Con la intención de brindarle una familia a un pequeño sin hogar, parejas con la imposibilidad de tener hijos optan por iniciar un proceso de adopción.
Sin embargo existen tabúes, mitos, comentarios negativos en cuanto al tema, lo que provoca que algunos interesados decidan realizar el trámite en otros estados o buscar otra alternativa para lograr ser padres.
En Nuevo León existen cinco casas hogar -DIF Capullos, Vifac, Filios, Casa Cuna Conchita y Casa Paterna la Gran Familia- que brindan albergue a los menores, mientras la institución encuentra una familia apta para ellos.
Y es que en la mayoría de las ocasiones, los padres interesados en “tener” un hijo, sólo buscan a un bebé.
Por tal motivo, dichos padres debieron permanecer en lista de espera, incluso por más de dos años.
Para educarlo a su manera, para evitar problemas de rebeldía, de tipo educativo o para disfrutar del pequeño desde sus primeros meses de nacido.
Lo anterior fue dado a conocer por Felipe Medina y Alicia Llanas; y de Gustavo Eduardo Stefan y María Gabriela Rossy, matrimonios que efectuaron una adopción en el DIF Capullos y que brindaron su testimonio a Hora Cero.
Ambas parejas aseguraron que aunque el trámite no es rápido, no existe complicación alguna que los hiciera desertar de la idea de adoptar a un pequeño en Nuevo León.
En la entidad, les explicaron que existen tres formas en las que se puede efectuar una adopción: cuando se encuentra en abandono y sin identidad, por pérdida de patria potestad y por medio de una cesión, que es cuando los padres de forma voluntaria ceden la custodia a alguien más.
De acuerdo a los datos más recientes del INEGI, en el 2010 en México existen 30 mil niños en albergues, casas hogar u orfanatos públicos o privados y de ellos, más del 70 por ciento con dificultad de ser adoptados en edades que van de los 7 a los 18 años.
Lo que deja entrever que entre mayor sea el menor al que se quiere incluir en una familia, es más complicado que se les encuentre un hogar.
“Queríamos una niña”
Buscando integrar a una niña dentro de su núcleo familiar, Alicia Llanas y Felipe Medina acudieron al DIF Capullos para informarse acerca del proceso de adopción.
La respuesta para ellos no fue alentadora, pues ellos ya eran padres de Elías, un pequeño quien nació con Síndrome Down y en las casas de adopción, uno de las solicitudes primordiales son las pruebas de infertilidad.
“En un inicio mi esposo y yo habíamos hablado sobre quedarnos con un hijo solamente, para darle la atención que él necesitaba, al ir conociendo más sobre el Síndrome de Down y ver que Elías era un niño como cualquier otro, que sí necesitaba atención, pero nada imposible, empezó a crecer en mí el anhelo de una niña con síndrome”, expresó.
Felipe no estaba de acuerdo con el deseo de Alicia, ya que no quería adoptar, ni mucho menos tener otro hijo con el mismo padecimiento.
La madre de familia desistió y unos meses más tarde Felipe se convenció de que debían adoptar a una pequeña, sana, tras investigar y analizar los requisitos se enfrentaron con el primer obstáculo: la prueba de infertilidad, lo que tomaron como advertencia de que lo que estaban por realizar no sería nada fácil.
Y aunque se frenaron un poco por la prueba, decidieron exponer su caso al psicólogo del DIF, quien les comentó que dicho requerimiento en ocasiones se omite, les recomendó iniciar el proceso, entregar papelería, realizar las evaluaciones psicológicas, socioeconómicas y que una vez que revisaran su expediente, el DIF aprobaría si serían buenos padres adoptivos e idóneos.
“Un día, una amiga de mi suegra le comentó que visitaron una casa hogar (omitió el nombre) y había una niña con Síndrome Down a la que le estaban buscando de forma urgente una familia y así fue como nos enteramos de Eva”, mencionó la ama de casa.
Hicieron la cita en el DIF, pidieron informes y aunque sabían que era más “fácil” criar, moldear, educar y amar a un bebé, fue una decisión personal lo que los llevó hacia la pequeña.
