
“Mi madre fue secuestrada, mi padre fue quemado vivo, mi hermano Patrocinio fue secuestrado y torturado, y mi hermano Víctor fue fusilado”, expresó Rigoberta Menchú Tum.
Esas injusticias, la discriminación o explotación hacia sus familiares quienes perdieron la vida, incluso hacia su persona cuando era una niña, o aplicadas a miles de indígenas, son el motivo por los que desde joven se involucró en la defensa de sus derechos.
Ante ese panorama desalentador, despertó su conciencia. En El Quiché, Guatemala, Menchú Tum junto con su hermana Anita fue testigo de diversas atrocidades donde sus familiares y cientos de indígenas resultaron víctimas.
Y aunque en 1981 se exilió en México por la violencia, el arduo trabajo como activista lo efectuó con mayor fortaleza pese a las adversidades que se hicieron presentes.
Sin esperarlo, la guatemalteca se hizo acreedora al Premio Nobel de la Paz 1992. Posteriormente fue nombrada embajadora de la Paz en la UNESCO y en 1998 obtuvo también el Premio Príncipe de Austrias de Cooperación Internacional por su trabajo en defensa y dignificación de la mujer.
Los reconocimientos se han convertido en un aliciente más en su búsqueda por impulsar una transformación hacia esta etnia que se ha visto esclavizada por mandos militares en Guatemala y otros lugares.
Así lo confirma durante las experiencias vividas en su caminar en la defensa de los derechos humanos de los indígenas, de su propia persona y otros quehaceres, con los que pretende reivindicar a esas comunidades.
Con su vestimenta maya, reconocida por sus hilos en figuras de colores y portando con orgullo su turbante, Menchú Tum promueve en su discurso el orgullo que siente por ser heredera de una civilización ancestral, tal como lo expresó en su conferencia “Derechos de oportunidades para estudios universitarios a los jóvenes indígenas”, que se llevó a cabo el pasado 9 de agosto, en el Aula Magna de Colegio Civil.
“Lo más importante es combinar tres cosas: la memoria, preguntarnos de dónde vengo; cuestionarse quién soy y a dónde voy, no en un sueño individual porque es un sueño colectivo”, dijo.
Con ese mensaje de preservar su raíces y dignificarlas, la embajadora de la Paz reafirmó el espíritu de lucha permanente que no termina, que detallará con veracidad en su autobiografía, la incorporará al plan de estudios que implementará en la Universidad Autónoma de Nuevo León en donde se integra como docente y lo palpará en la investigación en la que participa sobre diversos acontecimientos que atentan contra la humanidad.
ESCRIBE SU AUTOBIOGRAFÍA
Su vida no es una novela, ni ha mentido sobre la misma para obtener premios. Sin embargo, Rigoberta Menchú escribe el guión para su autobiografía con la premisa de “decirle a la humanidad que mi verdad no está en cuestión”, dijo.
La Premio Nobel 1992 reconoció que le es maravilloso escribir. Reveló que no sale de su cuarto y se concentra en su labor para tratar de visualizar la vida de un personaje en una memoria colectiva.
“La vida mía no es un legado personal, es un legado colectivo, es un reto de tiempo, es una memoria colectiva”, manifestó al fundamentar que en la vida uno no va solo y siempre hay personas que recorren ese sendero con uno.
En ese sentido, la defensora de los indígenas adelantó que escribirá cuatro libros y señaló que en cada uno abordará las distintas experiencias, desde su niñez a la actualidad.
“Escribiré unos cuatro libros, lo único que he avanzado en este tiempo es lo que sería el guión global, la matriz digamos, de la que se debe desprender, recuperación de fotografías, recuperación de entrevistas, de filmaciones, una cantidad de escritos, escritos de otras gentes, etcétera”, detalló.
Lo que ella quiero decir y dejar dicho: es su verdad. Si alguien quiere agregarle un poquito o quitarle, agregó “ya eso es pasión diferente, pero yo quiero decir la justeza de mi lucha y que esto es lo que me motivó a mí para hacer lo que hice en este mundo”, enfatizó.
En primera instancia, se abocará al genocidio en Guatemala y “descansar ya en paz de ese capítulo”, tras llevar juicios en su país y en España, sin olvidar su etapa de niña, de joven mujer, la cual sobrevivió a la guerra fría y adversidades.
El tercer libro sería sobre la Menchú Premio Nobel, sin dejar a un lado los derechos humanos, pero pidió esperar, pues ni ella sabe cómo y cuándo lo concluirá. La guatemalteca divide su tiempo entre su faceta como escritora, esposa y madre, y además comparte su filosofía y experiencia por medio de conferencias.
Y su activismo no tiene fin. Agregó que “las contribuciones que a mí me han tocado hacer, en los conceptos de genocidio, etnocidio, feticidio, que son los crímenes contra la humanidad, que los hemos vivido, pero no sólo vivirlo, porque el testimonio tiene un límite también”.
Menchú Tum comentó que toda esta serie de atrocidades “las hemos convertido en investigación científica”. Por lo tanto, ha participado en 220 exhumaciones de osamentas que padecieron ese tipo de delitos y en 52 mil folios de indagatorias de desaparición forzada, terrorismo de Estado y doctrinas militaristas, refirió.
