“Las montañas han ejercido siempre una extraña fascinación sobre los seres humanos. Están ahí y el hombre está también ahí. El encuentro de ambos es una experiencia que no cambia a la montaña, pero sí al montañista. Lo transforma y lo eleva”.
Armando Fuentes Aguirre, “Catón”.
La hazaña de Karla quedó grabada en los anales del alpinismo mexicano el 27 de mayo de 1999, pero siete años después, a inicios del 2006, refrendó su voluntad y capacidad de triunfo al convertirse en la primera mujer iberoamericana en completar el Gran Slam del montañismo mundial, al conquistar la cumbre más alta de cada continente.
Héctor Ponce de León es el primer mexicano en ascender la cumbre del Everest e igual que Karla, logró la hazaña de llegar por la cara norte considerada la más difícil por los expertos. Sin embargo está pasando a la historia por ser el primero en realizar ascensos con causa, lo que significa llevar a grupos de personas invidentes o mujeres sobrevivientes de cáncer de mama.
Ejemplo para sus hijas Valeria y María Regina, y para todos aquellos que tienen el anhelo de conquistarse a sí mismo a través de su Everest personal, Karla Wheelock sostiene que su vida es una conjunción de retos y caídas que la han enseñado a levantarse, retomar el paso y compartir alegrías, según ha dado testimonio en un libro repleto de imágenes estremecedoras de su viaje a la gran montaña.
Héctor Ponce de León ha realizado 22 expediciones al Himalaya, pero mucha más satisfacción para los mexicanos que su récord de ascensos es su habilidad para manejar la cámara de altura en trabajos solicitados por Discovery Chanel, la CBC y National Geographic. Asimismo es digno de admiración por su velocidad al haber logrado ascender, el mismo día, apenas en seis horas, los tres volcanes más importantes y altos de México, máxime si se toma en cuenta que quienes lo intentan disponen de dos o más días.
En el prólogo del libro que perpetúa la gesta de Karla, alumna en la Universidad de Coahuila del periodista y escritor Armando Fuentes Aguirre, “Catón”, éste subraya que la valiente mujer con su texto y fotografías “nos lleva a las alturas: alturas no sólo de la montaña sino también y sobre todo del espíritu”.
De ambos podemos decir (de Karla y de Héctor) que su coraje, su decisión y resistencia son proyección de esos sueños desde niños que no se sabe cuándo podrán consumarse pero que si no se destierran y se aviva su llama con pequeñas conquistas, redundan finalmente en hazañas como las que hoy narramos y que debieran ser las ocho columnas de los diarios y la pantalla completa de las televisoras constantemente en lugar de saturarnos de noticias de sangre y devastación, o de grilla y miedos por las malas acciones de seres humanos.
Héctor tiene apenas 42 años de vida, por lo cual ha sabido aprovechar lo mejor de su juventud para vencer los temores que imponen las alturas y ha sabido sacarle jugo al vigor de su edad antes de que se haga tarde en el horizonte de su existencia, en tanto que Karla, con pocos años a sus espaldas, se ha impuesto al criterio general de la fragilidad con que la sociedad califica a la mujer y no dudó en lanzarse a hacer vida, lo que es su vocación y meta deportiva, para trascender en otros campos a los que, igualmente, ha sido llamada.
“Noticia, noticia, noticia: Dos mexicanos ejemplares son admirados en el alpinismo mundial…”.
Un mexicano, con la fortaleza y el espíritu de los héroes míticos, ha logrado escalar más de 300 cumbres en nuestro país y en Pakistán, Los Alpes, Argentina, Bolivia y Perú. Héctor Ponce de León es nota deportiva de primera plana, no cabe duda, pero Karla Wheelock trasciende mucho más los espacios informativos por ser mujer y tener el mérito de haber sido la primera en su género de lograr la cumbre del Everest por la difícil cara norte.