Se dice que el tiempo cura las heridas, pero han pasado cuatro años desde que la señora Rosa Elvia Mercado Alonso perdió a su único hijo y su duelo sigue siendo sumamente difícil.
Jorge Antonio Mercado Alonso, su hijo, fue acribillado por el ejército junto a su amigo Javier Francisco Arredondo Verdugo, al presuntamente ser confundidos como integrantes del crimen organizado durante un enfrentamiento contra hombres armados a las afueras del Tecnológico de Monterrey, plantel donde ambos jóvenes estudiaban, el 19 de marzo de 2010.
Tras la tragedia, la vida de dos familias quedó marcada por la pérdida de los jóvenes, a quienes la señora Rosa Elvia recuerda como “dos buenos muchachos, sin vicios; excelentes estudiantes y buenos hijos, sobrinos, primos y nietos”.
Pero para poder salir adelante, la señora Mercado ha encontrado en su fe a Dios un gran apoyo.
“Yo creo que Dios va renovando los corazones de cada uno con sus promesas. Él es el que nos levanta cada mañana, nos da aliento y ánimo para salir adelante y para seguir luchando en esta situación en la que nos vemos”, señaló.
Es también gracias a esta fe que la señora Rosa Elvia logró reunir las fuerzas para continuar en su búsqueda de justicia para su hijo Jorge y Javier, y así limpiar sus nombres de las acusaciones que la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León y la Secretaría de la Defensa Nacional, hasta la fecha, los tienen señalados como “sicarios abatidos”.
“Exigimos que se limpie el nombre de los muchachos”.
La señora Mercado Alonso tiene bien establecidas sus exigencias hacia la autoridad.
“Pido que se limpie el nombre de los muchachos, que pidan disculpas las autoridades. Que así como tuvieron el valor de decir que habían caído dos sicarios, que así tengan el valor para decir que eran excelentes alumnos y que no tenían nada que ver con el crimen organizado”, mencionó tajante.
El hacer pagar a los responsables con todo el peso de la ley queda en segundo plano para Rosa Elvia, pues su amor de madre hace que enfoque sus energías a limpiar la memoria de su hijo, pero espera que se aplique justicia para que no se vuelva a repetir una situación similar.
Aunque han pasado años desde el incidente que les arrebató la vida a Jorge y Javier, fue hasta el pasado 3 de marzo que se les informó a los familiares de ambos jóvenes sobre un avance en el caso, todo gracias al trabajo ejercido por la Asamblea Estudiantil Tec.
De acuerdo con la madre de Jorge, por consejo de Amnistía Internacional, el grupo universitario se contactó con CADHAC (Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos A.C.) para encomendarles la tarea de realizar toda estrategia judicial que requiera el caso.
“Tuvimos la primer reunión el 3 de marzo con Amnistía y CADHAC y ahí nos explicaron todo; nos dijeron que si empezábamos el proceso nos íbamos a encontrar con situaciones difíciles, pero lo aceptamos porque no queríamos echar a perder el trabajo de los muchachos (de la Asamblea Estudiantil).
“Hablamos con una licenciada y nos dijo que tenían muy buenas noticias porque el caso iba avanzado, pero no nos han explicado que tipo de avances tienen”, comentó la señora Mercado.
Pese a no mantener contacto con los padres de Javier debido a la distancia (ellos viven en Todos Santos, Baja California y ella en Saltillo), Rosa Elvia asegura que siempre habla respecto a los dos porque “conocí mucho a Javier, era muy amigo de Jorge y venía con frecuencia a la casa cuando estudiaban en Saltillo”, pero recalcó que sí mantiene un poco de comunicación con los tíos de Arredondo Verdugo.
“Jorge era un hijo
de Dios”
Desde pequeño, Jorge descubrió que su vocación era la gimnasia y su más grande sueño de niño era ir a las olimpiadas para representar a México.
De acuerdo a su madre, conforme fue creciendo, el joven se fue dando cuenta de que había cosas más importantes y fue así que sus sueños se fueron ampliando; eso sí, sin quitar el dedo del renglón con la gimnasia.
“Él quería ser un gran profesionista, quería estar bien preparado y en un momento dado irse al extranjero para poder seguir estudiando, ampliar sus conocimientos, servir a México con su trabajo, con sus proyectos”, relató orgullosa.
Por ello, Jorge se interesó en estudiar Ingeniería en Mecatrónica y estaba a punto de terminar su maestría en Manufactura.
Como hijo, Rosa Elvia indicó que era excepcional, ya que siempre quería lo mejor para ella; era un devoto de la palabra de Dios e inclusive en algún momento de su vida llegó a confesarle su deseo de ser pastor.
