
por Marilú Oviedo
Las fuertes lluvias provocadas por el huracán Álex en Nuevo León causó molestias para los habitantes de Alianza Real, en el municipio de Escobedo, quienes se quedaron sin nada y vivieron esos días “como en un chiquero”, expresión que hizo Juan Francisco Jiménez, vecino del sector.
Decenas de familias vivían anteriormente en Las Sabinitas, en el municipio de Guadalupe, y aunque sus casas eran tejabanes y tenían goteras, había forma de remediarlo, pero ahora las corrientes de agua cruzaron por el piso de sus viviendas sin poder hacer nada para evitarlo.
Lo que piden es que sus terrenos sean reubicados, ya que están cansados de sufrir cada temporada de lluvias.
SE QUEDAN SIN NADA
Para Juan, un padre de familia de 27 años de edad, la vida no ha sido fácil y el poco patrimonio que había logrado construir fue arrebatado por las lluvias y sus pertenencias se llenaron de lodo.
“Siempre que llueve se moja la casa, pero ahora el agua nos llegó más alto, andamos como marranos, todos enlodados y sin tener una casa segura donde dormir, estuvimos en vela”, dijo mientras mostraba los muebles aún humedecidos.
En tanto su esposa Rosa Isela Almaraz y sus tres hijos de 3, 4 y 9 años de edad, se encontraban en el Gimnasio Felipe Carrillo, el cual fue adaptado como albergue a donde llegaron el lunes 4 de julio por la madrugada sólo con unas cobijas y los menores sin zapatos.
La casa de Juan -al igual que veintenas de la zona-, está construida de madera casi en su totalidad, en algunos tramos tiene pedazos de cartón, láminas y el piso es de tierra, y aunque paga 800 pesos mensuales por el terreno, señaló que no son condiciones para vivir, por lo que desea que su terreno sea reubicado.
“Fomerrey nos dijo que era un lugar seguro, por eso aceptamos vivir aquí y como no tenemos los recursos para estar en otro lugar, no nos queda de otra, pero esto ya es mucho, perdimos todo y para levantarnos, cómo le vamos a hacer. La necesidad de tener casa es la que nos obliga a vivir aquí”, comentó.
Durante cuatro días la familia Jiménez Almaraz -quienes anteriormente vivían en San Bernabé, en Monterrey-, comió galletas saladas con frijoles y agua de lluvia, ya que carecieron de todos los servicios, y no salían de las viviendas por temor a que sus pertenencias fueran robadas, ya que la rapiña es grave en el sector.
Cuando vieron que todo está inservible llegó Protección Civil municipal y tomaron la decisión de salirse e irse al refugio.
“No nos salimos desde el primer día porque hay muchos rateros, pero ya llegaron los de Protección Civil nos dijeron que nos saliéramos, nos fuimos y en ese tiempo comimos poco, galletas, frijoles, porque no podíamos salir”, detalló su esposa Rosa Isela de 29 años de edad.
El futuro es incierto, el sueldo de Juan es de 3 mil pesos mensuales, que percibe como empleado en una tienda departamental, pero con esa cantidad no alcanza a comprar ni siquiera una cama, por lo que el futuro no es alentador.
LAS MEDICINAS DE SU HIJO
SE LAS LLEVÓ EL AGUA
A todos les tocó sufrir, Anel Watson -vecina de la familia Jiménez Almaraz-, llegó al refugio sólo con dos cobijas, sin zapatos y con sus cuatro niños de la mano.
La ama de casa lamenta las pérdidas materiales, pero más la del medicamento de uno de sus hijos, quien padece de un soplomiocardio.
“Mis camitas, la mesa quedó bailando en una pata, el medicamento de mi hijo se lo llevó el agua, él padece de un soplomiocardio, y los muebles aunque eran de segunda mano, también quedaron inservibles, pero las medicinas fue difícil comprarlas, ahora esto se ve negro, no sé cómo vamos a salir”, dijo Anel, quien tiene 27 años de edad.
Al igual que la familia Jiménez Almaraz estuvo cuatro días en su domicilio en donde trato de rescatar al menos un colchón, pero lo demás se perdió.
En su casa se puede observar muñecas, zapatos llenos de lodo, ropa arruinada y maderas inservibles, mientras que los menores llegaron al albergue sin calzado.
Al frente de la casa de Anel se podían observar vecinos lavando alguna ropa con la misma agua de lluvia, para rescatar prendas, otros simplemente se sentaban en una roca y esperaban a que el día transcurriera, en la noche no tenían cobijas, ni camas para dormir, simplemente lo hacían en cualquier rincón de la vivienda donde se veía el cielo, por los huecos del techo y no tenían un abrigo que los protegiera más que la propia compañía familiar.
