
El 11 de abril del 2018 seis personas inocentes son confundidas y ultimadas por presuntos policías estatales a ráfagas de metralleta cuando salían de la fábrica donde laboraban algunos de ellos hasta el tiro de gracia recibieron. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ya tomó cartas en el asunto, mientras que la Procuraduría General de la República (PGR) brilla por su ausencia.
Los lamentos se escuchan hasta afuera de la ceremonia mortuoria que se preparó apresurada para velar los cuerpos de una familia acribillada en la fronteriza ciudad de Reynosa, Tamaulipas, durante un presunto enfrentamiento entre autoridades y civiles armados.
Apesadumbrado, un colectivo de estudiantes universitarios –enfundados en su uniforme– busca acomodo en las salas de Inhumaciones Español, una funeraria situada sobre la calle Praxedis Balboa, hasta donde acudió para despedir a Sergio, su compañero de 4o. semestre en la carrera de Químico Farmacobiólogo, quien es uno de los fallecidos.
Ahí también se observa a un hombre que desconsoladamente llora a su madre, a su hermana y a su hijo muerto:
Sergio Roque perdió a sus tres seres queridos ese miércoles 11 de abril en la colonia Petrolera en un tiroteo que arrojó como saldo seis personas fallecidas y una herida de gravedad (con una bala en el rostro), las cuales enseguida trascendió que eran inocentes.
El dolor, la rabia e impotencia se mantiene en el ambiente, se contagia, lloran…
Los ataúdes de Teresa Sánchez Presa, Maribel Roque Sánchez y Sergio Guadalupe Roque Martínez (la madre, la hermana y el primogénito del señor Sergio Roque), apenas caben en una de las capillas que fueron preparadas para que los velaran.
Esas fueron las horas posteriores a una tragedia que primero fue publicada por los medios locales de ahí, de Reynosa y luego tuvo eco a nivel nacional.
Una carpeta de investigación fue abierta de oficio para que pudieran entregarles los cuerpos a los deudos, aunque la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) no ha tomado cartas en el asunto y la Procuraduría General de la República (PGR) aún no ha atraído el caso y ni tampoco se ha informado de personas detenidas en relación a esta masacre.
LOS HECHOS
Aquella fatídica tarde de miércoles Sergio (hijo) acababa de salir de la escuela y estaba esperando el transporte público cuando su tía Maribel, acompañada de su abuela, Teresa, acordaron darle un aventón a su casa.
Pasaron por el joven en una camioneta Ford Expedition y de regreso, cuando circulaban por la calle Pánuco, fueron atacados por las autoridades. Inicialmente se había dicho que quedaron atrapados en el fuego cruzado de una persecución contra delincuentes, pero después testigos desmintieron esta versión.
Sergio (padre) se inquietó porque no llegaban sus seres queridos; les llamó por teléfono, pero tampoco respondían y momentos después en las redes sociales comenzó a circular la desafortunada noticia.
En el lugar también fallecieron otras tres personas, identificadas como Pablo Alfredo Márquez Montalvo (propietario de un taller de torno y miembro de una iglesia evangélica); su amigo José Alfredo Vargas Dueñas (que se dedicaba a la comercialización y reparación de máquinas de soladura) e Israel Rodolfo Alcaraz González (obrero de maquiladora).
Para su desgracia Pablo Alfredo y José Alfredo estaban afuera del negocio, lo habían visto todo, les dispararon y luego fueron ultimados presuntamente con el “tiro de gracia” por elementos de la Policía Estatal, de acuerdo con los testimonios de los vecinos, quienes por temor a represalias prefirieron omitir su nombre.
‘NO NOS DISPAREN’
“Nosotros somos de aquí, no nos disparen” fueron los últimos gritos de las familias masacradas el miércoles en la colonia Petrolera de Reynosa, pero de nada les valió a cambio recibieron ráfagas de R-15 de parte de elementos de la PolicíaEstatal y los que lograron sobrevivir fueron
ultimados con el tiro de gracia.
“Las seis víctimas acababan de salir de la empresa donde se elaboran todo tipo de tuberías, habían cerrado el portón y no tuvieron chance de regresar porque los elementos de la Policía Estatal les impidieron que se movieran”, esa es la versión de los vecinos de la colonia Petrolera quienes atestiguaron desde una de las ventanas la múltiple ejecución.
“Nosotros somos de aquí, aquí trabajamos y efectivamente ahí trabajaban, y varios policías los rodearon y a gritos les exigieron que pusieran sus manos en la nuca, de cualquier manera los rafagearon y varios quedaron tendidos en el piso, pero vivos y un policía se les acercó y les dio el tiro de gracia”, narró con rabia una de las vecinas que pidió el anonimato.
