
“Aquí comienzan tus sueños… buen camino”, reza una frase escrita en un vaso de café.
Y así inicia, no sólo la oportunidad de disfrutar de una bebida caliente, también de apoyar un nuevo modelo de empresa que busca crear conciencia sobre la importancia de reforestar México y dar espacio a cualquier manifestación artística, mientras se disfruta de un expreso, un capuchino o de un té negro, acompañado de pan dulce o un panini de salmón.
Creada por los empresarios Andrés Hermosillo Aguirre y José Ramón Guerrero Padilla, Amátle Tienda de Café tiene poco más de dos años de estar en funcionamiento, aunque desde este febrero, en una nueva sede.
“Nuestra visión es crear conciencia a través del arte y la cultura y reforestar México en urgencia, y nuestra misión es crear bosques urbanos”, explicó Guerrero Padilla acerca del concepto de esta empresa social.
Añadió que Amátle nació por la necesidad de querer hacer algo para contribuir con los demás, en su caso, la ecología es prioridad.
“Más que se nos haya ocurrido a uno o a otro (la idea), realmente somos como una dupla que tenía urgencia de hacer algo para mejorar México y el planeta, ¿por qué no? Tuve la suerte de encontrarme con Andrés, un chavo bien joven, estudiante del Tecnológico de Monterrey, emprendedor social y realmente con mucho empuje.
“Él ya estaba dentro de un proyecto, pero las cosas no marchaban bien con su socio. Nos conocimos, nos reunimos, platicamos, hicimos el match y nació esta idea”, añadió Guerrero Padilla.
Al principio, recordó, no sabían exactamente qué hacer ni hacia dónde dirigir sus inquietudes.
“El café nació en el camino, todo lo que ocurrió surgió sobre la marcha y lo creamos con la intención de querer contribuir”, reiteró.
“Tuvimos la fortuna de conocer la filosofía de Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz, quien ya está erradicando la pobreza en la India y en Bangladesh, y tiene una conversación bien diferente. De ahí nacieron las ideas, de esas ganas de querer hacer cosas de manera diferente como empresarios”.
Guerrero Padilla indicó que mucha gente los confunde con una empresa socialmente responsable, sin embargo, no se definen como tal ya que pertenecen a un nuevo modelo.
“Una empresa tradicional hace riqueza y abundancia para sí misma y se benefician algunos, que no es malo, porque se crean empleos y se apoya.
“Luego está la empresa socialmente responsable que también hace abundancia, prosperidad, genera empleos, apoya y una parte pequeñita de sus utilidades va destinada a alguna fundación o asociación civil”.
Sin embargo, explicó, una empresa social es enteramente distinta.
“Nuestra intención principal es que vamos a llegar a un momento en el que el 100 por ciento de la utilidad va a estar destinada a la erradicación de un problema en este caso la deforestación. ¿Cómo? Pues queremos crear bosques urbanos”.
Esperan que su ejemplo sirva para que nuevos empresarios se interesen en combatir cualquier tipo de problema social.
Guerrero Padilla, quien es escritor y autor del libro “La posibilidad”, señaló que ahora Amátle ya está generando utilidades, las cuales están listas para usarse en su proyecto empresarial, sin embargo, no es el momento de hacerlo, explicó.
“La gente nos pregunta: ´¿Por qué no están plantando árboles si ese es su objetivo´? Pero es que no se trata de plantar por plantar. Queremos involucrarnos en todos sentidos y asegurarnos de que los árboles estén de por vida.
“Por ejemplo, si ahora plantamos en camellones, los quitan, los rompen. Si plantamos en plazas, los árboles se mueren porque no habría quién los cuide”.
La idea, detalló, es que su empresa social se haga cargo de ellos y para llegar a ese momento están creando un fondo con cuyos ingresos podrán comprar un espacio para crear el bosque urbano”, afirmó.
Aunque a simple vista parece que trabajarían “de gratis”, la verdad es que una empresa social también obtiene ganancias.
“Ganamos, pero también cumplimos nuestros objetivos”.
