Rosa Isela Garza sabe que el cáncer no siempre significa muerte y su pequeña hija Victoria es un ejemplo viviente de ello. Hoy, que tanto ella como su bebé sobrevivieron al ataque de un agresivo tumor que puso en riesgo sus vidas, se ha embarcado en la tarea de ayudar a las personas que sufren esta enfermedad por medio de la llamada Psico-Oncología Positiva, una nueva disciplina que busca dar sentido a la vida a través de la canalización de las emociones, elevando la calidad de vida del paciente.
Rosa Isela Garza Correa esperaba el nacimiento de su segunda hija, Victoria, cuando recibió la dramática noticia: tenía cáncer. Con apenas un mes de embarazo, un chequeo rutinario evidenció la presencia de células malignas en su útero. Después de más pruebas el diagnóstico era el mismo: su cuerpo era atacado por un agresivo tumor que debía ser tratado de inmediato, por lo que le sugirieron terminar con la gestación.
Sin embargo, Rosie cree en la vida y desafiando la recomendación de los médicos decidió tomar un decisión que nadie esperaba, y hoy, meses después, sigue provocando opiniones encontradas entre quienes conocen su historia.
El peculiar caso de esta psicóloga egresada de la Universidad Tamaulipeca es digno de compartirse, pues el cáncer que le afectó se presentó en una mujer de 36 años de edad, embarazada, quien antepuso la vida de su bebé a la suya propia.
“Cuando me enteré de que tenía cáncer terminar mi embarazo no era una opción aceptable para mí; busqué una segunda opinión y luego una tercera. Me hice estudio tras estudio y no lograban ubicar el tumor. Aunque las células cancerosas estaban presentes, el tumor no era visible al ojo humano ni al de las máquinas. Así que tenía cáncer pero no tumor, o al menos no uno que se pudiera encontrar, lo que me permitió seguir con mi embarazo a pesar de la desaprobación de propios y ajenos, que me decían que estaba arriesgando demasiado”, expresó.
Ante un tumor invisible pero con una vida que creciendo en su cuerpo, esta mujer de chispeante mirada decidió continuar gestando a su bebé hasta que estuviera lo suficientemente desarrollado como para vivir. 28 semanas fue la meta que le puso su ginecólogo oncólogo.
AFERRARSE A LA VIDA
Era diciembre, la ciudad y los corazones se llenaban de alegría y expectación. Las personas se preparaban para la Navidad y la casa de Rosie no era la excepción. El 24 de diciembre daba a su familia el mejor regalo: la noticia de que un segundo hijo venía en camino.
La joven madre no cabía de la felicidad, así que en enero, apenas pasaron las fiestas, se presentó a su primera cita ginecológica para realizarse las pruebas de rutina.
Pero el destino le tenía preparada otra sorpresa. Su médico la llamó pidiéndole que acudiera a verlo. “Mi primer pensamiento fue: algo viene mal con el bebé”, recuerda. Acudió sola a su cita, donde le informan que al realizarle el papanicolau encontraron una alteración de células y que para descartar cáncer -y en caso de encontrarlo, tratarlo-, era necesario interrumpir el embarazo. Sin embargo, con la fuerza de la vida en su vientre, la joven mujer buscó una segunda y una tercera opinión, haciéndose estudio tras estudio, encontrando que había solamente células alteradas, pero no tumor.
“Si solamente son células, no sabes si tengo algo adentro o no. Y si tú no tienes la certeza de que yo tenga algo, entonces yo no voy a interrumpir el embarazo”, desafió a su médico.
Para que la vida de su hija fuera viable, debía esperar hasta la semana 28 de gestación.
El camino no fue sencillo. Tuvieron que hacerle un corte en el útero -donde los doctores creían estaba el cáncer-, así como un cerclaje (sutura) para asegurar que el bebé pudiera seguir creciendo dentro de ella.
Estas cirugías la obligaron a estar mes y medio en cama con el pesar de no poder cuidar de su primogénito, que en ese tiempo tenía tres años, pues entre la cirugía y la medicación apenas podía mantenerse despierta.
“Mis padres se encargaban de mi hijo, ellos se mudaron conmigo y eran quienes lo cuidaban, pues yo no podía levantarme ni cargarlo. El resintió todo y en ocasiones se enojaba conmigo, yo trataba de descansar en las mañanas para poder estar para él cuando volvía del colegio y poder hacer el proceso más fácil, que no me viera enferma.
