Pueblo chico, cambios … del mismo tamaño. Esta pareciera ser la constante de algunos municipios del área rural de Nuevo León donde, aprovechando lo alejados que están de la crítica pública, algunos políticos se dan sus habilidades para que la administración municipal sea una herencia familiar.
Con el silencio de la comunidad, los puestos públicos llegan a convertirse en parte de su legado particular; padres, hijos, conyúgues o cualquier otro miembro de la cepa llega a la alcaldía, y a veces en administraciones subsecuentes, como el caso de Melchor Ocampo, donde impera el patronímico Ramos.
En algunos pequeños pueblos el asunto es que no hay de otra y el gobierno queda entre la parentela porque faltan los “gallos”.
Existen casos de una misma persona que regresa al frente del Ayuntamiento con una constancia que envidiarían hasta los Testigos de Jehová. Así ocurre en Parás, con el actual edil, Crescencio Oliveira Cantú, quien ya ha estado cinco veces al frente de este municipio.
ESQUIVANDO LA LEY
Para el presidente del Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León, Héctor Jaime Treviño Villarreal, el que una administración sea continuada por un familiar del anterior edil, puede prestarse a malas interpretaciones aunque tampoco hay manera de impedirlo sin coartar los derechos del aspirante.
Juan Carlos Ruiz García, dirigente de Acción Nacional y Héctor Morales Rivera, su homólogo en el Revolucionario Institucional, coinciden en que si esto sucede es por que los pueblos son pequeños y son casi inevitables los lazos civiles o de consanguineidad. Mientras, algunos servidores públicos buscan mejorar el entrorno de su comunidad, otros solamente tienen como objetivo acrecentar la herencia para la familia.
Aunque los parentescos entre funcionarios públicos –que ingresen a laborar a una administración al mismo tiempo- son especialmente prohibidos en nuestra Constitución desde 1825, esto no ha sido inconveniente para poder heredar un poco de poder.
En diferentes municipios, principalmente los alejados de la zona conurbada de Nuevo León, se ha podido ver cómo el mismo apellido impera en el listado de los cargos de elección popular a lo largo de la historia del pueblo.
Los Garza, Gutiérrez y Villarreal es la constante en el municipio de Abasolo, y aunque en las últimas dos administraciones los apellidos cambiaron, en esta ocasión el padre David Enrique Milán Ramos (2000-2003), pudo ver que el gobierno continuaría en poder de su hijo, David Milán Rivera (2003-2006).
Incluso, las elecciones donde se realizó este cambió de administración, serán recordadas por la comunidad de aquel municipio, y es que los comicios tuvieron que repetirse al señalarse como funcionarios de una de las tres casillas que se instalaron, a familiares y miembros de la planilla del priista David Milán Rivera.
Cabe mencionar que este es uno de los municipios más pequeños del estado, que apenas cuenta con poco más de mil 500 electores.
En los Aldamas los alcaldes en su mayoría se apellidan Peña, mientras que en El Carmen uno de los apelativos más constantes es Villarreal. En General Treviño, Hinojosa es el nombre que en más ocasiones ha pasado por la silla de la presidencia municipal, en tanto que en Hidalgo los Lozano y Villarreal parecen ser una costante.
También hay poblados como Higueras en donde buena parte de los ediles se caracterizaban por llevar el apellido Villarreal y González; o el caso de Melchor Ocampo, en donde siete de los últimos 10 alcaldes tienen el Ramos como patronímico.
Sin embargo, hay situaciones en los que aún y cuando el apellido se conserve con el paso de las administraciones, ninguno tiene nada que ver con el siguiente, o bien son miembros de una misma parentela, aunque con diferencias políticas que los lleva a ser completos desconocidos.
Treviño Villarreal señaló que en ocasiones la constante de un nombre podría suponer un poderío total por parte de una misma descendencia.
“En las últimas épocas se ve que el poder pasa en los miembros de una misma familia, no digamos en el caso de Zuazua que ve muchos Martínez pero no había de otros, aunque estuvieran peleados políticamente.
“En Apodaca, por ejemplo, están los Guajardo; eran pueblos pequeños, y no es que fueran de una familia poderosa dominante”, explicó el presidente del Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León
El historiador señaló también que en ocasiones estos casos se presentan ya que siendo los pueblos tan pequeños es poca la gente que se anima a afrontar esta responsabilidad, incluso llegan a demostrar que si la asumen es por servir a la comunidad.
