En el municipio de El Carmen, a 32 kilómetros de Monterrey, por la carretera a Monclova, se divisa a lo lejos la silueta de ladrillos rojos de un templo religioso, enfrente de la colonia Valles del Carmen, que un día lució en todo su esplendor. Hoy, sin embargo, es una joya arquitectónica en abandono, vandalizada por los pandilleros.
Al circular hacia Hidalgo y Mina, con orientación hacia el Cerro del Fraile, el viajero no resiste la tentación de admirar a lontananza una obra de arte de la ingeniera moderna. La torre, alta y señorial, rompe la monotonía del horizonte y se encaja en el paisaje, todavía campirano, en que la vista se recrea igualmente con la sierra que le sirve de cortina, al fondo. Nadie, sin acercarse, imagina siquiera de lo que ha sido objeto este templo en los últimos años. Como quiera se yergue, todavía majestuoso, entre casuchas a punto de caer y una plaza descuidada que fue un hermoso sitio para el solaz y esparcimiento de quienes ahí vivían.
En 1986 sus bancas y vitrales superaban en calidad a los de otros recintos religiosos. Las escaleras de la torre lucían su hierro sólido y la planta alta del coro tenía los instrumentos de moda para ambientar las misas dominicales. Todo lucía su dechado de limpieza y la imagen monumental de Cristo al centro se imponía con sus manos impartiendo la bendición.
Al paso de los años, poco a poco el pequeño asentamiento se empezó a despoblar. Y a fines de siglo de plano se quedó sin habitantes. Escaseó lo más elemental para la convivencia diaria, y el corte de los servicios básicos hizo más incómoda la lucha por sobrevivir. Fue entonces cuando los malvivientes comenzaron la destrucción paulatina del interior del templo. Por eso hoy no queda ni una banca, los vidrios están destrozados, las puertas arrancadas, pozos a un lado del acceso principal señalada por una cruz con un círculo de cal. Y solamente está fija en las alturas la imagen de Cristo, pero con los efectos de las pedradas en sus manos.
“La gente se retiró de ese lugar, porque dicen que asustan debido a que ahí fue asesinado un sacerdote, y lo más curioso ahora es que los pandilleros se robaron todos los cables eléctricos, pero en las noches se enciende la cúpula y la luz se divisa desde lejos”, dice don Genaro Reyes, secundado por su esposa María de la Luz Gómez Macías, quienes tienen 13 años de vivir en El Carmen y desde entonces están al cuidado de una construcción contigua.
Eleazar Lazcano Escobedo, exalcalde de El Carmen y actual secretario del Ayuntamiento, afirma que eso le han dicho varias veces los vecinos, pero no le consta. Lo que sí desmiente enfáticamente son las versiones que circulan acerca de la propiedad legal de las hectáreas en donde se asienta esta iglesia, pues hay quien afirma que no tienen dueño mientras que otras personas aseguran que pertenecen a la familia Villarreal, dueña de la Dulcería Imperial.
“Otro de los que tienen escrituras es don Inés Cantú, propietario del restaurante Regio, y a quien se atribuye haber introducido la arrachera como dieta del regiomontano”, aclara Lazcano Escobedo. “De hecho el templo era para uso privado y no público, porque la construcción fue costeada por un particular y ahora está en litigio, pues del altar hacia adelante es de un dueño, y del altar hacia la calle es de otro”, sin precisar sus nombres.
La historia oficial se remonta a mediados del Siglo XX, cuando un señor muy rico, de nombre Marcelino, construyó las casas y también una plaza enfrente del templo, así como una escuela, porque deseaba que las personas que trajo a vivir aquí tuvieran todo a la mano, inclusive comida de todo lo que sembraban. “Nosotros lo único que pudimos rescatar es la escuela, al quedar solitario el lugar”, sostiene el secretario del Ayuntamiento.
El municipio, igualmente, hace algunos años levantó en ese espacio un rodeo, el cual es utilizado en ocasiones especiales. Y en sus alrededores hay construcciones de caballerías con el resguardo de un enorme portón y vigilado por una familia que, a su vez, se auxilia con varios perros para ahuyentar a los intrusos.
EL CARMEN TURÍSTICO
Eleazar Lazcano Escobedo dice que, fuera de esa propiedad en abandono, el municipio está atendiendo toda la infraestructura turística para que la gente de Monterrey venga aquí de paseo, y menciona los sitios más emblemáticos como la Laguna de San Miguel, Minas Viejas, la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y la plaza con su kiosko.
“Estamos por conseguir que se abra la carretera desde los límites de la colonia Alianza de Monterrey, que colinda con las colonias de El Carmen en aquella área, y la Academia de Beisbol de la Liga Mexicana desde 1990 atiende a 300 peloteros con la asistencia escolar de la Universidad del Valle de México”, expresa con mucha satisfacción.
Asimismo, está firme el plan de no permitir más centros habitacionales cercanos a la carretera, con el fin de que todo el corredor sea industrial y de negocios, con el fin de no enfrentar quejas de vecinos que en ocasiones compran vivienda cerca de empresas como la yesera, que debe mantener su entorno sin habitantes por los fétidos olores que se generan al procesar su materia prima.
“También estamos buscando que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) construya un hospital regional aquí, para lo cual le donamos cinco hectáreas, pues El Carmen ha tenido una explosión demográfica que ha hecho difícil la atención médica a todos los derechohabientes de la institución. Y lo mismo podemos decir de la falta de espacios en la secundaria, de donde egresan cada año cien alumnos y buscan cupo 400, por lo cual habilitamos salones en carpas, junto con las aulas móviles”, informó Lazcano Escobedo.