Recargado en una de las puertas del albergue, este hondureño de 17 años comenta su historia: “Llevo un mes aquí, en Arriaga (Chiapas). Quiero ir a Estados Unidos pero dicen que están secuestrando y matando a la gente.
“Ahorita estoy trabajando una semana para juntar dinero y regresarme a Honduras”, dice el tímido joven.
“La verdad es que después de ver a unos compañeros que traían la cara hinchada porque los habían golpeado en el camino decidí regresarme a mi país”, explica preocupado.