
El brote de Covid-19 que se registró en la Casa de Reposo “Luis Elizondo”, ubicado en la colonia La Pastora de Guadalupe, es una tragedia que nadie pudo haber evitado.
De acuerdo a la información proporcionada por los responsables del asilo y confirmada por la Secretaría de Salud, quien llevó el virus a la casa donde convivían 92 residentes y 50 empleados fue una trabajadora de la cocina quien a partir del 15 de marzo, cuando iniciaron las acciones para reforzar la sana distancia, apenas acudía a trabajar una vez cada tercer día.
El problema vino cuando la mujer comenzó a presentar fiebre pero acompañada por una infección urinaria. El médico que la atendió no pudo identificar que se trataba del taimado virus del Coronavirus, por lo que decidió atenderle únicamente infección y le permitió regresar a su empleo. El daño estaba hecho.
Fernando Coindreau, director médico del asilo “Luis Elizondo”, informó el lunes 4 de mayo comenzaron a presentarse los primeros síntomas entre los huéspedes de la Casa de Reposo, por lo que decidió llamar a las autoridades.
En un principio siete residentes de la casa fueron identificados con el virus, rápidamente la cifra creció a 10 infectados, entre huéspedes y personal de apoyo para luego, en apenas un par de horas subir a 50 y terminar, hasta el cierre de esta edición, en 66, de los cuales 47 son adultos mayores y 19 empleados.
Tras las primeras pruebas se decidió que 60 residentes fueran enviados a diversos hospitales entre privados y públicos, mientras que los 32 restantes, quienes salieron negativo en las pruebas, permanecen bajo vigilancia médica.
Ante los hechos la casa tuvo que cerrar sus puertas por primera vez en sus 65 años de operaciones.
LOS TRASLADOS
Un desfile de ambulancias privadas, de la Cruz Roja Mexicana y la Secretaría de Salud del gobierno del Estado pasaron por las instalaciones del asilo “Luis Elizondo” para trasladar a diferentes centros médicos a los residentes infectados de Covid-19.
Bajo un estricto sigilo, la mañana del miércoles 6 de mayo se llevaron a cabo los primeros tres traslados, dos para al Hospital Metropolitano y uno más al San José.
Horas más tarde, otros dos traslados se juntaron y, de hecho, fue necesario que las ambulancias hicieran fila para poder llevarse a los pacientes.
Este fue el caso de una unidad de Emergencias Médicas (EME) y de la Secretaría de Salud del gobierno del Estado, misma que venía con una cápsula para el traslado de pacientes con Covid-19.
Momentos después más ambulancias continuaron con el trabajo.
El director médico del asilo “Luis Elizondo”, informó que los residentes del centro que resultaron positivos se encuentran estables, pero desanimados, al enterarse de la cantidad de sus compañeros que resultados infectados de Coronavirus.
Ante ello pidió a la sociedad regiomontana ayudarlos con sus oraciones y buenos deseos en lugar de buscar culpables sobre este brote.
Al cuestionarle sobre el origen del brote, que según autoridades recae en una cocinera, insistió en que no se deben de buscar culpables, pues “todos estamos expuestos a la pandemia”.
Añadió que todos los familiares de los huéspedes del asilo fueron informados del estado de salud de sus parientes y se prepararon vías de comunicación más inmediatas para dar a conocer reportes diarios de la salud de los enfermos.
Coindreau reveló que las personas positivas de Covid-19 se encuentran bien, ya que ninguno ha tenido que ser entubado.
El geriatra aseguró que tanto los residentes como sus familiares atestiguaron que el traslado de pacientes positivos se desarrolló con tranquilidad.
“Es muy bonita la fotografía de cuando se acercan los hijos para saludarlos y ver cómo están. El ver que están bien y que se están trasladando sin oxígeno y sin ninguna medida agresiva de tratamiento salen muy contentos”, dijo el especialista.
Añadió que el centro cuenta con tres áreas, de las cuales una fue destinada a la atención de los huéspedes que resultaron negativos en la prueba de Coronavirus.
Enfatizó que tan pronto se trasladen a todos los pacientes positivos de Covid-19, se realizará una desinfección intensa del asilo, misma que se repetirá constantemente.
Autoridades de Seguridad Pública y Protección Civil de Guadalupe llevaron a cabo un operativo de vigilancia en los alrededor del asilo, además de que en un par de ocasiones pasó por el lugar el camión con el llamado cañón sanitizante.
Además, acudió el director general del DIF Nuevo León y se recibió una donación de equipo de protección y pañales para adulto por parte del Senador, Samuel García.
LOS PRIMEROS FALLECIMIENTOS
El domingo 10 de mayo, en el marco de la conferencia de prensa diaria para dar a conocer los avances del Coronavirus en la entidad, el secretario de Salud, Manuel de la O Cavazos informó que de las cuatro personas que fallecieron ese día en Nuevo León víctimas del Covid-19, dos son huéspedes de la Casa de Reposo “Luis Elizondo”.
El funcionario reveló que las víctimas que residían en el asilo son un hombre de 76 años, quien perdió la vida en el Hospital Metropolitano y una mujer de 92, que murió en la Clínica 6 del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Ambos pertenecían a la población de alto riesgo pues contaban con comorbilidades como diabetes, hipertensión y obesidad.
Ante la teoría de que una cocinera del lugar fue la que inició el brote, el secretario señaló que buscarán que los empleados de los asilos vivan por periodos en el lugar y no tengan que salir a la calle
Añadió que se ha acordado con los directivos del centro que los que acepten estas condiciones laborales se les pagaría el doble o triple.
