Es un domingo tranquilo, algunos pájaros vuelan, se esconden entre los árboles y se escucha su trinar, los comerciantes comienzan a instalar sus puestos mientras que tres unidades de la Policía Federal recorren la avenida Pino Suárez mostrando sus armas. El lugar: la Alameda Mariano Escobedo ubicada en el centro de Monterrey que se prepara para recibir a sus visitantes, los miles de foráneos de la zona huasteca del país.
A un costado de la calle Julián Villagrán se encuentra Antonia Carrión, vendedora que tiene más de 50 años desarrollando el oficio en la plaza. Junto con sus dos hijos comienza a preparar los guisos para el día.
Son las 8:00 de la mañana del 30 de enero, hay poca gente, pero la esperanza para los más de 300 establecimientos sigue viva a pesar de la ola de inseguridad que impera en el sector y en todo México.
Poco a poco arriba gente con aspecto indígena, muchachas con cabelleras largas y faldas, otras más “modernas” llegan con minifalda; los boleros se preparan y los vendedores de elotes y flores también se hacen presentes.
La Alameda es para los foráneos de Estados como San Luis Potosí, Tamaulipas, Durango y Veracruz el punto de reunión y el lugar idóneo para convivir los fines de semana, llegan por parejas, solos o familias completas, situación que ayuda a que Antonia venda sus gorditas, tacos, tortas, hamburguesas y refrescos.
Y es que la comerciante de 62 años de edad, comenzó a vender desde que tenía 9 años; sin embargo, fue hasta los 18 cuando le otorgaron el permiso y se estableció formalmente.
UNA ALAMEDA LLENA
DE HISTORIA
Para Antonia la tradición está arraigada, su mamá fue una de las tres primeras vendedoras que se instaló en la plaza, y gustosa recordó aquellos años donde el rostro de la gran manzana era diferente.
“El oficio de comerciante siempre lo he traído, la mamá de mi madre era de San Luis Potosí y empezó a vender desde chiquita. Mis hermanas y yo llegamos chiquillas a vender a la Alameda; teníamos un puesto de material donde vendíamos: sodas, fritos, cocas”, mencionó.
“En ese tiempo no había muchos vendedores porque no dejaban, mi mamá vendía lonches, cocas y tostadas en una canasta, después el alcalde César Lazo Hinojosa una vez que andaba dando vueltas por la plaza les preguntó a ella y otra señora que qué era lo que vendían y dijo que les iba a dar un puesto para que pudieran vender, y no conocieron al alcalde, dijeron ¿y ese señor está loco o qué?, ya después dijo otra gente que él señor era el presidente municipal de Monterrey”, comentó sonriente.
El edil cumplió su promesa y les instaló un kiosco donde vendían cuatro personas; no obstante, pasó el tiempo y cuando llovía el agua se metía y les llegaba hasta la cintura, por lo que se salieron y la empresa Coca-Cola les dio un puesto de material.
Con el paso de los años, mucha gente dejaba de pertenecer al sindicato y dejaba el puesto, por lo que en una ocasión por fortuna Antonia se ganó su propio establecimiento en una rifa.
“Seguí con mi puesto de material hasta que llegó el gobernador Alfonso Martínez Domínguez, no le gustó que hubiera tantos puestos y dijo que los iba a sacar y nos dejó en un carrito de coca”, dijo.
Antonia comentó que en ese tiempo existía un acuario que cruzaba toda la Alameda y en él había víboras, peces, un cocodrilo al que le decían ´el huevón´ porque siempre estaba dormido.
“Martínez Domínguez llegó y quitó todo: cascadas, un kínder, columpios, resbaladeros, caballitos, y todo lo quitaron para poner árboles. Sólo dejó 30 puestos, pero mucha gente ya no quiso trabajar porque ya eran personas grandes y para andar cargando los puestos se les complicaba y quedamos menos, algunos 12 alrededor de la Alameda”, platicó.
Tiempo después la plaza se volvió a llenar de comerciantes, en 1995 llegó el alcalde Jesús Hinojosa Tijerina, quien con gran interés tenía la intención de arreglar la Alameda y empezó a sacar los puesteros dejando sólo la calle Villagrán como lugar para establecimientos.