“Claro que me pregunté ¿porqué me dio cáncer?, y como debido a mi embarazo no podía recibir tratamiento, busqué la respuesta y una solución en todas las opciones de medicina y terapias alternativas posibles: probé con acupuntura, constelaciones familiares, biodescodificación, bendición de útero, transgeneracional, medicina germánica. Pero ellos tampoco podían utilizar conmigo ninguno de los procesos que tienen para curar el cáncer, por el embarazo, así que me encontré con que no podía hacer nada más”, comenta.
Después de buscar por todos lados una solución sin encontrarla, decidió enfocarse en ella misma.
“Me dije: la opción es el doctor, Dios, mis pensamientos y mis emociones. Me armé mi propio programa, rezábamos una novena con las amigas del colegio. Todo mundo me regalaba vírgenes y santos para que les rezara las novenas. Esto me llevó del estrés a la comedia, porque ya no sabía a cuál elevar mis plegarias, tenía alarmas para la hora de rezar las novenas, de agradecer. Y hubo un momento en que entendí que no podía seguir pidiendo por lo que ya pedí. Que con una vez que pidiera, Dios me habría escuchado. Y dejé de dedicarme sólo a orar y a ocuparme por vivir”, recuerda.
Fue así que la joven madre decidió vivir con alegría e ilusión esperando la llegada de la que, entonces sabía, sería una niña.
Contra todos los pronósticos, el 27 de junio de 2016 nació Victoria. Para sorpresa de quienes conocían la situación, la bebé no presentaba problema alguno, estaba completamente sana, lo que provocó que más de dos la consideraran un verdadero milagro.
Más allá de las opiniones de la gente, esta joven psicóloga no se considera una “luchona”, sino alguien que encontró en el mal que la aquejó la fuerza para convertirse en la mejor versión de sí misma. Fue gracias a este trance que Rosie desarrolló una nueva corriente dentro de la psicología, a la que nombró psicología oncológica positiva, misma que espera ayude a otras personas enfermas a vivir la vida y no la muerte. A ser feliz, a pesar del cáncer.
CON NOMBRE Y APELLIDO
El cáncer es un padecimiento que abarca muchas enfermedades y se puede originar en cualquier parte del cuerpo. Lo que estas enfermedades tienen en común es la multiplicación o división descontrolada de células anormales, mismas que pueden formar masas llamadas tumores, que invaden los tejidos cercanos, diseminándose a otras partes del cuerpo a través del torrente sanguíneo y el sistema linfático.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México en el año 2013, del total de defunciones de la población de 20 años y más, 13.6% se debieron a algún tumor y de éstas, 93.6% a los tumores malignos.
De acuerdo a las cifras oficiales, el cáncer es la tercer causa de muerte en México, siendo el de mama el que más vidas cobra.
Cada cáncer es diferente, tanto en su ubicación, como en su evolución y tratamiento. Se podría decir que cada cáncer tiene nombre y apellido. Para combatirlo, el tratamiento médico puede abarcar radiaciones, quimioterapias y la erradicación física del tumor mediante cirugía.
MÉDICOS Y TERAPEUTAS
A pesar de que las estadísticas, el apoyo psicológico al paciente con cáncer, quien se enfrenta a la mutilación de su cuerpo y a las secuelas del tratamiento, suele correr por parte del oncólogo y no por un especialista en el área, puesto que son pocos los psicólogos entrenados para apoyar a aquellos afectados por esta enfermedad, además de que no todas las instituciones de salud cuentan con equipos preparados para brindar el apoyo emocional necesario.
En la escuela de medicina, la currícula olvida que el factor psicoemocional es crucial en el enfermo de cáncer. Y es que el médico recibe preparación respecto a la enfermedad del cuerpo y su tratamiento, pero en el aspecto emocional es el psicólogo oncólogo quien apoya a quienes padecen la enfermedad, un especialista que en México no es fácil de encontrar.
De acuerdo a la Sociedad Mexicana de Oncología, A.C., “la psicooncología como subespecialidad surge de la asociación de la psicología y la psiquiatría con la oncología, cuyos objetivos son la atención, enseñanza y la investigación de los aspectos psicológicos, sociales, culturales, espirituales y religiosos de los pacientes con cáncer y su repercusión en la familia del paciente, así como del síndrome de desgaste profesional y emocional del equipo terapéutico en oncología”.
