Días antes del 31 de diciembre, los Rivera Luna tenían todo planeado para celebrar la llegada del Año Nuevo en compañía de sus parientes.
La familia conformada por Marina Luna y Pedro Rivera, así como sus hijos Cristy, Yesy, Pedro y Aby, de 15, 12, 7 y 3 años respectivamente, habían acordado hacer una discada y carne asada en casa de sus compadres para dicho festejo.
Pero los planes cambiaron drásticamente cuando Marina, quién tenía casi 40 semanas de gestación, comenzó con labores de parto y al final dio a luz al primer bebé del 2014 en Nuevo León.
Esta pequeña, a quien llamaron Wendy Montserrat, se convirtió en noticia luego de llegar al mundo en punto de las 00:00 horas del 1 de enero en el Hospital Regional Materno Infantil de Alta Especialidad.
La quinta hija de los Rivera Luna pesó 3.620 kilogramos, midió 51 centímetros y goza de excelente salud.
El embarazo de Marina, de 37 años, transcurrió como cualquier otro: lleno de ilusión, antojos, sin complicaciones y con muchos nervios, pese a ser su quinto embarazo. Su parto estaba programado para el 4 de enero, por lo que preocupó cuando empezó con malestares antes de la fecha pactada.
“Me empecé a sentir mal el 31 (de diciembre) en la tarde y le dije a mi esposo ‘vamos al doctor a que me chequen porque ya no ando a gusto y luego nos regresamos a festejar con los niños’, pero resulta que me dejaron en el hospital”, relató la madre de familia.
Por tratarse de una fecha especial como el Año Nuevo, la señora no quiso alarmar a sus familiares con su visita al hospital y pidió a sus hijos que no les avisaran, pero con el paso de las horas fue inevitable que se enteraran.
Mucha gente, entre vecinas y familiares, le decían que su bebé podría ser la primera del 2014, pero ella jamás lo creyó, incluso estando en el hospital.
“Mucha gente me decía ‘Señora (su bebé), va a ser la primera del 2014’, hasta una señora me dijo que le mandara saludos en la tele, pero yo no creía, sobre todo porque había señoras que les faltaba dos minutos para aliviarse y yo seguía en espera”, dijo.
Cuando faltaban cinco minutos para medianoche los doctores pasaron rápidamente a Marina a sala de labores de parto y ahí fue donde se dio cuenta que su hija nacería en año nuevo.
“Las enfermeras y los doctores decía: ‘señora, ¿ya vio el reloj? Su hija va a ser la primera bebé del año’”.
Exactamente a las 00:00 horas, Wendy Montserrat nació.
Según relató la madre, se vivió un ambiente de fiesta en la Sala 2 del Hospital Materno Infantil, donde “los doctores estaban bien gustosos; gritaban y festejaban, se daban el abrazo del año nuevo, me felicitaban y decían ‘¡tenemos a la primera niña del 2014!’”.
Pero la fiesta no sólo fue en la sala de labores de parto, ya que Pedro, su esposo, festejó en la sala de espera con los familiares que lo acompañaban.
“Cuando salieron a avisarle a mi esposo en la sala de espera, estaban los compadres y también lo levantaron y lo felicitaron. Pedro no lo podía creer porque todavía no le entregaban mis pertenencias ni le daban información, pero cuando dijeron que era una niña pensó de volada: ‘¿Será la mía?’ y cuando dijeron su nombre se puso muy feliz. Anda muy contento y dice que yo estoy bien ‘volada’ con la bebé”, afirmó Marina.
Desde el nacimiento de Wendy, las visitas no han dejado de llegar al domicilio de la familia Rivera Luna, ubicado en la colonia Ampliación Monte Cristal, en Juárez, Nuevo León.
“Toda la familia vino a verla. Faltó una parte, pero la mayoría vino, todos están felices y contentos; hasta los familiares del rancho se dieron cuenta por las noticias”.
En opinión de la madre, la bebé guarda un gran parecido con su abuela paterna, ya que es de tez blanca y tiene ojos de color, al igual que otros parientes de su esposo.
El nombre de Wendy Montserrat fue idea de Cristy, la hija mayor de los Rivera Luna, al igual que de sus primas.
