Unos mil niños de escasos recursos de Monterrey y su área metropolitana forman parte de las orquestas de prevención del delito que articuló la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de Nuevo León con recursos que gestiona el gobierno del Estado a través de la Subsecretaría de Prevención del Delito y Participación Ciudadana.
Dos o tres días a la semana, en los barrios más pobres de Monterrey y el área metropolitana, hay cientos de niños que aprenden a tocar violín, viola, violonchelo, flauta, trompeta, tuba, saxofón y percusiones.
Son momentos en que por dos horas se alejan de los problemas del entorno que los rodea y se pierden entre notas musicales que jamás habían escuchado, sobre todo por vivir en barrios populares y de escasos recursos.
Israel Pérez Canul, quien habita en la Fomerrey 45, acude encantado a practicar violín al Centro de Desarrollo Comunitario (Cedeco) del sistema de Desarrollo Integral para la Familia (DIF) que se encuentra sobre la calle Paseo de la Cima.
Su madre María José Canul Lara lo apoya y todos los días lo acompaña; cómo no habría de hacerlo, si desde que ingresó a la orquesta de cuerdas ha incrementado su nivel académico, como la mayoría de los pequeños músicos.
“Creo que es un gran beneficio lo que hace el gobierno en preocuparse por los tiempos libres de nuestros hijos, sobre todo de nosotros que no tenemos la oportunidad de pagar clases como estas”, indicó Canul Lara.
María había investigado sobre precios para inscribir a su hijo en clases de música, ya fuera para tocar la guitarra, piano u otro instrumento, sin embargo, los precios de las clases privadas eran exorbitantes.
Una clase particular fluctúa entre los 350 y 500 pesos, dependiendo del maestro, hay quienes cobran en dólares (70 u 80 dólares por hora) y aparte piden cierto nivel de conocimiento por parte de los alumnos.
Cuando se enteró de que en el Cedeco se abriría un curso gratuito para aprender a tocar violín, viola o violonchelo, no dudó en acudir e inscribir a su retoño para mantenerlo alejado de la vida social que se desarrolla en esa colonia.
“Es una gran oportunidad que les dan a los niños y jóvenes, la música es algo que despierta en el ser humano un sentido a otras cosas, los aleja de la delincuencia, y en vez de estar haciendo cosas que no convienen, se centran en la música; para mí está muy bonito”, argumentó la madre.
La creación de las orquestas es gracias a las gestiones que hace el gobierno del Estado a través de la Subsecretaría de Prevención del Delito y Participación Ciudadana para bajar recursos de la Federación,
así como de la colaboración de la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de Nuevo León, gracias a que forman parte del programa Universidad Socialmente Responsable.
María aseguró que además de que la música les ayuda a tener más responsabilidad y disciplina, los motiva a seguir creciendo como personas, pues con el paso del tiempo ve a su hijo más motivado y alegre, aunado al aprendizaje del trabajo en equipo.
“Esto es algo muy bonito que les ayuda a centrarse en un mundo diferente, a sensibilizarlos, ser personas más humanas y sensibles a todo.
“Es necesario este tipo de programas para alejar a nuestros hijos de las calles, porque si no están involucrados en algo que les interese se dejan llevar por malas compañías haciendo travesuras que el día de mañana se podrían convertir en delitos”, precisó.
UNA BELLA EXPERIENCIA
Roberto Elías Medina Zárate, director de Orquestas de Cuerdas y Alientos en Fomerrey 45 y La Campana, con 37 años de trayectoria, aseguró que la música les favorece en el cambio de actitud, disciplina y responsabilidad, además les enseña a ordenar varios aspectos de la vida a los niños y jóvenes.
“La música les obsequia disciplina, pero también les regala una mejor calidad de vida y amor, lo único que ellos tienen que invertir es tiempo, dedicación, esfuerzo y la suela del zapato en venir a aprender”, señaló Medina Zárate.
El maestro valora el esfuerzo de los alumnos y padres pues todos los que participan en las orquestas son personas que no tienen posibilidades económicas para pagar una clase particular.
“Llegan sin ningún conocimiento musical, aquí les proporcionamos un curso propedéutico donde les enseñamos lo básico, cuestiones rítmicas, notas y conocimiento del instrumento.
“Ellos van descubriendo lo que les enseñamos, lo sienten, lo palpan con el instrumento y cuando menos lo piensan ya están tocando alguna pieza”, detalló.