En tanto los que se quedaron en el albergue se les dio comida, ropa y hasta hace unas semanas continuaban en el sitio, sin saber a dónde ir.
Para la familia de Anel, el futuro no es alentador, su esposo es taxista, y la situación económica está difícil, por lo cual ella hizo un llamado a la ciudadanía.
“Que nos ayuden, mi niño está enfermito y requiere medicamento, no nos dejen morir. Queremos también que Fomerrey nos reubique o que nos arreglen las calles porque con cualquier lluvia siempre se daña la vivienda, pero ahora sí nos fue peor”, dijo la ama de casa quien tiene más de un año de vivir en la zona y anteriormente vivía en la colonia Álvaro Obregón.
Para poder mejorar la situación estas dos familias, los integrantes piensan en la opción de invadir una de las viviendas que se encuentran en una zona más alta del mismo sector, pero la solución insistieron sería en la reubicación de sus viviendas.
EN LAS SABINITAS
ESTÁBAMOS MEJOR
Unos ciudadanos regios cuentan con seguro para su vivienda, mientras que otros ni seguro social tienen. Ellos son los habitantes de Alianza Real, quienes practicamente están en la calle, durante los días del huracán Álex sintieron las corrientes de agua por abajo de sus pies, ya que atravesaba por el suelo y aunque respetó algunas paredes de madera, no así sus pertenencias.
Ante el pésimo panorama, desconcertados manifestaron que vivían mejor cuando se encontraban en Las Sabinitas en el municipio de Guadalupe.
“Antes estábamos mejor”, fue la expresión de José Roberto Meléndez Hernández, mientras caminaba descalzo con los pies llenos de lodo, para mostrar el nivel donde llegó el agua y lo que fue su patrimonio hasta el pasado 5 de julio de 2010.
Roberto, quien tiene 21 años de edad, lleva sólo cuatro meses de vivir en el sector, no obstante está arrepentido de haberse mudado ahí junto con su familia, ya que las condiciones en las que viven no son buenas, ahora se tienen que cuidar del “río” que se hace en el interior de su casa cada temporada de lluvia.
“Antes nos cuidábamos de las goteras, de perdido las podíamos tapar aunque sea con un chicle, pero ahora el agua pasa por abajo de la casa, es como si estuviéramos en medio de un río”, expresó.
Las condición económica no le ayudan para tener una mejor vivienda y aunque paga 500 pesos por mes, la familia de Roberto lo que mas desea es que su casa sea reubicada para dejar de sufrir el calvario en cada temporada de lluvia.
“No se puede vivir así, aquí nadie viene a ayudarnos, ni siquiera los de Fomerrey se detienen a ver en qué nos pueden ayudar, ellos son los que nos vendieron los terrenos, queremos que nos cambien, tengo mi niño chiquito y mi esposa -quien tiene 18 años de edad- esta esperando otro, entonces no podemos seguir aquí”, expresó el padre de familia quien es de oficio albañil y repara artículos electrónicos.
En el interior de la vivienda se pudo observar cómo unas tablas paradas sostenían un colchón que topaba en el techo, mientras que arriba del hogar estaba otro, pero ya humedecido.
Los focos de infección están latentes, otros niños del sector juegan en charcos o conviven con animales, andan descalzos y otros sólo con pantalón.
Lo que pide es la ayuda de la comunidad y del DIF municipal, ya que su esposa no tiene seguro popular y lo necesita para cuando nazca su hijo, el sueldo que Roberto obtiene de sus trabajos es mínimo.
Otra de las familias afectadas es la de Lorenza Esquivel de 51 años de edad; aunque su casa es de concreto, por un costado se hizo una sequía, lo que provocó que el agua entrara a su vivienda y terminara principalmente con las camas.
Los colchones están a punto de podrirse, y sus dos cuartos fueron carcomidos por el agua, por lo que no es seguro seguir viviendo ahí.
Ella está acompañada por su hija y la familia de la misma, pero su casa no pareciera pertenecer a un lugar que dice llamarse “Estado de Progreso”, dijo.
Anteriormente vivía en Jardines de Guadalupe, en el municipio de Guadalupe, donde rentaba, pero aseguró tenía una mejor vida.
Relativamente estas familias tiene poco tiempo de vivir en Alianza Real donde las calles no cuentan con pavimento y coincidieron en que estaban mejor en sus anteriores domicilios, aunque muchos eran terrenos irregulares no sufrían tanto a consecuencia de las lluvias, lo que piden a gritos es que sean reubicados.