Son las cinco de la mañana. Hay que estar en el aeropuerto a las seis y media para iniciar el conocido ritual que realizan millones de personas que van en la búsqueda de otras caras del mundo, aunque para ello tengan que pagar un alto costo a cambio de llegar a esas fronteras.
Cuando la aventura empieza, el entusiasmo sobra y ser sometido a diferentes pruebas de paciencia, resistencia y tolerancia es algo que se convierte en un engorroso trámite inevitable que se debe cumplir para poder disfrutar el esperado viaje.
El ayuno, el desvelo y el nerviosismo –para quienes odian volar- son las primeras facturas que se le presentan al errante, pues cuando se dirige a destinos lejanos, casi siempre fuera del país, debe estar mínimo dos horas antes en la central aérea.
Existen pros y contras para viajar desde esta zona norte del país de ciudades texanas como McAllen, Brownsville o San Antonio, ya que los boletos pueden salir mucho más económicos, pero también hay otros inconvenientes como los cargos extras por equipaje.
“Son 15 dólares por cada maleta”, advierte el representante de American Airlines ante el asombro de los desconcertados pasajeros en el aeropuerto internacional de McAllen, Texas, ubicado frente al Mall.
Luego de un recordatorio materno en silencio cuyo destinatario es la empleada de la agencia de viajes por omitir tan importante información, hay que continuar con la odisea y pasar por el dispositivo de seguridad.
Quitarse los zapatos y demás accesorios es requisito obligatorio para la revisión correcta y evitar que suene el detector de metales. A veces sin motivo aparente, a ciertas personas se activa dicho aparato, pero es debido a que llevan integrada una prótesis o un mecanismo artificial en el interior de su cuerpo.
Aunque esta claro que la medida es benéfica para todos los usuarios del sistema de transporte calificado como el “mas seguro”, también es cierto que es un tanto humillante el someterse a esas revisiones, sobre todo para las personas de la tercera edad, que deberían ser tratadas en forma especial.
ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO
Las experiencias en los aeropuertos son muy similares, aunque depende de que tan grandes, austeros, organizados o caóticos sean, para que los turistas, hombres de negocios, familias y viajeros en general, vivan un purgatorio o un verdadero infierno antes de llegar al cielo.
Aquí en Nuevo León, por ejemplo, el Aeropuerto Mariano Escobedo está a la altura de las necesidades de nuestra metrópoli y puntos circunvecinos; tiene buenas instalaciones y ubicación, pero hay servicios que pueden ser mejorados.
A una hora de abordar el avión en las mañanas, es común ir a desayunar al restaurante Wings, pero con la incertidumbre del tiempo en que los meseros se tardarán en el servicio, porque a pesar de que saben de que los clientes tienen los minutos contados, es muy raro que atiendan rápido y con frecuencia retrasan sus entregas de comida, además de hacerlos esperar al final con la cuenta o la factura.
Si por el contrario el servicio fue eficiente y el desayuno preparado a tiempo, el pasajero podrá aguantar muy bien sin comer durante el vuelo, pues actualmente son pocas las aerolíneas que incluyen los alimentos en el precio de los boletos.
Existen, por otra parte, imprevistos que hay que considerar cuando se planea un viaje corto o largo, que finalmente tienen que ver con la estancia en los aeropuertos.
Si el vuelo se retrasa, las personas se pueden quedar dormidas en los asientos; si llevan bolsas de mano o maletines pequeños pueden olvidar alguno en el momento que tengan que abordar su avión, y es que mientras esperan el fastidio puede contribuir a un bloqueo mental que incluso puede hacer que se pierdan cosas tan importantes como los mismos pasaportes.
Por ello es recomendable llevar consigo una cartera llamada cangurera – porque va sujeta a la cintura- con estos documentos, además de las tarjetas de crédito o de débito, en vez de usar la billetera.
Hay quienes están tan acostumbrados a viajar, que saben muy bien sortear las faenas que se viven en estos sitios de tránsito, llenos de desconocidos cual autómatas que caminan, o corren, en todas direcciones, en contraste con aquellos que no saben qué hacer con tantas horas inútiles.
En el peor de los casos se pierde una conexión importante, se arruina el inicio de una luna de miel, se pasa la noche en un hotel de paso cuando ya se tenía reservada una en una habitación de lujo en París o en alguna playa de ensueño, pero algunas veces cosas buenas resultan de esas “atoradas” en el aeropuerto.
Se pueden iniciar grandes amistades conversando con el compañero de sala, conocer historias increíbles de aventureros, ver de cerca alguna celebridad, encontrarse una pertenencia olvidada de alguien distraído o terminar de leer de una vez por todas ese libro que tenia un doblez siempre en la misma página.
También siempre habrá uno que otro excéntrico que quiera gastar su dinero en las tiendas de las terminales aéreas más importantes del mundo. Recientemente un pasajero chino pagó la suma de 46 mil 423 euros –unos 62 mil 190 dólares – al comprar varios vinos franceses en un establecimiento del aeropuerto parisino Charles de Gaulle.
SE BUSCA MALETA
Una típica anécdota de viaje es que la o las maletas se perdieron. Eso puede marcar la diferencia de un buon voyage a un literal “mal viaje” , pues generalmente les ocurre a los viajeros primerizos y luego se quedan con un nada grato recuerdo de sus vacaciones.
No hay una razón justificable para que eso ocurra, pero dada la sobrepoblación de pasajeros en determinados aeropuertos, puede hacer que haya empalmes en la distribución de los carros encargados de trasladar el equipaje.
Otra situación bastante común es la de tomar la maleta equivocada, pues suele suceder que en un mismo vuelo se encuentren varias con el mismo color, tamaño, diseño y marca. Por eso es conveniente etiquetarlas con un parche o con una inicial bordada en una de las esquinas.
La maleta es lo de menos, pero también hay casos de extravío de infantes, aunque por fortuna los grandes aeropuertos cuentan con personal de seguridad entrenado para estos infortunios y casi siempre no pasa del susto de los padres del menor.
Entre tantos cambios de temperatura o alimentación, las enfermedades se presentan y los más afectados por lo general son adultos mayores o bebés, los cuales también pueden ser auxiliados en estas estaciones.
Dos importantes aeropuertos europeos, Charles de Gaulle en París y Shiphol en Amsterdam, cuentan con un centro médico y farmacias, pero un valor agregado es de la capital holandesa que incluye hasta regaderas que se rentan con jabón, shampoo y toallas.
PRIMERO POR TEXAS
Los aeropuertos internacionales más utilizados por los pasajeros neoleoneses es el de Dallas-Fort Worth y Houston, cuyas ciudades se consideran las más importantes del estado de Texas y que son los de mayor demanda para hacer las conexiones de los países de América Latina al continente Europeo.
El aeropuerto de Dallas- Fort Worth cuenta con casi mil 900 vuelos anuales, moviendo más de 60 millones de pasajeros y ha sido considerado como el “más alto en satisfacción del cliente en cuanto a aeropuertos grandes” en América del Norte por la empresa J.D Power and Associates, según datos del portal Multipress.
Mientras El George Bush de Houston, pasó a ser el octavo más grande de la nación y el séptimo de vuelos internacionales de acuerdo a la información de la página oficial del gobierno municipal de Houston.
Pero unos más grandes, más modernos y más funcionales que otros, la realidad es que los aeropuertos son lo más cercano a un purgatorio: una población llena de ánimas que deambulan por ahí esperando subir por la escalera al cielo.