El proyecto de las orquestas para mantener alejados a los jóvenes de la delincuencia surgió hace más de cinco años en la colonia Alianza, es una estrategia federal a cargo de la Secretaría de Seguridad Pública.
Actualmente hay 25 orquestas en Monterrey y el área metropolitana más una selección, los grupos están compuestos por instrumentos de cuerdas, alientos y percusiones.
El programa no está cerrado a los niños y jóvenes, pues algunas orquestas hay madres de familia que aprenden a tocar violín junto a sus hijos.
“Esto le cambia la vida a toda la familia, de hecho aquí tenemos dos mamás que estudian con ellos, también tienen su instrumento y toman clases con los muchachos”, indicó el maestro.
Para Medina Zárate el proyecto es de suma importancia para que los integrantes de las comunidades abandonadas practiquen la comunión, situación que hará disminuir la violencia poco a poco.
“Los mismos chicos comentan haber visto a otros niños de su edad fumando y les nace el invitarlos a tocar, eso nos habla de que la música nos cambia positivamente”, refirió.
Lo que cuesta el programa
Para mantener una orquesta sólo de alientos, al año se tienen que invertir unos 700 mil pesos, pues los padres y alumnos no aportan un solo centavo para la adquisición y mantenimiento de los instrumentos, mucho menos para las clases.
Jesús Arreola Flores, secretario administrativo y coordinador de Orquestas Municipales, detalló que el presupuesto que les otorgan anualmente es de 11 millones de pesos.
Lo anterior se va en gastos administrativos, nómina, instrumentos, transporte y alimentos que les proporcionan a los alumnos en eventos especiales, además de los mantenimientos de los aparatos y otras cuestiones.
Arreola Flores detalló que una tuba tiene un costo de entre 40 y 50 mil pesos, un saxofón cuesta alrededor de 20 mil y los violonchelos unos 8 mil pesos.
“Nosotros entregamos una herramienta de valor para la vida y el muchacho y sus padres lo tienen que cuidar, eso también es muy importante para nosotros.
“La Subsecretaría que está a cargo de la licenciada María Elena Domínguez Servién y Andrés Humano, nos asignó la tarea de hacer orquestas en donde las autoridades de seguridad consideran que hace falta erradicar la violencia, como una estrategia”, apuntó.
Las sedes donde se imparten las clases se ubican en zonas de alta incidencia delictiva como la colonia Alianza, Independencia, San Bernabé, Cerro de la Campana, Fomerrey 45 Sierra Ventana, con el fin de ofrecer una alternativa social a los habitantes.
El lema de la campaña es: “dale un instrumento musical a un niño y jamás tomará un arma”.
Lo más difícil no es enseñar a los niños a tocar un instrumento desde cero, sino mantener los recursos que ya en un año se vieron interrumpidos.
Fue en el segundo periodo en que no llegó el dinero de la federación, sin embargo la Facultad de Música siguió mandando a los instructores a las zonas marginadas para que no se interrumpieran las clases.
Eso les valió para que al año siguiente volviera el dinero y siguieran trabajando con normalidad.
“Pronapred indicaba que debíamos trabajar sólo seis meses, pero nosotros lo hacemos todo el año, creo que es algo que han visto las autoridades de gobierno.
“Y cómo no hacerlo si vemos que los muchachos están con todo, dando resultados, como músicos, sería una tontera dejarlos”, puntualizó.
La satisfacción más grande es poder cambiar un estilo de vida que en los próximos años se refleje en una sociedad más pacífica.
“Cuando iniciamos en el Cerro de la Campana, lo hicimos con un concierto, la gente se reía y decía: ‘aquí Celso Piña es lo máximo, aquí sólo funciona la música colombiana’; pues resulta que ahora la orquesta es de las mejores que tenemos”, platicó.
Nuevo León es el estado que cuenta con la red más grande de orquestas, pues en otras entidades sólo hay una, mientras que aquí se albergan 25 grupos y una selección.
En peligro de desaparecer
Debido a que el Pronapred ha desaparecido, los coordinadores del programa en la Facultad de Música están a la expectativa de que otro programa surja para dar continuidad al proyecto de prevención del delito.
Aunque la Universidad Autónoma de Nuevo León está comprometida con los pequeños músicos, les resultaría muy difícil seguir con la dinámica, pues como se expuso en párrafos anteriores, el costo para mantenerlas supera los 11 millones de pesos anuales.
