
Sólo tiene 6 años y Daniel de Jesús Cerda Morán ha tenido que luchar por vivir desde el día que nació.
Durante su corta vida, Dani, como lo llaman sus seres queridos, sufre las secuelas de una hemorragia cerebral que padece desde el día que llegó al mundo.
Pese a las adversidades a las que se ha enfrentado en la vida, el infante no pierde la alegría y una resplandeciente sonrisa siempre engalana su rostro, la cual deja entrever las “ventanas” provocadas por la caída de sus dientes.
A su limitada edad, ya depende de una silla de ruedas, ya que no tiene suficiente fuerza en ambas piernas para poder sostenerse, no tiene fluidez al hablar y depende de sus papás.
Pero esta situación no quita la fe a sus padres, Olga Lydia Morán Herrera y Víctor Daniel Cerda Cardona, quienes siempre buscan darle mejores oportunidades de vida a su retoño sin pensar en el tiempo.
“No hay una edad para decir ‘tenemos tantos años’, no hay medición.
Hasta ahora los doctores nos dicen que va bien, va evolucionando; ha aceptado los tratamientos que se le han hecho y al tener tantas mejorías como hasta ahora nos hemos ido proponiendo”, dijo el padre de familia.
Pero Olga y Víctor comparten el mismo deseo, que algún día Daniel “se pueda valer por sí mismo, que no dependa de nadie y darle una esperanza de vida para que él pueda salir adelante por él solo”.
“SIEMPRE NOS DIERON UN PANORAMA DESALENTADOR”
Los problemas de salud de Daniel de Jesús iniciaron durante el parto. Su madre, Olga Lydia Morán Herrera, tenía siete meses y medio de gestación cuando dio a luz.
“Cuando mi señora estaba embarazada tuvo un derrame de coágulo, la llevamos a checar y el doctor nos dijo que ya venía (el bebé); como fue un parto natural, se usaron las fórceps y al irlo sacando se le hicieron pequeñas hemorragias en el cráneo”, señaló Víctor Daniel Cerda Cardona, el padre del menor.
Además, por ser “sietemesino” los pulmones de Daniel no se desarrollaron y tuvo que permanecer internado en terapia intensiva varios días.
Esto sólo fue el principio de una serie de complicaciones en la salud del pequeño.
Dani sólo tenía tres meses de edad cuando sus padres notaron que hacía movimientos extraños y tras una serie de estudios, los doctores le diagnosticaron una crisis convulsiva provocada por líquido en el cerebro.
Para drenar el agua dentro de su cráneo, el menor tuvo que ser sometido a una operación que no sólo le dejó cicatrices en la cabeza, sino una parálisis parcial que le impide mover con libertad la parte izquierda de su cuerpo.
“Más que nada, la operación vino a dejar secuelas y debido a esto, nos dijeron que él no iba a caminar y no se iba a mover; siempre nos dieron un panorama desalentador”, comentó Víctor, mientras su esposa agregó que “nos dijeron que siempre iba a estar así y que no tuviéramos esperanza alguna”.
Pero perder la esperanza era lo último que pasaba por la mente de los padres y pese a que todo indicaba un futuro no prometedor para el pequeño, la familia Cerda Morán ha encontrado en sus hijos las fuerzas suficientes para salir adelante unidos ante toda adversidad.
“Hemos vencido todos esos obstáculos con el paso del tiempo y ahorita vamos muy bien”, aseveró el padre de familia.
Debido a su condición, el pequeño requiere de diversos tratos y cuidados especiales, entre ellos el uso de férulas para poder apoyarse en el piso, medicamento para evitar convulsiones, terapias para estimular la parte rígida de su cuerpo y “marcaje personal”, o sea, atención al 100 por ciento.
“Siempre estamos al pendiente tanto de la niña como de él”, reconocen los progenitores de Daniel.
Gracias a las terapias que se le practican, Dani ha presentado un gran avance en su recuperación y cada día que pasa puede moverse más, lo que ha llenado de grandes expectativas a sus padres con respecto a su futuro.
“Antes no se movía nada, nada más la cabecita pero era muy raro; ahora tiene mucho movimiento.
“Nunca se había llevado una paleta a la boca y no comía solo; también ya se le está dando más el hablar, le dices palabras y la mayoría las dice, a su manera, pero sí las dice”, mencionó Olga.
Otro de los beneficios que dejan los tratamientos en Daniel es que con el paso del tiempo tiene más fuerza en su cuerpo y ahora puede estar “derechito”.
De acuerdo con su madre, el niño “ha estado agarrando fuerza porque antes nada más estaba sentado o acostado y ya hace por enderezarse.
“Antes se sentaba con muchas almohadas y cuando agarra las cosas no te las quiere dar, da patadas y manotea cuando se estira, pero sólo de su lado bien (derecho)”.
Incluso Olga Lydia asegura que ya tiene la fuerza suficiente para pelear con su hermana mayor.
“¿Verdad que te ‘deschongas’ a tu hermana?”, preguntó la mujer a su hijo; Dani, entre risas y a su manera, alcanzó a decir un tímido “sí”.
La mamá espera que la continuidad en rehabilitación pueda brindarle a Daniel más fuerza en sus piernas para que pueda caminar, ya que aunque el pequeño siempre quiere ponerse de pie, no puede por el problema en su pierna izquierda.
Pese a que los doctores siempre fueron escépticos en el caso del niño, el matrimonio comentó que ahora se muestran sorprendidos por el gran avance de Daniel y que incluso ya estudian la posibilidad de operarlo de los nervios del pie izquierdo que lo están lastimando por su problema.