Asimismo señaló que no hubo fuego cruzado, no hubo intercambio de metralla, solamente había policías vestidos de negro y patrullas en la esquina de la calle Pánuco.
“Las seis personas ni siquiera abandonaron el estacionamiento fueron ejecutados frente a la puerta que recién habían cerrado y prueba de ello son los impactos de bala que están a ras del piso y otros más están en la puerta de la cochera”, especificó la señora mientras se agarraba el crucifijo que colgaba de su cuello.
Otro de los testigos presenciales, un vecino de 44 años edad sentenció que tras el fusilamiento de la familia, los policías pidieron refuerzos y de inmediato se lleno de más policías y elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional hicieron su arribo sólo para acordonar el área.
“Los policías comenzaron a brincarse bardas y entraban y salían de los patios de las casas en busca de presuntos delincuentes, pero en esa zona solamente había uniformados y la familia que fue masacrada cobardemente.
“Le digo que fueron ejecutados todos tenían la cabeza reventada y los cuerpos fueron levantados como si fueran los de unos delincuentes, es más no los levantaron, los arrastraron como bultos de tierra y ahí quedaron las manchas de sangre en el piso”, sentenció otro de los testigos de esta masacre.
Aclaró que todos los vecinos se encerraron en sus domicilios por temor a ser vistos por los policías estatales que andaban desatados queriendo encontrar culpables, pero nadie abrió sus puertas.
“Fueron momentos de terror e incertidumbre porque nadie sabía qué era lo que estaba pasando, sólo veíamos el movimiento de patrullas, pero nunca vimos o escuchamos el mentado fuego cruzado o la presencia de civiles armados”, finalizó el testigo que presenció todo a través de una rendija de su ventana.
Del mismo modo denunciaron que los elementos de seguridad sin tener una orden emitida por un juez allanaron las propiedades que quedaron de frente al tiroteo y arrancaron las cámaras del circuito cerrado y decomisaron los equipos de almacenaje.
“Se llevaron todas las evidencias, también arrancaron las cámaras de seguridad de la empresa Pymsa, y lo mismo hicieron en domicilios particulares donde tenían cámaras de vigilancia, todos los vecinos tenemos miedo”, acotaron.
LUTO GENERALIZADO
Al día siguiente, en la funeraria Gayosso, situada sobre el bulevar Hidalgo, estaban velando a los señores Pablo Alfredo y José Alfredo. Paradójicamente ambos coincidieron en el nombre, en el día y en el mismo lugar de su muerte.
Una gran cantidad de personas, entre familiares y amigos dijeron que las víctimas eran personas muy serias. Inocentes que no tenían nada que ver con las cuestiones criminales.
Lizette Márquez mencionó que su hermano Pablo Alfredo era muy trabajador, quien llegó de Ocampo, Tamaulipas, siendo una persona muy joven y con esfuerzo propio logró poner un taller de donde le daba estudios a sus dos hijas de primaria y su hijo en secundaria.
Comentó que era miembro de una iglesia evangélica y ahora mismo toda su familia y la comunidad religiosa a la que él pertenecía están de luto.
“Mi hermano no se metía con nadie, era una persona tranquila, no entiendo por qué lo mataron, tenía su negocio propio, un taller de maquinados.
“La mayoría de los que estamos aquí son familiares. Muchos llegaron de fuera a ver a Pablo Alfredo. Él era una persona noble, honesto, trabajador, siempre pensando en los demás, en ser de bendición para las personas.
“Venimos a despedir a mi hermano, a estar con él en sus últimos momentos como familia juntos”, comentó.
Por su parte, uno de los hermanos de José Alfredo, otra de las personas muertas en este ataque, se expresó al respecto:
“No tenía problemas con nadie, que se dedicaba a su familia, a su esposa e hijos; sus papás y nosotros los hermanos.
“Nos puede y nos puede mucho, porque no se vale que a él le haya pasado eso. Quedamos cuatro hermanos, tres hombres y una mujer; con él éramos cinco. Sus hijas están en bachillerato”, dijo Dionisio Vargas para luego quebrarse en llanto.
La madre de José Alfredo tuvo que ser asistida por sus familiares durante el velorio y posterior sepelio en el cementerio de Valle de la Paz, debido a la fuerte carga emocional, en una tragedia que ha dejado muchas heridas, por la manera en la que se suscitó.