“Me gusta Wendy porque yo tenía una amiga que se llamaba Wendy Estefanía. Montserrat lo escogieron mis primas por un personaje de una novela”, comentó la hermana mayor.
Marina asegura que ya con la pequeña “cerró la fábrica” porque “ya fueron muchos, ella fue el pilón, pero es como los doctores dicen: ‘no hay quinto malo’; Dios sabe por qué la envió”.
Los Rivera Luna son originarios de Aramberri, Nuevo León.
Tras nacer su segunda hija, Pedro y Marina decidieron cambiar su domicilio al municipio de Juárez.
La colonia donde residen, Ampliación Monte Cristal, es una colonia grande dividida por varios sectores, pero se encuentra en condiciones deplorables.
La mayoría de las calles ubicadas en ese sector no se encuentran pavimentadas, por lo que con cada lluvia que se registra, terminan convertidas en un verdadero pantano que impide la circulación de vehículos y no permite caminar libremente a los peatones por las grandes cantidades de lodo, además de ser una gran fuente de infección por los estancamientos de agua.
Pese a esto, la familia vive tranquila bajo su techo.
El pequeño hogar se integra por lo básico: dos recámaras, cocina y el baño.
Pese a que es una casa pequeña, es bastante fría y con severos problemas de humedad derivados por el mal tiempo.
“Siempre estamos con el calentador y encerrados. Mi esposo anda bien apurado por la humedad, también quiere comenzar a construir arriba un cuarto aunque sea de lámina para acomodar a los niños. Ya estamos recios, somos siete”, señaló la señora.
Además, tienen tres perros que son la adoración de los niños: dos chihuahuas llamados Tommy y Tammy y otro perro llamado Puki.
La familia intenta subsistir con el sueldo que Pedro gana trabajando en un taller de herrería.
Con jornadas laborales que van desde las 09:00 horas hasta que se termine el trabajo, el esposo trata de sacar adelante a su familia y darle estudio a todos sus hijos.
Marina se las arregla para administrar el único ingreso familiar lo más que puede, ya que tras embarazarse, se vio en la necesidad de dejar su empleo sabatino.
“Intento conseguir las cosas más baratas o buscar el modo de que se ahorre para completar. Gracias a Dios como quiera nos organizamos bien”, aseguró.
De cualquier manera, la mujer encuentra un gran apoyo en sus pequeños hijos, ya que la ayudan en todo lo que pueden, desde limpiar la vivienda hasta cuidar a la pequeña Wendy.
“Cristy es la que me ayuda a batallar. De repente la bebé llora y le digo ‘hija, prepárale una onza de leche’, o estamos yo y ella pendientes si tiene o si le falta la leche o el pañal, porque cuando están chiquitos no se sabe ni qué. Ella me apoya mucho”, mencionó.
La joven de 15 años es estudiante del C.E.T.i.s. 101, en el que está por comenzar su segundo semestre; sus hermanos menores Yesy y Pedro cursan sexto y segundo de primaria, respectivamente y la pequeña Abi está por entrar al kínder.
Tras haber tenido a la primera bebé del presente año, la mujer recibió numerosos presentes por parte de diferentes autoridades gubernamentales, entre ellos el gobernador Rodrigo Medina de la Cruz y el alcalde de Juárez, Rodolfo Ambriz Oviedo, además de un presente por parte del Hospital Materno Infantil.
“El alcalde me regaló una carriola nueva, el portabebé, pañales y ropa; el gobernador también me mandó muchas cosas como ropa, pañales y leche, además de un regalito del hospital”, comentó Marina.
Por lo pronto, asegura, tiene solventadas las necesidades de la pequeña Wendy Montserrat gracias a la ayuda que le brindaron los gobernantes, pero está consciente de que en cualquier momento se le pueden terminar y no sabe cómo se las van a arreglar después.
“Como quiera me preocupo mucho; le pienso mucho cómo le vamos a hacer porque ya va a ser un hijo en preparatoria, secundaria, primaria, kínder y pañales, pero yo siempre dije de un modo o de otro vamos a salir adelante”.
Pese a las adversidades, la madre de familia no pierde la esperanza.
“Poco a poco vamos a avanzar con lo que vayamos pudiendo”, concluyó.