“Estamos muy comprometidos con el programa y sobre todo con los jovencitos, en caso de que las autoridades de gobierno digan que se terminó, tendremos que buscar recursos por otro lado”, afirmó Arreola Flores.
Sentenció que lo que se ha logrado no se puede parar porque tienen la idea bien firme de que es un proyecto de prevención.
“En nuestras orquestas tenemos muchachos que vivían problemas de drogadicción, violencia familiar y otros problemas; si paramos sería retroceder, abandonarlos y dejarlos a la deriva para que vuelvan a ese camino”, expuso.
La alternativa para contrarrestar la falta de recursos por parte de la federación y el estado, es que los empresarios patrocinaran las clases y los costos que se derivan de las mismas.
“En la facultad estamos entregados al proyecto porque en primer lugar trabajamos con lo que nos gusta: la música; en segundo término es la ayuda social que proporcionamos como Universidad Socialmente Responsable”, precisó.
El apoyo de la familia es lo más importante
Gerardo Lozano Lozano, coordinador de la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de Nuevo León, señaló que el apoyo de la familia es lo más importante para que los niños no dejen de asistir a las clases.
“Esto tiende a una formación integral de la familia porque detrás de cada niño está la mamá y el papá. Cuando los niños ofrecen un concierto es común que inviten a sus familiares, quienes se muestran orgullosos de ver a los pequeños tocando algún instrumento en una orquesta”, dijo Lozano Lozano.
Reiteró la importancia de cambiar la mentalidad de los infantes para apreciar la cultura de la música y de esa manera sacarlos de un ambiente de drogadicción, alcoholismo y asesinatos.
Luego de integrarse a las orquestas, los niños han mejorado su rendimiento académico, esto se ha convertido en algo muy especial para los padres y maestros por el entorno en que se desarrollan.
“Una de las cosas que más nos llama la atención es el apoyo incondicional de las familias, hay mucho interés de los padres de familia y mucho talento entre los niños de escasos recursos.
“El papel que juega la familia es muy importante, pues este proyecto no sólo incluye a los jóvenes sino también a los padres, las mamás se han organizado y las hemos denominado ‘Orgullosas Mamás de Orquestas Pronapred’ porque siempre están con sus hijos”, enfatizó.
Replicó que se trata de atender de la mejor manera a los pequeños porque no sólo se trata de hacer músicos, sino de prevenir conductas antisociales.
Orquesta en el Centro de Internamiento para Adolescentes
Otra de las orquestas especiales que se atienden en la red de prevención es en el Centro de Internamiento para Adolescentes ubicado en Escobedo, ahí trabajan con cerca de 30 reclusos.
El programa en ese lugar tiene la finalidad de reformar a quienes ya incurrieron en delitos y se encuentran purgando una sentencia, para que el día en que sean liberados no recaigan en la delincuencia.
“Los muchachos son muy entusiastas, reciben la información con mucho agrado y le ponen empeño en aprender.
“Han salido a tocar a plazas, en la Explanada de los Héroes, en el municipio de San Pedro, han salido con todo el aparato de seguridad que los caracteriza, pero han tocado en conjunto con todas las demás orquestas”, comentó Arreola Flores.
Esto no se había logrado en la historia del tutelar, ahora con el apoyo de la Facultad de Música y el gobierno del Estado los internos han salido tres veces a eventos de gobierno, comportándose como todos unos músicos.
“Tenemos algunas precauciones, no se toma lista, no se piden nombres, con ellos se trabaja de una manera especial desde agosto del 2015”, indicó el coordinador de las sinfónicas.
Lamentablemente, los disturbios de hace unas semanas, en donde otros reclusos se escaparon del lugar, hicieron que las actividades pausaran por un tiempo, sin embargo los docentes pretenden seguir con el programa cuando el estado les dé luz verde, inclusive planean ampliarlo a los Centros de Reinserción Social como Topo Chico, Apodaca y Cadereyta.
“También tenemos la idea de trabajar en los penales con gente adulta, pero eso apenas lo estamos configurando, esperemos que todo se concrete y se lleve a cabo satisfactoriamente”, finalizó.
Mientras tanto, seguirán apoyando a los habitantes de zonas marginadas que deseen superarse y trascender en la música, aunque sea para alejarse del mal camino que regularmente se vive en los sectores más populares y conflictivos de la mancha urbana.