> Día 1
Sábado 25 de diciembre. Casino Revolución, seis de la tarde. A pesar de ser Navidad los pasillos del casino están llenos, decenas de personas caminan mirando las máquinas ocupadas y quedándose detrás de las que ya tienen poco crédito en espera de que se desocupen pronto.
Sin embargo, las apuestas parecen no ser el único atractivo del lugar, ya que hay un área especial para festejos y precisamente este día hay uno, en donde varios chicos en pijama se divierten.
El sitio es atractivo, los destellos de luz que emiten las máquinas, así como los sonidos para avisar cuando alguien gana no dejan de llamar la atención. Tienen zonas divididas con puertas automáticas para los fumadores y no fumadores, los meseros siempre atentos para servir café o refresco a los jugadores, y los encargados de puntos aún más, ya que siempre habrá quien quiera aumentar su crédito para jugar.
Luego de más de 20 minutos de rondar entre los aparatos, finalmente encontré una terminal libre, ingresé 200 pesos de crédito en la tarjeta de juego (que te entregan gratis en la entrada presentando una identificación), mismos que se convirtieron en 2 mil puntos para la máquina, ya que cada peso equivale a 10 puntos.
La suerte no estuvo de mi lado y con muy poco de entretenimiento perdí en menos de una hora. Antes de retirar la tarjeta me di cuenta que detrás de mí ya había al menos tres personas esperando que me levantara del lugar para sentarse y apostar quizá lo poco que aún queda de aguinaldo.
> Día 2
Lunes 27 de diciembre. Casino Revolución, seis de la tarde. Con 100 pesos en la mano hoy decidí probar suerte en las máquinas de ticket, que a diferencia de la tarjeta no te identifican como jugador, sólo basta conservarlo para hacer el cobro en caso de ganar.
Fácilmente encuentro asiento frente a la Lotería Mexicana, que asemeja el tradicional juego. La mujer que se encuentra a mi lado ve con desesperación su jugada y no duda en acariciar la pantalla esperando que eso sea suficiente para obtener un buen premio.
Minutos más tarde un juego de azar comienza en algunas máquinas, una figura en forma de avión pasa en la pantalla de las terminales activadas para participar, frente a quien se detenga, se hará acreedor de la suma de mil 300 pesos. Conforme la figura baja la velocidad simulando estacionarse, los jugadores golpean más fuerte la pantalla esperando así se detenga.
Mientras te encuentras frente a un aparato eres la principal atracción de los meseros, quienes se desviven por servirte agua, café o refresco y hasta un bocadillo a fin de que no necesites más que seguir apostando, incluso, siempre habrá un anfitrión o un gerente cerca, para que ni siquiera necesites pararte de tu lugar para recargar puntos, ya que ellos lo harán por ti.
Tras 40 minutos de estar frente a la máquina y sin darme más de 16 pesos de premio, mi juego termina, perdí otra vez. El movimiento en el lugar es más intenso, las puertas no paran de recibir jugadores, ni los anfitriones de vender créditos.
> Día 3
Martes 28 de diciembre. Casino Revolución, ocho de la noche. La apuesta para hoy es de 250 pesos, aunque esta vez los ingreso por partes, a ver si así cambia la suerte. Los primeros 100 pesos van para un aparato que permite apostar como mínimo un pesos por jugada.
Tras 10 minutos y con 50 pesos menos en la tarjeta, cambio a otra máquina del mismo tipo, aunque sin mucha suerte, mi saldo se acaba e ingreso 50 pesos más, mismos que hacen que mi estancia en el casino se prolongue hasta alcanzar los 40 minutos.
Mi apuesta es baja, comparada con la de los demás, una señora de la tercera edad que se sienta a mi lado apuesta de cinco pesos por jugada, aunque eso por momento la pone arriba, ganando casi los mil quinientos pesos, en cuestión de minutos ya sólo tiene 200 pesos de crédito.
Durante el lapso que estuve junto a ella -menos de media hora- ingresó unos 700 pesos a su cuenta, sin que esto haya servido de mucho ya que al igual que yo perdió.
“Está máquina no está dando”, dijo mientras con movimientos lentos por su edad, buscaba más billetes para seguir apostando.
