José Luis Trueba Lara se ha propuesto escribir la historia de México en una veintena de novelas, pero con un tono distinto a la narrativa usual, ya que humaniza la figuras de Benito Juárez y don Miguel Hidalgo y Costilla, quienes están inmortalizados en estatuas de mármol o bronce.
En los últimos años, el escritor y periodista ha publicado “Moctezuma” (2018), “Malinche” (2020), “Hidalgo. La otra historia” (2021), y “Juárez. La otra historia” (2023), novela que fue presentada en la pasada Feria Internacional del Libro de Monterrey.
Trueba Lara admitió que uno de sus objetivos es mostrar el lado humano de los héroes de la patria.
“Todos querían la presidencia, pero él era el único que podía seguir aposentado en la silla del águila. El terciopelo teñido con grana y las maderas doradas solamente se ajustaban a su cuerpo. Juárez era el eterno, el omnipresente, el presidente que no podía largarse del palacio hasta que la calaca se lo llevara y su primogénito tuviera la edad de ocupar su lugar.
“La república, aunque pareciera contradictorio, sólo podría seguir existiendo si la gobernaba Benito II. El dinero que había gastado en borrarle lo indio a su hijo no podía ser en vano”, dice un fragmento de “Juárez. La otra historia”.
Para el escritor y editor, es importante que los lectores puedan asomarse a la vida de estos personajes pero desde el tiempo en que ellos vivieron, y como los veían en ese entonces.
“Este proyecto lo empecé hace más o menos 30 años y empecé con la idea absolutamente chiflada, de escribir una historia de México en novelas, y han salido casi 20 novelas, y algunos siglos los tengo bien macizos. Algunas de estas novelas están dedicadas a acercarnos a estos personajes, en este caso a Juárez, y el chiste es no verlos desde el siglo XXI, sino como los veían en su época.
“Por ejemplo, Monterrey es una ciudad muy chula hoy, imagínate Monterrey el día o la semana después de que la tomaron los gringos, era una cosa horripilante, es decir, nuestras perspectivas nos pueden engañar y mirar el pasado con ojos del pasado te pueden mostrar cosas que no habías visto”, afirmó.
ENTRAR EN PERSONAJE
“¿Recuerdas el primer día en nuestro reino? Cuando desembarcamos en Veracruz nos recibieron con desgano. La sombra del indio manchaba el muelle y se adentraba en las calles; sin embargo, poco a poco empezamos a descubrir cuánto nos amaban: en Puebla, la cuidad entera festejó nuestra llegada y, al llegar a la capital, la gente se daba codazos y se empujaba con tal de besarnos la mano.
“Mis cortesanos no tenían la mejor educación y la etiqueta les estaba negada. Hoy sé que tenías razón y el tiempo que gastaste en escribir las reglas de los ceremoniales pronto dio frutos”, una de las cartas que escribió la emperatriz Carlota, recurso que utilizó el escritor para narrar “Juárez. La otra historia”.
“¿Cómo me convierto yo, que soy un varón heterosexual que vive en el siglo XXI en Carlota, o en la esposa de Miguel Miramón o en Margarita Maza? el asunto es muy fácil, yo tengo que conocerlas a ellas justo a partir de la lectura, pero conocerlas más de lo que ellas se conocen”, argumentó.
Explicó que después de conocerlas a través de documentos, en su mayoría cartas,-especialmente cartas íntimas- empieza a escribir sus novelas pensando en que se trata de una obra de teatro.
“Ya que las conozco, la escritura se convierte en una actuación, por ejemplo cuando vas al teatro, abajo está un hombre que dice que es actor y se llama Juan Pérez, y él se transforma en el personaje que va a interpretar, e igual me pasa a mí, yo me siento a escribir y es como subirme al escenario con un personaje que ya tengo muy armado, que ya tengo muy metido en el cuerpo, y el momento de escribir, en vez de actuar le doy a la tecla y lo tengo que sentir.
“Yo en realidad estoy traduciendo como una señora loca como Carlota, porque ve a su marido convertido en una suerte de Jesús y ve a los otros como una especie de demonios ; y eso sí pasó, lo escribió Carlota y entonces yo me lo voy apropiando, pero cabe aclarar que la conversión no es total, pero sí trato de hacerlo, porque al leer su correspondencia, me permite entender cómo hablaban y me permite encontrar palabras que repetían”, refirió Trueba Lara.
Además de Carlota de Habsburgo, también se encuentran las voces de Margarita Maza, Melchor Ocampo, Concepción Lombardo, Antonio Salanueva, entre otros personajes clave en este libro.
La novela narra desde el momento que Benito Juárez entra al seminario y comienza a estudiar hasta su llegada a la gubernatura de Oaxaca, cómo conquista aliados y va perdiendo amigos incluso los que le salvan la vida, también se habla de su mínima participación en Las leyes de Reforma, los principales actos durante su presidencia y sus últimos días hasta su muerte.
“Una de las cosas que más trabajo me cuestan, es justamente organizar la información que tengo, esa es la parte más fea o la más interesante de mi trabajo. Por ejemplo, piensa en don Benito (Juárez) ¿te lo imaginas hablando con sus cuates? ¿bailando? Juárez es un personajes casi mudo para nosotros, es como una esfinge y yo me pregunté : ¿cómo voy a escribir una novela de un mudo?
“Tienes que empezar a buscar una manera de contar una novela donde el protagonista casi no hable, entonces claro, lo que hice es que todos hablen en vez de él. Es una figura que volvimos de bronce, de mármol, por eso es tan serio, tan silente”.
LIBROS DE TEXTO
Por otro lado, en el tema de la educación, concretamente en relación a los libros de texto, opinó que se debe poner atención en las materias de literatura e historia, que son fundamentales para desarrollar el pensamiento crítico así como conocer sobre nuestro pasado.
“Me ha tocado revisar -y no soy un experto- y en Bachillerato revisé con todo cuidado el programa de Humanidades y algunas cosas de historia también con mucho cuidado. No sé de geografía, pero sí he revisado lo de literatura, y cuando tú volteas a ver los libros, la gran muerta, no es matemáticas, es literatura.
“Cuando tú le quitas a los libros de texto la literatura, le quitas a la gente la imaginación, y le quietas la capacidad de soñar y de explorar, pero algo peor, te robas el lenguaje; la literatura te enseña a encontrar las palabras, a decir las cosas; y si nosotros creemos que la literatura no importa- como pasa en los libros de texto- condenamos a la gente a no hablar, y si no puede hablar, se va balacear o se va a agarrar a trompadas, entonces le abrimos la puerta en cierto sentido a la violencia”, señaló.
En cuanto a la rama de historia, consideró que uno de los riesgos de que los estudiantes no aprendan suficiente sobre esta materia es que no van a entender ni conocer el pasado.
“Y la historia desapareció también, casi. El problema de que desaparezca la historia es que además de perder la lengua, pierdes el pasado, ya no sabes quien eres, ni que diablos haces aquí ”, aseveró José Luis Trueba Lara.