“En ese tiempo se llegó a un acuerdo de que si una persona tenía cinco puestos, sólo se quedaría con uno, porque había muchas personas que tenían muchos y así nos hicimos menos, pero ahora ya está igual, una sola persona tiene hasta de cuatro.
“Chuy Hinojosa nos dijo que cuando pasara el tiempo si alguna vez venían a la Alameda a querer regenerarla, que nosotros peleáramos estar dentro de ese cambio y que buscáramos quién nos ayudara, que la calle Villagrán la dejaron para los comerciantes”, contó Antonia aunque reconoció que desde que se hizo ese cambio las ventas disminuyeron.
Ante el incremento de comerciantes, algunos vecinos se han quejado, ya que muchos ni siquiera cuentan con un permiso, tienen “permisos provisionales” que según pagan a la dirección de comercio “por debajo del agua”.
VENTAS E INSEGURIDAD
Por lo general los vendedores se instalan de 9 de la mañana a 7 de la tarde; no obstante las ventas han disminuido considerablemente, los factores: el incremento de plazas públicas, mercaditos, centros comerciales y aumento de tugurios.
“Aquí crecimos todos y aquí nos hemos mantenido todos, no digamos que somos ricos, porque no lo somos, pero nos ha ayudado para sobrevivir, ahorita sí ya está muy amolado porque hay muchas plazas nuevas y han bajado las ventas, antes nos quedaba para algo y actualmente no nos queda ni para zapatos”, dijo.
“Hubo un tiempo en que teníamos buena venta sobre todo en tiempo de calor, con los yukis o las aguas frescas, cocteles de frutas y se sentía bonito traer dinero en el delantal, pero ahorita cuál dinero, ya quisiéramos vender dos jarritas de agua, como la señora de enfrente también se le quedan los tacos, vendemos poquitos”, comentó
Como las pérdidas se fueron dando, optó por vender otros alimentos y dejar la venta de fruta y aguas frescas porque se le echaban a perder.
Contó que ese domingo sólo compró 30 pesos de carne molida y dos bolsitas de nopales, los cuales para las 17:00 horas no había vendido ni la mitad de la mercancía.
“Ahorita vendemos poco, y tenemos que pagar los recibos de la casa, te quedas a pie y sin zapatos, porque no alcanzas a comprarte zapatos, antes sí se vendía más y estrenábamos zapatos o ropa, ahora ya no”, dijo mientras mostraba el par de zapatos que portaba y que tenía años sin cambiar.
Algunos vecinos de la zona aledaña a la Alameda tuvieron que mudarse y tienen las casas en renta ante el incremento de tugurios.
“Antes estaba lleno todo Villagrán, la zona de tolerancia, pero hay muchas casas de renta o venta, mucha casa abandonada, casi ya no vive gente y los que viven ahí se encierran temprano”, contó Antonia quien habita en la colonia Independencia.
“La Alameda ha empeorado, no hay vigilancia y está lleno de lugares de perdición, la gente tiene miedo de salir, antes salían a caminar y ya no lo hace”, dijo Antonia quien anteriormente vivía en la zona centro de la ciudad.
Durante todo este tiempo, por fortuna Antonia sólo han robado algunas sillas o comida, pero no dinero. En la semana está muy solo, falta vigilancia ya que incluso hay gente que se pone a tomar en las bancas.
GENTE DE OTROS ESTADOS
Aunque una característica peculiar de la Alameda Mariano Escobedo es que acude gente de otros Estados, esta situación no se daba en años atrás, pues el lugar de esparcimiento era un espacio a donde llegaban personas regiomontanas.
No obstante con el paso del tiempo y la emigración de gente de otras entidades hizo que la presencia del nuevoleonés poco a poco desapareciera.
“Siempre viene gente de otros Estados, como que se quedan de ver, antes venían de los municipios de aquí de Monterrey, San Nicolás, no sólo de San Luis, se llenaba mucho la Alameda, pero no había Macroplaza ni otros centros comerciales, ahora la gente se ha repartido, se va a la Macro, y como aquí roban mucho se van para otro lado, antes no podías ni caminar, estaba llenísimo, ahorita ya rarita la gente”, comentó.
“Los puestos igual, el fin de semana sí está muy lleno, pero en la semana, sólo nos quedamos tres, mi hermana, otra señora y yo, porque los comerciantes que acuden los fines de sema tienen mejor ganancia que si acudieran a los mercaditos, ya que las jóvenes que acuden a la Alameda no pagan renta ni servicios en las casas donde trabajan, el dinero que les queda es para ellas; vienen, se compran zapatos, comida, blusas y se ha vuelto una tradición, venden más que en los mercados, porque allá va gente que está más gastada”, explicó.
