Salvador Iván Vela, de ser un chico activo que dividía su tiempo entre la escuela y el futbol americano, fue bajando su rendimiento para ambas actividades debido al debilitamiento de su condición física. Sandra Herrera, su madre, recuerda que el punto más crítico y que los hizo aumentar su preocupación fue cuando se perdió en el trayecto de la escuela a su casa, siendo que sólo se encontraban a una cuadra de distancia.
“En 2008 él ya iba a entrar a prepa, pero cuando empieza con sus dolores de cabeza los últimos de junio, en mayo me hablaron de la escuela por que él salió con una tontera en la clase, y pues todos se quedaron sorprendidos; a partir de ahí ya hablé con los maestros, después me decían que se quedaba dormido en clase y en una ocasión se perdió, nosotros vivimos atrás de la secundaria, y él después de la escuela en lugar de ir a la casa se fue para otro lado.
“Cuando llego yo, él también había llegado y me dijo, ‘mamá, ¿qué crees que me pasó? Me perdí’, pero como es muy payaso no le creí, se reía y pues él ya tenía el problema, ya después hubo un día que se quedó dormido todo el día, luego vinieron los dolores de cabeza y vómito, me decían que era migraña, ya después no pudo hablar y batallaba para caminar, ahí fue cuando nos lo llevamos de urgencia a la clínica”, recordó.
La habitante de Sabinas, Coahuila, señaló que a partir de ahí todo comenzó a transcurrir muy rápido, y para ella y su esposo el tiempo apremiaba, ya que veían cómo se debilitaba la salud de su primogénito.
Las apreciaciones médicas iban desde que el niño sufría dorgadicción, migraña, hasta que los estudios confirmaron la presencia del tumor cerebral.
Aunque ya habían sido transferidos a la clínica de la capital, estaban conscientes de que el padecimiento de su hijo no podía ser tratado correctamente en su tierra natal, por lo que pedían el cambio a Monterrey. La burocracia médica no se hizo esperar, finalmente, tras dos meses de las primeras molestias que presentó Salvador, pudo llegar a la capital de Nuevo León trasladado en ambulancia.
Al llegar a nuestra ciudad, los médicos confirmaron el presentimiento de los padres, sólo tres días le daban para conseguir donadores de sangre para llevar a cabo la operación que fue catalogada como de emergencia, ya que el tumor alcanzaba dimensiones de hasta ocho centímetros.
Sin embargo, la operación de aquel mes de julio de 2008 no sirvió de mucho, para mayo de 2009 los dolores de cabeza regresaron y era el síntoma clave que le advirtieron a Sandra para que llevara de nuevo a Salvador a la clínica de Monterrey.
“Yo lo noto con malestar, pero él me dice que no tiene nada, eso fue el 10 de mayo de 2009, pero ya conforme pasaron los días él llega de la escuela, duerme todo el día, ya me dice del dolor de cabeza y me lo llevo nuevamente. Lo operan nuevamente, el tumor no se puede sacar por completo por que le podía lastimar su sistema motriz”, señaló.
Después de esto, las radiaciones fue la recomendación a seguir para terminar por completo con el problema. A partir de entonces, el resto de ese año comenzó a recibir las 30 sesiones que le programaron, aunque lamentablemente, esto no vuelve a representar una solución para la familia Vela Herrera.
“La radiación no había hecho su trabajo del todo, para mayo de 2010 vuelve a salir el tumor y es necesario que tenga una tercera cirugía, en la clínica me dijeron que se tardaban un mes o dos, pero el tumor de mi hijo crece muy rápido, se desarrolla aproximadamente un centímetro por mes y la asociación nos da el apoyo para una tercer cirugía y ahorita ya estamos en la clínica dándole la quimioterapia.
“La asociación (Amanec) sí me ha ayudado bastante, no te digo que la clínica no me hubiera dado la atención, pero en un lapso de tiempo mayor, a mí me ha tocado ver pacientes que sacan del quirófano por que llega una emergencia, y pues a eso nos vamos a estar arriesgando, podía crecerle el tumor como la primera vez que llegó a siete por ocho centímetros, y pues era arriesgarme a que le vaya a lastimar algo y que quede en coma”, señaló.
Luego de tres cirugías, Chava, como lo llaman cariñosamente, sigue luchando por su vida. Como cualquier adolescente la inquietud lo caracteriza, actualmente está recibiendo sus sesiones de quimioterapia, va en la tercera de 12, con lo que espera que por fin se vaya el cáncer de su cuerpo.
Su madre, admite que este nuevo proceso médico ha sido difícil para ellos, ya que representa un internamiento de una semana para recibir la medicación por cinco días, más otra semana de reposo en su natal Sabinas, Coahuila, ya que las defensas de Chava llegan bajas y tiene que protegerlo contra cualquier otro padecimiento.
Sin embargo, este padecimiento no sólo ha afectado el cuerpo de Chava, sino también al resto de su familia, la distancia de cinco horas hasta Monterrey también ha hecho mella en su hermana, su padre y sus abuelos.
“Fue una situación bien difícil, él es un niño muy activo, su deporte es el futbol americano, entonces la escuela, el futbol americano, sus amiguitos, pero sí nos afectó bastante por que al principio lo vimos deprimido y mi hija, que es más chica, la tengo que dejar allá y pues la he descuidado por estar con él.
“Mi marido se quedó desempleado en el 2008 cuando la primera cirugía, por lo que el apoyo de la Asociación sí fue muy grande para nosotros, yo tenía poco de empezar a trabajar, estaba trabajando de secretaria, pero ya desde mayo de este año dejé de trabajar. En la oficina nada más estaba yo, venía de un día para otro, pero este año me tuve que quedar por lo de la cirugía; mi jefe me apoyó mucho en la primera y segunda cirugía, pero pues se cansan”, admitió.
Su esposo actualmente labora en una maquiladora de ciudad Acuña, por lo que los días que se trasladan a Monterrey para el tratamiento de Chava, su hija pequeña se queda al cuidado de sus abuelos, quienes viven a una hora de su hogar. Es por ello, que la menor tiene que dejar la escuela esos días, e ir a otro centro escolar que le quede más cerca.
“Sí nos afecta mucho la situación de que tengo que descuidar a mi niña y tengo que venir a cuidar a él, económicamente es pesado por que es gasto, la ventaja es que en la clínica 25 hay personas que van y regalan comida de las mismas religiones, pero pues como quiera gastamos, en los boletos, los taxis, esta semana me gaste mil 300 pesos en este viaje que hice”, mencionó la mujer.
Aunque las primeras dos sesiones de quimioterapia fueron las más complicadas, con esta tercera asegura “ya se han ido acoplando”, por lo que la madre de familia recomienda que aunque es desesperante, es importante tener paciencia y dejarlo todo al tiempo. En su caso la dificultad es doble al tener a su otra hija a cinco horas de distancia, por lo que señala que a pesar del cansancio lo importante es tratar de recuperar ese tiempo.
Con maleta en mano ya están listos para regresar a su tierra natal, la felicidad de volver a ver a los suyos no la pueden ocultar, ni tampoco las ganas de salir adelante esperando que esta tercera ocasión que se someten a tratamiento, sea la vencida.