Esta es una área crítica para quien padece cáncer, pues, como señaló Hugo Mauricio Vázquez García, ginecólogo oncólogo que trató a Garza Correa, el apoyo psicológico profesional para un paciente oncológico es determinante.
“Por más que nosotros estemos preparados y por más que le ofrezcamos lo más nuevo en oncología, no hay manera de mitigar su angustia, su dolor, su miedo, su temor de ‘me voy a morir y todo va a salir mal’”, precisó.
LEVANTATE Y ANDA
Cuando Rosie fue diagnosticada con cáncer decidió optar por la vida. No solo para su primer hijo, o para el bebé que venía en camino, sino para ella misma.
Entusiasta de corazón, y psicóloga de profesión, buscó apoyo psicológico para enfrentar con optimismo el panorama que se antojaba sombrío, pero no invencible.
“Cuando me enteré de que tenía cáncer decidí buscar ayuda. Desafortunadamente me encontré con que todos los esfuerzos estaban orientados hacia cómo aceptar la enfermedad, cómo perdonar, hacia la tanatología y en general hacia la muerte. Yo no quería eso, quería algo que me diera un enfoque positivo, un enfoque de qué hacer con la vida que tienes, porque yo quería aprovechar mi tiempo, sacarle el máximo a la vida”, explicó.
Si bien en México el psicólogo que busca una formación para el área oncológica puede realizar una maestría en psicooncología, la joven psicóloga se encontró con que no se tiene una especialidad basada en una visión positiva para encarar la enfermedad. En general la visión es catastrofista y la ayuda que se proporciona va en ese sentido, principalmente porque los pacientes que se refieren están en estado terminal, sin nada qué hacer para dar una esperanza de vida.
“Siempre que hablamos de cáncer, el primer pensamiento es la muerte, es se va a morir, o ¿cuánto tiempo le queda?, ¿qué sigue? Entra un temor muy grande a morirse… pero lo que genera temor a la muerte no es morirse, sino lo que no hiciste o lo que no vas a hacer”, reflexiona.
Determinada a no dejarse vencer, Rosie encontró que las únicas opciones que se acercaban a lo que estaba buscando pertenecían al área de la medicina alternativa. Pero no se rindió, y tras una larga búsqueda encontró que al unir una rama de su especialidad llamada psicología positiva con la psicología oncológica, podía generar la psicología oncológica positiva.
Determinada a ayudar a otras personas con cáncer, especialmente las mujeres, se reunió con un equipo de especialistas para crear el Instituto Mexicano de Psico-Oncología Positiva (IMPOP), organismo que brinda información y apoyo desde las diferentes especialidades médicas y humanas a todos los que lo requieren.
Dentro de este instituto nació “Levántate y Anda”, una ONG que busca que “las personas diagnosticadas con cáncer tengan, desde el principio, el respaldo psicológico para orientar las emociones suscitadas por la enfermedad en las diferentes fases del padecimiento, en un sentido positivo para que esto incida en apoyo a la sanación del paciente; en crearse una mejor perspectiva de vida al reconocer lo mejor de sí mismas y que sean capaces de aplicarlo. Así se tendrá una mejor calidad de vida del paciente y de sus familiares”.
Por medio de “Levántate y Anda”, el equipo del IMPOP busca brindar atención psicológica grupal y masiva, con sentido social.
“Queremos colaborar para mitigar y reorientar el dolor emocional causado por la enfermedad hacia actitudes positivas que mejoren la calidad de vida psicológica de estos pacientes, y que sean un coadyuvante en su sanación, es el gran reto que tenemos enfrente.
“El cáncer es el gran motivo para vivir, para sacar lo mejor de ti mismo y construir la vida que mereces. Enfrenta los retos de la vida con carácter y pasión, el cáncer te impulsa a hacerlo”, aseguró.
En este arranque las terapias se ofrecen en línea, un método que se ha encontrado es más efectivo ya que es 100 por ciento privado, se tiene disponibilidad del terapeuta 24-7 a través de medios virtuales, cuesta menos que las terapias especializadas presenciales y permite al paciente tener control de su tiempo y traslados, lo que se refleja en una mayor comodidad .
Las personas interesadas en conocer más sobre la la psicología oncológica positiva, el Instituto Mexicano de Psico-Oncología Positiva (IMPOP) o la asociación “Levántate y Anda”, pueden comunicarse al teléfono (811) 4692225, o visitar el portal www.psicooncologiapositiva.com.