Uno de las empleados que se encargaron de embalsamar los cuerpos dijo que contaron hasta 18 impactos de bala en uno de los cadáveres.
Y en la refriega también resultó gravemente herido Ángel Peña Calderón, quien con dos impactos (uno en el vientre y otro en el rostro) se debatía entre la vida, para luego ser trasladado a una unidad hospitalaria en el extranjero.
Mientras tanto, el señor Roque (padre) afirmó que no puede expresar con palabras el dolor por el que está atravesando él y toda la familia.
“Esto es algo inesperado y así son esas cosas. Lamentablemente es mi madre, mi hermana y mi hijo mayor los que perdieron la vida. Estoy desecho. Tenemos que seguir adelante. “Han venido los amigos de mi hijo y como también él tocaba en un mariachi vinieron sus compañeros del grupo y de la orquesta del Parque Cultural Reynosa como muestra de cariño”, manifestó.
REYNOSA ZONA DE GUERRA
A pesar de que la ciudad prácticamente se encuentra militarizada, no disminuyen los hechos violentos. En un lapso de dos semanas son alrededor de 10 las personas inocentes fallecidas, ninguna de las cuales estaban armadas:
Gente común, empleados, amas de casa, ancianos y estudiantes los que perdieron la vida por la implacable ola de violencia.
Tal es el caso del señor Rafael Montoya Rosales, un electricista asesinado el 30 de marzo muy cerca de la peregrinación del Viernes Santo, quien también fue atacado por autoridades policiacas sin que pudiera identificarse.
De hecho, desde el año 2006, cuando se exponenció la ola de violencia en Reynosa son decenas de miles las personas que han muerto y a partir de entonces esa ciudad de Tamaulipas no ha podido pacificarse. Las estadísticas son abrumadoras.
Aunque los crímenes ya se venían suscitando años anteriores contra ex integrantes de la desaparecida Policía Judicial Federal y capos del narcotráfico, lo que se conoce como el inicio de la época más violenta para esa zona fronteriza tuvo como punto de partida el asesinato del cantante sonorense Valentín Elizalde el 25 de noviembre de 2006.
De acuerdo con reportes de prensa, dos años después, en 2018, irónicamente ahí afuera de la funeraria en la calle Praxedis Balboa, donde el señor Sergio Roque velaba a su familia, mataron a dos policías federales.
Los deudos lamentan que ya es más de una década de muertos, persecuciones y balaceras que se siguen sumando a la cuenta…
Reynosa es un municipio que llegó a tener cerca de un millón de habitantes, pero a la postre se convirtió en uno de los más violentos, lo que impulsó un éxodo de personas a otras regiones del país y el extranjero.
Algunos indicadores señalaban que tan sólo en el Infonavit había más de tres mil casas que fueron abandonadas con los desplazamientos.
Todo ello a causa de la violencia e inseguridad por la interminable guerra que sostienen autoridades con grupos armados que se disputan este territorio.
No obstante, los familiares de las personas fallecidas el 11 de abril siguen sin comprender por qué les dispararon a Maribel, Teresa, Sergio Guadalupe, José Alfredo, Israel Rodolfo y a
Pablo Alfredo si no estaban armados.
En redes sociales la comunidad mostró su indignación y pidieron al gobierno de Tamaulipas que detenga la ola de crímenes contra civiles inocentes, porque a sus familias ahora les “#Faltan seis”…
¡LLEGA LA CNDH!
Sergio Roque, uno de los deudos del tiroteo que el pasado 11 de abril le quitó la vida a seis personas inocentes, declaró que tuvo una reunión con representantes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en el mismo lugar donde murieron su madre, Teresa Sánchez Presa; su hermana, Maribel Roque Sánchez, y su hijo, Sergio Guadalupe Roque Martínez.
“Más que nada buscamos que haya justicia, porque esto no debe quedarse así. Necesitamos que la sociedad nos ayude, no por mí, sino porque todos aquí tienen familia y la gente del pueblo sabe que en cualquier momento puede verse en una situación así”, mencionó.
El señor Roque, quien está muy conmocionado por esta tragedia, afirmó que la CNDH “ya está tomando cartas en el asunto” y estudia interponer diversos recursos legales, con el propósito de que no mueran más personas inocentes.
Pese a que la CNDH ya tomó cartas en el asunto se les hace extraño que la Procuraduría General de la República (PGR) no haya atraído el caso como sucede en otros hechos violentos donde intervienen las fuerzas estatales o federales como partícipes en la muerte de personas inocentes.