En los 15 años que tengo ya de vivir en Canadá, he sido testigo de dos grandes oleadas de migrantes mexicanos. La primera no terminó bien, y la segunda que hoy se vive parece que tampoco.
En una historia muy repetida y muy extendida en la historia de Latinoamérica, las condiciones de inseguridad, ingobernabilidad, subdesarrollo económico y mas recientemente el cambio climático siguen expulsando a miles de ciudadanos hacia el norte del continente. México no es la excepción, con todo y el populismo ramplón del actual gobierno federal.
Gracias al antes llamado Tratado de Libre Comercio, hoy TMEC, los mexicanos están exentos de la necesidad de obtener una visa de entrada a Canadá. A diferencia de los Estados Unidos, donde es obligatorio tener la autorización para presentarse en la frontera, en Canadá solamente es requerido llenar en línea y pagar aproximadamente 88 pesos por la autorización electrónica de viaje que se presenta ante un oficial de aduanas al llegar al país.
La combinación de inseguridad, precariedad doméstica y apertura canadiense provocó en el 2008 el inicio de la primera gran migración de mexicanos que, aprovechando la posibilidad de entrar al país como turistas hasta por seis meses, llegaron por miles a las principales ciudades el país: Vancouver, Toronto, Montreal y Calgary. Para sobrevivir, los nuevos migrantes encontraron terreno fértil en la construcción, la limpieza y la pintura, empleos de gran demanda en los que se paga de contado y en los que el gobierno generalmente hace como que vigila.
El aumento de la violencia en México influyó en que más de sus ciudadanos emigraran a Canadá. Tomando ventaja del sistema de refugio, miles de personas se presentaron en los aeropuertos solicitando asilo, en su mayoría de manera fraudulenta. Con historias inventadas, los falsos desplazados acceden a entre dos a tres años de permiso de trabajo temporal, atención médica de emergencia, clases de inglés básico y en algunos casos, hasta apoyo legal gratuito para preparar su audiencia ante una corte de migración y refugio.
Se estima que el gobierno gasta en cada clamante de refugio 50 mil dólares canadienses en apoyos.
En esos años, fui testigo de varias conversaciones en restaurantes y supermercados en los que personas recién llegadas al país como turistas fueron alentadas por otros mexicanos a presentarse a las oficinas de migración para solicitar asilo creando una historia de persecución, amenazas o ataques de la delincuencia organizada.
Ante la oportunidad de extender la estancia en el país, con un permiso de trabajo y un número de seguro social temporal que facilita acceder a empleos, cuentas bancarias, renta de vivienda y créditos, la oportunidad fue tomada por miles: de acuerdo al gobierno canadiense, entre el 2005 y el 2008 la cifra de peticiones de refugio por ciudadanos mexicanos se triplicó hasta alcanzar, solo en el 2008, los 9 mil 400 expedientes, un cuarto del total de peticiones recibidas, y de las que solo el 11 por ciento -mil 34- fueron aceptadas después de una audiencia.
El 13 de Julio del 2009, el gobierno canadiense, en ese tiempo dirigido por el conservador Stephen Harper, anunció la imposición de visas para los ciudadanos mexicanos que desearan viajar al país, como respuesta al aumento de las solicitudes de asilo que entonces ya habían creado un retraso considerable en el procesamiento de aplicaciones. Con la limitación de nuevos ingresos al país, de a poco la presencia mexicana se fue diluyendo. En 2015, las nuevas peticiones de refugio fueron 120 y en el 2016 apenas 60.
La llegada al gobierno del liberal Justin Trudeau cambió el panorama cuando el primero de diciembre del 2016 se anunció la cancelación de la visa para los mexicanos.
Ya sin restricciones de entrada, con la violencia imparable y la economía lastimada en el país, la segunda ola migrante comenzó a subir siguiendo la ruta ya conocida: entrar como turista y después solicitar el refugio. Otros con más recursos decidieron por la vía de la educación superior, que es la de matricularse en una escuela de nivel superior, generalmente un college o escuela técnica, en la que una vez graduado de un programa de dos años se accede a la oportunidad de aplicar a la residencia permanente auspiciado por la provincia (estado) en el que se reside.
Estas oleadas son independientes de los 24 mil 772 trabajadores agrícolas temporales que, de acuerdo al gobierno de México, viajaron al norte durante el 2023 bajo el acuerdo binacional que permite la contratación -sin beneficios de residencia permanente- a experimentados jornaleros que apoyan en ranchos, granjas y procesadoras de alimentos del país. Tampoco se contabilizan los cientos de profesionistas que emigraron contratados por empresas canadienses.
Desde el 2020, las grandes ciudades del país enfrentan una severa crisis de vivienda, causada entre otras cosas por la gran demanda ocasionada por los estudiantes internacionales. En 2022, el gobierno federal reportó 807 mil 750 estudiantes internacionales en el país como resultado de un incremento anual en admisiones, de las que los mexicanos ocuparon el noveno lugar en la lista de países aplicantes con 10,405, que sumados a los 14,930 ya residiendo, lo hacen el grupo latinoamericano más numeroso y sin contar a muchos que emigran con sus familias.
En Toronto se han documentado casos de estudiantes que, ante la imposibilidad de solventar una renta, viven hacinados en casas y departamentos. La visa para estudiante internacional solamente les permite trabajar 20 horas por semana y dentro del campus.
El 26 de enero, el gobierno canadiense estableció nuevos topes a las visas para estudiantes internacionales, además de cambios en la cantidad de dinero que el solicitante debe de demostrar como prueba de manutención, pasando de 10 mil dólares canadienses a 20 mil 635 por persona, sin contar el gasto de viaje y de matriculación. Además, los permisos de trabajo abiertos para las parejas de los estudiantes solo se darán a quienes se inscriban en maestrías y doctorados, y para los aplicantes principales ya se les permitirá emplearse fuera del campus.
Para los mexicanos que siguen llegado a diario a Canadá buscando refugio, la provincia de Quebec y el ministerio de migración federal anunciaron que evalúan el restablecimiento de la visa como forma de reducir el número de nuevas solicitudes de asilo, que solo en la provincia francófona, sumaron entre enero y septiembre del año pasado, 22,875 aplicaciones, de las que se calcula siete de cada diez son abandonadas por ser falsas.
Desde los Estados Unidos, el gobierno federal también ya solicitó a Canadá el regreso de las visas para los mexicanos. El sector Swanton de la Patrulla Fronteriza, que vigila la región fronteriza entre Quebec y Vermont, reporta que solo entre el primero de Octubre del 2023 y el dos de Febrero del 2024 ha interceptado a 3 mil 100 personas de 55 países, lo que supera los arrestos realizados en los años fiscales del 2019 al 2022 juntos.
La mayoría de los migrantes indocumentados localizados son de origen mexicano. A nivel nacional los números del año fiscal 2023 rebasan por miles los periodos anteriores y la tendencia para el 2024 sigue en aumento.
Desde Quebec, existen investigaciones policiacas que indican la existencia de células de traficantes de personas que forman parte de grupos del crimen organizado en México, quienes modificaron las rutas y hoy llevan a los migrantes a Canadá legalmente y de allí los cruzan a los Estados Unidos.
Este 2024 es año electoral en México. Gane quien gane, se ve difícil que, con visa o sin visa, los mexicanos dejen de salir de su país ante la falta de seguridad, empleo y la oportunidad de desarrollo.