Las zonas más conflictivas requieren de una nueva cara, para ello Colectivo Tomate se encarga de transformar ciudades por medio del arte.
Cientos de muros se encontraban como soporte para realizar las primeras pinceladas que relatarían las historias de los residentes de la colonia Altamira, y así crear una mega obra de arte que resultara en un entorno de paz, mejor conocida como Ciudad Mural.
El collage de obras, realizado por 53 artistas convocados por el Colectivo Tomate, reunió a pintores de los estados de Quintana Roo, Querétaro, Puebla, Ciudad de México, Zacatecas, San Luis Potosí, Guadalajara y Nuevo León.
Los 93 murales que se realizaron en la colonia relatan historias de los foráneos que llegaron a Monterrey a probar suerte, de familias humildes que se apropiaron de terrenos para conseguir un techo donde dormir, abarcan los domicilios irregulares en los que habitan personas con sed y hambre de salir adelante, y de personajes que representan cada habitante del sector.
Las herramientas esenciales para lograr el proyecto fueron una comunidad participativa y el propósito de transformar una ciudad caracterizada por la violencia, los conflictos sociales y las carencias, que en ocasiones provocan la formación de delincuentes.
Estos sitios buscan ser reformados mediante el arte, lograr que la comunidad se integre, y que las personas se ocupen en actividades positivas que los alejen de los problemas.
Para la organización, no existe mejor forma de erradicar o disminuir los índices de delincuencia que por medio del rubro artístico, la inclusión de las personas “problemáticas”, y que no se discriminen los sectores así caracterizados.
Los proyectos que abarcan son tres: Ciudad Mural (murales en colonias conflictivas), Mayúscula (busca contar mitos fundacionales de una ciudad en murales de gran formato) y proyectos puntuales que son intervenciones de trabajos murales en comunidades, pero no tan grandes (de tres a seis murales).
Para visitar un municipio se requiere de una invitación, que los locales les abran las puertas y estén dispuestos a participar en una conversión positiva de su lugar de residencia.
EL ARTE TRANSFORMA
El objetivo de Colectivo Tomate es crear un proyecto de conexión entre personas y transformación de espacios, a fin de generar confianza entre los habitantes y empoderar a las comunidades, así lo indicó el director de la organización, Tomás Darío.
“Hicimos el proyecto Ciudad Mural en la colonia Altamira, en el cerro, en la calle de Río Nazas y en la calle Niño Artillero”, refirió.
El proyecto nació y se desarrolló en la ciudad de Puebla, sin embargo, de ahí se fue expandiendo a solicitud a Querétaro, Xicotepec, Ciudad de México y ahora se implementa en Nuevo León.
Mediante una invitación por parte de autoridades municipales se define la ciudad a visitar; en esta ocasión, se hizo mediante la Subsecretaría de Prevención del Delito, la Secretaría de Desarrollo Social del Estado, el Tecnológico de Monterrey y Comex como patrocinador oficial.
Durante tres meses los artistas del colectivo, la comunidad y los patrocinadores, convivieron y plasmaron las ideas, tratando de remarcar y definir a los vecinos que residen en la colonia.
“El primer acercamiento con los vecinos fue para ganar confianza, ya que se sentían inseguros de dejarnos entrar o no, pero en base a nuestras acciones se logró la meta”, expresó emocionado.
Los directivos de la organización ofrecieron talleres de comunicación no violenta tanto a los artistas como a los vecinos, además visitaron planteles educativos, una secundaria y una preparatoria técnica (CBTis).
Relacionándose con la gente logran legitimar el trabajo con presencia de ellos, y posteriormente se les hace la invitación a participar, ya que la idea es que cada persona que cuenta una historia, se anime a apoyar en la pintura.
Los talleres tenían desde 15 a 60 personas, sin embargo, en la creación de los murales dentro de las instituciones participaron cien personas.
“A comparación de otras ciudades, la respuesta en Monterrey fue increíble, por que conforme se estaba desarrollando el proyecto, las personas querían más murales, se acercaban y pedían más, entonces se decidió ampliar el proyecto.
“La Subsecretaría de Prevención del Delito dijo ‘pues bueno hagamos más’. Esto es algo que no nos había sucedido como colectivo, que cuando se esté ejecutando el proyecto se pidan más en ese mismo momento”, recordó Darío.
Para lograr la mega obra, el director de la organización explicó que con cada artista trabajaron los temas de prácticas narrativas, para crear un vínculo entre las personas, aprender a escuchar, y en base a eso, plasmar la esencia del o de los personajes.
“Todos los murales cuentan las historias de las personas que habitan en esas casas, todos”, aseguró.
De los 55 artistas que participaron, 20 eran de la localidad, quienes facilitaron el acercamiento con los residentes de la zona.
“La respuesta de las personas de abrirnos las puertas de sus casas, de invitarnos a comer, atender a los artistas y que los artistas escucharan a las personas, fue una bonita convivencia. Muy satisfactoria e impresionante la respuesta de la gente”, dijo.
De hecho, en esta ocasión implementaron códigos QR para que las personas que cuenten con un dispositivo móvil, puedan escuchar algunas entrevistas de los artistas.
Hasta el momento planean visitar nuevamente Monterrey o Santa Catarina, pero aún no se definen los detalles de la visita. Sin embargo, el colectivo ya se encuentra trabajando con Ciudad Mural en La Paz, Baja California.
“Lo más satisfactorio es que cuando ya estaban concluidos los murales, la gente se mostró muy agradecida, reconociendo que el mural los definía y después se lo contaban a más personas, y eso muy grato para nosotros”, enfatizó.
TRABAJO SOCIAL
Para Mariana Rosales, pintora, el dicho “las paredes hablan” encaja a la medida con el trabajo realizado en Colectivo Tomate, y es que los proyectos buscan transmitir y destacar las vivencias y personajes de cada sector que visitan.
La artista comenzó a realizar murales con el colectivo en el 2010, visitando ciudades como Puebla, Ciudad de México y Monterrey.
El trabajo realizado en Monterrey lo define como un trabajo social en el que las personas lograron demostrar que no necesitan del gobierno o de alguien más para ayudarlos, sino que ellos mismos pueden generar acciones positivas en pro de la comunidad.
“Fue un proyecto bien bonito porque se realizó en el cerrito de la Altamira, es un barrio que está como rezagado y, bueno, las condiciones de la gente son un poco precarias”, comentó.