Hasta ahorita dicen que a lo que van viendo con estudios, van viendo opciones y qué podemos mejorar, qué podemos hacer y ese es el objetivo en común del doctor con nosotros”, comentó la señora, y al mismo tiempo reconoció que “el panorama ya se ve un poco más alentador”.
“DANI ES UN NIÑO
MUY TRANQUILO”
Dani es un niño muy apegado a su familia. De hecho, su madre confesó que el niño es muy apegado a su abuela y que incluso tiene “papitis”.
“Se chifla mucho cuando está mi mamá, por todo llora y nada más quiere estar con ella, haz de cuenta que no tiene mamá.
“Y cuando llega su papá le da ‘papitis’, no quiere estar conmigo ni que yo le dé de comer, sólo su papá”.
Otra persona muy importante en su vida es su hermana mayor, Lydia Madelene, ya que al pequeño le encanta pasar tiempo con ella todos los días.
“Les gusta mucho jugar y hasta pelear, comen y ven la tele juntos; ella lo cuida”, afirmó Víctor.
La familia Cerda Morán sale mucho a pasear y ese gusto se lo heredaron al menor.
“Disfruta mucho andar en la calle, nos vamos y lo sacamos un ratito a dar una vuelta o tan siquiera a estar en el porche viendo a la gente y a los perritos pasar”, comentan.
Daniel ha desarrollado un gran amor a la música, y aseguran sus padres que le gusta escucharla todos los días y a todo volumen en su casa.
“Le gusta muchísimo la música de todo tipo, la banda o lo que sea que le pone su papá, y si la empieza a poner desde temprano (dura) hasta la noche o hasta que él diga que ya no, porque se molesta cuando le quitas la música”, reveló su mamá.
Cuando no asiste a terapias, Dani pasa su día viendo la televisión en su hogar.
El menor de la familia es un gran fan de las caricaturas; su favorita es “Dora la exploradora”. Según sus progenitores, cuando no está viendo la televisión, se entretiene por horas con sus juguetes.
Si bien el pequeño no asiste a la escuela, eso no lo limita a aprender desde casa con ayuda de su mamá.
“Le pongo una libreta y le digo que es la tarea y se pone a rayar; le digo los colores y me los dice, también los números con los cubos de colores que tiene; me cuenta del 1 al 11, a veces del 1 al 10, pero ya empieza a aprender”, indicó orgullosa Olga.
El infante es tan inquieto como su cuerpo se lo permite, por lo que su mamá tiene que cambiarlo de ropa varias veces al día.
Pero él saca una gran ventaja de no asistir a clases: duerme mucho.
“Es bien flojillo”, dice su mamá, “se despierta bien tarde, entre las 10:30 y 11:30”.
Además de dormilón, también es de muy buen diente, ya que le encantan las galletas de todos sabores y colores, así como las paletas.
“VAMOS POR BUEN CAMINO”
Víctor Daniel, quien trabaja como operador de centro de maquinado en una empresa ubicada en el Centro de Monterrey, es el único sustento con el que cuenta la familia, ya que por la condición de Daniel, su mamá debe permanecer 100 por ciento del tiempo con él.
“Es difícil, a veces nos quedamos cortos, otras andamos correteando a mi mamá y a mi suegra, pero nos vamos estirando para completar los gastos del niño”.
Por ello, el poder comprar un aparato o una silla de ruedas les resultaba demasiado complicado.
En múltiples ocasiones pidieron ayuda al gobierno, incluso durante periodo de elecciones, pero sólo escuchaban promesas por parte de todos.
“Cuando pasaban los alcaldes en elecciones decían ‘les tomamos los datos y venimos por ustedes, van a tener respuesta de nosotros’, y no; pasaban de nuevo y nada… después de tantas decepciones ya no estábamos confiados en que alguien nos iba a ayudar”, recordó el pilar de la familia.
Esto fue hasta que hace unas semanas el diputado Guadalupe Rodríguez supo de su caso y los ayudó donando una silla de ruedas especial para que pudieran transportar a Dani más fácilmente.
“La silla es algo que no podíamos tener y pues afortunadamente ya nos llegó el apoyo y hemos ido comprando férulas, lo que ha ido ocupando y hasta el momento vamos por buen camino, vemos los resultados día con día”, declaró el matrimonio con emoción.
Esta silla beneficiará a la rigidez de su columna y a alinear sus cervicales.
“También para movernos nosotros porque las carriolas ya no le caben, además no le funcionan y queríamos algo que le ayudara a lo que él tiene y él ya va a estar a gusto”.
Desde el nacimiento de Daniel, los hospitales y centros de rehabilitación son recurrentes en la vida de los Cerda Morán.
“Tenemos seis años yendo a institutos, terapias, seguro… pero trasladarnos hasta acá es costoso y no contamos con dinero para poder solventar tantos gastos”, declaró la familia habitante de Pesquería, Nuevo León.
Al no contar con un vehículo propio, el transportarse resulta todo un desafío, sobre todo cuando tienen que acudir a distintos puntos del área metropolitana.
Daniel necesita sesión de terapia cada dos o tres veces por semana. Vamos al DIF de Las Torres cada que se ocupa un estudio más a fondo.
Pese a que se las ven difíciles, la familia no piensa en darse por vencida y busca luchar para salir adelante.
“Ahí vamos progresando para que no les falte nada a los niños y hacer que nos rinda el gasto”, concluyó la familia.