Los resultados de la pasada elección, divulgados por el Instituto Electoral de Coahuila, no convencen a nadie, y en la entidad se está desarrollando un movimiento ciudadano encaminado a defender lo que muchos consideran es el triunfo del panista Guillermo Anaya en las urnas. Hoy, la nulidad del pasado proceso electoral es una posibilidad.
Los comicios del 4 de junio en Coahuila ya eran catalogados como históricos, incluso previo a las campañas electorales. Las razones: por primera vez la lista nominal superaba los 2 millones de votantes, por primera vez los coahuilenses en el extranjero podrían emitir su sufragio, y por primera vez el PRI podría perder la gubernatura.
En conjunto, las elecciones del estado norteño serían de las más llamativas de la jornada electoral, pero pocos imaginaron que luego de los comicios sería la única que acapararía la atención del país.
Y es que a diferencia de la “joya de la corona” -el Edomex-, en donde el triunfo también dudoso del PRI provocó rabia e intentos de impugnación por parte de Morena, en Coahuila la indignación convocó a los actores políticos de todos los partidos de la entidad, que en unión, tres días después de la jornada, solicitaron la nulidad de los comicios.
Nunca en la historia de la entidad se había propuesto un recuento de votos y mucho menos nuevos comicios por sospecha de fraude electoral.
Y es que los años en el que el tricolor prácticamente aplastaba a sus adversarios a la gubernatura terminó.
El PAN, de la mano de Guillermo Anaya y ahora apoyado por un bloque de oposición, podría terminar con 84 años de gobiernos priistas en el tercer estado más extenso del país.
Hasta el cierre de esta edición, las posibilidades de nulidad eran una moneda al aire, ya que mientras el PAN anunció que había pruebas suficientes para que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) anulara los comicios, la presidenta del Consejo General del Instituto Electoral de Coahuila (IEC), Gabriela de León, señaló que el recuento de votos se llevó con precisión y que no había causales para exigir nuevas elecciones.
El “fraude en Coahuila”, como muchos lo han llamado en redes sociales, es una historia que apenas comienza a escribirse, y cuyo desenlace podría mantener la tranquilidad de la sociedad o provocar la rabia y el coraje de los ciudadanos, como ya se ha mostrado en días anteriores.
La única certeza es que los comicios del pasado 4 de junio despertaron a una sociedad que había permanecido inerte por décadas.
INICIA LA REBELIÓN
Es la 01:30 de la mañana del lunes 5 de junio. Luego de la jornada electoral, el Instituto Electoral de Coahuila (IEC) anuncia los resultados de su conteo rápido, que por primera vez en la historia del estado dan ventaja al partido de oposición: el PAN.
Guillermo Anaya, abanderado albiazul de la Alianza Ciudadana por Coahuila, aparece como el favorito para llevarse la gubernatura, aunque en una reñida batalla contra el priista Miguel Ángel Riquelme.
Las cifras del conteo rápido coinciden con los números que hasta ese momento arroja el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), y los coahuilenses se van a dormir pensando que después de más de 80 años el tricolor finalmente saldrá del Palacio Rosa.
Pero al despertar, la realidad ya tiene otro color: el PREP le da una ventaja de 1.5 puntos al priista, y con apenas el 71.9 por ciento de las actas computadas, el órgano electoral cierra el conteo, desatando así la ira de una ciudadanía que había permanecido pasiva por décadas.
Y es que, por primera vez en casi un siglo, la lucha por la gubernatura de Coahuila estuvo en los comicios constitucionales y no en la elección interna del PRI, partido que mantenía la hegemonía y que podía presumir de “carros completos” en la entidad.
Por primera vez, la oposición tiene la oportunidad real de arrebatarle al tricolor el único estado del norte del país que no conoce la alternancia, y tal parece que el bloque opositor y parte de la ciudadanía no permitirán que el PRI se quede seis años más en el Palacio de Gobierno.
DESPIERTA LA FURIA
Coahuila es la séptima economía de Mexico, la cuarta con menor marginación y su capital Saltillo está catalogada como la segunda mejor ciudad para vivir en 2017. La entidad es además sede de importantes clústers automotrices (GM), una de las más grandes refinerías de plata de América Latina (Peñoles), de la mayor siderúrgica del país (AHMSA), del 95 por ciento de las reservas de carbón de México y de algunos de los grupos industriales más importantes de la nación.
