
¿Son de Monterrey? Es la pregunta que Carlos Paz Castro lanza a los paseantes de la Macroplaza para invitarles a escuchar un poco de la historia que ha quedado en el olvido sobre el Teleférico de Monterrey.
Aquel proyecto turístico que hace 53 años parecía sería un éxito rotundo en la ciudad, falló durante su inauguración. “Sucedió una gran tragedia al caer una de las góndolas… se enredó con unos cables”, cuenta Carlos.
Mientras narra esa parte del suceso que muchos no conocen u otros apenas recuerdan, enfoca su telescopio. Permite a los visitantes que observen la base- barricadas, a la mitad del cerro de La Silla, donde quedó la maquinaria y poleas con las que se desplazaban las góndolas.
“La cápsula tironeó y se cayó; lamentablemente murieron dos ingenieros que participaron en la construcción del proyecto, uno más se salvó, porque bajó antes por el reporte de otras fallas mecánicas en una maquinaria”, dijo.
Quienes murieron, detalla, iban a revisar los cables sueltos con los que se enredó la cápsula. Poco antes, el arquitecto se percató de esa anomalía y los envió a checar, sin embargo, no lograron el objetivo.
Atentos y sorprendidos, los paseantes lo escuchan mientras veían hacia el cerro de La Silla, donde de no haber sucedido la tragedia, hoy se pudiera observar el teleférico.
Algunos aprovechan para cuestionar sobre las barricadas de la estación que quedó en la inmediación del cerro.
“¿Cómo se llega allá?”, preguntó Armando Gutiérrez. “Se llega caminando o corriendo, hay muchos deportistas que pasan por ahí durante sus recorridos y se tiene acceso por el municipio de Guadalupe, a faldas del cerro”, explicó Carlos.
Incluso, comentó, algunas personas ascienden sólo para ver dónde estaba el teleférico y disfrutar de la vista panorámica de la ciudad. “Así como se ve aquí”, dijo Paz mientras muestra unas imágenes en un álbum que lleva consigo.
Dentro de la información que proporciona a los turistas, menciona que la idea del proyecto fue del padre Carlos Álvarez, fundador de la Ciudad de los Niños -orfanato y primaria- ubicado en el municipio guadalupense. La obra sería a beneficio de ese grupo vulnerable.
Señala que el punto de partida del teleférico era precisamente del orfanato, y en su momento, vendieron en preventa boletos en 20 pesos para realizar el paseo.
Pero el proyecto quedó en el aire tras el accidente que se suscitó el 2 de junio de 1961, por lo que quedó prohibido su uso.
“Sí se hicieron las pruebas”, data la historia que cuenta y para lo cual se ha documentado en internet, notas informativas o lo que recuerda.
Aunque fue un hecho lamentable porque varias personas perdieron la vida, no deja de ser un plan turístico del que la gente debiera saber.
“Hoy poco se escucha hablar del teleférico de Monterrey, al parecer esa parte de la historia se quedó enterrada en las faldas del cerro de La Silla, pero por qué no recordarla”, expresó.
Aunque su objetivo principal al llegar a la Macroplaza con su telescopio era enfocar la luna y los planetas, para que chicos y grandes pudieran admirar ese paisaje astronómico, encontró otro atractivo.
“En los días que he estado aquí no ha habido luna… entonces vi al cerro y encontré las ruinas del teleférico, aspecto que consideré retomar para informar a la gente”, dijo.
Un viaje al pasado
por 5 pesos
“Conozca el Teleférico de Monterrey por sólo 5 pesos”, dice el cartel que Carlos hizo para atraer a los paseantes de la Macroplaza.
Con ese anuncio despierta la curiosidad de las personas que poco a poco, como Armando Gutiérrez, se acercan para conocer la historia del proyecto turístico que hoy aunque en otras dimensiones, se pude disfrutar en las Grutas de García.
Y sí, parece extraño que por una cuota módica alguien como Carlos – técnico laboratorista de profesión- dedique tiempo extra para rememorar acontecimientos como al que se evoca.
“La situación económica familiar no es muy positiva, así que pensé en hacer algo que me gustara y la historia es algo que me llena. Me documenté y aquí estoy; esto lo tomo como un trabajo”, comentó.
“Es algo diferente a mi profesión pero me agrada”, agregó. Y aunque apenas tiene dos semanas de llegar a algún lugar de la plaza para “instruir a la gente”, tiene fe en que le vaya bien y obtenga recursos para su hogar.
“No es fácil pero tampoco imposible, además es algo digno porque no engaño a la gente. Cuento algo real y me seguiré documentando para ofrecer mejor información y más precisa”, recalcó.
Apenas y saca para un refresco y comida, y para el autobús de regreso a casa- al norte de la ciudad- pero no importa. Reconoce que apenas va empezando y espera que su idea funcione.
Carlos tiene gastos que cubrir en el hogar con su esposa e hijos que no le permitirán darse el lujo de faltar por las mañanas al laboratorio en el que trabaja, ni mucho menos.
Al salir de su oficio, descansa un poco y luego parte a la Macroplaza para mostrar a los turistas y paseantes el Teleférico de Monterrey.
Durante dos horas diarias enfoca a las ruinas del proyecto en el cerro de La Silla y ya al anochecer muestra la luna.
“Los fines de semana hay más afluencia y sé que esos días podrán ser mi fuerte para obtener mayor ingreso pero ya la gente dirá”, comentó.
De pronto unas personas se acercaron y les comenzó a contar del proyecto turístico… no sin antes concluir que su mayor satisfacción en este su nuevo “trabajo” es “ver la cara de asombro de quienes no conocían del Teleférico de Monterrey”.
“Agradezco el tiempo que la gente tiene para escucharme y que me permitan ilustrarles”, finalizó.