Para ese proyecto autobiográfico en el que trabaja, la Premio Nobel de la Paz 1992 comentó que pedirá el apoyo de la UANL. Y seguramente no habrá negativa, luego de que el rector Jesús Áncer Rodríguez la invitó a afiliarse como profesora en la Máxima Casa de Estudios.
Además, desea fortalecer su plan a corto o largo plazo de hacer algún día un museo interactivo del Premio Nobel de la Paz “para que los estudiantes puedan interactuar con un pasado, un presente y quizá algunas cápsulas de horizonte de futuro”.
FORMARÁ LÍDERES UNIVERSITARIOS
La Premio Nobel de la Paz 1992, sin dejar su misión de vida, se incorpora a la UANL como profesora afiliada y tiene un objetivo: buscar líderes que sean portavoces de sus comunidades.
“La contribución mía (con la Universidad) debe ser una contribución muy puntual. Va a estar más orientada en las enseñanzas ancestrales. Quizá un poco a la matemática del tiempo, a la filosofía desde lo profundo de las civilizaciones ancestrales”, dijo.
“Aquí tenemos que formar líderes. Yo creo que los universitarios que hoy están ingresando a la UANL deben tener una misión de liderazgo. Necesitamos fomentar una misión de liderazgo que pueda ser un altavoz de la experiencia de las comunidades en sus diversas realidades”.
Quien recibiera, además, el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 1998 aseguró que logrará un intercambio de experiencias y metodologías con los profesores locales, enfocado también a un contexto multicultural con la comunidad estudiantil.
“La ciencia no necesita armas de igual calibre, necesita un gran tanque de pensamiento humano y escoger lo mejor para que pueda dar una academia integral hacia la humanidad”, expresó en su charla.
La finalidad de ese modelo de enseñanza, fundamentó, será crear profesionales que puedan ser en el futuro quienes orienten la educación, la investigación y el desarrollo integral para los pueblos, pero para ello, reiteró, “necesitamos complementar sus saberes con conocimientos ancestrales”.
Aunque apenas perfilarán las acciones concretas que implementará Rigoberta Menchú como docente de la UANL, así como la modalidad en que impartirá sus ponencias o clases, no descartó la posibilidad de tener encuentros con los alumnos a través de herramientas tecnológicas como el Skype, sin dejar de lado la cuestión práctica.
“Vamos por la parte práctica y ya veremos cuáles serán las primeras acciones”, comentó Menchú. Quizá esas primeras actividades, agregó, se definan en un par de eventos con los universitarios.
Por su parte, Áncer adelantó que se tratará de programas multiculturales, en los que se incluirá el concepto de espiritualidad y vida que maneja Menchú.
“Ella se compromete con nosotros a trabajar en un programa, a hacerlo, a elaborarlo… para que sea una realidad que pueda extenderse a otras partes del país”, indicó el rector.
“También participará en la parte de salud integral. Es un convenio múltiple, pero sobre todo dedicado a las oportunidades que van a tener los indígenas para poder tener una carrera”.
Menchú comentó la importancia de la medicina ancestral, la cual, a diferencia de la medicina alópata, está más ligada a la prevención y a una mejor calidad de vida, sin embargo, su significado se ha tergiversado.
HERENCIA ANCESTRAL: FILOSOFÍA DE VIDA
En vista de que el programa de estudio de Menchú Tum en la universidad incluirá el concepto de espiritualidad, ésta subrayó los códigos de ética que ayudarán a tener una vida en plenitud.
“Los abuelos dicen que para tener plenitud de vida se debe comenzar por el respeto. Si nosotros lo desglosamos en todas sus dimensiones, incluso en la conexión profunda con nuestra madre tierra, el respeto es un código, secreto o llave que puede abrir el ser para con todo” explicó.
El segundo código a implementar sería el del agradecimiento, añadió. “Yo necesito decir 50 veces gracias todos los días, así como lo hacen ellos (abuelos). “Eso nos ayuda a sentir que hay algo más allá que le está siendo favorable: es un acto de humildad”, expresó.
La reciprocidad, comentó habrá de ser el tercer punto a seguir. Dijo que generalmente se da algo, pero quien lo recibe, devolverá ese algo de lo que le dan. Lo anterior, porque muchas veces se ha tergiversando la lucha de los pueblos indígenas; creen que pedimos y pedimos”.
“Lo más importante que nos dijeron nuestros abuelos es reciprocar con los ancianos, jóvenes, con nuestra sociedad, la madre tierra, el tiempo. Con todo se puede reciprocar y por eso este es un código maravilloso”, manifestó.
Para reforzar los códigos anteriores, el amor no puede faltar, recalcó, pero se refirió a ese amor incondicional “que abre un horizonte extraordinario”. Aquel que no condiciona al mencionar que “yo te amo si me das tus cuentas o pagas”.
Si es un amor libre, agregó: “entonces soy un ser humano que puede cruzar fronteras culturales, físicas, diversas”, expresó la embajadora de la Paz. Porque al final y en la práctica conjunta de ese modelo de vida el resultado será positivo.
“Determinan la conciencia propia, porque todo está en mis manos; tal como reír o llorar. Que grandioso es el ser humano, según nuestros ancestros pero nosotros, insisto, hemos tergiversado nuestros caminos”, puntualizó.
Su visita a tierra regia y su testimonio de lucha se dio durante el “Encuentro de los Universitarios con los Premios Nobel”, dentro de la agenda festiva por el 80 aniversario de la fundación de la UANL.