Por Fernanda Alvarado
De unos años a la fecha se ha vuelto muy frecuentemente los reportes de la presencia de animales salvajes en zonas urbanas. Según la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), los osos no son los únicos animales que se acercan a las zonas pobladas, hay más de media docena de otras especies que interactúan con humanos.
Debido a su cercanía con zonas serranas y la invasión del hábitat natural, en Nuevo León son frecuentes los avistamientos y contactos entre humanos y las especies salvajes que habitan el ecosistema, lo que ha alertado a las autoridades ambientales.
Según registros de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), en el ecosistema neolonés existen especies como oso negro, venado cola blanca, cacomixtle, gato montés, armadillo, coati, jabalí, mapache y jaguar.
En el grupo de las aves habitan la cotorra serrana, los loros, pericos mexicanos, guacamayas, búhos, palomas y cuervos.
El Protocolo de Fauna Silvestre del 2017 aplicado por la procuraduría, reconoce que la presencia de estos animales en las zonas conurbadas de Nuevo León se debe a la invasión del ser humano en regiones naturales y a la sobrepoblación. La construcción de suburbios, industrias, carreteras y centros deportivos, arrasan con el hogar de dichas especies, citan.
Ante ello, instancias como Protección Civil del Estado, Protección Civil de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Fauna y Vida Silvestre de Veterinaria (UANL) y la Profepa trabajan en conjunto atendiendo los llamados ciudadanos que se presentan cuando una de estas especies salvajes entra en contacto con alguna persona.
Víctor Jaime Cabrera, delegado Ambiental de la Profepa en Nuevo León, mencionó que existen dos tipos de presencia silvestre: la libre, que son parvadas de loros, cotorros y otras aves que debido a su migración, llegan a la ciudad y permanecen ahí de forma temporal y la periférica, que son animales que habitan en las montañas cercanas a la ciudad.
Los avistamientos de vida silvestre libre y periférica ocurren con mayor frecuencia en los municipios de Santa Catarina, Monterrey, San Pedro, Santiago y Rayones, debido a la cercanía de estos con el Parque Nacional Cumbres, área natural protegida que resguarda a gran diversidad de flora y fauna del estado.
El delegado agregó que existe una tercera presencia silvestre que se ha visto comprometida en la zona urbana, se trata de la especie en cautiverio que puede ser adquirida de forma legal o ilegal y es tratada como mascota.
Cabrera recalcó que los animales salvajes no deben de estar en manos de cualquier persona pues se requieren de minuciosos cuidados para su crecimiento.
“Tuvimos el caso de un hombre del municipio de Santiago que tenía una tortuga marina dentro de su casa, esta especie por ejemplo, es inofensiva para el ser humano, pero si se tratara de un tigre o un oso sería muy peligroso si se le llegase a escapar al dueño, estos animales no son mascotas”, mencionó.
OSOS UNIVERSITARIOS
En el Campus Mederos de la UANL, ubicado al sur del área metropolitana de Monterrey, la Profepa tiene registros de 26 avistamientos de osos negros durante el 2017. Estos omnívoros asechan los botes de basura y comen los residuos de alimento que dejan las personas.
Según la Profepa esto es un fenómeno llamado “improntación”, el cual provoca que los animales se apeguen a las zonas de convivencia humana y rechacen buscar su alimento de manera natural.
“Cuando a los animales se les quita el derecho de cazar, recolectar y buscar su propio alimento, sufren un daño en su desenvolvimiento natural, el día que sean regresados por las autoridades a su hábitat y no puedan nutrirse por sí mismos, ya sea porque se les olvidó como hacerlo o porque quieren comida chatarra, probablemente morirán”, explicó Cabrera.
Sebastián Estrella es un alumno de la Facultad de Ciencias de la Comunicación que frecuentemente se topa con animales silvestres en las instalaciones del campus Mederos.
“Los veo una o dos veces por semana andar por los edificios, por lo general son osos. Yo no me acerco a ellos y sigo las indicaciones de Protección Civil de no alimentarlos, pero hay otros que hasta se acercan para fotografiarlos.