Es por ello que tras las acusaciones que la autoridad hizo sobre su hijo, la madre aseguró que primero sintió coraje y sentimiento por las calumnias que se decían sobre Jorge.
“Él donde se paraba, predicaba la palabra de Dios, ¿cómo creen que un hijo de Dios, obediente de Su palabra, haya podido hacer algo semejante a lo que estuvo acusado? ¡No es concebible!”, sentenció.
Con una voz entrecortada y al borde del llanto, Mercado Alonso definió su relación con su Jorge como “maravillosa”, ya que más que ser madre e hijo, eran amigos, compañeros, confidentes.
Debido a que Rosa Elvia era madre soltera, tuvo que trabajar para poder sacar adelante a su hijo, pero eso no fue impedimento para poder prestarle la atención necesaria.
“Todo nos platicábamos, lo que a él le pasaba cuando iba a la escuela me decía ‘mami fíjate que esto’ y me platicaba todas las cosas que le pasaban en el día. Tal vez así nos acostumbramos porque yo le daba importancia a sus pláticas, siempre le di su tiempo.
“Le doy muchas gracias a Dios porque, sin saber y sin pensar que me iba a durar tan poquito me dio la oportunidad de darle todo el tiempo a mi hijo”, destacó.
Cuando Jorge tenía 11 años, una nueva persona llegó a su vida para cuidarlo: Joel Medina, el esposo de su madre.
Según relata la señora Rosa, al principio hubo pequeñas discrepancias entre su esposo y su hijo, debido a que cada uno tenía una mentalidad diferente, pero con el tiempo terminaron por aceptarse y establecer lazos inquebrantables como verdadero padre e hijo, pero nada comparado con la relación que llevaba con su madre.
Es gracias a este vínculo que Rosa Elvia puede imaginar cómo sería Jorge actualmente, a quien vería “ya realizado como profesionista, casado, porque él pensaba casarse a los dos o tres años de haber terminado su maestría, a lo mejor hasta con un hijito… no lo sé”, describió.
“Me hace daño ir a ese lugar porque sólo está su cuerpo”.
Para la madre de Jorge, visitar la última morada de su hijo es una experiencia sumamente dolorosa, razón por la cual duró más de dos años sin ir.
“Cuando lo dejamos ya no regresé, hasta que cumplió dos años fue cuando tomé la decisión de poner su nombre (en la lápida), porque no me atrevía a ponerle ni siquiera ahí su nombre.
“Me hace daño ir a ese lugar y más que todo porque sé que lo único que está ahí es su cuerpo, porque yo sé por las promesas de Dios que él está ante su presencia”, mencionó.
Con la voz cortada por el llanto, Rosa Elvia señaló que cuando encontró a su retoño en el Semefo, lo primero que le pasó por la mente fue “¿y ahora qué voy a hacer?”, pero su hijo ha venido a consolarla a través de sus sueños, en los que le pide que deje de llorar porque él se encuentra en un mejor lugar, donde no existe el sufrimiento, el hambre ni el dolor y reconforta a su progenitora con un fuerte abrazo.
Los restos de Jorge descansan al lado de su abuelo materno, con quien llevó una excelente relación desde pequeño.
Para los aniversarios luctuosos, la familia Mercado no acostumbra conmemorar al joven, excepto cuando acuden a los eventos organizados tanto por el Tecnológico de Monterrey como por la Asamblea Estudiantil Tec.
Se dice que el dolor de una madre que pierde a su hijo no se compara con nada en el mundo, es por ello que Rosa Elvia buscó refugio en Cristo para poder sobrellevar su duelo.
“Yo creo que sin el amor de Cristo, como dice una canción: ‘si no fuera por su gracias y por su amor yo estaría como un pájaro herido muerto en el suelo’; es el amor de Cristo el que me ha levantado siempre”.
Pero aunado a su duelo, la señora Mercado tuvo que lidiar con las autoridades, por lo que prefirió dejar la justicia en manos de Dios, y aseguró que ha sido Él quien ha movido los corazones de los jóvenes estudiantes para realizar este movimiento.
¿Qué les diría a los responsables? Rosa Elvia agrega:
“Si Dios me permite tenerlos enfrente, pues les diría que pensaran bien lo que hicieron, que le cambiaron la vida a dos familias. Yo no sé si lo han vuelto a hacer, no sé cuál ha sido su vida, pero les pediría que se arrepintieran de lo que hicieron de corazón. Yo sé que con arrepentirse no me van a devolver a mi hijo, pero al arrepentirse ante Dios, Él los puede perdonar”.