
Un acierto más en la carrera del joven actor Diego Luna resultó el cierre de temporada de la obra El Buen Canario en esta ciudad, ya que los amantes del teatro no dejaron pasar la oportunidad de constatar los buenos comentarios que había generado la producción a cargo de Mr. Mudd, Canana y Retrolab.
Las últimas funciones de El Buen Canario se realizaron la tarde del sábado 14 ante un lleno total en ambas, pese a la lluvia y al caos vial que había alrededor del Auditorio Luis Elizondo, debido al partido Rayados contra Pachuca.
Los actores encabezados por Diego Luna e Irene Azuela se llevaron las ovaciones de los asistentes que ocuparon el recinto para ser testigos de este montaje dirigido por John Malkovich, el gran ausente de la noche.
Aunque la temática podría resultar densa, hubo elementos que contrarrestaron la tensión, como el veloz cambio de escenografía que fue posible gracias a tres grandes pantallas que cambiaban de diapositiva para crear la ambientación, un novedoso recurso que rompe con el esquema tradicional del teatro.
El mobiliario fue escaso pero podía desplazarse con gran facilidad, como sillas que se incrustaban en su propia mesa, algunos carritos multifuncionales y un par de divanes.
El mayor peso de la obra recae en Irene Azuela, quien con su interpretación de una Annie, una mujer farmacodependiente y obsesiva, mantiene cautivos a los espectadores.
Sin embargo, Diego Luna en el rol del escritor Jack Parker, Daniel Giménez Cacho como su amigo Charlie y Bruno Bichir instalado en el crítico literario Andrew Mulholland, acentuaron el trabajo de Azuela, cuyos personajes se cruzan en los momentos claves de la historia de Zach Helm.
En tanto, Martín Altomaro quien encarna a Jeff, un traficante de drogas, Jorge Zárate transformado en el editor Stuart Herskowitz y Yuriria del Valle en el papel de su esposa Sylvia, destacaron aun con sus breves participaciones .
Gracias a las pantallas, hubo una escena en que Luna y Azuela permanecieron en silencio para que los espectadores leyeran sus diálogos, un detalle útil para captar la mayor atención del público cuando la obra ya había superado las dos horas.
“El Buen Canario” es el reflejo de una sociedad que en un afán frenético por la supervivencia, disfraza sus más profundas inseguridades y frustraciones.