Ante tanta afluencia de compras –aún en medio de una crisis mundial– pareciera que la pobreza y el desempleo se han quedado del otro lado del río Bravo.
Sin embargo, por increíble que parezca, también aquí pueden encontrarse personas de bajos recursos o hasta alguien que no tiene para comer.
De acuerdo con SAIPE (Oficina del Censo de Estados Unidos, por sus siglas en inglés), el Estado de Texas ocupa el sexto lugar de pobreza nacional con el 17.5 por ciento de su población en miseria, superado por West Virginia, el Distrito de Columbia, Nuevo México y Lousiana.
Esta entidad tiene a cinco de los condados con mayores tasas de pobreza en Estados Unidos, tres de ellos situados en lo que se conoce como el Valle del Río Grande.
Según las estadísticas oficiales, el primer lugar en pobreza lo ocupa el condado de Starr con un 45.7 de su población en estrechez, seguido por condado de Hidalgo –donde se encuentran las famosas tiendas de McAllen– con 40.7 por ciento y el condado de Cameron cuenta con el 40 por ciento de su población en necesidad.
MAS ALLA DE LOS OUTLETS
Dentro del condado Hidalgo se encuentra la ciudad de Mercedes, famosa entre la población fronteriza por el centro comercial conocido como “los outlets”. Por ello poca gente sabe que en medio de la aparente opulencia que puede dejar el comercio en esta ciudad, muchos de sus habitantes viven entre la pobreza y la inseguridad.
Pero a diferencia de México, los vecindarios con estas características no están a la vista de todos.
Una de estas comunidades es Indian Hills East, ubicado a sólo cinco minutos de los famosos centros comerciales. Es aquí donde según los propios habitantes del lugar, ni la policía o los trabajadores de la ciudad quieren adentrase debido a la inseguridad que impera.
Este barrio está conformado en su mayoría por indocumentados que llevan décadas viviendo de manera ilegal en el Valle de Texas.
Al hacer un recorrido por el lugar, los visitantes comprueban que ninguna dependencia oficial quiere ocuparse de esta zona, pues las calles del vecindario presentan maleza de más de un metro de altura que terminaron de desaparecer lo que alguna vez fueron banquetas.
A primera vista las casas del lugar no parecen muy diferentes a las que se ven en los cinturones de miseria mexicanos: casas prefabricadas o móviles instaladas en terrenos rentados y que, en su mayoría, lucen llenos de basura.
Es domingo por la tarde y muchos de los residentes se encuentran descansando en los patios de su casa. A diferencia de otros habitantes del Valle de Texas o sus vecinos mexicanos, ellos no cuentan con dólares extras para ir de compras a “los outlets” u otra plaza comercial.
De hecho, cuando observan a un extraño recorriendo sus calles, muchas personas se encierran en sus viviendas pues son inmigrantes ilegales o están invadiendo el terreno que ocupan.
Es por esta razón que estas personas se muestran hurañas cada vez que llega alguien extraño, más si tiene una cámara fotográfica.
Una excepción es Anita de León de Ramírez, una mujer de la tercera edad que habita en la última calle del vecindario.
Su vivienda se destaca por el amplio surtido de electrodomésticos y artículos que están en reparación, así como una manada de niños que juegan en medio del patio de tierra y quienes, dice, son sus nietos a quienes cuida pues su hija y su yerno se dedican a trabajar en la jardinería y la limpieza de casas.
Para doña Anita el último año no ha sido tan bueno como hace un lustro, cuando llegaron al Valle de Texas.
“Nosotros trabajamos en lo que sale, cortando ‘yardas’ o limpiando casas. A veces sale para la casa y a veces batalla uno, pero ya no hay trabajo como antes, porque este año casi no llovió, a eso le echamos la culpa nosotros”, mencionó.
Y aunque sabe que Estados Unidos pasa por una crisis económica, para ella todo el problema es que ya no hay jardines qué podar.