Conscientes de que existen niños mayores que necesitan de un padre y una madre que los cuide y los ame, un ser que necesita atención, cuidados, cariño y seguridad, sin importar la edad, fijaron la meta en Eva.
“La adopción es como un embarazo, al final no hay nada seguro. Puedes embarazarte rápido, o pueden pasar años, puede llegar tu bebé a término o perderlo, puede llegar sin ninguna complicación o puede sorprenderte con alguna enfermedad, discapacidad”, expresó Llanas.
En ese entonces, recuerda que en Capullos no había niños para adopción, sólo Eva quien se encontraba en otra casa hogar, aunque llegó desde que era una bebé, quienes ahora son sus padres, la adoptaron a los 3 años de edad.
En diciembre del 2010 inició el proceso de forma oficial, tras una cita en el DIF y una entrevista inicial, se les entregaron los requisitos para llevar a cabo la adopción.
“La mayor dificultad en la adopción fue por parte de la casa hogar, que intentó de diferentes maneras que la adopción no se diera, porque consideraban que no éramos los mejores padres para Eva”, explicó.
Aunque el matrimonio enfrentaba temores, al saber que la familia crecería por medio del mencionado proceso, que tendrían a otra pequeña que requeriría la misma atención que Elías, estaban decididos y seguros de que era algo que anhelaban.
Aunque el proceso que inició en el 2010, terminó oficialmente en mayo del 2012, durante el procedimiento nunca desistieron de su objetivo: convertirse en padres por segunda ocasión.
“Una vez que iniciamos el proceso, sabíamos que era como un embarazo, por nosotros no iba a quedar. Lo dejamos en manos de Dios y de la gente que estaba a cargo de tomar la decisión final”, recordó.
Alicia Llanas comentó que lo más “burocrático” que existe dentro de los procesos de adopción es el proceso legal después del juicio, para realizar el cambio de acta de nacimiento.
La madre de familia recalcó que el trámite de adopción no tiene costo, sólo los estudios médicos que se solicitan, las actas y copias, además del trámite del cambio de acta de nacimiento.
Actualmente Elías, su primogénito, tiene 10 años de edad y su hermana menor, Eva, tiene 8 años. Su madre asegura que la niña se integró rápidamente a la familia y que se lleva de maravilla con su hermano mayor.
“No importaba nada, íbamos a adoptar”
Luego de intentar procrear, Gustavo Eduardo Stefan y María Gabriela Rossy originarios de Argentina, decidieron iniciar el proceso de adopción hace más de siete años.
Para ellos fue rápido, breve y sencillo, pues el matrimonio que añoraba a un hijo, decidió indagar acerca del procedimiento y aunque desconocían el método, mantenían la confianza ya que ambos cuentan con nacionalidad mexicana.
En un año, aproximadamente, concluyeron el proceso y María Isabel -quien ahora tiene 15 años- llegó a sus vidas.
“No recuerdo bien cuándo inició todo exactamente, pero fuimos directamente a Capullos, nos solicitaron llenar una solicitud, contar con trabajo estable, una carta de no antecedentes penales federales y nos entrevistaron.
“Realmente todo fue muy sencillo y fácil, lo único costoso, en nuestro caso por ser de Argentina, fue tramitar una carta de no antecedentes federales en Ciudad de México”, aseguró el padre de familia.
Agregó que el DIF los apoyó de principio a fin, hasta en el juicio de adopción que no implicó un gasto para la pareja, por lo que enfatizó en que una persona con ingresos medios puede adoptar sin problema alguno.
Durante sus visitas conocieron a personas que llevaban dos años en lista de espera, pero eso no mermó sus esperanzas, al contrario se motivaron más al conocer que las personas que componían la lista, eran padres que forzosamente deseaban adoptar un bebé, que incluso los pedían con ciertas características.
“Como si fuera un supermercado, la culpa no es de Capullos, es de la gente porque el DIF no es una máquina que hace bebés”, señaló.
