Los residentes de colonias como San Bernabé, donde la presencia de concentraciones de partículas menores a 2.5 micras ocasionadas por la erosión de suelos, desmonte, pedreras y la quema de combustibles provocan que la colonia sea de las más contaminadas, “respiran y comen” polvo diariamente, sin saber los daños que están sufriendo en su salud.
Monterrey destaca por sus montañas, su industria, sus parajes turísticos, su naturaleza y últimamente, por su contaminación.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la capital neolonesa se ubica como la ciudad más contaminada de América Latina, un problema que está afectando la salud de los regiomontanos.
Y es que la irritabilidad en los ojos, gripe, tos, problemas respiratorios como asma y alergia, e incluso la influenza o daño permanente en los pulmones, han sido el “pan de cada día” en la Sultana del Norte.
El Sistema Integral de Monitoreo Ambiental (SIMA) cuenta con 10 estaciones que se encargan de medir la calidad del aire, las cuales están divididas por zonas: sureste 2, en el municipio de Juárez; noreste, en San Nicolás de los Garza; centro, en Obispado; la zona noroeste en San Bernabé; suroeste en Santa Catarina; la suroeste 2 en San Pedro; la norte en Escobedo; y noreste 2 en Apodaca, que durante varias semanas estuvieron marcando muy mala calidad en el aire (a partir de los 151 puntos Imeca), tanto que incluso el gobierno del Estado declaró precontigencia ambiental.
SIMA asegura que respirar aire contaminado es similar a fumar involuntariamente y según la OMS, una de cada ocho muertes en el mundo es provocada por la exposición a la contaminación atmosférica.
Una de las principales razones de la polución es la extracción de piedra para crear cemento, que está provocando el aumento de polvo en el área metropolitana debido a las pedreras, pues Nuevo León cuenta con medio centenar.
Las empresas que se dedican a esta labor carcomen las montañas que caracterizan a la ciudad, por lo que desde finales del año pasado hasta la fecha, los niveles de contaminación se mantienen en la mencionada cifra, siendo las estaciones de Santa Catarina y San Bernabé las que registran peores niveles de contaminación.
Además de las pedreras, otro grave problema son los más de 2 millones de autos que transitan por la ciudad y la falta de una verificación vehicular, ya que estos queman 30 millones de litros de gasolina y diesel aproximadamente, lo que emite contaminantes a la atmósfera, en conjunto con las industrias.
Las fuentes fijas (industrias y pedreras) y las móviles (vehículos) emiten el 93.4 por ciento del total de dióxido de carbono (CO), lo que representa 285 mil 305 toneladas anualmente.
De estas cifras, el 11 por ciento proviene de las fuentes fijas, el 16 por ciento de área, el 27 por ciento de las naturales y el 46 por ciento de las móviles, informo Alfonso Martínez Muñoz, subsecretario de Protección al Medio Ambiente y Recursos Naturales del estado.
Añadió que también la falta de normatividad en el estado es un factor que incrementa la contaminación, ya que permite que diversas pedreras, escombreras y concreteras (que tienen emisiones ostensibles) operen de manera arbitraria.
Debido a esta problemática, la metrópoli se ve envuelta en nubes grisáceas que mantienen a la ciudad sumergida en enfermedades respiratorias, por lo que se ha buscado mantener medidas preventivas ante esta situación, sobre todo proteger a la población más vulnerable -niños, adultos mayores, personas con asma o alergias- evitando realicen actividades al aire libre.
VIVEN ENTRE EL POLVO
Esta situación la tienen muy clara los residentes de la colonia San Bernabé, donde la presencia de concentraciones de partículas menores a 2.5 micras ocasionadas por la erosión de suelos, desmonte, pedreras y la quema de combustibles provocan que la colonia sea de las más contaminadas.
Los habitantes de la zona “respiran y comen” el polvo diariamente, en ocasiones, sin saberlo.
“Sí he visto la situación (de la contaminación), pero no por eso voy a dejar de hacer mis cosas, de llevar a mis niños a la escuela o no salir”, refirió Rosa Isela Martínez, habitante de la colonia San Bernabé, octavo sector.
Reconoció que últimamente la gripe ha provocado gastos en el hogar, pues dos de sus tres hijos se enfermaron recientemente, situación que se está volviendo común en su familia.
“Uno ya ni sabe por qué (se adquieren las enfermedades) a veces también son los cambios de clima o mis niños que van a la primaria ahí se las pudieron pegar, pero todos andan igual, enfermos.
“A mí con tanto polvo, las reparaciones de calles o con los ventarrones que hubo, traía mucha comezón en la nariz y estornudos, como resfriado y fui a consultar, pero me dijeron que era alergia”, refirió la madre de familia.
Así como la señora Isela, residentes de la zona se han visto afectados por un problema que va en aumento, pues pese a los esfuerzos de las autoridades estatales y las medidas preventivas, las consultas por enfermedades respiratorias están a la orden del día.
