Antes de cerrar el 2016, el comentarista deportivo José Ramón Fernández causó polémica en las redes sociales al utilizar el término “síndrome de Down” como un adjetivo despectivo durante la final de regreso del futbol mexicano entre los Tigres de la UANL y el América.
El conductor de ESPN enfureció por el arbitraje de Jorge Isaac Rojas, lo que provocó que emitiera su desafortunada opinión, que trajo consigo el enojo de la ciudadanía.
“Hubo entradas muy violentas, el árbitro fue un desastre, un invento, tiene síndrome de Down este árbitro”, exclamó en televisión nacional el comentarista.
Ante la presión social, el comunicador ofreció disculpas un día después a través del canal y en una columna publicada en un diario de circulación nacional.
“Les ofrezco una disculpa porque mi comentario no fue con el afán de una discriminación ni nada por el estilo, fue un exabrupto sobre el árbitro que actuó muy mal y fue una muy mala frase, mala decisión y por esa razón ofrezco una sincera disculpa a todos esos padres y madres que tienen un pequeño con esa condición.
“Espero que mi disculpa sea escuchada y la ofrezco de corazón”, se pudo leer en el texto del periodista.
Sin embargo, el comunicador de deportes no es el único mexicano que ha usado el trastorno genético como una ofensa, sin saber que las personas que viven con el síndrome son tan capaces como el resto de la ciudadanía y para muestra basta un botón: Kandy Cabrera, multimedallista paralímpica nacional en 2016.
Cuando Laura Martínez, madre de la deportista, dio a luz, los médicos le informaron que su hija había nacido con síndrome de Down, un trastorno genético en el que las personas tienen 47 cromosomas en lugar de 46.
Aunque la noticia podría caer como un “balde de agua fría” para la mayoría de las madres a Laura lo único que le importó es que su hija había nacido, y tranquila le respondió al doctor: hay terapias para sacar a mi niña adelante.
“No tuve nada del luto que comúnmente se vive. Siempre la hemos tratado como a nuestro otro hijo, aunque tal vez el proceso de aprendizaje es más lento, eso no nos desanima” informó la vecina del municipio de Escobedo.
Y en efecto, la crianza de Kandy nunca ha sido diferente a la de su hermano mayor, quien tiene 27 años. Desde pequeña se le forjó bajo el concepto de que podía llegar tan alto como quisiera y hoy no solo es un ejemplo para su familia, sino también un orgullo para Nuevo León.
“(A) Kandy siempre la han tratado como a su otro hijo, todo lo puede hacer. Nunca le hemos puesto límites, en realidad ella siempre ha sido muy independiente. Todo lo que le guste hacer tratamos de apoyarla.
“Es igual, en cuanto regaños y todo. Sí hay alguna que otra limitante, como que no la puedes dejar salir sola; pero hay también sus excepciones, como con este grupo que se han ido de viaje solos, son muy independientes”, indicó la mamá de la deportista.
Y es que desde niña, la regiomontana demostró su talento en el agua. A los 13 años comenzó a competir de forma profesional y hoy por hoy se encuentra en preparación para ganar un lugar en la Selección Mexicana de natación.
“Desde bebé la metimos a natación y ella sola se aventaba, no tenía miedo, nadaba muy bien. Nos percatamos de que tenía cualidades para nadar y la empezamos a llevar al CEPAR, en donde la maestra le dijo que tenía posibilidades de estar en competencias, y empezaron (a entrenarla)”, comentó Laura Martínez.
Combinado con sus estudios, la joven asiste a entrenar tres horas diarias en el Centro Estatal Paralímpico de Alto Rendimiento (CEPAR) de Nuevo León, en donde junto a sus otros compañeros se prepara para representar cada año a Nuevo León en la Paralimpiada Nacional.
En un día normal, la atleta de alto rendimiento entrena por la mañana y después va a la escuela. En días de competencia practica incluso dos veces por día.
La natación y sus estudios los combina con sus otros hobbies como el jazz, el patinaje, el dibujo y el modelaje, ya que su gran sueño es ser artista.
Apenas el año pasado Kandy obtuvo cuatro medallas de oro en la Paralimpiada Nacional, una hazaña que también alcanzó en 2015.
Previo a las competencias nacionales, en el estado la joven ha ganado incontables medallas en la disciplina de la natación.
En noviembre de 2016, la atleta también compitió en un selectivo en Morelia para ganar su pase al Mundial de Natación, pues su meta es algún día competir en mencionado torneo.
Actualmente Kandy es la número ocho en México en el rubro de “Deportistas Especiales de Natación”.
LA SOMBRA DE LA DISCRIMINACIÓN
Pero la filosofía de ver a Kandy como cualquier otra chica de su edad no es compartida por todos.
Desde niña, la joven de 18 años, no se ha escapado de las preguntas inoportunas y sobradas de desinformación, especialmente por parte de los adultos.