“En el siglo XIX se dio mucho que un alcalde perdurara en el poder, pero no necesariamente por que quisiera reelegirse, sino que no había las personas capacitadas para hacerlo y sobre todo que mucha gente no quería ser alcalde por que no era redituable, perdían en vez de ganar.
“Tenemos documentos en nuestros archivo que los alcaldes piden permiso hasta más de tres meses por que tenían que atender su patrimonio personal, tenían que sembrar o recoger la cosecha, se daba mucho en la zona cítrica;también los hombres considerados como patriarcas que la gente apreciaba y al final de su vida se ve que eran personas pobres, y que lo hacían más por el espíritu de servicio que por obtener alguna ganancia”, dijo.
Aún a prinicipios de los años 70´s, los ediles no percibían un sueldo fijo por su labor, más bien este se formaba en su mayoría por lo que ingresara en trámites del Registro Civil.
Aunque Zuazua no representa el mejor de los ejemplos en continuidad familiar en la alcaldía, una de las tantas familias Martínez que de ahí han salido, pueden presumir de haber colocado a buena parte de sus miembros en el poder municipal.
Pedro Martínez Montemayor asumió el poder durante el período de 1946 a 1948, después en 1961 su hijo Jesús Martínez Martínez también tuvo la suerte de llegar a la alcaldía.
Posteriormente Jorge Luis Martínez Martínez, Pedro Angel Martínez Martínez y Jorge Luis Martínez Gutiérrez, miembros de la misma descendencia también llegaron al cargo. Incluso, el actual edil de Zuazua, Roberto Montemayor Gutiérrez, también es parte de la familia, aunque sus preferencias partidistas lo hacen militar en Acción Nacional.
SE VE MAL, PERO SE VALE
Aunque jurídicamente no hay impedimento para que una administración y la siguiente sean ocupadas por partientes consanguíneos, esta situación sí puede malinterpretarse, señaló el presidente del Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León, Héctor Treviño Villarreal.
“Creo que se debe legislar, pero tampoco no se puede coartar el derecho de la persona, una cosa es el alcalde que se va y quiere seguir controlando, pero pues ya las esposas no se dejan controlar y a veces termina en divorcio aquello.
“Lo que sí es criticable es que esto sea con el afán de seguir controlando el poder, que se da”, mencionó.
Treviño Villarreal considera que una solución podría ser dejar pasar al menos una administración para que un familiar del anterior edil pueda ocupar el puesto vacante; sin embargo, dijo, también existen los honrrosos casos de este tipo que han hecho buena labor.
“El asunto se polariza cuando la actuación política de la persona sea muy pobre, cuando se sigue pasando el poder de unos a otros y es cuando se establece el poder familiar, que se da, no es que sea una monarquía hereditaria, podría más bien ser una práctica malsana”, consideró.
Explicó que otro de los factores que permiten que la situación se siga dando es que los partidos políticos están muy deteriorados fuera del área metropolitana.
Juan Carlos Ruiz García, dirigente estatal del Partido Acción Nacional, señaló que son pocos los casos de este tipo que se presentan en la actualidad, aunque subrayó que si esto se sigue dando es por que la misma ciudadanía está contenta con los resultados.
“Hay municipios en donde esto se ha dado, se ha repetido, y no nos cabe la menor duda que haciendo bien el trabajo puede haber buenos resultados; sin embargo siempre va a ser un tema polémico”, detalló.
Agregó también que una de las razones por la que esto pase es por que la mayor parte de los municipios rurales están gobernados por el PRI, aunque también otra podría ser que en estas zonas es difícil que la gente se anime a ocupar un cargo público.
“En el área rural no es fácil que alguien se anime, y entre familiares se dan cuenta que hay una oportunidad para servir y que finalmente la comunidad reconoce la trayectoria de esa familia y se anima a seguir apoyándolos con el voto”.
Por su parte el presidente estatal del Partido Revolucionario Institucional, Héctor Morales Rivera, mencionó que regularmente en los pueblos pequeños todos tienen lazos consanguíneos o civiles, por lo cual si se cumplen con todos los requisitos exigidos para participar por un cargo de elección popular, no debe de haber mayor impedimento para ello.
“Nosotros creemos que si no hay una contravención en las normas legales en los requisitos de inscripción, pues no hay ningún impedimiento jurídico que hacer valer, simplemente hay impedimentos de orden ético y de orden moral que sí deben de respetarse.
