A Juan Pablo Villalobos le gusta escribir sobre lo que ve, lo que escucha, lo que atestigua, pero también sobre lo que imagina. Este último es el ingrediente principal de sus historias.
El escritor, cuya infancia transcurrió en Lagos de Moreno, Jalisco, ganador del Premio Herralde de Novela 2016, ofreció el taller El arte de lo mínimo: ¿cómo se escribe una novela corta?, y también presentó No voy a pedirle a nadie que me crea, el pasado martes 11 de julio, dentro de las actividades de la Escuela de Verano de la UANL.
“Yo suelo trabajar con cuestiones muy concretas, históricas o del contexto político social y mezclarlas con cuestiones autobiográficas; no que yo haga una literatura autobiográfica, pero sí me interesa incorporar en mi literatura algunos detalles, algunas experiencias, pero el componente esencial de mis libros es la ficción.
“O sea, lo que más me interesa a mí es la parte imaginativa, si quieres simplificarlo; y esta ficción, por lo general, es muy exagerada. Yo intento partir de ese punto realista de algo que ocurrió en la historia de México, o de algo que ha sucedido en las noticias, o de alguna experiencia personal, y a partir de ahí lo que yo hago es empezar a exagerar; a exagerar y a exagerar, hasta que el resultado es una novela totalmente inverosímil, humorística también y que pone de alguna manera en crisis dónde están los límites del realismo y dónde están los límites de lo que llamamos la verosimilitud, de lo que el lector puede o no creer en un libro.
> ¿Hasta dónde te permites darle a tu personaje cosas tuyas?; o en este caso, ¿fue nada más el nombre?
En realidad, más que una novela autobiográfica, es una parodia, una burla de los libros de literatura íntima; la literatura íntima la compone la autobiografía, el diario, la memoria, el género epistolar; y la novela está compuesta por cuatro narradores. Hay cuatro voces que van construyendo la novela, uno de ellos es este Juan Pablo que lleva mi nombre, está escribiendo una novela autobiográfica, pero ese Juan Pablo no tiene nada que ver con mi autobiografía.
Después hay un personaje que es la novia de Juan Pablo, que se llama Valentina, que escribe un diario, y después está la madre de Juan Pablo que le envía cartas por e-mail, y el primo Lorenzo, quien también le envía unas cartas.
Juan Pablo explicó que estos cuatro personajes corresponden a géneros de la literatura íntima, pero lo que se cuenta es ficción.
“Estoy usando las convenciones del género de la literatura íntima para contar historias ficticias y en este sentido con intención de parodiarlas”, apuntó.
Villalobos relató que las similitudes con el Juan Pablo de No voy a pedirle a nadie que me crea tienen que ver con el punto de partida de la novela, que es sobre un mexicano que se va a vivir a Barcelona, que fue a estudiar un doctorado en literatura.
“Pero a partir de ahí el personaje se ve involucrado en una trama de lavado de dinero y de narcotráfico que obviamente a mí no me ha sucedido, afortunadamente. Pero al personaje sí, porque después de eso le suceden una serie de cosas que son totalmente ficticias.
“Y ese era el experimento: era jugar con la idea de que estás contando algo a través de la literatura íntima, pero que en realidad estás haciendo ficción y estás parodiándolo, y de alguna manera mi idea era que ante tanto abuso que ha habido en los últimos años de la literatura autobiográfica, yo quería reivindicar la literatura de la imaginación”, afirmó.
UN ESCRITOR EXPATRIADO
Con esta novela, Villalobos rompe el molde que tenía con las tres anteriores: Fiesta en la madriguera, Si viviéramos en un lugar normal, y Te vendo un perro, que son una especie de trilogía sobre México.
“Estas son tres novelas situadas en México, con historias mexicanas, con personajes mexicanos que hablan sobre problemas de nuestro contexto económico, político y social; Fiesta en la madriguera aborda la violencia del narcotráfico; Si viviéramos en un lugar normal, sobre la pobreza y desigualdad (es una novela escrita contra el PRI); y Te vendo un perro es una novela sobre la memoria y el olvido, el terremoto de 1985, los desaparecidos en México, etcétera”, relató.
El autor jalisciense señaló que esta trilogía la escribió durante unos siete años, estando fuera de México, y al terminar la última sentía que ya no podía escribir sobre México estando en el extranjero.
“Me pareció de alguna manera deshonesto seguir hablando de México, si yo fuera un mexicano que vive en México, y no incorporar en mi literatura principalmente lo que a mí me sucedía como inmigrante en España, lo que a mí me sucedía como expatriado, como alguien que trata de ver México desde la distancia, desde fuera”, destacó.
Dijo que lo que quería evitar era justamente hacer una literatura llena de nostalgia sobre México, pues era muy fácil caer en un estado sentimental y pensar sólo en el folklor mexicano, por lo que en la cuarta novela tenía que recurrir a la ficción, haciendo una parodia de la literatura íntima.
“Yo lo que quería era escribir sobre las cosas que me estaban pasando en ese momento. Mi vida es una vida de alguien expatriado, estoy casado con una brasileña, tengo dos hijos y ellos hablan tres idiomas; vivimos en una ciudad cosmopolita donde convivimos con muchos extranjeros y yo quería incorporar todo eso en mis libros”, reiteró.
Juan Pablo Villalobos no planea por el momento regresar a México porque está muy bien en Barcelona, y sobre el cliché del retiro del escritor en una casa ubicada en la playa o en el campo, afirmó categóricamente que ese no sería su caso.
“Yo crecí en un pueblo. Yo crecí en Lagos de Moreno; a mí esa idea de irte a vivir al campo y no sé qué, me parece una tontería. Yo soy gente de ciudad, a mí me encanta el ruido, la bulla, me encanta la gente; y a mí me parece que hay una soberbia tremenda cuando un escritor o un artista se retira, porque es como si él solo fuera tan grandioso que puede producir una obra por sí mismo.
“Y yo necesito el estímulo de todo lo que hay alrededor para escribir; necesito conocer a la gente, escucharla, que sucedan cosas, vivir en el mundo para escribir sobre el mundo; si te retiras a la montaña, ¿sobre qué escribes? Sobre ti y sobre tu ombligo y sobre tu experiencia del mundo, pero es que es muy egocéntrico”, argumentó el escritor.