Pareciera que los coahuilenses tienen motivos suficientes para estar tranquilos, pero no.
Tras la jornada electoral la ciudadanía mostró un rostro nunca antes exhibido, el de la movilización pacífica, pero enérgica, que exige un recuento de votos ante un aparente “fraude electoral” a favor del PRI.
Y es que los habitantes de la vecina entidad tienen razones para buscar un cambio de color en el Poder Ejecutivo, ya que el estado también ostenta un título más: el de mayor endeudamiento del país como herencia de los últimos gobiernos priistas-moreiristas, cuyas administraciones han sido salpicadas por actos de corrupción, tráfico de influencias y nepotismo.
La aparente inconformidad motivó a que cerca del 60 por ciento del padrón electoral saliera a votar el 4 de junio, a pesar del calor que se dejó sentir durante la jornada.
Desde el inicio de las campañas, el PAN y otros partidos pidieron la intervención del Instituto Nacional Electoral (INE) al argumentar que el IEC estaba al servicio del actual gobierno tricolor, pero el órgano federal ignoró la petición.
Para muestra, un botón: a diferencia de lo ocurrido en Edomex, Nayarit y Veracruz, en donde el PREP cerró cómputos con más del 97 por ciento de las actas contabilizadas, en Coahuila la cifra no superaba ni el 72 por ciento cuando se clausuró.
“Pido la intervención del Instituto Nacional Electoral (INE) en Coahuila porque no tenemos confianza en los consejeros estatales electorales. Y hoy, que tenemos la gran oportunidad de cambiar por primera vez en la historia, no nos vamos a quedar con los brazos cruzados. Por eso estamos pidiendo la intervención del INE.
“El Instituto Electoral de Coahuila (IEC) está totalmente cooptado por parte del gobierno de Rubén Moreira. Han estado en las campañas y en el PRI, apoyándolos abiertamente”, expresó Guillermo Anaya dos semanas antes de la jornada electoral.
La queja de Anaya fue secundada horas después del cierre de casillas por sus exadversarios a la gubernatura como señal de inconformidad por el “error” de conteo en el PREP.
El primer aspirante en reconocer su derrota y sumarse a la aparente victoria del candidato panista fue Armando Guadiana, de Morena. Horas más tarde se le sumaron los independientes Javier Guerrero y Lucho Salinas, para finalizar con el petista José Ángel Pérez. Fue así como nació el Frente Ciudadano por la Dignidad de Coahuila.
“Esto va más allá de partidos. No vamos a permitir que en la tierra de Madero y en la tierra de Carranza los Moreira sigan robando”, sentenció el candidato de Morena.
La rebelión política convocó a la ciudadanía inconforme a la denominada Marcha por la Dignidad de Coahuila la tarde del 6 de junio, con la que se buscaba presionar a las autoridades electorales para realizar el conteo distrital con total transparencia.
La cita fue pactada a las 6:30 de la tarde, frente al emblemático edificio del Ateneo Fuentes, justo en el cruce de dos importantes avenidas saltillenses (Venustiano Carranza y Avenida Universidad).
Desde temprana hora, y sin importar las altas temperaturas, las calles comenzaron a pintarse de blanco y azul por los miles de participantes que vestían de dichos colores.
El apoyo primordial llegó de los panistas, tanto civiles como políticos, quienes olvidaron por un momento sus diferencias para luchar por el recuento de votos.
Y es que la elección de Coahuila logró incluso sanar de manera momentánea las fracturas del PAN nacional, al unir a los tres aspirantes por la candidatura de su partido a la presidencia de la república: Ricardo Anaya, Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle.
Senadores, diputados federales y locales, alcaldes en turno y electos, todos sumaron su presencia a la marea justiciera que no sólo fue blanquiazul.
La lucha por la democracia en Coahuila cruzó las fronteras de los partidos políticos y aglomeró a ciudadanos por igual, de todas las edades, clases sociales e ideologías políticas.
