Con parálisis cerebral, Servando Valle es estudiante de la facultad de Trabajo Social de la UANL y campeón nacional de boccia, un deporte diseñado especialmente para personas con una discapacidad motriz.
No hay peor cárcel que el propio cuerpo. La dificultad motriz te obliga a permanecer en una silla de ruedas, el no poder hablar limita tu forma de comunicarte con los demás, el hecho de expresar una idea o necesidad es todo un reto y sabes que convertirte en un ser independiente no sucederá.
Para las personas con parálisis cerebral la vida es un desafío continuo, ya que el movimiento, el aprendizaje, la audición, la visión, e incluso el pensamiento pueden verse severamente comprometidos por el padecimiento.
Tal es el caso de Servando David Valle García, de 24 años de edad, a quien le diagnosticaron Cuadriplejía Espástica Severa, que corresponde a un tipo de Parálisis Cerebral Infantil (PCI).
Debido a la enfermedad congénita y para poder reducir los efectos de sus contracturas, deformidades, y mejorar su postura o saliveo, tuvo que ser sometido a ocho cirugías a lo largo de su vida.
Pero para Servando Valle, la vida de un cuadripléjico no consta solamente de observar, sino de hacer algo y aprovechar cada una de las oportunidades que se le presentan.
Y es que desde que tenía ocho años de edad sus padres notaron el gusto que tenía por el estudio, sus ganas de asistir a la escuela, de presentar exámenes y hacer sus tareas.
Su deseo fue tan grande, que actualmente cursa el tercer semestre de la facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), facultad a la que ingresó en base a sus esfuerzos.
“Él aún no puede comunicarse del todo, no habla, no camina, no escribe y es débil visual, pero tiene una capacidad intelectual muy privilegiada”, explicó Josué Valle Hernández, padre del estudiante.
A pesar de los obstáculos, el joven busca concluir su carrera y obtener una oportunidad en el campo laboral de su profesión, pues quiere ser un ejemplo y una motivación para las demás personas con el padecimiento, así como para los padres de familia que tienen la creencia de que una persona discapacitada no puede hacer lo mismo que los demás.
DE VUELTA A LA ESCUELA
La educación de Servando Valle comenzó en el Instituto Nuevo Amanecer A.B.P, el cual se encuentra ubicado en la colonia Lázaro Garza Ayala, perteneciente al municipio de San Pedro Garza García, lugar que se encarga de mejorar la calidad de vida de niños y jóvenes con parálisis cerebral.
Ahí comenzó a comprender palabras simples, frases, a comunicarse, y su aprendizaje era más avanzado que el del resto de sus compañeros, por lo que al pasar a tercer nivel, hizo saber a sus padres que ya no quería acudir al instituto y quería empezar a asistir a una escuela pública.
Desde que ingresó a la primaria dio a conocer que quería ser tratado al igual que sus compañeros, sin calificaciones especiales o consideraciones debido a su condición.
El padre de familia recordó que cuando apenas cursaba el primer bimestre obtuvo un siete, y dijo que le dieron una calificación de siete sólo porque la maestra lo decidió. “Estaba muy enojado y nos hizo reclamar porque quería que le pusieran el examen y que lo que sacara se lo pusieran en la boleta para saber si estaba aprendiendo o no”, indicó.
Valle Hernández señaló que un niño de ocho años que exige ser evaluado como corresponde es porque realmente le interesa aprender, que le gusta el estudio y quiere salir adelante.
“Decidimos que lo seguiríamos apoyando en el estudio hasta donde quisiera llegar”, aseguró.
En primaria y secundaria Servando contó con maestras de apoyo, aprendió en base a las explicaciones de sus profesores, y le asignaban al niño más listo de su clase para que realizara sus apuntes en papeles calca.
Pero una vez concluida la secundaria, era momento de pasar al nivel medio superior, donde las cosas serían más complejas.
“Ha sido también muy difícil para mí, porque tuve que acompañarlo a la preparatoria, tuve que aprender a utilizar la computadora y yo les tenía pavor horrible, empecé a asistir con el para poder ponerlo a estudiar en la casa, nos enseñaron computación y diferentes programas”, expresó Josué Valle.
Para presentar, los exámenes eran de opción múltiple, la prueba se llevaba a cabo de manera oral y él levantaba la mano en la que consideraba respuesta correcta.
Aunque la preparatoria no fue nada fácil para el progenitor ni para Servando, reconoció que en la universidad se enfrentarían a un reto más grande, pues debe aprender en conjunto con su hijo, apoyarlo con el traslado al interior del plantel, las anotaciones y el estudio en casa.