Posteriormente probé suerte en otra terminal con 100 pesos. Por primera vez en estos tres días casi de inmediato fui arriba con 70 pesos, por momentos la gente volteaba a ver mi máquina ya que no dejaba de sonar, pero la algarabía duró muy poco, al cabo de media hora me bajó las ganancias y el juego terminó, perdiendo ese día un total de 250 pesos.
Quizá para compensar un poco, a los jugadores que no habían tenido un buen día, además de bocadillos y refrescos, el centro de entretenimiento ofreció el espectáculo de un comediante, quien durante su rutina no pasó por alto las frases de los asiduos asistentes al casino como: “Voy tablas” ó “Apenas acabamos de comer y mi mujer ya quiere irse al casino”.
> Día 4
Miércoles 29 de diciembre. Casino Paradise, una de la tarde. La apuesta hoy fue probar otra casa de apuestas, el primer golpe de suerte para los clientes fue directo al estómago, y es que este centro de entretenimiento ofrece servicio de bufete a todos los que presenten en la barra su tarjeta de juego, misma que igual que en el casino anterior se obtiene presentando una identificación.
El platillo es una milanesa de res bañada en salsa de tomate, spaguetti, puré de papa, crema, ensalada y totopos. Para las dos de la tarde aún hay estaciones de juego para escoger, es poca la gente que ronda el lugar, la mayoría son mujeres.
Con 100 pesos de crédito la jugada comenzó en un peso, poco a poco el monto fue bajando sin respuesta y al cabo de 30 minutos sólo había 20 pesos en la tarjeta; pero una partida de juegos gratis salvó el día, dejando la cuenta con 104 pesos. El juego terminó para mí, pero no así para la casa, y es que conforme pasa el tiempo son menos las terminales vacías.
Sin duda la estrategia en esta casa de apuestas es buena, transporte del estacionamiento al lugar y del lugar al estacionamiento, comida completa sólo por ser cliente, a diferencia de otros establecimientos en donde sólo ofrecen bocadillos, así los apostadores no tendrán otra necesidad que satisfacer más que jugar.
> Día 5
Jueves 30 de diciembre. Casino Revolución, seis y media de la tarde. ¡Gané! Por primera vez en los cinco días de haber comenzado esta reseña la casa no ganó, al menos conmigo. Nuevamente con 100 pesos comencé apostando un peso por jugada, en 20 minutos los créditos a mi favor no aguantaban más de 25 jugadas, de pronto la máquina me dio 15 juegos gratis que finalmente se convirtieron en 60, lo que hizo que mi tarjeta sumara 450 pesos.
Decidida a retirarme con una cantidad buena en comparación al resto de los días, la persona que se encontraba a mi lado me dijo: “Espérate, la máquina te quiere dar”. Al tener mayor experiencia que yo en el juego, decidí tomar el consejo, y tres jugadas después me dio 150 pesos.
Lo más emocionante de ese día ya había pasado, de ahí en adelante los premios fueron pocos y finalmente me quedé con los 450 pesos.
Casi una hora y media después los pasillos del casino comienzan a llenarse, y es que faltando pocos minutos para las nueve de la noche, la mayoría de las personas ha salido de su trabajo decididas a jugarse lo del día frente a estos aparatos. La edad sin duda no es impedimento para probar suerte, aunque la mayor parte de los jugadores rondan los 30 y más, se pueden ver algunos jóvenes en el lugar.
Las condiciones físicas tampoco son obstáculo, personas con síndrome de down, tapabocas, andadores, sillas de ruedas y hasta con bolsas de diálisis es posible encontrarse, normalmente acompañándose de algún familiar que los ayude. El establecimiento, consciente de las condiciones de algunos de sus apostadores, tiene adecuadas sus instalaciones con elevadores y zonas de fácil acceso para personas con discapacidades.
> Día 6
Viernes 31 de diciembre. Casino Revolución, seis de la tarde. Tras la buena racha de ayer, hoy decidí probar con 200 pesos, aunque en otra terminal. Eran aproximadamente las siete de la tarde, no tenía ni cinco minutos sentada y la máquina empezó a pagarme, poniéndome 80 pesos arriba de la cantidad inicial.