Antonia sabe quién es nuevo en el lugar, cuál es su objetivo, qué quiere aprender en Monterrey y en muchas ocasiones aconseja sobre todo a las jovencitas que incluso llegan sin tener algún familiar.
En tanto el “teatro” se encuentra un hombre dando la palabra de Dios a unas cuantas personas, mientras que un grupo de jóvenes visita la Alameda dentro de sus actividades de la iglesia.
REGENERACIÓN
Para atraer a más turistas, mucho se ha dicho de la regeneración de la zona centro de Monterrey, entre ella la de la Alameda Mariano Escobedo, aunque formalmente los comerciantes no han sido informados sobre este cambio que promete dejar a la plaza irreconocible.
Y es que las autoridades del municipio regio encabezadas por el alcalde Fernando Larrazábal Bretón planean dotarla de espacios abiertos que sean idóneos para la presentación de grupos dancísticos. Se estima que sean invertidos al menos 35 millones de pesos para el proyecto.
El secretario de Ayuntamiento del municipio, Juan Carlos Ruíz, comentó que el objetivo es regenerar el área a beneficio de la comunidad donde se pueda ofrecer un espacio cultural, de recreación, para lo cual el gobierno municipal creó un comité cuyo objetivo es elaborar de manera condensada un proyecto de regeneración.
“Se cuenta con un recurso que baja de la federación con el objetivo de recuperar espacios públicos y teniendo como valor primordial la cultura, el proyecto será dado a conocer para finales de febrero o principios de marzo, puesto que es un comité que está construyendo con los usuarios, habitantes, con instituciones de cultura artísticas, universidades, construir un proyecto consensado y con el punto de vista de diferentes expertos”, comentó.
Resaltó que todos los proyectos que lleven a cabo la restauración de la Alameda van a tener que ir siendo decididos poniéndolos a consideración del cabildo regiomontano.
Añadió que por lo pronto no se tiene contemplado un espacio donde podrían ser reubicados temporalmente o definitivamente los comerciantes.
“De momento no se tiene un lugar en específico. Cuando estemos próximos a llevar a cabo la presentación del proyecto junto vendrán las opciones”, dijo.
Ante dicha situación los vendedores expresaron su sentir, como Antonia quien dijo que están en espera de poder ser incluidos en la regeneración ya que es su única fuente de trabajo.
“Esta es mi única fuente de trabajo al igual que la de mis hijos y mi hermana. Las personas que vienen a vender los sábados y domingos en la semana andan en otro lado, pero nosotros venimos todos los días, somos pocos, son puestos de comida, y del otro lado de la Alameda se quedan otros tres, o vendedores de elotes.
“Sería muy feo que nos quitaran de trabajar de aquí, porque tenemos toda la vida en este lugar, ganamos el dinero para sobrevivir y somos muchas familias, tenemos que llegar a un acuerdo que nos acomoden en las banquetas, pero que no nos muevan de aquí”, dijo preocupada.
Por su parte Eloy Martínez, quien tiene 65 años de edad y casi 9 años de vender en la Alameda comentó que el proyecto de regeneración no está mal, siempre y cuando se tenga una buena planeación que incluya a algunos comerciantes.
“No lo veo mal, ojalá que esa planeación que tengan para mejorarla sea en todos los aspectos, hay que contemplar que aquí el 80 por ciento de las personas que acuden ayudan con su trabajo en los municipios de Monterrey y San Pedro, es su lugar de reunión donde vienen a disfrutar lo que yo vendo, les damos sus gustos, sus comidas y sí me dolería en un momento que dijeran: ‘¿sabes qué?, ya no puedes vender’.
“Porque número uno afectarían mi economía que es de lo que vivo y dos, a toda esta gente a dónde la van a mandar, a dónde se va a ir, entonces sí estaría bien que hicieran una renovación que inclusive seleccionaran ciertos establecimientos que los arreglaran, que se vieran bien presentables y que uno pague la renta que le corresponde, pero que los quiten completamente eso no”, dijo el mercader quien vende tamales huastecos y zacahuil.
