SAN MIGUEL CANOA.- “Que no satanicen al pueblo”, esa, y no otra, es la petición de quienes, a 40 años de que cinco universitarios fueran linchados por la comunidad al ser confundidos con comunistas, recuerdan con tristeza los hechos que marcaron quizá para siempre a este lugar.
Y una de ellas es Ocotlán Bautista Monarca, hija del hombre que hace exactamente cuatro décadas intentó defender a los jóvenes de ser linchados, pero cuyo nombre no quiere mencionar.
“No queremos que satanicen a nuestro pueblo, hay lugares donde han hecho cosas peores”, exclama.
La mujer, que hoy cuenta con 53 años, recuerda que el día de la tragedia ella salió a la tienda a comprar unas cosas y ahí vio a los jóvenes.
“Regresé a mi casa y les dije a mis papás que ahí había unos excursionistas, también iban con ellos dos muchachas”.
Un poco reacia a hablar al principio, mientras atiende su puesto de pollo relata que cuando se armó el conflicto y el pueblo comenzó a ser llamado a las afueras de la iglesia de San Miguel Bautista, su padre intentó defender a los universitarios diciéndoles a sus vecinos que no eran comunistas, que eran excursionistas.
Sin embargo, agrega que algunas personas creyeron que el señor era cómplice de los muchachos, aunque lo único que intentaban era pasar la noche para, a primera hora, comenzar el ascenso a La Malinche… lo que nunca ocurriría.
En medio de la trifulca, los agresores de los fuereños comenzaron a jalonear al padre de Ocotlán Bautista, a quien también pretendían linchar, pero sus hermanos impidieron que se lo llevaran.
NOCHE TRAGICA
Todo este conflicto se suscitó la noche del 14 de septiembre de 1968, cuando cinco trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) llegaron hasta San Miguel Canoa para escalar La Malinche; sin embargo, el anochecer cayó y no pudieron seguir, por lo que buscaron albergue.
Ellos fueron acogidos por Lucas García, a quien la turba enardecida mató junto con Julián González, Roberto Rojano, Jesús Carrillo y Ramón Gutiérrez, mientras que un joven más, Miguel Flores Cruz, logró sobrevivir.
Ahora, Ocotlán Bautista insiste en que es tiempo “de que se limpie la mala imagen que nos han hecho, porque es injusta y porque sólo nos ha traído problemas”.
Aún más, advierte que en San Miguel Canoa “ya estamos hartos de que cada mes de septiembre nos pasen y nos pasen la película de lo que dicen que sucedió, porque no es cierto como dicen que fueron las cosas”.
Y es que, de acuerdo con su versión, el día de los hechos el sacerdote Enrique Meza Pérez “dicen que ni estaba en el pueblo, porque estaba enfermo”, de ahí que no pudo ser él quien azuzara a los vecinos para linchar a los universitarios.
“La película de Canoa ni siquiera se hizo aquí, dicen que la hicieron en Santa Rita, pero ni siquiera vinieron a ver lo que había pasado.
“Al otro día todo era tristeza, nadie salió, todo era desolación”, mi papá nunca quiso volver a hablar de eso, se dice que la gente que estaba enardecida ya llevaba horas tomando, y le echaron la culpa al padrecito”, agrega.
Y en un intento por limpiar la imagen del sacerdote, recuerda que él hizo mucho por el desarrollo de la población, para lo cual contaba con el apoyo de un amigo español de nombre Pepe Soto, “quienes nos trajeron agua y luz, y él dejó gran parte de su vida aquí”.
A la demanda de Ocotlán Bautista para que se cambie la imagen que se tiene de Canoa, se suma Gonzalo Pérez Zepeda, secretario general de la presidencia (municipal) auxiliar de este lugar.
Aunque es muy joven, lamenta que tras la tragedia de hace 40 años, Canoa quedara sumida en el abandono y la marginación.
Agencia El Universal.