Desde que comenzaron con los trámites decidieron que adoptarían, sin importar sexo, edad, características, nada, querían un hijo e iban a conseguirlo. Cuando les dijeron que existía la posibilidad de adoptar a María Isabel, la conocieron y desde que la vieron se enamoraron de ella, relató.
Casi de forma inmediata iniciaron las pláticas psicológicas, las visitas para convivir padres e hija con la menor.
Para el matrimonio de Gustavo y María lo único que importaba era adoptar, “sólo queríamos tener un hijo”, dijo el padre de familia y agregó: “las familias no entienden que las casas hogar buscan buenos padres para un niño, no un buen niño para unos padres”, recalcó.
En cuanto a los rumores que existen en torno a los procesos de adopción, la burocracia, las listas de espera, etc., recomendó a los padres de familia que estén interesados en adoptar, a informarse directamente con la institución.
Así como a ignorar los comentarios negativos y vivir por cuenta propia el proceso, ya que si se quiere algo realmente, no se deben rendir tan fácil.
“Hay gente que dice que es tardado, que es costoso, que es difícil, que hay preferencias, pero no es verdad, al menos en nuestro caso esto fue de lo más sencillo”, recordó Gustavo.
Comentó que el DIF les explicó desde el principio cómo se llevaba a cabo, el tiempo que podría prolongarse el trámite y tal y como se los comentaron, así se llevó a cabo hasta concluir el procedimiento.
María Isabel que en ese entonces tenía ocho años, lleva siete años viviendo con sus padres adoptivos y ellos están felices por tener una hija.
Requisitos
Aunque los requisitos son muy similares en las cinco casas de adopción, de acuerdos a ambas parejas, en el DIF Capullos se les solicitó: actas de nacimiento, acta de matrimonio, pruebas de VIH y enfermedades venéreas.
Así como una carta de infertilidad, carta de buena salud de ambos, carta de no antecedentes penales, fotografías familiares, cartas de recomendación, comprobantes de domicilio y la solicitud de adopción.
Mientras que en información solicitada a Casa Cuna Conchita se dio a conocer que por el momento las inscripciones de adopción se encuentran cerradas.
En dicha Institución solicitan un matrimonio de cinco años como mínimo, vivir dentro de la República Mexicana, no tener hijos, tener carta de infertilidad y encontrarse en un rango de edad que va desde los 25 a 40 años.
Proceso de adopción
Para llevar a cabo el proceso de adopción se acude a la casa hogar, se realiza una entrevista inicial donde se cuestiona a los padres acerca del interés en adoptar, sobre cada uno de ellos y se les entrega una solicitud de adopción, con la lista de requisitos.
Una vez que se realiza la primera fase, se comienza con los estudios psicológicos, en pareja, individual, aplicación de examen psicométrico de forma individual que consta de cinco citas aproximadamente.
Luego se efectúa una cita con la trabajadora social en pareja, después individual, y finalmente la trabajadora visita la casa y se hace una entrevista grabada en video.
Durante dos meses de espera, un comité especial revisa la papelería de las parejas que aplicaron para adopción, dictaminan si se aprueba o no y se lleva a cabo la reunión con el comité.
Una vez que se aprueban como padres adoptivos, nuevamente se realiza una visita con el psicólogo, les brindar información de la pequeña, les muestran fotografías y les proporcionan información de su nivel educativo, básicamente.
Después de poco más de siete meses, la conocen, junto con el dirigente de la casa hogar con una visita de una hora y es cuando inicia el proceso de integración para que se acople el menor con los padres, durante dos meses.
Se firma una custodia compartida con el DIF, y se comienza con las visitas caso diarias con los integrantes de la familia, con citas de aproximadamente dos horas, posteriormente, permiten la salidas de la menor con quienes serán padres.
Después comienza a pasar noches en la que será su nueva casa, hasta que se acopla con los integrantes de su nueva familia y se muda con ellos.
Una vez finalizado dicho proceso se reúne el comité que los aprobó como padres adoptivos y firman los papeles para la custodia legal del menor.
Finalmente se efectúa el juicio oral, con duración aproximada de una hora y el DIF, visitas con los padres de familia durante dos veces al año para corroborar el bienestar del pequeño que fue dado en adopción.