“Si quieres cambiar al mundo tienes que aprender a cambiar la forma de nacer, que los partos sean con un ambiente cálido, con un ambiente de armonía, de amor de paz”, considera Rafaela López, partera profesional.
Las dificultades que enfrenta una partera en las zonas rurales de algunos estados de México como Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz, han pasado desapercibidas por el resto de la sociedad mexicana, ya que no son muchas las que se dedican a esta difícil labor, que en ocasiones no es lo suficientemente valorada y remunerada.
La realizadora Janet Jarman, quien vive en México desde el 2003, visibiliza la situación en la que se encuentran las parteras mexicanas en el documental “Birth wars (Guerras de nacimiento)”, representadas por Rafaela López y Guadalupe Guzmán, dos mujeres comprometidas a dar lo mejor de sí, cada vez que atienden un parto.
“Disfruto hacer lo que hago, disfruto atender un parto, disfruto recibir un bebé y ser yo la primera que le diga `bienvenido´. Ella no quiere ir al hospital, quiere que su parto sea en su casa y ella confía mucho en que todo va a estar bien y yo tengo que seguirla”, comparte Rafaela en los primeros minutos del documental.
“Birth wars” se estrenó de manera gratuita por FilminLatino y Cinepolis Klic y estuvo disponible hasta el 12 de noviembre, pero ahora puede ser visto mediante pago bajo la modalidad de video on demand.
Jarman, quien combina su carrera de documentalista con la de fotoperiodista, se centra en temas como los problemas de seguridad, la migración, el acceso a la atención médica, por mencionar algunos.
En el documental, Janet acompañó a las parteras en los viajes que hacían para llegar a las comunidades en las cuales había que utilizar un tipo de transporte particular, pues no había manera de llegar por otro medio.
“Yo me vine a vivir a México desde el 2003 y he estado trabajando muy fuerte desde ese año y tenía mucha experiencia trabajando en Chiapas los últimos ocho años y también en Guerrero porque me interesan mucho las historias de allá.
“Y para este documental, tuve la oportunidad de conocer algunas ONG trabajando en la región y una Global Pediatric Alliance me presentó a un grupo de mujeres parteras cerca de Sitalá (Chiapas), donde están trabajando y es un área que no había visitado y cuando conocí a esas mujeres quería contar su historia “, señaló.
Y pese a los largos recorridos que tienen que hacer, tanto Rafaela como Guadalupe y sus compañeras, siempre se muestran con la mejor disposición de atender a las mujeres que están a punto de dar a luz, con quienes crean un lazo fraterno.
“Un día quería mostrar qué tan lejos Rafaela iba a ir para verse con las estudiantes, para hablar con parteras y para atender a las mujeres, entonces subimos un camión, luego en una bicicleta (adaptada) y hasta en un caballo.
“Y ese día hice lo mismo en Guerrero, cuando salí con un grupo de parteras que tenían su servicio social en Acatepec y fuimos caminando y yo pensé que íbamos a caminar un par de horas, pero todo el viaje fue como en siete y quería mostrar que también hay cierto peligro en el camino”, relató.
“Birth Wars” refleja todo ese compromiso que asumen con toda seriedad y pasión, y cada una relata su propia experiencia. Rafaela es más joven y ha tenido capacitación, mientras que Guadalupe es una de las parteras tradicionales, pero ambas se entregan de la misma manera.
“Nosotras las parteras profesionales somos como una combinación médica y de partería tradicional, entonces es como conjugar esas dos partes y tienes que tener esa sensibilidad y esa empatía con la mujer que está en trabajo de parto y de la mujer que está con el dolor”, comenta Rafaela.
En la parte en donde aparece Guadalupe, se muestra cuando ella atiende un parto difícil porque el bebé no podía respirar al nacer, pero finalmente lo logra.
“Mi corazón me dijo que debíamos orar antes del nacimiento, para que todo salga bien y no hubiera ningún problema, pedimos la bendición de Dios”, dice la experimentada partera en tseltzal (lengua que se habla en el estado de Chiapas).
Lo importante de ambas historias de vocación y vida es que estas mujeres respetan la maternidad y lo que significa traer una nueva vida al mundo, y por ello, las mujeres de estas comunidades apartadas prefieren que sean ellas y no un médico, quienes las asistan en el alumbramiento.
“Ellas tienen mucha responsabilidad y he visto que enfrentan muchos desafíos, pues ellas no están en un lugar como un hospital donde todo está más controlado, sino que enfrentan cada día situaciones y evitar cualquier emergencia, para que el bebé y la madre estén bien”, manifestó la documentalista.
Esta actividad solía transmitirse de generación en generación, pero ahora, las jóvenes que quieran dedicarse a atender partos, ya pueden obtener mayor capacitación gracias a las escuelas.
“Yo vi muchas veces a una partera que aprendió de su mamá y era una tradición en su familia; también conocí a otras mujeres que tuvieron capacitación en partería, y su objetivo es ayudar en su comunidad.
“Y hay otra parte que no es tan visible que es la nueva generación de parteras que salen de escuelas de partería y estas mujeres jóvenes son muy dinámicas; y como hay diferentes tipos de parteras quería dar esa idea en el documental, porque el papel que desempeñan es muy importante”, destacó Jarman.