La anciana, que también se hace cargo de su esposo con problemas de audición, vive desde hace seis años en Mercedes y opina que la estrechez económica está presente en todos lados. En su caso fue la pobreza y la búsqueda de una mejor calidad de vida lo que la orilló a buscar emigrar con su familia, sólo para darse cuenta que en el Valle de Texas también existe marginación.
“Es lo mismo (la pobreza) pero como que allá en México se siente mucho más, porque acá hay más ayuda para la gente pues cuando les sobran cosas y las reparten y las regalan, pero aquí también hay pobres”, reconoció.
Y es que ella, como la mayoría de sus vecinos, no han podido salir de la pobreza aunque mantengan tres trabajos a la vez, como lo ha descubierto el dueño de la segunda casa visitada quien no quiso dar su nombre.
Este residente ilegal aseguró que cuando vivía en México estaba acostumbrado vivir entre crisis económicas, pero ahora está extrañado de sufrir esta situación en un país como Estados Unidos.
Y es que una vez que logró conseguir trabajos –pagados en dólares– pudo rentar su casa rodante, comprar los primeros artículos del hogar, así como su vehículo, algo indispensable para trabajar en el sur de Texas.
Sin embargo, no contaba con que los pagos de los servicios básicos eran en dólares, y los 600 que en promedio tiene que erogar al mes lo han colocado en una difícil situación económica.
“Aquí se sintió mucho la crisis en la economía del valle, la gente no quiere arreglar sus ‘muebles’ (automóviles) porque lo que me vayan a pagar, lo prefieren gastar en otras cosas.
“Otros años toda la semana había trabajo, pero ahora no. Sí sale pero nada más para los ‘biles’ (recibos). Antes sobraba dinero pero ahora ya nada más estamos para pagar las deudas”, fustigó el mecánico de profesión.
“AQUi TAMBIEN FALTA EL AGUA”
No todos los que viven en marginación son migrantes mexicanos. Angie Huerta, originaria de Alabama, tiene cuatro años viviendo en el valle de Texas y se quejó del olvido en el que las autoridades mantienen al vecindario, especialmente por la falta de agua.
Aunque esta joven anglosajona apenas habla unas palabras de español, son suficientes para expresar el descontento por la situación que vive junto con su familia.
“Aquí no tenemos agua todo el tiempo, ese servicio lo debe dar la ciudad, la pagamos y no tenemos el agua porque la están cortando”, mencionó.
La joven que vive en una casa rodante con su esposo y dos niños, se quejó de que en este año ha sido poco el trabajo para su marido quien se dedica a la carpintería.
“Comparado al año pasado vivimos peor. En mi opinión la migración afecta mucho porque hay muchas personas que ingresan al valle y eso es un problema en el Valle de Texas”, opinó.
Según Angie, la migración no es la única variante que afecta a los habitantes del valle, la drogadicción y el vandalismo son dos de los problemas más graves que tienen soportar, por lo que no dudó en culpar de todo al presidente Estados Unidos, Barack Obama.
“En mi opinión alguien más debe estar en la presidencia. No estoy de acuerdo con las políticas de Obama que además prometió mucho y no está cumpliendo”, dijo.
Al igual que sus vecinos inmigrantes, Angie y su familia reciben la ayuda del gobierno por medio de estampillas para alimentación y seguro médico para sus hijos, asistencia social de la que no pueden prescindir por que el dinero simplemente no les alcanza.
ENTRE EL DESEMPLEO
Y LA INSEGURIDAD
Lourdes López es originaria de Río Bravo y tiene 26 años viviendo en el Valle de Texas de forma ilegal. Hace siete meses perdió su empleo en un restaurante y desde entonces no ha podido encontrar un trabajo estable.
Además, tiene cinco hijos a quienes tiene que llevar a sus empleos eventuales, como la limpieza de casas o las labores agrícolas, un empleo que ya no da tanto dinero pues la ciudad está acabando con las parcelas del campo.
Su hija mayor era la única que tenía empleo, pero también la despidieron y ahora subsisten con la asistencia social.
“No sé cuánto ha bajado pero a comparación del año pasado no hay trabajo. Antes sí había mucho empleo en el campo o en los restaurantes pero ya no hay ahora batallas mucho.