Al simplemente oscilar por más de dos horas entre los 180 y 280 pesos, pude ver una gran cantidad de jugadores que desfilaron a mi lado. Una pareja de unos 50 años estuvo en ese sitio más tiempo que yo, ambos entraron con 200 pesos cada uno, mientras que el señor no sobrepasaba los 200 pesos, a su mujer no parecía irle tan bien cuando de repente unos juegos gratis hicieron que sus créditos casi llegaran a los mil pesos.
“Ya la hicimos vieja, ya nos recuperamos”, dijo el hombre mientras acariciaba la máquina en la que jugaba su esposa. Para celebrar pidieron unas bebidas y algo de comer, a fin de seguir pasando el rato sin tener que moverse de su asiento. En este tipo de casos, los meseros también detectan a los clientes, tratando de ofrecerles la mejor de las atención para que dentro de las ganancias, el jugador también considere su propina.
La máquina de la señora no dejaba de sonar y la sonrisa no se borraba de su rostro, la gente que pasaba junto a ella no podía evitar dejar de ver su jugada y comentar su suerte. En tanto, el aparato que se encontraba en mi otro lado no le trajo las mismas satisfacciones a los jugadores; en este lapso de tiempo al menos 15 personas dejaron en ella más de mil 700 pesos, durando tan sólo 10 minutos en promedio.
Con 80 pesos abajo de la cantidad con la que empecé decidí retirarme, la mujer de al lado continuaba disfrutando su suerte sin dejar de apostarle a la máquina, mientras su marido en un intento por salir ganador abrazaba el aparato y lo limpiaba con su mano de lado a lado, esperando que en recompensa le diera una buena jugada.
> Día 7
Sábado 1 de enero. Casino Revolución, cuatro de la tarde. Comienzo con 100 pesos, en esta ocasión elijo las máquinas de bingo electrónico. Esta zona, a diferencia de las otras, es más concurrida por los hombres, la mayoría de ellos bien vestidos y en su apuesta dejan ver su poder económico, entrando con cifras de al menos 500 pesos.
Sin embargo, el género no influye en la pasión que les provoca el juego, su rostro frente a la máquina es pensativo, como si estuvieran tomando una muy importante decisión. En esta sala importantes cantidades de dinero van y vienen del aparato a la tarjeta del jugador, prueba de ello es que a pesar de que la terminal emite diversos sonidos tras otorgar premios arriba de los 800 pesos, el jugador ni se inmuta ante la preocupación de haber perdido más de lo que ha ganado.
Ya sin jugar, un grupo de señores sólo se dedica a acompañar con un café y un cigarro a uno de sus compañeros que aún se encuentra ‘con vida’.
“Ahora sí que no empezamos bien el año, en 20 minutos esa máquina me quitó mil quinientos pesos, y antes de eso ya había perdido 700 en las de a peso”, dijo uno de los hombres de al menos 50 años, para posteriormente darle un sorbo al café.
“Tú apuéstale, dale rápido”, le decía otro animando a su compañero que aún se encontraba jugando. “Este cree que con 200 pesos, si a estas máquinas hay que meterle”, decía el hombre entre risas.
Y es que en esta zona, además del juego que te da la máquina, tienes la oportunidad de incrementar tus ganancias con un premio que se rifa entre los jugadores al azar; aunque, para poder acceder hay que alcanzar cierto nivel que sólo se obtiene apostando al menos cuatro pesos por jugada, lo más rápido posible.
El comienzo de año parece no ser tan flojo, aunque aún hay máquinas disponibles, el flujo de gente es importante, sin decir que apenas son las cinco de la tarde. Nuevamente perdí, pero tras haber escuchado esas historias, me di cuenta que hay casos peores.
> Día 8
Domingo 2 de enero. Casino Paradise, siete de la tarde. Ya casi es de noche, con 70 pesos en la tarjeta vuelvo a probar suerte en el centro de apuestas donde ofrecen bufete a sus clientes, en esta ocasión tienen alitas de pollo. A pesar del penetrante olor a cigarro, ya que este inmueble no tiene divisiones que dé área libre de humo, los comensales no dejan de ir a pedir su platillo.
Entre la gente que está en el comedor, que también sirve de sala de apuestas deportivas, y los que se encuentran en la zona de máquinas, el establecimiento se ve concurrido sin importar que el día siguiente sea laboral, ni lo gastado que haya quedado el bolsillo después de las fiestas decembrinas.