“Hay gente que tiene más de 40 años y cada administración que cambia siempre es la misma canción, ya tengo tres y gracias a Dios no he tenido problemas, aquí estoy”, mencionó.
Comentó que erróneamente la gente dice que todas las personas que acuden son de Tamazunchale, S.L.P y no es verdad, ya que se concentra gente de otros estados, motivo por el que las autoridades deben de pensar en darle una mayor difusión a la gran manzana.
“Lo que debería de pensar Fernando Larrazábal es que esto es algo tradicional, es el punto de reunión de muchas familias, es para que vengan a correr, pasear, tienen que darle algo atractivo, antes estaba el acuario, rentaban carritos eléctricos, bicicletas; yo tengo una hija de 34 años y todavía la traía a pasear, había resbaladeros que pagabas por entrar, pero hay que instalar cosas atractivas. En la fuente no hay música, antes teníamos música”, dijo.
SE INCREMENTARON LOS ROBOS
Otro aspecto en el que las autoridades deben de poner lupa es en la seguridad, pues en el último año los robos se incrementaron hasta en un 90 por ciento, los rateros son pandillas que acuden en grupos de tres, por lo general son hombres altos de complexión un tanto robusta.
“Saben que aquí hay presas fácil para robar, hay muchas muchachitas. A otra gente se les hace noche, se van hasta la una de la mañana, mientras recogen todas las cosas, los intentan robar”, platicó
Agregó que últimamente los soldados se hacen presentes por la noche y ya han atrapado a algunos rateros, pero es poca la seguridad de la policía municipal aunque en el lado que da a la avenida Pino Suárez existe una caseta de vigilancia.
“Los robos se incrementaron de un año para acá y se dan en medio de la plaza, no en las orillas, porque están los puestos y les ayudamos, pero en el centro de la Alameda es donde se roba, sobre todo de las 10 de la noche en adelante.
“Nadie se atreve a salir ni a caminar, porque los asaltan y yo veo que no hay vigilancia, de repente veo que hay 4, 5 policías, pero que estén observando no, y en la noche es menor, es peligroso no para nosotros comerciantes porque nos defendemos entre sí, pero para los muchachos que vienen de paseo, para ellos sí es peligroso, inclusive hay casos que vemos que están golpeando a una pareja, corremos a ayudarlos y ellos se espantan y no entran cuando estamos aquí, pero en la noche sí andan”, explicó.
La recomendación es que la gente camine por las orillas de la Alameda y tenga cuidado en los lados donde se encuentran los antros, pues puede ser peligroso porque los jóvenes salen alcoholizados.
Para evitar que los amantes de lo ajeno hagan de las suyas, Eloy deja prendidas las luces de su local, pero los delincuentes no respetan pues ingresan al sitio para acorralar y golpear a sus presas.
“Identificamos a la Alameda en sectores, está ubicada de la siguiente forma: Aramberri y Villagrán es el más complicado en cuanto a robo, drogas y borrachos; Pino Suárez hacia Modesto Arreola está complicado; el sector de Washington es menos complicado quizá por los comerciantes que se ubican en el lugar”, detalló.
Algunos cambios que ha visto durante todo el tiempo que tiene como vendedor ha sido la transformación física que ha tenido la plaza, una de ellas la tala de árboles, debido a que representaban un peligro para quien visita el lugar.
“La tala de los árboles era necesaria porque representaban un peligro, estaban huecos. Otro es la conservación de los pericos, ahorita no se ve ni pericos ni palomas, pero son cientos, yo los fines de semana alimento a las palomas, le doy maíz, lo que tenga; el perico, ese sí no baja, dónde come, no sé, pero en tiempo de verano son cientos”, contó el contador de profesión.
NEGOCIO
La idea de emprender el negocio de tamales huastecos fue porque su esposa –quien años atrás fue su empleado domestica- sabe cocinar muy bien, por lo que Eloy fue de los primeros en instalar el puesto.
“Tengo una muchacha que es de Tampacan, cerca de Tamazunchale, S.L.P y le hice la propuesta de poner el negocio, porque toda la gente que viene aquí es del sur de Veracruz, Hidalgo, Tamaulipas, pero es gente huasteca y viendo la posibilidad de tener recursos empecé vendiendo 200 tamales en fin de semana, ahorita ya vendo un promedio de mil 500, hay para todos. Éramos nada más dos vendedores y ahorita ya son al menos 12 comercios”, contó.
