Reynario Rojas Alonso, de oficio albañil, soporta en su trabajo hasta nueve horas diarias bajo un sol que llega a los 42 grados centígrados.
El termómetro sube y sube en este verano y mientras algunos privilegiados trabajan en lugares con aire acondicionado, otras personas, como don Reynario, laboran en la calle sin importar las condiciones climáticas.
La falta de estudios es uno de los factores que orillan a miles de personas a trabajar en oficios muy poco agradables.
Pareciera que es el “año del infierno”, las altas temperaturas en la entidad han alcanzado un promedio de 40.8 grados a la sombra, y se espera llegar hasta los 45, según datos del servicio meteorológico de la Conagua.
Albañiles, rehabilitadores de la red telefónica, conductores de transporte público y agentes de Tránsito son sólo algunos ejemplos de sufridos trabajadores que se exponen a la intemperie con tal de llevar el sustento diario a su hogar.
EL ALBAÑIL
De lunes a sábado, Reynario Rojas Alonso se levanta a las 4:30 de la mañana en su hogar de Escobedo para ir a trabajar a Monterrey.
Preparado para otro día laboral, junto con su hijo Alejandro, de 20 años, aborda el camión y llegan al lugar de la obra portando herramienta de trabajo y almuerzo.
Reynario, de 40 años, se encuentra trabajando en las áreas de la gran plaza realizando la instalación de adoquín.
“El horario más pesado para nosotros es de dos a cuatro de la tarde. Este trabajo a la gente no se lo recomendaría porque más que nada el andar aquí es la necesidad, las ganas de salir delante de uno en otra forma sea aquí o en otra cosa”, expresó el agobiado albañil.
El obrero de tez morena comentó que muchas veces la sensación térmica es más elevada de lo que algunos termómetros registran. Debido al esfuerzo que realiza en su actividad puede sentir hasta los 45 grados.
“En ocasiones la temperatura es tan fuerte que a veces hay síntomas de deshidratación, pero la controla uno y así se la lleva, con todo el esfuerzo que realizamos a veces sentimos más calor, pero seguimos trabajando”, comentó.
A pesar de usar short, calcetines hasta las rodillas, camisa manga corta y gorra, Reynario dijo que a lo largo de su oficio no ha sufrido alguna enfermedad por estar expuesto al sol durante muchas horas.
El trabajo de albañil no es muy bien pagado; va de mil 200 a mil 500 pesos semanales, y sólo sirve para sobrellevar los gastos de la casa y el transporte, mencionó el trabajador de la albañilería.
Bajo un sol intenso y sin un sitio donde resguardarse, Reynario comentó que le hubiera gustado terminar una carrera técnica de electrónica, pero por motivos económicos tuvo que abandonar la escuela.
Otro ejemplo
Este tipo de trabajos también se da en las alturas, el joven Moisés Alberto Castellán, de sólo 18 años, labora en la construcción de un edificio en el primer cuadro de la ciudad.
“A veces la temperatura es insoportable, pero bueno, no me arrepiento de andar en esto, con mi trabajo ayudo en los gastos de mi casa”, expresó el chico.
Con su casco naranja y camisa manga corta, Moisés sube hasta el décimo piso de la construcción donde se puede apreciar el Palacio de Gobierno, el Paseo Santa Lucia, la Catedral y varios puntos del centro de la ciudad.
Comentó que en la parte alta de la obra, además del calor también es difícil soportar los fuertes vientos.
“Trabajar en la parte alta de la construcción es muy peligroso, tenemos que soportar el calor, el viento que a veces nos quiere tumbar, y pues ahí andamos echándole para adelante”.
Minutos antes de comer su lonche- que era un hot-dog y un refresco- el albañil comentó que para mitigar el calor toma agua y suero.
“En la obra no utilizo bloqueador, pero siempre trato de hidratarme tomando muchoa agua y suero, por eso no me he enfermado”, explicó.
CALOR EN LA PROFUNDIDAD
Pero el calor no sólo se da en las alturas, existen personas que laboran en las profundidades como Ángel Martínez, quien se encarga de la rehabilitación de redes telefónicas.
Ángel tiene 20 años trabajando en este oficio, en el cual se pasa más de nueve horas diarias.
“Hay veces que no se termina el trabajo. Pesado, pesado no es el trabajo, lo que es pesado es el solecito”, dijo el operario.
Eran las 12:30 de la tarde y el sudor le corría por la cara. Abrió la tapa y rápidamente un vapor caliente brotó del suelo.
