora de la Universidad para Mayores, quien agregó: Se está haciendo un gran esfuerzo por indicaciones del señor rector y los mismos directivos y lo que se está haciendo son adecuaciones a esos edificios, por ejemplo buscando la manera de que los edificios tengan alguna rampa y buscar las manera de que exista accesibilidad a espacios físicos.
También las nuevas edificaciones de la universidad están siendo construidas bajo los reglamentos de la ONU y Derechos Humanos en materia de acceso a las personas con debilidad física e intelectual.
En septiembre de 2012, la UANL reforzó su compromiso con este sector estudiantil al lanzar el curso de Capacitación y Certificación de Líderes del Proyecto para Accesibilidad que consiste en “crear multiplicadores que apoyen al interior de la universidad en crear herramientas y dar herramientas para capacitar en el aprendizaje utilizando la tecnología”, indicó Silva Morín.
El proyecto se realizó en colaboración con la dirección general de informática de la universidad, Sifiip, y Microsoft México y tiene como objetivo sensibilizar, a través de técnicas didácticas, sobre la problemáticas de la discapacidad y el cómo poder ayudar a esas personas.
De acuerdo a Silva Morín para la UANL no es una tarea sencilla, pero desde el rector hasta el personal docente están poniendo todo su esfuerzo para mejorar las condiciones de los estudiantes con discapacidad.
Puntos a destacar
:: 307 alumnos con discapacidad aproximadamente tenía la UANL al primer semestre de 2012.
:: La discapacidad visual es la más frecuente entre los alumnos de la Máxima Casa de Estudios.
:: La facultad de Ciencias de la Comunicación fue sede del primer taller de sensibilización de UNIDEA.
:: 30 alumnos con discapacidad estudian en el sistema abierto de la Preparatoria 3 de la UANL.
:: Al cierre de esta edición UNIDEA contaba con mil 443 miembros en Facebook.