De acuerdo al padre de familia, Servando decidió estudiar trabajo social para lograr orientar a las personas, para que sus capacidades y aptitudes sean un objeto de impulso, para salir de su depresión, de sus problemas y puedan ser mejores personas.
CAMPEON NACIONAL DE BOCCIA
Aunque se tiene la creencia de que una persona con discapacidad no puede practicar ningún deporte, esta es un idea errónea, pues existe el boccia, un deporte exclusivo para las personas con parálisis cerebral.
La práctica de esta disciplina ayuda a mejorar el desarrollo de capacidades físicas y mentales, por lo que Servando fue invitado por uno de sus maestros de apoyo cuando acudía al Instituto Nuevo Amanecer.
Este deporte es un juego de habilidad en el que dos contrincantes disputan sobre su silla de ruedas. A cada uno le entregan seis pelotas de diferente color, ya sean rojas o azules. El objetivo es lanzar cada bola para acercarlas a una pelota central llamada Jack o Diana, y el que se acerque más al objetivo es el ganador.
De acuerdo a las reglas de la Federación Mexicana del Deporte, la competencia se divide en cuatro periodos, dentro de los cuales el jugador tiene cierto tiempo para colocar las seis pelotas cerca del Jack.
En el caso de Servando, quien tiene dificultad para mover sus extremidades, cuenta con el apoyo de un auxiliar y puede utilizar una canaleta para lanzar la bola, empujándola con su mentón o con los dedos.
El auxiliar y el competidor deben elegir su forma de comunicarse, ya sea mediante señas o de manera oral, pero si modifican esta forma de comunicación durante la contienda, pueden ser penalizados.
“Se avienta una moneda para decidir quién va primero y de qué color prefiere las pelotas, el que gane también avienta la bola blanca y se inicia la competencia”, explicó el padre del competidor.
Una vez que cada jugador lanza las seis bolas de juego, los jueces o árbitros miden una circunferencia a partir de la bola que quedó más lejos del Jack, ya que ésta queda al centro para formar un círculo, las bolas que queden dentro de esa circunferencia son los puntos que logra el ganador.
“Nosotros comenzamos con un tubo y ya con el paso del tiempo le diseñamos una canaleta; con esa ganó entre siete y ocho medallas”, recordó emocionado Valle Hernández.
Servando comenzó a la edad de ocho años en este deporte, y desde entonces lo practica en el Centro de Deporte Adaptado, ya que pertenece a la selección de Nuevo León.
Como su mayor motivador, Josué optó por diseñarle las canaletas a su hijo para obtener mejores resultados en las pruebas y actualmente lleva un total de 18 canaletas realizadas con las que ha participado en las competencias.
Cabe destacar que Nuevo León cuenta con instalaciones especiales para la práctica de este deporte y en las justas nacionales obtiene de los mejores resultados en medalleo.
NADA SE PUEDE SIN AMOR
Una persona discapacitada es capaz de lograr grandes cosas cuando cuenta con el apoyo incondicional de su familia, explicó Josué Valle.
“Estos niños son muy inteligentes, porque como no corren, no caminan y no disfrutan de otros placeres que la gente normal hace, pues lo único que pueden hacer es desahogarse por medio de cosas que a ellos los impulsan.
“Los papás deben tratar de desarrollar todas sus capacidades, sus aptitudes, inteligencia, pero con mucho amor, porque nada se puede si no hay amor”, aseguró el padre de Servando.
Aunque las operaciones, la rehabilitación, la facultad, los traslados a sus entrenamientos y demás actividades que deben hacer para continuar desenvolviendo las habilidades de su hijo requieren dedicación y tiempo, el padre explicó que nada es imposible.
“Gracias a Dios hemos recibido apoyos por todas partes. Ahorita está en rehabilitación y no nos cobran nada”, explicó.
Anteriormente, Servando siempre portaba una libreta en donde estaban escritas sus necesidades básicas para poder comunicarse con las demás personas, pero actualmente emplea un programa denominado Plaphoons de Proyect Fressa.
Este es un programa para personas con discapacidad motora, auditiva y del habla, donde a través de una pantalla táctil se muestran una serie de opciones con imágenes y palabras, las cuales son seleccionadas por el joven, y así el sistema las lee mediante un simulador de voz.
Actualmente la fábrica de software perteneciente a la UANL se encuentra trabajando en un programa especial que servirá para facilitar y mejorar la comunicación del alumno como parte de su labor social, comentó el padre de familia.
Aunque aún no se define si el programa lo manipulará con su nariz, boca o cabeza, Josué Valle dijo que buscarán la forma para que lo pueda manejar con las manos, a pesar de que aún no cuenta con suficiente movilidad.