En los 60 años que tiene doña Nohemí González de vivir en el ejido La Esperanza, nunca vio que la lluvia y los vientos azotaran con tal furia en esta comunidad localizada a unos kilómetros de la cabecera municipal de Cadereyta.
Apenas las nubes se quedaron estacionadas sobre sus comunidades y las ráfagas de viento comenzaron a aumentar, los pobladores sospecharon que esa no sería una lluvia como cualquier otra.
“A las nueve y media empezó la tempestad, lo más fuerte duró como media hora, pues piensan que haya sido un tornado, yo no vi nada, yo la verdad estaba encerrada”, dijo acompañando el comentario con una risa tímida.
Sobre un camino de terracería, en medio de las hortalizas destrozadas, la mujer recuerda que ese lunes empezó a obscurecerse el cielo, para posteriormente, dejarse sentir la lluvia que más tarde se convirtió en enormes bolas de granizo.
La magnitud de lo ocurrido en esos escasos minutos fue tanta, que una de sus hijas resultó afectada en su intento por resguardar a sus pequeños que venían de la escuela.
“A mi hija la golpeó todo el granizo, ella fue a recoger a los niños a la escuela y subió por una loma y ya no pudo subir la camioneta, se vino a pie y dejó los niños en la camioneta para buscar quién le ayudaba a ver si podían sacarle la camioneta, pero fue cuando se vino el granizo y ya no pudo sacarla.
“Terminó toda golpeada, todavía trae moretones y le salía sangre, ella andaba bien nerviosa, traía niños ajenos y dice que para cuando ella llegó ya se le andaban saliendo, y pues imagínese con el aire, con el agua y el granizo bien feo”, mencionó aún con la angustia de esos momentos.
Pero historias como ésta se repiten dentro de la pequeña comunidad. También supo que a un matrimonio se le cayó la casa encima quebrándole los pies a la madre de familia.
Doña Nohemí y su familia no tienen recuerdo de que algo como esto haya pasado en su hogar, incluso lo más cercano pudiera ser el huracán Gilberto, pero asegura: “no fue nada comparado a lo que estuvo estos días”.
LAS CIFRAS
Según datos proporcionados por el Gobierno Estatal, son más de mil 200 las hectáreas de cultivos siniestradas de las cuales 100 corresponden a sorgo en grano, 250 a sorgo espiga, 93 a plantíos de chile, 26 a tomate y 38 a tomatillo.
También se perdieron 550 hectáreas de trigo, 25 de repollo, 14 de calabaza, 20 de melón, 8 de cilantro, 5 de sandía e higueras, cuatro de nopal y media hectárea de apio. Esto, correspondiente a los municipios de Allende, Anáhuac, Apodaca, Cadereyta Jiménez, Cerralvo, Galeana, General Terán y Montemorelos
Se ha iniciado el procedmiento necesario para acceder a un programa federal coordinado por la Comisión Nacional del Agua, mismo que brinda apoyo por consecuencias a las contingencias meteorológicas y que podrían derivar en apoyos económicos para los agricultores.
Doña Nohemí González, avecinada en el poblado La Esperanza, contó que a su familia le tocó perder con los cultivos de calabaza.
“La calabaza la andaban cortando, de hecho ayer la empezaron a cortar, pero pues ahí ya la dejaron tirada, no alcanzaron.
“Aquí la gente se la vive de lo que siembra… ahora quién sabe cómo le iremos a hacer, como dice mi hermano, nomás con las trácalas (sic), porque a ellos les fían, levantan la cosecha y tienen que pagar, pero pues bueno ahora la siembra no quedó pero las trácalas sí nos quedaron”, señala con resignación.
Afortunadamente el hogar de doña Nohemí no sufrió estragos de consideración, tan sólo les tumbó la cocina, que no es nada en comparación con las pérdidas de otras viviendas.
El Gobierno Estatal reportó que apoyaron en la reconstrucción de 235 techos de vivienda en los municipios de Hualahuises, Montemorelos, Juárez, Guadalupe, Allende y Cadereyta, dañándose 100 tan sólo en este último.
Y aunque la mayor parte de los daños que esta lluvia atípica causó se dieron a las afueras del área metropolitana, también hubo inundaciones en algunos sectores del municipio de Guadalupe. La CNA reportó que tan sólo en ese día se registraron 69.5 centímetros de lluvia.