Poco a poco Ángel se fue introduciendo en el pozo del cableado subterráneo ubicado en el Paseo Morelos, el cual parecía un “verdadero horno”.
Muchas veces se pasa hasta 3 horas inmerso en estos hoyos. Mencionó que este tipo de trabajo no es recomendable para nadie.
“Mi principal función es conectar y cambiar cables, andar en los pozos, en los postes, pero la temperatura esta calientísima en los pozos, ahí sale el vapor muy caliente, se siente más caliente de lo que esta afuera… hasta unos 45 grados.
“Este tipo de trabajo no se lo deseo a nadie, mejor que se pongan a estudiar, el estudio es el éxito en la vida. Estoy a gusto con mi trabajo, aunque sea saco para comer”, expresó el trabajador de 41años de edad.
El rehabilitador de redes telefónicas dijo que la mejor temporada para trabajar es en la temporada de frío y lluvia, aunque esta última sea más peligrosa.
ESTA QUE ARDE EN LOS CAMIONES
Los operadores del transporte público también sufren las inclemencias de las altas temperaturas.
Realizar varios recorridos por la ciudad en unidades sin clima, aunado al estrés provocado por los usuarios y el intenso sol, es algo que los choferes sobrellevan diariamente, mencionó Mario Martínez, quien tiene 20 años trabajando en la ruta 23.
Mientras limpiaba su sudor con un pañuelo, dijo que para mitigar el calor de este verano sólo es posible bebiendo agua.
Con 59 años de edad, el dueño del volante comentó que ya esta acostumbrado a estas temperaturas “tan locas”, y a sentarse tras el volante más de siete horas.
“Las temperaturas están muy locas, y francamente no hay otra cosa en que trabajar, no tengo estudios, estudié sólo la secundaria, me hubiera gustado estudiar enfermería, pero pues no se pudo.
“Esto (el calor), provoca fatiga mental, me provoca dolor de cabeza, tengo que checar el pasaje, dar bien los boletos, dar la feria exacta, pero ya me acostumbré”, dijo resignado el conductor.
Al cuestionarle cuál es su sueldo, Mario sonrió y sólo dijo: “sin comentarios”.
Durante los recorridos que realiza todos los días el chofer sube de 200 a 300 pasajeros, quienes también soportan el intenso calor.
Comentó que soportará todas las temperaturas, sean frías o calientes, hasta que llegue su jubilación.
“Ya me queda poco tiempo para jubilarme, voy a aguantar estos climas, ya falta poco, pero mientras hay que seguir chambeando”, dijo el conductor.
Agente de Tránsito
Por su parte, el agente de Tránsito de Monterrey, Valdemar Valdez Pérez, lleva 10 años laborando en este oficio y los problemas de salud que ha a sufrido debido al intenso calor son enfermedades en la piel.
“Me arde la cara en la noche, me protejo con bloqueador, pero a veces no tengo, y no me pongo nada, lo que hago mejor es que trato de buscar una sombrita para descansar un poco y que no me de tanto sol, pero a veces es imposible porque la mayor parte del tiempo me la paso en las calles.
“En este trabajo me paso más de ocho horas por las calles de la ciudad, me gusta mucho lo que hago, aunque esté el sol muy fuerte, poco a poco te vas acostumbrando; pienso que es un trabajo en el cual la gente que sí le guste debe de estar en él, y la que no, que busque otra cosa”, dijo el agente.
El termómetro marcaba casi los 40 grados, Valdemar realizaba sus labores de rutina en Juárez y Ruperto Martínez.
Con muy buen sentido del humor, el agente aseguró que este verano ha sido de los más calientes en años.
“Y hay que aguantar”.
Montado en su moto y portando el uniforme de Tránsito, comentó que vale la pena seguir en este oficio.
“Es emocionante y además en muchos casos ayudas a la gente, en este trabajo me ha pasado de todo”, mencionó.
Con su muñeca blanca justo en el sitio donde se coloca el reloj, y todo su brazo totalmente moreno, el agente de 29 años de edad siguió recorriendo las principales avenidas de la capital nuevoleonesa.
El estar expuesto varias horas al sol puede provocar problemas de salud, como cáncer en la piel, deshidratación, entre otros.
El calor en Nuevo León aún no ha logrado declinar a los trabajadores que laboran en la calle y siguen día a día en su lucha por tener un mejor mañana, por lo que aseguraron seguirán laborando bajo los rayos del astro rey.