“No soy panista, soy ciudadano. No al fraude en Coahuila y Edomex”, se podía leer en uno de los cientos de carteles que desfilaron por la avenida Venustiano Carranza la tarde del 6 de junio.
Las muestras de apoyo al movimiento llegaron incluso de los personajes menos esperados, como del líder nacional de Morena, Andrés Manuel López Obrador, quien ofreció su total respaldo a la lucha por la defensa del voto en Coahuila.
“No somos como los partidos del régimen. No somos como los dirigentes del PAN que se quedan callados. Nuestra mano abierta, franca, a los que luchan legítimamente por la democracia en México. Si hace falta, sin pedir nada a cambio, que nosotros demandemos que se respeten los triunfos que legítimamente el pueblo otorgó a las autoridades, lo vamos a hacer, como siempre lo hemos hecho. Si hay fraude, ahí estaremos, apoyando. La democracia es de interés general, supremo”, dijo AMLO el 6 de junio.
La esperanza de poder cambiar los resultados se reflejaba en el rostro de cada uno de los 60 mil asistentes, de acuerdo con las cifras oficiales de los organizadores, pero su mirada también exhibía hartazgo e indignación.
“Fuera el PRI”, “fuera Moreira”, “no somos uno, no somos diez, pinche instituto cuéntanos bien” y “no al fraude electoral”, eran algunas de las consignas que retumbaban por las vialidades de Saltillo, y que se replicaron en varias ciudades de la entidad.
Los curiosos se unieron a la marea social desde sus casas, negocios o autos. El sonido del claxon de los autos de los conductores en las calles aledañas amenizaba los gritos clamando justicia electoral de los inconformes.
Fueron cerca de cuatro kilómetros los que peregrinó el candidato Guillermo Anaya, arropado por el bloque opositor, familia, amigos y ciudadanía.
En diversas ocasiones las letras del himno nacional se entonaron como simbolismo de defensa.
La marcha arrancó en el bulevar Venustiano Carranza, prosiguió por la calle Allende y terminó en la Plaza de Armas, frente al Palacio de Gobierno, que fue insuficiente para los miles de coahuilenses que se dieron cita.
Durante el trayecto, las dos caras de la moneda se lograron apreciar. Y es que mientras la “Marcha por la Dignidad” avanzaba, en el cruce de Venustiano Carranza y Coss, miles de priistas también celebraban “la victoria” de su candidato Miguel Riquelme.
Sin embargo, los manifestantes no tuvieron tiempo de reclamar, de manera civilizada la procesión continuó hasta la Plaza de Armas, en donde un templete ya esperaba al candidato panista para que ofreciera un mensaje a sus simpatizantes.
Previo a él, sus ahora colaboradores del Frente, Lucho Salinas, Javier Guerrero, José Ángel Pérez y Armando Guadiana remarcaron su apoyo a la defensa del voto de Coahuila.
“Hoy Coahuila es otro, hoy Coahuila pelea por su dignidad. A partir del domingo 4 de junio Coahuila liberó, Coahuila despertó, Coahuila es otro, nuestras familias, nuestros hijos. Todo esto es por ellos, para pelear por la dignidad del pueblo y de nuestras familias es que nuestras diferencias que tuvimos durante la campaña, tanto Armando Guadiana, Javier Guerrero, José Ángel Pérez, Lucho Salinas y Memo Anaya, las hemos dejado a un lado para pelear por la dignidad de Coahuila”, aseveró el candidato al iniciar su discurso ante la multitud.
Al hablar ante los asistentes, Anaya destacó que la elección estuvo “plagada de irregularidades” y que el IEC estaba al servicio del gobierno del Estado, actualmente dominado por el PRI.
“Por eso y a pesar de la violencia que ejercieron contra funcionarios, contra los representantes de casilla, de José Ángel, de Javier, de Lucho, de Armando y de la coalición, a pesar de ellos, la gente valiente recuperó las actas que son el testimonio de que hoy ganamos la elección”, refrendó el albiazul.
Tras cerca de 14 minutos de hablar frente a los inconformes, el himno nacional fue nuevamente entonado y la primera Marcha por la Dignidad de Coahuila se difuminó, pero dejando huellas del despertar ciudadano que hoy vive Coahuila.’’