Las opciones de hoteles para mascotas son variadas; sin embargo, una ubicada en el centro de la ciudad sobresale no solamente por el servicio que ofrece y sus precios bajos, sino por lo peculiar de las historias de algunos de sus inquilinos.
Balto es un golden retriever de cuatro años y desde hace poco más de dos meses es un inquilino permanente de Rolitox, un “perrhotel” ubicado en el primer cuadro de Monterrey.
Juguetón y amigable, Balto sin quererlo parece ser el protagonista de la canción del 2010 que hiciera popular el dueto Jesse y Joy, “¿Y con quién se queda el perro?”, que demuestra que la ficción y la realidad tienen un punto de encuentro.
De los cuatro meses que tiene operando esta estancia para mascotas caninas, Balto ha estado más de la mitad del tiempo hospedado aquí, en la esquina surponiente de la calle Jerónimo Treviño 1692, en su cruce con J.G. Leal.
Los propietarios de Balto le han brindado a Rolitox la confianza de quedarse con su mascota este tiempo, mientras sus diferencias personales encuentran el balance necesario para llegar a un acuerdo.
Al igual que la canción pop compuesta e interpretada por los hermanos Jesse Eduardo y Joy Huerta Ueckey Tirzah, la preocupación compartida de dónde dejar a la mascota parece encontrar respuesta en este “perrhotel”.
Surgido del amor por los perros, David Alejandro Ramírez, psicólogo infantil de profesión, se aventuró a abrir esta estancia para mascotas.
“Por el amor por los perritos queríamos un lugar donde pudiéramos trabajar con ellos, ya que para quienes tenemos mascotas, encontrar un lugar dónde dejarlas bajo buenos cuidados es muy difícil hallarlo, y sobre todo con precios accesibles”, asegura.
Explica que por necesidad de trabajo o por vacaciones, algunas personas deben de recurrir a lugares especializados donde atiendan a sus perros.
Agrega que toda su vida ha tenido mascotas y esa experiencia -a la que se le agrega el amor por el cuidado de los canes-, le permiten brindar la seguridad de que las mascotas estarán en buenas manos.
El “perrhotel” tiene capacidad para 15 perros de diversos tamaños, pero en caso de una mayor demanda del servicio, se cuenta con la capacidad para instalar y operar más jaulas o estancias.
“No sabemos de dónde venga cada perrito, pero tratamos de que ellos estén a gusto, y con el permiso del dueño podemos dejar que jueguen juntos, los paseamos y todo el tiempo estamos con ellos mimándolos”, cita.
La propiedad donde se ubica Rolitox antes era ocupada por otro tipo de negocios, y con los cambios hechos al interior, donde se incluye la habilitación del techo como terraza y lugar de esparcimiento, permitió ofrecer mejores servicios para las mascotas.
En ciertos horarios, cuando el sol no es muy intenso, suben a los canes ya sea en grupos o de manera individual para jugar, cumplir su cita con la naturaleza y disfrutar del aire fresco.
La circulación diaria de cientos de vehículos por esta zona que ya prácticamente se ha convertido en comercial, ha permitido sumar nuevos clientes a Rolitox, ya sea como estancia o bien como estética canina, así como la venta de alimentos y artículos para mascotas.
ES UN HOMENAJE
La apertura del “perrhotel” a finales de febrero pasado también significó un homenaje póstumo para Rolando, hermano mayor de David Alejandro, fallecido hace ya 20 años.
Mayor por cuatro años, Rolando o “Rola”, como sus padres y amigos le decían de cariño, falleció en 1997. En su memoria –porque él también era un apasionado de los perros-, se decidió nombrar Rolitox a esta estancia canina.
David Alejandro es además dueño de siete perros de diversas razas, cinco que él aportó a su reciente matrimonio y dos más pertenecientes a su ahora esposa.
Destaca que el “perrhotel” tuvo su prueba de fuego en la pasada Semana Santa, cuando tuvo casa llena, con 15 mascotas que atender durante el periodo vacacional, lo que le dio la confianza de que, si la demanda es mayor, se puedan habilitar más áreas para la estancia de las mascotas.
“Estamos en posibilidades de brindar atención a más perritos, pero siempre buscando que sea una cantidad que podamos manejar sin perder la atención personalizada que cada uno debe recibir”, precisa.
Los costos por noche -a diferencia de otras estancias similares- son accesibles, al estar en 150 pesos, sin distinción de raza o tamaño, proporcionándole a cada uno de los inquilinos alimento, agua, un espacio propio, además de un baño y tiempo para ejercitarse y caminar.
Si la estancia es mayor a tres o cuatro noches, los precios bajan, agregó Ramírez.
“Quienes estamos en esto lo hacemos por amor a los perros. Es una vocación que ahora convertimos en un servicio, pero que si no existiera ese interés por estas mascotas, no sería igual el trato que les damos.
“Tengo como 10 años que perro que vea en la calle, le doy agua y atención, y cuando menos he tenido unos 40 que me he llevado a casa para cuidarlos y curarlos, y después los entrego a personas que se comprometan a quererlos y protegerlos. Me duele ver cómo sufren y pues es mi vocación y deseo ayudarles, como seres vivos que son”, afirma David Alejandro Ramírez.
Y si, hay respuesta a la pregunta inicial: ya sabemos con quién se queda el perro.