Espacio para todos
Amátle comenzó a funcionar hace casi dos años en un local ubicado en las calles Naranjo y Abasolo, en el Barrio Antiguo.
Había una sala de exposiciones, se ofrecían obras de teatro y en general, era un espacio abierto para cualquier manifestación artística.
Pero en enero el lugar fue robado y los empresarios decidieron mudarse al local en el que se encuentran desde febrero.
“Queríamos que fuera un lugar de puertas abiertas para que los artistas se pudieran expresar. Que fuera un sitio emergente”, añadió Hermosillo Aguirre.
“Como se podrán dar cuenta cuando llega alguien lo primero que hacemos es preguntar: ´¿cuál es tu sueño?´ porque aquí se hacen realidad”.
Guerrero Padilla recordó que hace poco llegó hasta ellos un joven artista cuyo anhelo era exponer sus fotografías. Ya había buscado opciones en diferentes lugares, pero le exigían demasiados requisitos.
“Y le dijimos: ´Bueno, pues ya se hizo realidad. Vente, aquí está el espacio´”.
Amátle es un lugar de conexión, un pretexto para conocernos y para crear algo de manera diferente, un nuevo paradigma, ser contribución a la humanidad, agregó Guerrero Padilla.
El artista era Juan José Flores, originario de San Luis Potosí, quien actualmente tiene en exhibición la muestra fotográfica “Regalo del cielo”.
“Pero no nada más damos cabida a fotógrafos, también pueden venir escultores, poetas, cantantes, músicos”, agregó Hermosillo Aguirre, originario de Torreón, pero avecindado en Monterrey.
Guerrero Padilla indicó que los interesados se pueden acercar a Diego de Montemayor 1022 entre Abasolo y Morelos.
“Este espacio se sostiene de la venta de café, así que podemos recibir a todo aquel que tenga algo qué aportar en cuestión de arte.
“Y también son bienvenidos aquellos que amen tomar un buen café, leer un libro, cualquier cosa”, agregó Hermosillo Aguirre.
El bosque urbano
:: La idea de Amátle Tienda de Café es lograr la creación de bosques urbanos en Monterrey primero, y luego en México.
“Habría que obtener los fondos suficientes para comprar un terreno, digamos de dos hectáreas dentro de la misma área metropolitana. Eliminar todo lo que es concreto y plantar… 100 mil árboles. Crear también un jardín botánico, que no existe en Nuevo León y, tal vez montar un restaurant orgánico que no contamine”, explicó José Ramón Guerrero Padilla.
Uno de los puntos importantes, añadió, sería la creación de un espacio para expresarse en pintura, literatura y teatro.
“Aunque también el deporte es importante. Debería haber una pista para correr, para caminar”.
Lo importante, añadió, es que la empresa lo pueda sustentar, y si funciona, replicarlo en diferentes espacios dentro del área metropolitana y en cada estado del país.
“Nosotros estamos declarando que esto sea mundial, es nuestra misión de vida, nuestro propósito. Ya nos adueñamos de él y es a donde vamos”, expresó.
Sorbo a sorbo
:: Amátle vende café 100 por ciento mexicano orgánico, de Xilitla, San Luis Potosí.
:: Las mesas, sillas, estantes y mostrador son hechos de material reciclado para cuidar la ecología.
:: Las bebidas que se ofrecen van desde un café mexicano, hasta capuchino, frapuchino, expreso, té negro y verde.
:: El espacio actualmente exhibe la colección fotográfica “Regalo del cielo”, de Juan José Flores.
:: Está abierto a cualquier artista de todo género, desde músicos, cantantes, escultores, pintores o cuentistas.
:: Próximamente se ofrecerán noches de teatro, una vez al mes.
:: Los horarios de servicio son de 09:00 a 21:00 horas toda la semana.
:: Para estar en contacto con Amátle dale “Me gusta” en Facebook.com/Amatle o en www.amatle.com
:: Los empresarios: Andrés Hermosillo Aguirre, de 22 años, estudiante de Ingeniería Civil en el Tec de Monterrey, y técnico en desarrollo de software.net y José Ramón Guerrero Padilla, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL y autor del libro “La posibilidad”.