Al ser estos sitios sin duda de mayor atractivo para las señoras, es común que para ellas sea un punto de reunión; sin embargo, ni lo interesante de la plática hace que despeguen su mirada de la pantalla de juego.
La gente iba y venía entre las filas de la máquinas, la cuesta de enero no importaba en ese momento. Para mí la racha siguió sin levantar: volví a perder.
> Día 9
Lunes 3 de enero. Casino Paradise, tres de la tarde. Acudí al mismo sitio de un día anterior, esta vez el bufete ya había acabado, aunque aún había comensales en las mesas. A pesar de ser hora laboral en muchas oficinas la concurrencia en el lugar era alta, en su mayoría hombres con traje y corbata.
La apuesta de este día fue de 100 pesos, pero la suerte no fue mucha, en menos de 15 minutos ya iba 60 pesos abajo y decidí terminar el juego.
Mientras mi paciencia no era mucha para esperar una buena jugada, a la mayoría de los presentes no parecía importarles el tiempo, y es que la hora no fue motivo de preocupación para que dejaran de estar pendientes de la máquina.
A diferencia de los jugadores que van por la tarde- noche, para estos no hay más mundo que la pantalla de su máquina, su preocupación está en incrementar sus ganancias en vez de aprovechar la bebida gratis o intercambiar palabras con el vecino de máquina.
Entre más avanzaban las manecillas del reloj, más gente ingresaba por la puerta del lugar. Para mí la jornada de juego termina con 40 pesos de crédito.
> Día 10.
Martes 4 de enero. Casino Paradise, seis treinta de la tarde. Con 80 pesos de crédito a esta hora aún hay lugar para elegir, la mayoría de los asistentes son personas de la tercera edad, de hecho junto a la máquina que elijo se encuentra una. Con una tarjeta en el aparato y otra más en la mano, la mujer no quiere perder ni un momento de juego, presiona sin cesar los botones de la terminal, mientras su marido se acerca y le pregunta si aún tiene créditos en la otra tarjeta, ella sin más gesto, se la da para que la recargue.
Esta imagen pareciera ser una constante en diversos lugares, minutos más tarde cambio de sección y me encuentro con una mujer de avanzada edad a mi lado. Con 400 pesos de crédito ella no pierde de vista la pantalla y el botón de jugar.
“A ver si ahora sí me dé algo, por que ayer ni me pude recuperar”, menciona la mujer de blanca cabellera, sin dejar de ver la terminal. Fueron 300 pesos lo que asegura haber perdido un día antes, mientras que a su parecer hasta el momento va bien y espera que así siga.
Por momentos sus créditos pasaban los 600 pesos, pero su marido interrumpe su ritmo al decirle: “Ya vámonos, te voy a estar esperando afuera”. A ella no le quedó más remedio que aprovechar el tiempo, y apostar más rápido.
La impaciencia de su compañero no fue suficiente para que el juego terminara, mis 80 pesos de crédito acabaron en poco más de una hora y ella continuaba apostando.
> Día 11
Miércoles 5 de enero. Casino Revolución, ocho de la noche. El ir y venir de las puertas de entrada no cesa, y no es para menos, dos camiones de pasajeros se acaban de estacionar afuera de este centro de entretenimiento.
El continuo ¡Buenas noches! y ¡Suerte!, no deja de salir de la boca de los empleados que se encuentran a la entrada, luego de que las personas han ingresado, el trabajador da un respiro y admite que cuando llegan los autobuses no se dan abasto.
Al interior del casino el caos es peor, las personas que vienen de lejos únicamente a jugar ansían ver una terminal desocupada, pero eso pareciera imposible, la imagen de las personas con tarjeta en mano buscando asiento es característica.
Los meseros se desviven al ver al grupo de nuevos clientes, y es que ellos sólo vienen a gastar y aprovechar el momento lo más que se pueda. “Dejan buenas propinas”, aseguran. Mientras que para los empleados estos son los mejores momentos, para los clientes de diario no, es como si para ellos disminuyera su fortuna.
“Hay mucha gente, a ver si alcanzamos lugar, es que hay camiones allá afuera”, comentan entre si dos mujeres.
Con 100 pesos en la tarjeta comienzo el juego esta ocasión; a más de una hora de haber llegado el movimiento en mis créditos es el mismo, por lo que decido terminar el juego en la misma cantidad, a mi alrededor ya hay al menos dos personas esperando desocupe el asiento de al lado, cual abejas rodeando un panal, y es que a mi vecina de juego ya sólo le quedan 15 pesos en crédito.