“En mi colonia también he visto que andan tlacuaches, vivo cerca del monte y es normal ver animales silvestres”, comentó el estudiante.
El subdirector de la dirección de Prevención y Protección Universitaria de la UANL, David l. Gómez Velázquez, alertó de la seriedad de no saber convivir pacífica y adecuadamente con los animales.
“Acudimos a las facultades de la UANL con el Doctor Rogelio Alvarado quien imparte una conferencia llamada: ¿Cómo tratar a vida silvestre?, ahí nosotros educamos a los estudiantes acerca del cuidado y las medidas que se deben de tomar en estas áreas por ser hábitats naturales de osos y otras especies de mamíferos. Hay que recordar que los invasores somos nosotros los humanos”, recalcó.
LA LEY ES CLARA
La Ley General de Vida Silvestre, que fue publicada en el año 2000 en el Diario Oficial de la Federación, establece dictámenes en materia de vida silvestre. El artículo principal del documento establece lo siguiente:
“El número 059 garantiza que las especies en peligro de extinción deben de ser resguardadas y destinadas a proyectos de conservación y restauración autorizadas por la Secretaría del Medio Ambiente. Las categorías de las especies en peligro son las siguientes: (E) categoría de animal extinto,(P) peligro de extinción, (A) especie amenazadas y por último (Pr) sujeto a protección”.
La Profepa registra que la cotorra serrana, el oso negro y el jaguar están en categoría de peligro de extinción, por lo que su caza está prohibida y penada según las normas de la Secretaría del Medio Ambiente.
En categoría de especie amenazada se encuentran los loros y pericos mexicanos, así como la guacamaya verde militar. Estas aves son vendidas de forma clandestina en algunos puntos de la ciudad, siendo los pericos mexicanos los más solicitados por su plumaje colorido y su capacidad de imitar algunas palabras.
En el caso del oso negro, el artículo 420 del Código Penal Federal contempla una sanción de hasta 9 años de cárcel para la persona que dañe o mate uno de estos animales.
Por otra parte, el venado cola blanca que habita en la sierra de Montemorelos no es una especie que esté en categoría de riesgo, sin embargo se regula su reproducción y aprovechamiento extractivo. La cacería está autorizada dentro de predios rústicos y ranchos cinegéticos (territorios naturales en el que las personas pueden practicar la cacería).
Para los fanáticos de la caza, la temporada del venado cola blanca inicia la segunda semana de noviembre y finaliza en febrero. Después de esta fecha este mamífero entra en veda (actividad en pro de la conservación de la fauna que prohíbe la extracción para preservar la reproducción adecuada del animal) y queda estrictamente su sacrificio.
El artículo 127 ley de la General de Vida Silvestre establece que cazar en temporada de veda puede derivar en una multa de 20 a 50 mil unidades de Medida y Actualización (entre 1 millón 540 mil y 3 millones 850 mil pesos).
En la zona de Nuevo León no se tienen registros de alguna especie endémica extinta. Sin embargo, las autoridades ambientales del estado trabajan en conjunto con sitios de conservación natural como Loroventura, situado dentro del parque Santa Lucía en Monterrey, que resguarda a más de 80 especies de aves endémicas y extranjeras como loros, cotorros y guacamayas. A los animales resguardados por la Profepa se les brindan servicio médico veterinario las 24 horas y un lugar para vivir en el que pueden convivir con otros de su misma especie.
El Parque Ecológico La Pastora también resguarda algunos animales que la Profepa ha recuperado, ya sea porque fueron maltratados o porque sus dueños no tenían la legal procedencia, ni los factores ambientales óptimos para su desarrollo. El zoológico Bioparque Estrella en Montemorelos, resguarda leones, jaguares, ciervos, hipopótamos, jirafas, entre otros; mientras la Profepa designa un lugar para su liberación.
Los numeros telefónicos de atención de la Profepa en Nuevo León son
83540391 ext. 18868 y 01800 Profepa.
Atienden los siete dias de la semana durante todo el año.