Mencionó que siempre se ha preocupado por ayudar a otras familias y qué mejor que un negocio donde puede obtener ganancias y dar trabajo a terceros o preparándolos para que laboren en otros lugares, ya que por lo general es gente de Tampacan y hablan náhuatl.
“Adicional a que me ayude yo, estoy ayudando a otras familias, aquí los preparo, los enseño a hablar español porque ellos hablan náhuatl, ya que están desarrollados y conocen la ciudad se van a trabajar a otros lugares, me traigo a otro sobrino de mi esposa, los enseño a trabajar porque su educación allá en Tampacan aunque dicen que les dan escuela, está muy alejada de la realidad, de no saber distinguir la o de la u, desde los que tienen 30 años a 6, los causantes son los maestros. Me gusta ayudar”, dijo, y contó sonriente que él habla un poco de náhuatl.
Eloy trabajó como gerente en bancos, también en el municipio de Guadalupe a enseñar a la gente cómo hacer su declaración fiscal, además fue coordinador de microempresarios donde enseñó a varias personas a hacer cerámica, piñatas, con un maestro a dar clases de cocina, carpintería y belleza y al momento en que dejó de trabajar tenía la idea de ayudar a otra gente.
“De ahí nació mi idea de hacer un negocio de comida y qué mejor que en la Alameda, pues tenía a mi esposa como una buena cocinera. Fui de los primero y el fin de semana atendemos a más de 300 gentes ya sea que coman aquí o pidan para llevar”, comentó.
Su negocio lo abre a partir de las 16:00 horas y hasta que la venta se termine, incluso ha habido días donde termina todo en 4 horas.
“El lunes es día de descanso, el martes empezar a arreglar las cosas, miércoles compras, jueves empezar a elaborar”, dijo Eloy quien habita en la colonia Satélite Sur, en Monterrey.
ANÉCDOTA
Una de las anécdotas que recordó Eloy fue que una vez una persona intentó comerse la hoja del tamal.
“Esa sí fue de risa, en la comida a veces la ignorancia, vi que una persona se estaba comiendo la hoja y le pregunté: ‘¿te gusta la hoja de tamal?, porque esa no se come, el tamal sólo está envuelto para darle sabor’, y eso pasó, algo increíble”, dijo sonriente.
Por otro lado comentó que en la Alameda Mariano Escobedo se encuentran vendedores afiliados a diferentes centrales obreras como lo son: CTM, CNOP, CROC.
“De la CNOP sí tenemos permiso, el negocio me da para pagarlos, y los que da la CROC son permisos personalizados, tienen un permiso y la CROC los sobrerenta, cobran tarifa a como se dejen. Yo siempre busqué la forma de tener un permiso y no me daban el permiso, pero sí para trabajar, al paso del tiempo vieron mi comportamiento y después me dieron el permiso; hay que respetar las leyes y los reglamentos”.
TEMPORADA DE VACACIONES
Para el comerciante no todo son ventas, están las temporadas donde éstas disminuyen y son en las que los clientes comienzan a irse de vacaciones a sus pueblos, como lo es en diciembre, enero, abril y agosto.
“Todos se empiezan a ir en la primera semana de diciembre y así como se fueron empiezan a regresar, hay gente que dura mes y medio en volver y ahorita todavía no está al 100 por ciento la Alameda, quizá en dos semanas más se estabilice.
“Por coincidencia en sus pueblos hay festejos, celebraciones patronales, bailes y ellos hacen sus planes de irse en agosto, pero eso sí, es gente muy trabajadora”, dijo.
Alrededor de las 21:00 horas la Alameda está sola, no importa que sea domingo, quizá el miedo de andar en la calle a esas horas en temporada de “guerra entre carteles” ha orillado a la gente a dejar de ir, incluso a los antros que se ubican en la zona aledaña al lugar.
La iluminación en la plaza por el lado de la calle Villagrán es poca, se podría decir que casi nula, pues de las cuatro lamparas sólo una funciona.
Eloy pide a las autoridades vigilancia, seguridad y también mayor difusión para que la gran plaza sea promocionada como lugar turístico, pues la afluencia de gente ha dio disminuyendo con el paso de los años y no puede perderse un espacio tan importante en el Estado de Nuevo León. v