La idea es que los empleados se dividan en grupos que permanecerán en los centros geriátricos por lapsos de 15 días.
Por su parte Amalia Becerra Aquino, subdirectora del Hospital Metropolitano, aseguró que los 30 residentes quienes salieron negativos al diagnóstico pueden regresar a sus hogares bajo el cuidado de su familia siempre y cuando puedan garantizarse las condiciones óptimas de aislamiento
Esto es pues el hospicio suspendió temporalmente sus actividades, por lo que ya no recibirán más pacientes.
‘¡Que los maten!’, grita un hombre
Por Héctor Hugo Jiménez
Con cubrebocas azul bien colocado, una mochila del mismo color en su espalda y una bolsa transparente con chile del monte llegó frente al asilo y gritó: “¡Están infectados. Que los maten!”. Ninguna patrulla de la Policía de Guadalupe vigilaba el miércoles 6 cerca de las 14:30 horas.
Con pelo corto y vestido de pantalón y camisa azul el hombre, de unos 40 años, entró a una casa de dos pisos color cemento, descuidada y con una escalera con vista a la banqueta.
Estuvo unos cinco minutos dentro platicando con otra persona que festejó su arenga contra los residentes de avanzada edad del centro geriátrico “Luis Elizondo” donde brotó el Covid-19 dando positivos 47 y tres empleados, según información oficial.
Esa misma noche, para evitar algún incidente, la Policía de Guadalupe colocó una valla metálica cuando un reportero de Hora Cero avisó a un oficial que esa tarde descansaba dentro de una patrulla, sobre el incidente ocurrido en ausencia de la corporación.
A partir de este jueves 7 el asilo amaneció protegido con elementos fuertemente armados de Fuerza Civil y de la Policía municipal, prohibiendo a civiles y reporteros cruzar la valla.
El hombre se alejó del lugar con su bolsa de chiles en su mano. Y sólo volteó retador cuando dos reporteros de El Norte, Daniel Reyes y Emmanuel Avendaño, esperábamos novedades de parte de Fernando Coindreau, doctor geriatra responsable de la salud de los residentes positivos de Covid-19 que en estas horas son trasladados a la Clínica Nova de Monterrey.
¡‘Que Dios los cuide’!
Por Héctor Hugo Jiménez
Don Alfredo Ramírez Sánchez y doña Mamá Luisa Valdez cumplirán 64 años de casados en septiembre y viven a unos metros del asilo “Luis Elizondo”. Una llamada telefónica de una de sus hijas, la mañana del miércoles 6, los preocupó y se pusieron a rezar a San Judas Tadeo que tienen en el jardín de su casa.
Oraban por los 47 residentes del centro geriátrico que dieron positivo a las pruebas de Covid-19 y por tres empleados. Un caso que sacudió a la opinión pública de Nuevo León cuando el gobernador, Jaime Rodríguez Calderón, adelantó que había un brote de Coronavirus en un asilo de la entidad, sin dar más detalles.
Horas después, ese mismo miércoles el secretario de Salud, Manuel de la O Cavazos, fue más preciso al confirmar que 50 personas habían dado positivo a las pruebas.
Así, en pocas horas de siete subió a 17 el número, hasta llegar a medio centenar.
“¡Qué Dios los cuide y los alivie!”, exclaman don Alfredo y doña María que tienen siste hijos, 22 nietos, 14 bisnietos y una tataranieta.
La pareja vive en la esquina de las calles Pátzcuaro y San Lorenzo en la colonia La Pastora, atrás del Mercado de Abastos de Guadalupe.
A la zona llegaron después de casarse en 1952. Antes vivieron en Monterrey por la calle Emilio Carranza, hasta que tuvieron que buscar otros rumbos cuando se empezó a construir la Macroplaza a finales de los años 70 y principios de los 80.
Sobre los que trabajan en el asilo, residentes o familiares, doña María cuenta que solo conoce a una empleada con quien platica en ocasiones, pero tenía días de no verla sin saber la razón.
Entre otras desconocía que desde el lunes 4 empezaron a suceder situaciones anormales en el asilo, entre ellas que ningún empleado respondía el teléfono cuando los familiares querían comunicarse con un interno, como sucedía en días normales.
“Esta mañana me habló una de mis hijas y me avisó que en el asilo había personas con Coronavirus. Que le avisara a su papá y que estuviéramos atentos”, dice.
Don Alfredo, quien fue joyero, está acostumbrado a las emociones fuertes como tener una familia numerosa. Uno de sus hijos, amante de las motocicletas, ha sufrido dos graves accidentes, así que el Covid-19 no le espanta, pero tampoco lo minimiza.
“Hay que cuidarse. Mis hijos nos dicen que salgamos poco, solo lo necesario, y que usemos tapabocas y gel”, señala mientras silencia a su mascota de nombre Rocky que ladra detrás de cerca de alambre a los extraños.
Sin avisar, el patriarca de la familia gira con una velocidad de adolescente y camina hacia adentro de la casa. Algo dice en su marcha, pero no es entendible.
“¡Ay mi esposo, va por la foto!”, ríe doña María cuando ve a su compañero de vida cargar un marco de gran tamaño con una fotografía donde están ellos y los integrantes del árbol genealógico de la familia Ramírez Valdez.
—¿Usted de que medio es?—, preguntó ella.
—De Hora Cero. Un periódico gratuito—, respondí.
—Sí vieja, de esos que uno agarra sin pagar—, aclaró él.