“Se puede prestar a malas interpretaciones por que desde el punto de vista ético y moral, no es muy dable que yo le pase el poder a mi esposa o a mi hijo; sin embargo no hay ningún impedimento de tipo jurídico”, resaltó.
Destacó Morales Rivera que sería conveniente dejar pasar al menos una administración para evitar cuestionamientos de orden ético, así como para permitir la participación de otros ciudadanos.
Y mientras que la ley no prohíba que el poder siga pasando entre familiares administración tras administración, muchos descendientes podrán seguir considerando un puesto público como parte de la herencia.
CUANDO EL PODER SE ACABA
No hay prueba más fehaciente que los buenos tiempos terminaron que un “elefante blanco”. Lo que prometía ser en muy poco tiempo una gran obra arquitectónica ha quedado poco a poco en el olvido y con pérdidas entre sus cimientos.
El ex alcalde Pedro Angel Martínez Martínez, no pudo terminar la fastuosa residencia ubicada en pleno centro del municipio de Zuazua, y algunos políticos locales lo atribuyen a que su partido quedó derrotado en las elecciones de 2006.
En el terreno, ubicado en 5 de mayo entre Zaragoza y Allende, propiedad de Martínez Martínez (adminstración 1997-2000), se puede ver la obra negra de lo que sería una lujosa residencia que tiene preparación hasta para jacuzzi.
“Ya lleva como cuatro años así. Empezaron a construir y luego dejaron todo parado, a veces le avanzan algo y luego lo vuelven a dejar”, comentó uno de los vecinos del sector.
La enorme construcción cuenta con espacio para tres recámaras con baño completo, sala, comedor, recibidor y hasta cochera para cuatro automóviles, así como detalles muy ajenos a una casa de interés social.
Sin embargo, los cimientos y las preparaciones eléctricas siguen esperando que su dueño regrese a continuar la obra, aunque tal parece que los grandes ingresos con los que esperaban contar para terminarla han cesado.
Cabe mencionar que justo en 2006, el dominio del Revolucionario Institucional terminó en Zuazua, luego de que el panista Roberto Montemayor Gutiérrez asumiera la alcaldía.
ENTREGA EL CARGO …A SU ESPOSA
En Bustamante, las elecciones de 1997 fueron un parteaguas para la comunidad, y es que tras años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional, por primera vez el PAN ganó esa plaza con Jorge Santos Gutiérrez como candidato… yal término de su mandato, entregó el poder a su esposa.
Norma Robles Rosales, cónyuge de Santos Gutiérrez, fue la encargada de sucederlo, quedando durante dos administraciones la alcaldía en familia.
Hoy, Norma Robles Rosales ocupa una curul en el Congreso del Estado, mientras que su esposo, Jorge Santos Gutiérrez está al frente, por segunda ocasión, de la presidencia municipal.
La legisladora admite que cuando surgió la oportunidad de ocupar la alcaldía en el año 2000, hubo comentarios negativos y cierta oposición, incluso de su parte.
“Sí hubo una resistencia, de que se ve mal, que si es correcto y bueno, por todo eso te resistes a tomar una decisión, pero la verdad fue una decisión que el pueblo tomó mediante su voto, directo, libre y democrático.
“Mucha gente tendrá sus razones de pensar que el alcalde me heredó la alcaldía, cuando no vivimos en una monarquía, pero me parece una muestra de que la sociedad estuvo contenta, muy satisfecha por los programas emprendidos por la primera administración panista de Bustamante”.
Desde la administración de su esposo Jorge Santos, el objetivo principal era demostrar que se puede gobernar sirviendo a la comunidad, y aunque el proyecto no era que ella continuara en el Ayuntamiento, los comentarios de la gente al término del mandato de su cónyuge la motivaron.
“Recibí varios comentarios de que se había visto una gran diferencia, que les gustaría que esto no se terminara; nosotros implementamos muchos programas sociales, incluso ni siquiera teníamos un hospital, era una casita habilitada como Centro de Salud, también se trabajó en apoyo al campo”, comentó la diputada.
Prueba de su buen trabajo, señala, es que ahora tiene la oportunidad de servir a su gente desde el Congreso local, lo que para ella significa que la gente no olvida lo que se hace bien.
Agua potable, drenaje y un programa con médicos especialistas en la comunidad, que incluso fue aplicado a nivel estatal, son los logros que la familia Santos Robles presume haber implementado en Bustamante durante sus respectivas administraciones, hechos que -aseguran- son valorados por sus habitantes, quienes aún siguen conservándolos al frente de la administración.