Los niños mexicanos menores de cinco años tienen hoy uno de los niveles de protección más altos del mundo contra la plaga humana que representa la polio, resultado de la vacunación masiva y la repetición de dosis.
Y México no sólo es el primero que en el transcurso de cinco años, de 1986 a 1991, erradicó este flagelo, sino que demostró a los dirigentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que esta experiencia era la solución a este problema a nivel mundial.
Extendido a 152 naciones de los cinco continentes, el programa mexicano ha permitido una lucha frontal que se espera, salvo los casos reportados en septiembre en Nigeria y la India, el mundo quede libre de este “virus salvaje” para 2005.
Entre los millones de colaboradores y voluntarios que en más de 20 años se han volcado a este esfuerzo, una persona en particular puede sentirse orgullosa de que en el mundo no haya 20 millones de personas incapacitadas por la polio.
El doctor Carlos Canseco González estuvo atrás de esta gran cruzada internacional cuyos resultados, 99.99 por ciento de la población infantil mundial libre de la poliomielitis, lo colocan junto a nombres como el de Albert Sabin, su amigo, como pieza clave en la historia de la medicina moderna.
Hoy, 14 de enero de 2009 el doctor Canseco falleció a las 10:30 horas en el Hospital Universitario donde estuvo hospitalizado más de un año a consecuencia de distintas complicaciones.
Canseco inició como jefe de los Servicios Coordinados de Salud Pública de Nuevo León las campañas de vacunación masiva contra la poliomielitis y la primera campaña de vacunación contra el sarampión, de 1982 a 1983.
A partir de 1995 destacó por su participación con la Organización Mundial de la Salud en la cruzada para inmunizar a los niños de todo el mundo contra la polio.
Nacido en la ciudad de México, el 17 de marzo de 1921, obtuvo la especialidad en Alergología en la Universidad de North Western, Chicago, Illinois, EE UU, y la especialidad en Inmunología Clínica en la Universidad de Pittsburg, Pennsylvania, EE UU.
El doctor Canseco se desempeñó en diversas actividades docentes propias de sus especialidades, creando la primera cátedra de Alergología en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en 1949; secretario técnico del Programa de Atención a la Farmacodependencia (ADEFAR) en 1988, fundador del Centro para la Prevención y Tratamiento de las Enfermedades Alérgicas del Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” de la UANL y presidente de la Fundación Centro Médico Universitario del Hospital Universitario de 1966 a 2000.
El Profesor Emérito en la Facultad de Medicina de la UANL, aunque obtuvo su título como Médico Cirujano Partero en la Universidad Nacional Autónoma de México, se consideraba un hijo de la máxima casa de estudios nuevoleonesa.
“Soy hechura de la Facultad de Medicina de la UANL. Me hice médico aquí”, comentaba.
Los niveles de formación académica alcanzados en la Universidad Autónoma de Nuevo León le permitieron formar parte de diversas sociedades académicas como la Academia Nacional de Medicina, de la cual fue titular, y las sociedades brasileña, colombiana, chilena y española de alergología de las que fue miembro honorario, además de consultor de la Organización Mundial de la Salud para las enfermedades alérgicas crónicas.
Fue objeto de un número considerable de distinciones desde 1964, entre las que destacan Doctor Honoris Causa por las universidades de las Américas de Puebla; Seúl, Corea; Milwaukee, Wisconsin, EE UU, y Autónoma de Nuevo León.
Además es considerado “Héroe de la Salud Pública de las Américas” por la Organización Panamericana de la Salud al unirse a la labor de quienes han participado en los últimos cien años de manera destacada en la salud pública internacional, especialmente con su trabajo altruista de Rotary Internacional.
Por todo ello la máxima representación popular del país, el Senado de la República lo elevó en 2004 como Servidor de la Patria y de la Humanidad en grado eminente por su ciencia y su virtud al conferirle la Medalla “Belisario Domínguez”.
Al morir era miembro del Consejo Consultivo Externo de la UANL, profesor Emérito del Centro Regional de Alergias e Inmunología Clínica y en la Facultad de Salud Pública y Nutrición presidía la cátedra que lleva su nombre.v