De acuerdo con el doctor Rigel Leif Pérez Vicuña, quien consulta de manera particular en una clínica en el centro de Santa Catarina, reconoció que las consultas por dichos padecimientos aumentaron un 30 por ciento en los meses de diciembre y enero.
En primer lugar, cuando una persona acude por gripe, tos o alergia, se pone en alerta, por ello les cuestiona acerca de los síntomas de la influenza (fiebre, vómito y diarrea), para descartar que se trate de la epidemia.
“Viene con síntomas leves de un cuadro gripal o infeccioso, pero debido a la epidemia de influenza se debe descartar. Sí he tenido casos de influenza, vienen sin fuerza, con dolor corporal y a veces hasta fiebre, pero de inmediato se diagnostica”, explicó.
El virus dura cerca de cinco días y en primera instancia se aplica una inyección y se recetan antivirales para controlar los síntomas, además de que recomienda hidratación extrema.
Por otra parte, Irma Hernández, habitante de la zona centro del municipio, quien padece sinusitis desde su infancia, explicó que la situación de la ciudad agrava su problema.
“Me enfermé de tos, traía congestión y aparte me dolía un oído por lo mismo de la infección en la garganta, por lo general me pasa eso cuando son los cambios de clima o por la tierra, y es que aquí pasan mucho máquinas pesadas y levantan mucha tierra”, dijo la joven de 27 años.
Aunque a simple vista parezcan padecimientos simples y sin riesgo, con el paso del tiempo dichas enfermedades se agravan y los problemas podrían poner en peligro la vida de quienes se mantienen constantemente expuestos a la contaminación atmosférica.
Tal es el caso de la influenza H1N1, que ya ha cobrado 29 vidas en Nuevo León, según el secretario de Salud, Manuel de la O Cavazos, quien señaló que esta cifra aumentó debido a la contaminación, a los cambios climáticos y al virus que circula en la entidad.
Cabe mencionar que las muertes corresponden al periodo del 2 de octubre a la fecha, por lo que las campañas de vacunación se han intensificado en el estado, aplicándose más de un millón de vacunas.
Ante esta situación, resalta la falta de conciencia en las personas, quienes consideran que sus padecimientos y la contaminación no afectan de manera directa su salud.
MEDICION DE SIMA
El índice metropolitano de calidad del aire (Imeca) se creó con la finalidad de que la población en general comprenda los niveles de contaminación existentes en el aire, a través de la implementación de una escala igual para todos los contaminantes según su capacidad de ocasionar molestias al ser humano.
De acuerdo a esta escala, Sima explica que se clasifica como buena cuando marca de 0-50 y no representa ningún riesgo a la salud, por lo que se recomienda realizar actividades al aire libre, ejercitarse y no existe riesgo para grupos sensibles.
Mientras que sube a regular cuando marca de 51-100, lo que causaría posibles molestias en niños, adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias o cardiovasculares. En esta se pueden realizar actividades al aire libre, como ejercitarse, pero las personas extremadamente sensibles deberán limitar sus actividades en el exterior.
Se considera mala de 101-150, ya que abarca posibles efectos adversos a la salud, particularmente en niños, adultos mayores, personas con enfermedades cardiovasculares o respiratorias. En este rango se limitan las actividades al aire libre, el tiempo para ejercitarse en exteriores, y se aconseja a los grupos sensibles permanecer en interiores.
La calidad del aire se cataloga como muy mala de 151-200, en este rango se presentan efectos adversos a la salud de la población en general. Se agravan los síntomas en niños adultos mayores y personas con enfermedades cardiovasculares o respiratorias, por lo que se recomienda evitar las actividades al aire libre y el ejercicio en exteriores, mantener cerradas puertas y ventanas, además de que los grupos sensibles deben permanecer en interiores y acudir al médico si presentan síntomas de enfermedades respiratorias o cardiovasculares.
El último nivel de calidad se clasifica como extremadamente mala, y va de 201-500, ya que podría tener efectos graves a la salud de la población en general. También se pueden presentar complicaciones en niños, adultos mayores y personas con enfermedades cardiovasculares o respiratorias.
En este rubro se suspenden actividades al aire libre, así como todo ejercicio en el exterior, se deben mantener cerradas puertas y ventanas, y a los grupos sensibles se les aconseja permanecer en interiores y acudir inmediatamente al médico o solicitar servicio de emergencia si presentan síntomas de enfermedades respiratorias o cardiovasculares.
Además, se sugiere no utilizar vehículos automotores, a menos que sea una emergencia, no hacer fogatas ni usar combustible sólido (carbón y leña), no fumar y permanecer atento a la información de la calidad del aire.
En estos casos presentan un programa de respuesta a contingencias que se divide de la siguiente manera: alerta ambiental, se declara cuando los niveles de contaminación alcanzan los 140 puntos Imeca; precontingencia ambiental, se declara cuando los niveles de contaminación alcanzan los 165 puntos Imeca; fase I se instrumenta cuando los niveles de contaminación alcanzan los 185 puntos Imeca; y fase II, que se activa cuando se llega a niveles superiores a los 280 puntos Imeca.