Según los comentarios entre pasillos, entre más rápido disminuyan los créditos de una persona, más probabilidades hay que a la siguiente “le dé”; y aunque yo quedé igual, no había muchos lugares para escoger y tomaron el asiento que dejaba.
Mientras camino hacia la salida, el sonido local vocea a una de las señoras que vienen en el camión de Allende. “La están esperando señora, el autobús ya se va”, dice el empleado.
El tiempo se ha acabado para los demás, pero no para ella ya que desde su lugar seguramente guarda la esperanza de llevarse un buen premio antes de regresar a su hogar.
> Día 12
Jueves 6 de enero. Casino Paradise, seis de la tarde. Con 80 pesos en la bolsa me doy cuenta que mucha gente prefiere ir a compartir la Rosca de Reyes en este centro de apuestas, en lugar de hacerlo en familia.
La promoción es clara: si te sale el monito te conviertes en finalista para obtener créditos en tu tarjeta, pero cada vez era más la gente que llegaba al lugar. A diferencia de otros días resultó un poco más complicado encontrar terminal.
La apuesta comenzó, mientras la persona de mi lado prendió un cigarro, no pasaron más de cinco minutos cuando una de las meseras fue hasta él para decirle que esa no era área de fumar, ya que si quería hacerlo tendría que trasladarse al siguiente pasillo.
Parecía increíble esta situación, ya que a pesar de que con sólo entrar al local el olor a cigarro es evidente, tan sólo en tres hileras de máquinas está prohibido fumar, sin que éstas se encuentren aisladas como lo marca la ley, sin más, la persona cambió de aparato.
El detectar un fumador en un área de no fumar es fácil, ya que las cámaras de video colocadas en el techo del lugar evidencian cualquier movimiento. Otra de las situaciones que no está permitida en los centros de apuestas son las cámaras fotográficas o de video, ya que al detectarlas en la entrada durante la revisión hay que dejarlas en paquetería.
La seguridad es importante para estos negocios y el movimiento de dinero también, y es que la casa siempre gana, prueba de ello es que nuevamente perdí 80 pesos.
> Día 13
Viernes 7 de enero. Casino Paradise, cinco treinta de la tarde. Lo que para algunos puede representar un muy buen premio, para otros prácticamente no es nada. ¡Vaya, hasta que me dio!, dijo una mujer de unos 40 años, mientras su máquina no dejaba de sonar.
Cuando los más de 3 mil pesos en puntos se cargaban a su tarjeta, la jugadora comentó que a pesar de las ganancias, aún no se recuperaba. ¿Pues cuánto ha gastado señora?, “ay no, ya ni cuentas quiero hacer, pero aún no me recupero”.
Decidí cambiar de lugar y tres mujeres estaban a mi lado, una de ellas de unos 50 años de edad y de buen vestir me sugirió sobar la pantalla para pasarle las buenas vibras, también me dijo: “Tú debes de venir aquí con la mentalidad de que vas a ganar, vas a ver esa máquina sí te va a dar”, dijo antes de pedirme que le cuidara su terminal para ir a cobrar mil pesos que acababa de ganar, y no gastarse todo.
Con 800 pesos en su bolsa y 200 en la tarjeta siguió el juego. Sin dejar de presionar el botón y mirar la pantalla me comentó que sólo estaba haciendo tiempo mientras salía su hija de trabajar, “ya nada más me juego esto”, aseguró.
A partir de ahí, no volvió a cruzar palabra más que con la empleada del casino, a quien en menos de 30 minutos llamó cuatro veces para cargar 200 pesos en cada ocasión. “Ahora sí déjame la suerte mija”, mencionaba mientras la chica con una tímida sonrisa hacía el trámite. En la última recarga incluso cambió de tarjeta, para hacer creer a la máquina que era otro cliente y ver si ahora sí daba.
“Ya sólo esto me juego”, señaló con un toque de resignación y en10 minutos se retiró al haber perdido todo los que momentos antes había ganado. Mis 40 pesos de crédito, que en esta ocasión traía para jugar, duraron más que los mil pesos que mi compañera de al lado invirtió, aunque también perdí.