En mi casa, mi hija era quien trabajaba pero también la desocuparon, a nosotras nos ayuda el gobierno, pero no es suficiente”, reconoció.
Madre e hija reconocen que los últimos meses han subsistido sólo con la asistencia social por los cinco niños que viven con ellas.
“El gobierno te da para que les compres cosas de la escuela a los niños, si no, no pudiéramos”, mencionó Lourdes.
Y es que según las entrevistadas, hace seis meses que no van a comprar a una tienda ropa o algún otro artículo que no sea para la alimentación de la familia, pues con la crisis económica ya no se pueden dar el lujo de gastar en las tiendas.
En total las familias de las cinco casas visitadas reconocieron que de no ser por la ayuda de la asistencia social, su situación no sería mejor que en México. La falta de empleo o el recorte de horas laborales les afectan igual que a cualquiera de sus connacionales.
“Los que no están legales tienen más problemas con la policía porque detienen a los carros y luego los deportan. Mucha gente batalla para salir a trabajar porque no tienen ‘mueble’ (auto) y necesitan irse de ‘raid’”, platicó don Jesús, otro habitante de Indian Hills East que no quiso dar sus apellidos porque está en proceso de tramitar su residencia.
“Nosotros pagamos cinco dólares a una persona para que nos dé ‘raid’ al trabajo, pero tienes que trabajar con él, sino no te lleva. Ahorita el problema que tenemos todos es la falta de trabajo porque de 40 horas que trabajábamos a la semana nos recortaron a veinte, estamos recibiendo como cien dólares menos”, se quejó.
En la comunidad de Indian Hills East el desempleo y la pobreza no son el único problema, otro de los vecinos –que por su propia seguridad no quiso dar su nombre– reconoció que la inseguridad es otro de los problemas más graves, con vandalismo, drogadicción y hasta balaceras que no salen a la luz pública.
Y es que entre los migrantes que llegan a este lugar, están algunos que han cometido un delito en su país de origen.
“Esta es un área muy peligrosa. Los policías casi no quieren venir para acá, ni siquiera los de la ciudad quieren entrar, las calles no las arreglan, hay hoyos muy grandes, esta es una colonia marginada”, opinó.
RECONOCEN EL PROBLEMA
Las mismas autoridades del Valle de Texas reconocen el serio problema de desempleo que se ha extendido por el condado Hidalgo.
Leopoldo “Polo” Palacios, alcalde de Pharr, Texas, reconoció que la falta de trabajo es el principal problema al que se enfrentan los residentes de esta región.
“La entrada de dinero de lo que compra la gente en comestibles ha bajado. En los últimos tres meses han decaído las ventas de la gente”, comentó.
Palacios, que además de ser alcalde de Pharr es consejero en una escuela de lucha contra las adicciones, reconoció que en el Valle de Texas el alto índice de drogadicción es uno de los factores del desempleo.
“El problema más grande que existe entre nosotros es el desempleo y esto viene porque la gente que tiene problemas con drogas o alcohol no pueden encontrar trabajo.
Por un lado el desempleo causa problemas para aquella gente que tiene familia y pagos de casa, carro o niños en la escuela y por otro lado están las personas que para mantener su adicción tienen que robar”, reconoció.
Aunque el edil aseguró que durante sus ocho años de administración han trabajado en impulsar la economía y a pesar de la crisis económica ninguno de los 600 empleados del municipio ha sido despedido, admitió que la mayor fuente de empleos para los residentes de Pharr está en las tiendas y restaurantes de la ciudad de McAllen.
Sin embargo, en este conteo no figuran los migrantes ilegales que trabajan en los diferentes empleos temporales con los que buscan el llamado “sueño americano”.
Aunque ninguno de los entrevistados considera regresar a su lugar de origen (debido a que tienen ayuda del gobierno para la educación y alimentación de sus hijos) reconocieron que la pobreza, la drogadicción y la inseguridad también ha golpeado al sur de Texas y los residentes del condado de Hidalgo son una prueba que estos problemas no conocen fronteras.