“En las escuelas me ha tocado que me pregunten si se pega o se contagia. Yo creo que es mucha falta de información. Nunca la he cambiado de escuela ni nada, los niños están muy consientes y la quieren mucho. El problema, en ocasiones, es con el papá que no están bien informados y tienen otras creencias”, aseveró Laura Martínez.
Bajo el argumento de que “no había maestros de educación especial que la pudieran atender”, la madre de la deportista se vio obligada a cambiarla de centro preescolar en varias ocasiones.
Y aunque la discriminación la sufrió principalmente en Guadalajara, ciudad en donde Kandy vivió sus primeros año, en Nuevo León no se cuenta una historia distinta.
“Creo que solo hay tres secundarias en Nuevo León en donde hay aceptación para niños con Down. No encuentras muchas escuelas que tengan la aceptación, están retiradas las escuelas que quedan cerca de casa”, aseveró la madre de familia.
No obstante, han sabido sortear los obstáculos con sabiduría y perseverancia. Y para animar a otros padres que atraviesan por una situación similar, Laura Martínez les pide que se reflejen en ella.
“Por lo regular invitamos a que vean a nuestros hijos para que vean que no es nada temeroso, para mí es el mayor tesoro que he tenido.
“A las madres primerizas (les diría) que disfruten a sus bebés, que vengan, que vean a nuestros hijos, que todo se puede lograr, que lo vean igual que otro hijo, que no le pongan ningún límite.
“Yo quiero que ella sea feliz, que sea muy independiente, que viva la vida, cuando veo su cara de felicidad cuando recibe las medallas (es) para mí es un orgullo y una gran satisfacción”, acentuó la madre de Kandy.
UN ALIADO LLAMADO CEPAR
Kandy Cabrera, al igual que otras decenas de atletas, entrenan en el Centro Estatal Paralímpico de Alto Rendimiento (CEPAR), un espacio del DIF Nuevo León en el que se trabajan cuatro discapacidades deportivas: sillas de ruedas, parálisis cerebral, ciegos y débiles visuales, y deportistas especiales.
De acuerdo a la entrenadora del Instituto Estatal de Cultura Física y Deporte (INDE), Carmen Siller Rodríguez, aunque existen otras disciplinas como el futbol, básquetbol y atletismo, la natación es una de las que ha cosechado más frutos.
Y es que tan solo en la Paralimpiada de 2016, Nuevo León ocupó el primer lugar nacional por la cantidad de medallas obtenidas en la disciplina (44), y en segundo lugar por el número de oros alcanzados (20), de los cuales cuatro fueron ganados por Kandy.
Como entrenadora desde hace ocho años de los nadadores no convencionales en Nuevo León, Siller Rodríguez reconoce que no existen limitaciones para dichos atletas, sino que, por el contrario, se percibe una energía mucho más positiva.
“El programa de entrenamiento que lleva cada nadador paralímpico y en especial del síndrome de Down es exactamente lo mismo que un convencional, eso sí me gustaría dejarlo bien claro. Entrenan lo mismo y más. Tenemos nadadores en el centro que entrenan seis horas diarias como los seleccionados nacionales.
“En el caso de Kandy entrena tres horas al día de lunes a sábado, se contagia su manera de entrenar, se contagia su manera de ser, es mucha energía positiva, casi no hay negación, casi no hay un ‘no puedo’, no existe eso, es un compromiso bastante fuerte entre entrenadores, padres de familia y nadadores, y se lo hacen saber a los mismos atletas. Yo los invito a que vengan al CEPAR a convivir con los chicos nadadores con síndrome de Down.
“Obviamente te puedo decir que es a base de mucha constancia, de mucha práctica, no podemos decir que es lo mismo que el convencional porque no lo es, sin embargo, no hay límites, el chico aprende lo que le enseñas, solamente es un poquito más de constancia, pero no hay límites”, expresó la entrenadora.
Actualmente hay alrededor de 55 nadadores inscritos en el CEPAR. Para los padres interesados, lo único que se requiere es llevar a sus hijos a las instalaciones del centro, ubicado en Galeana sin número, entre Diego de Montemayor y Matamoros en San Pedro, para que el director Juan Gavino Gaytán les realice un chequeo y expediente clínico, y así poder canalizarlos al deporte de su preferencia.
Y es que el centro no está conforme con los éxitos alcanzados, en el presente año buscarán superar las medallas de oro ganadas en la pasada Paralimpiada (130).
Y cuando en los medios de comunicación se vierten comentarios como el hecho por José Ramón Fernández, para la madre de la deportista con síndrome de Down más que un insulto, es un alabo.
“Realmente no están insultando a la persona, están alabando a la persona, porque la mayoría no conocen todas las cualidades que tienen y todos los logros que pueden tener”, afirmó Laura Martínez, madre de Kandy.