> Día 14
Sábado 8 de enero. Casino Revolución, cuatro de la tarde. Con 150 pesos empiezo el juego. La frecuencia con la que van los jugadores a estos sitios hace que las mismas personas establezcan una amistad, muestra de ello, los compañeros que en esa ocasión estaban a mi lado.
Un hombre de unos 35 años me comentó que desde hace varios meses conoce a algunas de las personas que se sientan a jugar en esa misma área del negocio. Entre semana, dijo, acuden después de las siete de la tarde, mientras que los fines de semana normalmente esta es la hora que empiezan a llegar.
Y así fue, a partir de ese momento se levantó en múltiples ocasiones para recibir a varias mujeres que llegaron a la casa de juegos, sus comentarios tenían el mismo común denominador: el juego.
“A ver si ahora me recupero”, dijo una de las mujeres de menos de 40 años que acababa de llegar y dejaba su saco en el respaldo de la silla. “¿Cómo se están portando las máquinas ahora?”, preguntó otra después de saludar a sus compañeros, mientras le contestaban, “Pues muy mal, están bien amarradas por que ya perdí como 400 pesos en menos de 20 minutos, pero déjalas, ahorita tienen que soltar”, mencionó.
Sus ansias de ganar a como dé lugar no cesan, el hombre que en un principio platicaba conmigo aprovechó la llegada de una de sus compañeras para ir al baño. “Ay, qué bueno que llegaste”, exclamó, “Ayúdame, no seas malita, síguele picando a esto, para que no se me vaya el air cash”, dijo, sin dejar de presionar el botón mientras miraba a su compañera.
Y es que “air cash” es un sorteo aleatorio que se hace entre quienes están jugando en ciertas terminales, pero la condición para participar es alcanzar cierto puntaje que sólo se obtiene apostando lo más rápido posible. De pronto éste inició, quedándose el premio en la máquina de mi vecina de juego, quien previamente había comentando que en menos de 20 minutos perdió 400 pesos.
Tras agregarse los mil 500 pesos a su ticket de juego, llamó a su marido a quien sólo le dijo: “Encarga la máquina, ven y tráeme otro ti-cket”. A su llegada, en un rápido movimiento y sin despegar los ojos de la pantalla le dio el ticket para que lo cobrara e ingresó el nuevo para seguir jugando. “Es que si no, ahorita me lo acabo”, mencionó tratando de conseguir la aprobación de quienes la rodeaban.
Mi juego terminó, pero antes, la mujer me sugirió: “Deberías ponerle más, ahorita te da”, con una sonrisa y un “¡suerte!”, me despedí.
> Día 15
Domingo 9 de enero. Casino Revolución, siete de la tarde. La apuesta, 100 pesos. Al ser la suerte uno de los principales ingredientes que los apostadores buscan en estos centros de entretenimiento, no es raro que se hagan acompañar de algunos de los elementos que la representan. Imágenes de ranitas, pirámides, monedas, entre otras cosas, son los más socorridos a la hora de jugar.
Una mujer llega hasta la terminal de juego, tras quitar de ella los vasos y tickets que estaban en el lugar, empezó a sacar de su bolsa al menos unas cinco pequeñas ranitas para acomodarlas junto a los botones de juego. “Son para la suerte, ya están curadas”, dijo entre risas a quienes estábamos apostando a su lado.
Sin embargo, según quienes son más asiduos son diferentes las técnicas para atraer la fortuna. “Sobar la pantalla es la de siempre”, menciona una mujer, casi todos le rascan para que venga una buena jugada, o cuando está en juego un premio grande.
Mover constantemente la bolsa, limpiar con un trapo la máquina antes de empezar a jugar, e incluso recibir la tarjeta por parte de los empleados sólo con cierta mano, son creencias que tienen para que les vaya bien. Incluso, hay quienes aseguran que rociarse con perfume antes de ir a jugar funciona, al menos mientras los resultados en el juego no digan lo contrario.
Tras 40 minutos de estar en el lugar y con 30 pesos de ganancia me retiro, mi vecina de máquina sigue atenta a sus jugadas ya que hasta el momento su técnica funciona, va con 300 pesos de ganancia.
Han pasado 15 días desde que empecé este reportaje y realmente he comprobado que no me haré rica apostando en los casino. Mejor me pongo a trabajar.